Vania y Dana eran niñas cuando su madre fue desaparecida por el Ejército, hace una década. Hoy, ya convertidas en adolescentes, reclaman al gobernador de Chihuahua Javier Corral que se investigue la desaparición de su madre y se les dé justicia
Texto: Patricia Mayorga / Raíchali
Fotos: Raíchali
CHIHUAHUA.- “Son diez años de mucha frustración. Pasa y pasa el tiempo y nada. Es frustrante, no es tan fácil, vivir día a día con una frustración tan fuerte. Pensar todos los días: ‘ya a llegar, ya mero llega, ¿podrá ser? Es su cumpleaños, ya va a llegar”, externó Lourdes Hernández Alarcón en el décimo aniversario de privación de la libertad forzada de su hija Pamela Leticia Portillo Hernández.
Pamela fue privada de su libertad por militares el 25 de julio de 2010. Tenía 22 años y dos hijas de 4 y 6 años cuando la desaparecieron. Su caso está inmóvil por la justicia estatal y por la federal, a pesar de que hay personas citadas como testigos.
“Javier (Corral, el gobernador) se está haciendo como loco (…) quisiera que hiciera su trabajo, espero que de alguna forma entienda que pues, ese es su trabajo, que para está para eso, para hacer justica”, externó en entrevista, Vania Portillo Hernández, la hija mayor de Pamela.
En el décimo aniversario de la desaparición, llegaron a la cruz de clavos Vania de 16 años y Dana de 14. Con ellas iban Lourdes Hernández Alarcón, su abuela y Lucía Hernández Alarcón, su tía que las adoptó legalmente desde que eran pequeñas.
Las dos hermanas, Lucy y Luly, han enfrentado años duros por la ausencia de Pamela Portillo en la vida de sus hijas. Tardaron tres años en decirles que su mamá no estaba en Sonora trabajando, eso les habían contado para evitarles más sufrimiento.
Sin embargo, para las niñas, era importante conocer lo que había ocurrido, sólo a partir del momento en el que les revelaron la verdad en terapia, lograron liberarse y comenzar su propio proceso de fortalecimiento. Hoy su participación es activa en la exigencia de justicia.
En la cruz de clavos y junto a sus nietas, Lourdes Hernández llamó al gobernador Javier Corral a que cumpla su promesa con las familias de víctimas de desaparición en Chihuahua y las busque, a todas.
“Señor gobernador: tú pusiste una comisión de búsqueda estatal, pero no le das recurso suficiente para las búsquedas. Siempre está el mínimo de recursos, así no se pueden hacer búsquedas exhaustivas. ¿Cómo podrían buscar si a veces no tienen completo para la gasolina, para todos los implementos que necesitan?”, denunció con otras madres de personas desaparecidas, al lado.
Reclamó a Corral que lo apoyaron porque confiaron en él, pero ahora, hace el trabajo incompleto: “Yo te pido ahora por mi hija, por todos los desaparecidos, porque haya búsquedas que se tienen que hacer y no se han hecho por falta de recursos”.
La directora del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres (Cedehm), Ruth Fierro, quien estuvo presente en el acto conmemorativo, dijo que las autoridades federales y estatales pueden y deben resolver el caso porque no han agotado los datos y la información que obra en la carpeta de investigación de la desaparición Pamela Portillo.
“Este es un caso en el que ha habido claramente la intención de las autoridades que participaron en la desaparición forzada, para mantener en la impunidad. Se necesita también la participación de gobierno federal, porque quienes participaron como perpetradores estaban en el gobierno federal y también para ellos es el reclamo, para que asuma su responsabilidad e investigue con la debida diligencia la desaparición de Pamela y de otras personas que han desaparecido”, demando Ruth Fierro.
Lucía Hernández también le envió un mensaje a Corral y le recordó que Pamela dejó dos hijas que la esperan desde hace diez años, diez años en los que no se ha hecho nada por esclarecer el caso ni para buscarla.
“Fue una desaparición forzada por parte de las autoridades, donde hay nombres y no se ha hecho nada porque tal vez los quieren cubrir”, advirtió.
Vania Portillo participó con otras y otros adolescentes en un encuentro regional de desaparición forzada en el norte del país, en 2015, y ahí escribieron textos e hicieron un mural para externar sus emociones y sus demandas.
Vania, quien ahora tiene 16 años, escribió en el encuentro una carta dirigida a César Duarte a un año de que dejara de ser gobernador:
“Lo que yo no puedo entender es porqué usted no tiene los pantalones para venir y dar la cara de lo que usted es responsable, pero nosotros sí tenemos la cara y los pantalones, porque nosotros no tenemos miedo para venir a hacer huelga, para venir a decirle que nos devuelva a nuestros seres queridos, pero ni siquiera hace el mínimo esfuerzo porque a usted lo único que le importa es el dinero y el poder, así que no podemos esperar nada de usted porque lo que en realidad es, es un poco hombre”.
Ahora, recuerda aquella carta que para ellos fue liberadora, pero reclama también que en el actual gobierno no han encontrado justicia. Desde su percepción, el gobernador Javier Corral se ha dedicado a perseguir a Duarte y no ha hecho lo necesario por darles justica a las familias de personas desaparecidas.
“Nosotras no podemos salir a la calle solas o pues sí, no podemos salir sin tener miedo”, expresa Vania.
Lucía Hernández expresó, también en entrevista aparte, su frustración e impotencia porque no se ha hecho nada, pero dijo que las niñas para ella son una bendición.
“Una bendición de que aparte de haber perdido a mi hija (quien murió hace casi dos años). Ellas son mis bendiciones. Yo no renunciaría nunca a ellas, yo las adopté y son mis hijas, no son hijas biológicas, pero son de mis sentimientos, que yo creo que es más fuerte”, lo dice con orgullo.
Ni Dana ni Vania recuerdan bien a su mamá, tienen imágenes vagas que son suficientes para mantenerla viva en ellas. La más pequeña, Dana, dice que lo único que recuerda es un viaje que hicieron con Pamela. Estaban en un hotel y su mamá guardaba el dinero para llevarlas a comer y a pasear.
“Son cosas súper pequeñitas. Para mí son bien importantes, no recuerdo mucho de ella”.
Comparte que los diez años, principalmente cuando ingresaron a la escuela, fueron difíciles. “Mis compañeros de alguna manera se enteraron y me hacían a veces sentir menos por no tener mamá, o que mi mamá nos había abandonado o que éramos huérfanas”.
Las dos han tenido un acompañamiento psicológico que las ha fortalecido, sobre todo cuando entendieron lo que sucedía y la injusticia que como familia han vivido, en medio de un contexto violento que hay en el estado y en el país.
Las dos hermanas han convivido y compartido con otras niñas y niños que viven situaciones parecidas, y aunque para Vania es difícil hablar del tema, ha identificado que cuando necesita hablarlo, “lo suelto”.
Ella tiene ahora 16 años, recuerda que su mamá siempre estaba pendiente de ellas. “A mi me tuvo muy jovencita, tenía 16 años cuando se embarazó de mí. Éramos como hermanas”.
Los sábados eran especiales para las tres. Eran días de hacer pan francés. “Me acuerdo que era: ‘Vania, la miel’. Y yo salía a gorro a la tienda por la miel, porque yo sabía que era día de toste de pan francés y me encantaban los sábados”.
La ausencia de su mamá duele siempre, dice, pero ese mismo dolor le ha mostrado su fortaleza emocional. “Ahora puedo hablar de mi mamá sin llorar al instante, pero sé que donde quera que ella esté, pues está orgullosa de nosotras y pues, la vamos a encontrar. También aprendí que la esperanza es lo último que muere (…) un día va a llegar ella, va a llegar así de la nada y va a ser un reencuentro así súper tierno”.
Este trabajo fue publicado originalmente en RAÍCHALI que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.
Corresponsal de la revista semanal Proceso.
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