Michoacán puede ser el último estado del país que gobierne el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Y aunque Morena podría obtener el poder, sus conflictos internos parecen una bomba de tiempo
Texto y foto: José Ignacio De Alba
MORELIA, MICHOACÁN.- El PRD tuvo que recurrir a una fórmula compartida para intentar mantener, por lo menos, un estado bajo su poder. En el caso de Michoacán, Carlos Herrera fue el elegido para encabezar la Alianza por México (PAN, PRD y PRI). El candidato abandera su campaña bajo el lema: “si nos unimos, todo es posible”.
Carlos Herrera es un hombre de confianza de Silvano Aureoles, el actual gobernador de Michoacán. Herrera renunció a la Secretaría de Gobierno del estado para postularse a la gubernatura. Es ingeniero y socio de una constructora llamada Phomsa, según su declaración patrimonial. Su empresa se ha beneficiado de algunos contratos públicos, según la organización no gubernamental Poder.
Pero más allá de los negocios, “Carlos Herrera representa la continuidad de Silvano Aureoles”, explica el maestro Lev Moujahid Velázquez, de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
A mediados de este mayo, Claudio X. González y Gustavo de Hoyos, de la organización antiAMLO Sí por México, llegaron a Morelia para expresar, juntos, su apoyo al candidato Carlos Herrera. El PRD —autodefinido de izquierda— se ha aliado con todo tipo de sectores para poder dar la que quizá sea su última batalla.
Lev Moujahid Velázquez resume: “Silvano Aureoles se va a servir de toda la estructura del Estado y del narco para ganar las elecciones”.
El PRD fue comprendido, en algún momento, como un partido contestatario, lejos de los poderes económicos y del duro régimen del PRI. Desde las elecciones de 1988, cuando Cuauhtémoc Cárdenas se enfrentó a Carlos Salinas de Gortari, Michoacán fue uno de los puntos de apoyo más importantes para el ingeniero Cárdenas.
Para muchos perredistas que participaron en las luchas históricas del partido es inconcebible que ahora el PRD forme una alianza con el PRI o el PAN, partidos con principios incluso opuestos. Silvano Aureoles es un personaje que representa bien la orfandad ideológica del PRD, explica Moujahid Velázquez.
Desde que Silvano Aureoles llegó a la gubernatura (2015), fraguó una alianza con el gobierno de Enrique Peña Nieto. Incluso, permitió injerencias desde el gobierno federal en el estado. Alfredo Castillo Cervantes, conocido como “el Virrey”, operó en Michoacán por mandato del gobierno de Peña Nieto, desde su cargo como comisionado de seguridad replicó las funciones de un gobernador.
Cuando fueron las elecciones de 2018 el gobierno de Aureoles respaldó la candidatura del PRI, abanderada por José Antonio Meade, y dio la espalda a la coalición PAN-PRD, encabezada por Ricardo Anaya.
Curiosamente, tanto Silvano Aureoles como el actual candidato a la gubernatura, Carlos Herrera, son de una región de Michoacán muy próxima a Atlacomulco, Estado de México, municipio donde nació Enrique Peña Nieto y lugar de origen de varios políticos priistas.
Silvano y Herrera iniciaron su vida política en Zitácuaro, donde ambos fueron presidentes municipales. Los dos dejaron su cargo para buscar un puesto de elección popular. Zitácuaro es hoy uno de los municipios más lastimados por la violencia de grupos criminales.
Cuando se le pregunta a Lev Moujahid Velázquez cuál es la principal deuda de Silvano Aureoles, el maestro responde que “no hay un solo sector de trabajadores del estado: del poder judicial, del poder ejecutivo, de la legislatura, maestros, policías, etcétera, que no tenga adeudos salariales”.
El maestro también explica que Aureoles es muy criticado en la entidad por el uso excesivo de helicópteros para viajes personales y de trabajo, además del desmedido uso de recursos para la imagen del gobernador.
No es un secreto que Silvano Aureoles tiene aspiraciones presidenciales. El perredista se ha hecho notar, incluso, en la “Alianza Federalista”, una agrupación de gobernadores de distintos partidos que se ha opuesto a diversas disposiciones del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Pero Lev Moujahid Velázquez explica que, a pesar de que invierte muchos recursos en su imagen, al gobernador no le importa emborracharse en público, mostrar que tiene ranchos y caballos finos, cantar narcocorridos o presumir su galantería con muchachas. Es bronco y no le importa que sea retratado así en público.
En abril de este año, un maestro aprovechó la gira de Aureoles por Aguililla para manifestarse y exigir seguridad en el municipio. Para sorpresa de los presentes, el gobernador se bajó de la camioneta en la que viajaba para empujar y agredir al profesor. El desencuentro fue grabado y difundido por diferentes medios.
Después del escándalo sobre lo ocurrido, Aureoles declaró que el sujeto era un “sicario”. Esa etiqueta en aquel territorio controlado por el narcotráfico obligó a que el maestro tuviera que salir refugiado del sitio donde vivía.
Recientemente, ya en periodo de campañas, Silvano amenazó, con mensajes escritos desde su celular, a candidatos de Morena.
Pero la deuda más grande del PRD y de Aureoles en Michoacán es, sin duda, el tema de la seguridad.
En 2006 el gobierno de Felipe Calderón inició el Operativo Conjunto Michoacán, lo que se recuerda hoy como el inicio de la llamada “guerra contra el narcotráfico”. Desde entonces en la región se han multiplicado las agrupaciones criminales y la violencia se ha vuelto imparable.
En uno de los momentos más álgidos del conflicto fue cuando el gobierno de Enrique Peña Nieto, a través del comisionado de seguridad, Alfredo Castillo, se dedicó a armar a grupos criminales y darles salvoconductos como autodefensas (Coalcomán, la Ruana, Buenavista, Aguililla, Tepalcatepec); que actúan como una especie de grupos paramilitares.
En el municipio de Aquila, una comunidad de indígenas nahuas se levantó en contra de las agrupaciones criminales que querían desplazar a los habitantes. Desde entonces el sitio está resguardado por sus pobladores.
Un líder de autodefensas, Hipólito Mora, es candidato a la gubernatura de Michoacán por el Partido Encuentro Social (PES). El cacique limonero tiene, prácticamente, nulas posibilidades de ganar; pero le puede garantizar el registro al PES si consigue más del 3 por ciento de las votaciones.
Las agrupaciones criminales combaten sobre todo los límites con Guerrero, Jalisco y Colima. Muchas de las áreas de interés están ligadas a la zona portuaria de Michoacán, desde donde se importan precursores para la fabricación de drogas sintéticas. Además de las zonas donde hay intereses mineros, sobre todo, para la extracción de hierro.
La violencia en Michoacán va más allá de un conflicto entre bandas del crimen, es un asunto geopolítico donde organizaciones delictivas participan en la exportación de maderas, minerales y agronegocios, como el aguacate y el limón.
En lugares como Apatzingán miles de personas se han visto obligadas a dejar sus casas por la violencia. Curiosamente, eso ha facilitado que empresas mineras se instalen en la región.
En rangos de territorios muy cortos hay distintas agrupaciones criminales; es muy difícil, incluso para expertos en seguridad, ubicar con exactitud las zonas donde trabajan las distintas células delictivas.
Durante el gobierno de Silvano Aureoles el Cartel de Jalisco Nueva Generación ha extendido sus operaciones en el estado; además, la organización criminal busca alianzas y se enfrenta a organizaciones locales como los Viagras, la Nueva Familia Michoacana, los H 3, los Caballeros Templarios, los Rojos y el Cártel de Santa Ana de la Sierra.
La política, los cacicazgos, los grupos criminales y los recursos naturales hacen en Michoacán un enramado complicado que ordena la vida. Hay caminos y regiones del estado que son literalmente intransitables. Las elecciones del 6 de junio también se encausan en estos ingredientes complicados.
Un político que conoce bien la región y que pide el anonimato para este texto asegura: “en buena parte de Michoacán, sobre todo en las zonas controladas por bandas de narcotraficantes, las candidaturas municipales las definieron los grupos delictivos”.
Como una premonición de los duros años que vendrían, varias comunidades purépechas, apoyadas por el Congreso Nacional Indígena, se negaron a participar en las elecciones de 2004.
En ese entonces las poblaciones de Nurio, Urapicho, Quinceo y Cheranástico, todas enclavadas en la Meseta Purépecha, se opusieron a la instalación de casillas. Además, iniciaron procesos de autonomía política que han influenciado a otras poblaciones y municipios del estado.
El caso más conocido es el municipio de Cherán, que en 2011 se declaró autónomo. Esta independencia mantuvo a Cherán y a varias comunidades a salvo de la ola de violencia que azota a la región. Las poblaciones se mantuvieron seguras y preservaron sus recursos naturales.
Estos procesos de autogobierno, que tienen una poderosa carga de reivindicación política, se harán presentes en esta elección. Hasta el momento, al menos, 10 de las 500 comunidades indígenas del estado han declarado que no van a participar en las elecciones del 6 de junio.
Pavel Ulianov Guzmán pertenece al Consejo Supremo Indígena de Michoacán. Explica que elegir las autonomías sobre las elecciones del gobierno federal también son una forma de protesta. El historiador es muy crítico de los gobiernos perredistas y de Silvano Aureoles:
“Yo creo que uno de los peores gobiernos para las comunidades indígenas ha sido el gobierno de Silvano, por muchas causantes”. Ulianov Guzmán explica que en primer lugar la administración perredista eliminó la Secretaría de Pueblos Indígenas, “la agenda indígena en Michoacán en el legislativo estuvo paralizada”, además reclama que la cuestión presupuestal fue a la baja.
Pavel Ulianov Guzmán asegura: “esto se puede checar perfectamente en el periódico oficial del estado, en el presupuesto de egresos de los últimos siete años. Tiene más presupuesto el zoológico de Morelia, que los pueblos indígenas. Que todos los pueblos indígenas de Michoacán”.
En días recientes la Cherán eligió por usos y costumbre a sus nuevas autoridades.
En Michoacán, el PRD se juega un albur: o mantiene en su poder este estado, para decir que todavía controla algo en el país, o se queda marginado como partido político. Por su lado, Morena está cerca de obtener el poder, pero los conflictos internos se devienen como una bomba de tiempo.
La última vez que participó Morena en las elecciones de Michoacán obtuvo 3.83 por ciento de los votos. Era un partido irrelevante, que apenas mantuvo su registro. Hoy, a días de la elección en el estado, la historia es muy diferente. La agrupación política podría convertirse en la más votada en la entidad, le llaman “el efecto Andrés Manuel”.
En Michoacán, prácticamente todas las encuestadoras colocan a Alfredo Ramírez Bedolla del partido en el poder como favorito para ganar. Paradójicamente, el candidato predilecto es casi desconocido para los michoacanos.
Aquí se dice que Alfredo Ramírez Bedolla “gana la candidatura de la gubernatura perdiendo dos veces”. Primero quiso ser el candidato a la alcaldía de Morelia y perdió, luego fue precandidato a la gubernatura del estado y perdió. Después de esas derrotas Ramírez Bedolla quedó sin ningún tipo de compromiso, por lo que fue oportuno para reemplazar a Raúl Morón.
En un principio, Morena eligió a Raúl Morón para competir en la elección a la gubernatura de este año. Pero el Instituto Nacional Electoral acusó a Morón no reportó gastos de precampaña y lo sancionó quitándole la candidatura. La decisión fue ratificada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
El segundo en ocupar las encuestas internas de Morena era Cristóbal Arias, pero para cuando Arias podía ser elegible el político ya se había mudado de agrupación política; ahora ocupa la candidatura del mini partido Fuerza por México.
La candidatura de Morena para la gubernatura le tocaba al tercer lugar en las encuestas. En este caso, la senadora Blanca Estela Piña, una de las fundadoras de Morena en la entidad, aun así ella rectifica en entrevista “primero que nada soy obradorista”. Pero por una razón que ni ella entiende fue eludida por la dirigencia de Morena.
— ¿Por qué no fue usted la candidata? — se le pregunta a Piña en entrevista
—Cuando el compañero Raúl empezó a tener problemas yo empecé a contactarme con la gente de México, incluso fui. Pero nunca quisieron entregarme el veredicto de la encuesta, ni el comité ejecutivo nacional hizo nada por entregármela, se lo solicité a Mario Delgado, ni la comisión de elecciones, que son los que determinan a los candidatos. Al final recurrí a Ivón Cisneros, que es la presidenta de la comisión de encuestas y me dijo que ella no estaba facultada para darme a mí el resultado de la encuesta. Me dijo que ella estaba facultada para entregársela a la comisión de elecciones. Entonces se cerró completamente el escenario y yo no pude comprobar que yo gané el tercer lugar en la cuesta que se hizo para la elección de candidatos.
Piña dice que ella no tuvo elementos legales para que pudiera pelear la candidatura. Reclama que mientras no haya transparencia en los órganos de Morena nacional no se van a disipar las disconformidades
—¿La elección del candidato se hizo a discrecionalidad?
—Yo creo que sí.
Ahora Piña está trabajando con el candidato impuesto por la cúpula de Morena, Alfredo Ramírez Bedolla. El candidato de Morena es un personaje “comodín”; fue de los fundadores de Morena en Michoacán, además como legislador ayudó a aprobar leyes que beneficiaron al gobierno de Silvano Aureoles, como la deuda adquirida al principio del periodo de gobierno.
Bedolla también es un hombre cercano a Leonel Godoy, el exgobernador perredista de Michoacán. También, es fundador de Morena en el estado:
“Es un personaje que permite una cierta transición, del equipo del silvanismo y además siendo fundador de Morena tiene una cierta conciliación con las bases de Morena que no estuvieron de acuerdo con la candidatura de Morón”, explica Lev Moujahid Velázquez.
Con el avance del partido oficial también se han extendido los conflictos internos, el descontento parece poner en peligro la llamada Cuarta Transformación en esta región del país. Alfredo Ramírez Bedolla gobernaría con la estructura electoral que construyó Morón, además Morón ahora opera desde el consejo estatal de Morena.
En Morena hay una división importante entre quienes fundaron al partido y entre los funcionarios recién llegados al partido; que han formado una nueva élite dentro del “movimiento” y que están cerca de Mario Delgado, actual presidente de Morena.
El sitio más visible de un conflicto dentro de Morena en Michoacán es la propia sede del partido. El edificio ubicado a unas cuadras de la Plaza de Armas de Morelia se encuentra tomado por simpatizantes de Morena que fueron marginados de la elección de candidatos, desde la elección de Raúl Morón. Los manifestantes llevan poco más de 90 días viviendo en la banqueta. Soren Ramos explica: “Alfredo Ramírez Bedolla es otra imposición, no se consultó a las bases, no se presentó ninguna encuesta. Mario Delgado sin consultar a las basas y sin convocar a los militantes”.
Los manifestantes que tomaron la sede de Morena desconocen las candidaturas del partido, incluso reparten folletos donde proponen rellenar la opción del candidato independiente con sus propios candidatos. María Elena Genis, que prepara la comida para las personas que hacen el plantón resume: “el partido está secuestrado por las cúpulas y la militancia, las bases quedamos volando”.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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