Tres mujeres de Comachuen lideran los procesos para que el pueblo pueda puede autogobernarse. Al mismo tiempo, rompen el marcado machismo que margina a las mujeres de la comunidad de la participación política
Texto y fotos: Arturo Contreras Camero
COMACHUEN, MICHOACÁN.- La vida política de esta comunidad está teniendo cambios que muy pocos habrían esperado. No solamente están expulsando a los partidos políticos que se robaban los recursos de la comunidad. También están abriendo espacios de participación para las mujeres, que nunca habían tenido un espacio para la representación política.
La coordinadora del Concejo de gobierno es mujer, también la encargada de finanzas, la de bienestar y atención a la infancia, así como la encargada de justicia y seguridad y una concejala auxiliar. Hasta antes del 2018, cuando se reconoció el gobierno autónomo ninguna mujer había ocupado un cargo público. “Nosotras vemos que no es que no podamos, sino que los hombres de la comunidad no están dispuestos a ceder estos espacios. Lo que quieren es que todo el tiempo sean ellos los que estén a cargo del gobierno”, asegura la presidenta del concejo, María Eugenia Gabriel Ruiz.
A partir de la creación del gobierno autónomo, el ayuntamiento de Nahuatzen, el municipio donde está el pueblo de Comachuen, creó un concejo paralelo para minar el avance del concejo indígena ciudadano. Entre sus planes para minar la autonomía estaba remover a todas las mujeres que ocupan un cargo. “Fue cuando nos querían quitar que vimos el compañerismo de los demás. Si las quitan a ustedes, nos van a tener que quitar a todos”, cuenta Lourdes Cruz Ramos, la encargada de finanzas de la comunidad. “Desde ahí hemos estado luchando y luchando”.
Este martes personal del Instituto Electoral de Michoacán acudió a la comunidad para dar una capacitación política dirigida a las mujeres. El plan es incentivar su participación política, para que los opositores del gobierno autónomo, ligados al sistema de partidos políticos, no puedan poner de pretexto que las mujeres carecen de capacitación política.
“Aquí anteriormente a la mujer no se le permitía participar. Nosotras sí hemos batallado mucho, porque prevalece mucho el machismo. Cuando hay elecciones, sólo nos dejaban votar para la elecciones federales o estatales, pero no para las municipales”, asegura Lourdes Cruz.
Actualmente, de las ocho personas que integran el concejo hay tres mujeres que con mucha dificultad han llegado a los cargos. Cuando se estaba formando, habían muchas que no querían permitir su entrada. “Entrar para mí fue un gran logro, porque fue algo que nunca se había visto”, dice Lourdes.
Actualmente en la tenencia, como se denomina al resto de pueblos de Nahuatzen que no son la cabecera municipal, hay unas 5 mil personas en edad de ejercer el voto, de esas la mitad son mujeres, pero en la toma de decisiones sólo participan activamente unas mil, pues al resto aún les da miedo acercarse a este tipo de procesos. “Todavía hay maridos que no dejan participar a sus esposas en la toma de decisiones”, asegura Rosa Ramos Vega, encargada de bienestar y atención a la infancia y la familia.
“Yo al principio no me animaba, pero mi esposo me apoyó y me animó mucho. Ahora las críticas ya me valen, la neta. Lo que piensen los políticos me vale”. La participación política de Lourdes le ha generado críticas de parte de los antiguos partidarios del régimen partidista, a quien tildan de desobligada porque suponen que por atender el gobierno del pueblo, desatiende sus labores domésticas, ceñidas como una imposición incuestionable.
“Yo me organizo y logro cumplir con todo. Ellos no lo ven, pero a las seis de la mañana ya estoy activa. Primero en la tarde dejo almorzado a mi esposo, después me voy a hacer mis cosas, y ya ahora en la tarde mi hijo me dijo que no me preocupe, que él puede calentarse la comida solo. Yo les apuesto a los que me critican que ellos tienen sus casas más sucias que la mía”, dice Rosa con una sonrisa.
“A lo mejor sí, ahorita es una doble carga de trabajo, pero (a las labores) en mi casa estoy acostumbrada, no lo veo como que es tan difícil. A veces mi esposo ve que estoy un poco cansada y él me apoya. Pero lo que sí trato es hacer tortillas para todo el día, porque él no sabe hacerlas. Yo me organizo, y sí es difícil, porque sí es un poco de carga pero ahí la llevo”.
Hasta hace un par de años, en este pueblo no se permitía que la mujer se acercara a las reuniones o asambleas que se llevaban a cabo en la plaza pública, porque era muy mal visto, como dice Lourdes. Por eso, aquí su participación es muy poca, pero tanto Lourdes como María Eugenia y Rosa creen que esto no tardará mucho en cambiar.
“Los del otro concejo, el que quiere imponer el ayuntamiento, decían, así con esas palabras, que nada más los machines tenían que estar dentro del concejo, pero ya los de Instituto Electoral les dijeron que no, porque hay una ley que dice que tiene que haber cincuenta y cincuenta de hombres y mujeres”, asegura Lourdes.
María Eugenia, la presidenta del concejo, asegura que desde hace muchos años los encargados de la presidencia municipal decían que a la comunidad sólo le correspondían 3 millones de pesos de presupuesto. Pero una vez que el concejo tomó el control del presupuesto, se dieron cuenta que el monto en realidad era de 17 millones. El resto nunca llegaba a la comunidad.
A pesar de que el concejo fue reconocido desde 2018, sólo ha podido ejercer el presupuesto de los últimos dos meses de ese año y los correspondientes a la primera mitad de 2019, el resto ha sido retenido por las autoridades municipales que no quieren soltar el recurso.
Con esos ocho meses lograron hacer trece obras de infraestructura para la comunidad, erogando poco más de 9 millones de pesos.
“Sabiendo que la comunidad está viendo las obras que el municipio no las hacía, aún hay gente que dice que no estamos haciendo bien las cosas”, asegura la presidenta del concejo.
Cuando los recursos eran controlados por el ayuntamiento sólo se hacía una obra al año, normalmente de pavimentación de una calle de la comunidad. En contraparte, en esos meses el concejo logró pavimentar dos calles, construir un laboratorio para el Colegio de Bachilleres, techar los patios del jardín de niños y de la secundaria, construir un puente para que los comuneros puedan trasladar sus cosechas y construir otro depósito de agua en un pozo de la comunidad.
“Eso nos dejó ver que hay varias cosas que nosotros solos podemos resolver. Ya no necesitamos hacer las cosas que dictaba el presidente municipal. Inclusive ya sabemos, antes de que termine el año fiscal, las siguientes tareas que requiere la comunidad que se hagan. Ya estamos contemplando las que vamos a hacer el siguiente año”, asegura María Eugenia.
Ésta es una de las mejores herramientas que tienen las concejalas para demostrarles a las mujeres que aún les da miedo acercarse a este tipo de proyectos.
Rosa ha observado que a partir del trabajo que han realizado la mentalidad de las mujeres de la comunidad va cambiando poco a poco. “Apenas las estamos haciendo entender, que no deben tener miedo, que se arrimen, que esto no es nada del otro mundo. Pero sí las intimida. Hasta ahorita, lo que he visto yo en mi área, que estoy apoyando a la gente, como que ya están abriendo los ojos y ellas mismas se arriman a ver cómo se pueden involucrar más”. Ella, desde su cargo ha brindado atención de funerales y ha ayudado a la adquisición de medicamentos para personas sin recursos.
El concejo indígena de gobierno de esta comunidad dejó de recibir el presupuesto de Comachuen en la segunda mitad de 2019, sin embargo hizo ahorros para prevenir que a las más de 50 personas que emplearon dejen de tener trabajo. Muchas de estas, son mujeres, como por ejemplo las que integran el equipo de mantenimiento y limpieza.
“Incluso para estos cargos, en los que contratamos a la mitad de mujeres y a la mitad de hombres, nos cuestionaban que cómo las mujeres iban a hacer trabajo manual, porque decían que se necesitaba la fuerza del hombre, pero nosotros les dijimos que no”, cuenta Lourdes, la encargada de finanzas.
También han integrado a tres mujeres a la Ronda Comunitaria, la corporación de seguridad del pueblo. Las concejalas admiten que es un número pequeño, pero aseguran que, por el mismo machismo que impera en la comunidad, han sido dificil que más mujeres se sumen a estas labores.
“Los partidos son como perros que prueban algo que les gusta. Aunque les echen agua caliente, regresan para tener más. Eso es lo que está pasando. Hay un hueso que no quieren dejar”, dice Olegario Sebastián Felipe, otro de los integrantes del concejo indígena de gobierno.
“Ellos, me imagino que piensan: si tanto tiempo estuvimos en la política y tuvimos poder, cómo es que llegan estos y ahora nos están dominando. Pero nuestra intención no es dominar, sino servir a la comunidad. Nuestra visión es hacer servicio y que la comunidad se beneficie del trabajo que tenemos” asegura.
Leodegario Sebastián Felipe, hermano de Olegario y miembro también del concejo explica un poco más al respecto. “Lo que ellos pretenden, los del gobierno del estado, es que no termine el control del municipio. Ahorita estamos cuatro comunidades de Nahuatzen peleando por nuestra autonomía y el gobierno del estado, lo que quiere es desestabilizarnos porque no quiere que los recursos lleguen a las comunidades, porque solo una parte la entregaban”.
El propio gobierno de Michoacán, apoyado por Celerino Felipe Cruz, delegado federal del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, impuso una consulta ciudadana que se llevará a cabo el próximo domingo para determinar si el concejo de gobierno autónomo es legítimo y aceptado por la comunidad, a pesar de que ya su aprobación ya se votó una vez.
“Ellos dicen que por usos y costumbres solo puede participar puro machín, como insultando a la mujer. Y nosotros dijimos, no, pues no está bien, al igual que nosotros la mujer tiene los mismos derechos. Piensan que si se abren esos espacios por ahí pueden perder, porque no les conviene que haya concientización en esta comunidad, sino que sigan ellos jalando con sus engaños”, explica Leodegario Sebastián Felipe.
La misma Rosa asegura que, a partir de su involucramiento en la política ha logrado convencer a muchas más mujeres de tomar partido, incluso a las esposas de los políticos de los partidos, que por su ejemplo, buscan tener una participación más activa en la comunidad.
Que las mujeres hayan tomado el poder de la comunidad molestó tanto a detractores de la organización autónoma que no sólo han buscado remover al concejo indígena, sino que han llegado al extremo de querer linchar a la presidenta del concejo, María Eugenia Gabriel Ruiz.
Hubo una reunión en la que los representantes de los partidos corrieron el rumor de que la presidenta aguardaba en su casa los 17 millones de pesos del presupuesto de la comunidad. Empezaron a gritarlo entre la gente del pueblo, incitándolos a ir a su casa para recuperarlo. Poco a poco, el pueblo enardecido por mentiras empezó a clamar “¡Hay que ir a sacarla! ¡Hay que quemarla!”. Entonces una turba se dirigió al domicilio de María Eugenia, quien por suerte no estaba en casa.
Además de ese incidente, a María Eugenia la han amenazado con navajas afuera de su casa. En otra ocasión, un par de hombres le apuntaron con una pistola para amedrentarla y obligarla a que dejara su cargo.
Estas agresiones no han sido suficientes para hacer que ella claudique.
“Nos está costando nuestra propia integridad por la violencia que se ha generado en nuestra contra. Pero nosotros lo que queremos es que más personas se sumen, y sobre todo que las mujeres se activen, que los jóvenes se sumen, que entre todos nos hagamos responsables de la comunidad y de nuestras familias”, dice convencida.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
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