Los ‘otros mundos’ del festival zapatista

22 diciembre, 2019

Foto: Isabel Mateos

La guerrilla más popular del país festeja 26 años de levantamiento armado con un maratón de actividades y dos festivales artísticos. Los encuentros se realizan en los nuevos caracoles anunciados por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en agosto pasado

Texto: José Ignacio De Alba 

Fotos: Isabel Mateos y Daniela Pastrana

ATENANGO DEL VALLE, CHIAPAS.- En el corazón de este municipio indígena se encuentra el recién estrenado caracol zapatista Tulan Ka’u. A pie de carretera, los letreros anuncian a los conductores “taquizas y antojitos zapatistas”; también el festival “Puy Ta Cuxlejaltic” de cine y el “compArte” de danza, que la guerrilla más poética del mundo realiza este año por primera vez.

Foto: Isabel Mateos

El repertorio es tan variado que pone a prueba la vocación democrática de los zapatistas. Proyectan, exponen y bailan cosas buenas y otras, francamente, infames. La originalidad, la autenticidad y la imperfección terminan por encantar a los asistentes. 

El mismo Galeano bromea con el tema: dice que los zapatistas usan pasamontañas para que, si alguna película o danza está muy mala, la gente no vea los gestos de desagrado que hacen los guerrilleros: “Para que no se nos vayan a ofender los autores”. 

Tras previo registro (la entrada es libre para cualquier persona), entramos a territorio liberado. Curiosamente, el municipio al que pertenece este caracol es gobernado por el PRI. Pero la comunidad zapatista logra abstraerse de esa realidad para crear la propia. 

Comedores comunitarios, letrinas comunitarias, área de campismo para los asistentes. La comunidad Tulan Ka’úu (caballo fuerte) está cerrada a los visitantes, que sólo pueden entrar en las áreas asignada. En toda la comunidad hay vigías atentos a que nadie exceda los límites de la libertad: “a usted le toca allá”. 

El ambiente

Este año, el EZLN anunció la expansión de su territorio. La segunda edición del Puy Ta Cuxlejaltic. Lleva cuatro años organizando festivales relacionados con el arte.

Pero el movimiento indígena no sólo gana adeptos entre comunidades indígenas, a los festivales de estos días congrega a toda una comuna de altermundistas. Buena parte de la concurrencia viene del extranjero; atraída por las capuchas, las gorritas verde olivo y los paliacates rojos.

Los entusiastas de la lucha ponen sus sofisticadas tiendas de campaña y en el bazar de souvenirs compran desde capuchas con el insigne “EZLN”, botas de guerrillero, posters o estampas con el lema “Otro mundo es posible”.

Estos intrépidos adherentes viajaron 40 kilómetros en taxi desde San Cristóbal de las Casas para vivir en carne propia los ánimos combativos. Una vez que llegan se refieren al sitio, que está a orilla de la carretera, como “las montañas del sureste mexicano”. 

En la carretera que va desde San Cristóbal de las Casas hasta Comitán, decenas de casas están pintadas con el logo del Partido de la Revolución Institucional. Las chozas con techo de lámina y de una sola pieza mantienen los vestigios de las candidaturas de varios candidatos. 

La niebla corona los pinares. El lodazal y la humedad enfrían el sitio, el olor a ocotes, robles y maíz perfuman el ambiente del festival de cine.

El alcohol y las drogas están prohibidos en las comunidades zapatistas, pero el café con piloncillo se vende con frenesí. 

El repertorio de actividades

El segundo festival de cine Puy ta Cuxlejaltic, ( Caracol de nuestra vida), se lleva a cabo en un auditorio de madera llamado “La Ballena” o “Marichewu”. Fue realizado por los zapatistas que habitan esta comunidad. La construcción está en la ladera de un cerro.

El zapatismo se desvive en los nombres, por ejemplo la Junta de Buen Gobierno de este caracol se llama “Semilla que florece la conciencia de l@s que luchan por siempre”; o está el Colectivo de Locutor@as “del caracol 11 espiral digno tejiendo los colores de la humanidad en memoria de l@s caidos”; o Casa de Salud “Nuevo Amanecer”.

Las películas y las danzas se llevan a cabo en el auditorio, la proyección y el sonido es deficiente pero los asistentes atienden el festival con atención, las risas y las expresiones de asombro no se contienen en los paliacates y capuchas que portan los indígenas. 

Foto: Isabel Mateos

El repertorio de actividades permite una estancia larga y entretenida. Los carteles y horarios se modifican todo el tiempo, lo asignado a las tres de la tarde es probable que suceda al día siguiente, lo que debía suceder al día siguiente es posible que nunca suceda. Más vale estar en el sitio para no perder pista de los eventos.

Aquí no importa ponerse demasiado romántico, la gente se llama de una a otra “compa” -a secas-, “porque somos compañeros de lucha” explica alguien. También la vestimenta es variada, hay quien llega vestido como arlequin y nadie piensa, ni siquiera, en reírse.    

Simpatías

Se le pregunta a un indígena que usa pasamontañas qué piensa de la concurrencia; el hombre (que no revela su nombre) responde:

—Muy bien, se nota la simpatía que tienen con nosotros. Pero lo feo es cuando se van, ahí es cuando nos sentimos solos y es cuando nos damos cuenta de que vale más la pena trabajar con las comunidades. 

Hay presentaciones dancísticas que llevan la modernidad a límites insospechados, como la representación de Emiliano Zapata (con música de Moncada) que resulta tan apasionada y afeminada que es imposible no pensar que hubiera matado de coraje a los familiares del líder revolucionario que todavía no se reponen del enojo de la pintura. 

Pero también hay presentaciones que conmueven, como la de la danza purépecha de los viejitos realizado por un grupo de jóvenes zapatistas que se toman demasiado en serio su papel de abuelos.

Foto: Daniela Pastrana

A pocos días de cumplir 26 años del levantamiento armado en contra del gobierno mexicano, el EZLN, “más que lanzar un desafío, lanza una invitación” a un extenso programa de actividades: festival de cine, danza, encuentro sobre defensa del territorio, encuentro feminista y el 1 de enero el aniversario. 

Para concluir el festival de cine, el EZLN organiza una mesa con algunos de los cineastas y documentalistas invitados; la actividad es moderada por Galeano y las preguntas son más interesantes que las respuestas. 

—¿Te puedes imaginar la cinta sonora de un mundo nuevo?, pregunta Galeano a un afamado sonidista.

—Justamente es algo en lo que he trabajado -dice, fuera de broma, el interlocutor-. Qué casualidad, porque desde chiquito escucho música en todos los sonidos que hay a nuestro alrededor. Entonces para mi la banda sonora de un nuevo mundo sería una banda en la que todos escucharíamos lo que nos rodea.

Galeano, con gran fama de escritor –un poco cursi- también pregunta a la actrizl actor Marina de Tavira (protagonista en la película Roma): 

—¿Por qué las indígenas sienten simpatía por tu personaje que es la patrona y no con Yalitza?

—Se siente simpatía con lo humano, con la persona. Con aquello que podemos reconocer de nosotros mismos también en esas personas, a pesar de las diferencias. Tenemos que aceptar nuestras diferencias para poder acercarnos.  

De Tavira habla desenvuelta y encantada con el Galeano, quien en la plática asegura que “las únicas promesas que no cumplo son las de amor”. Al final, la actriz intenta darle un beso en la mejilla, pero el subcomandante la rechaza. 

Galeano es el dueño del auditorio. Algunas personas se chutan todas las actividades con la esperanza de que él aparezca. Y cuando lo hace, nadie lo interpela; tras la capucha alimenta a su propio personaje. Su inseparable pipa lo diferencia de otros encapuchados. Es su propio mito. Magnético, versado y romántico. 

En la mesa Galeano le entra tupido a todos los temas: “No veo simpatía entre las mestizas, o cómo le dicen: sororidad, con las mujeres indígenas”. 

Foto: Daniela Pastrana

El evento conjuga elementos harto exóticos: guerrilleros, cineastas y público variado. 

Entre los actores que asisten están: Natalia Beristaín, Marina de Tavira, Giovanna Sacarías, Joaquín Cosío Osuna, Jiménez Cacho, José María Yazpic y Diego Luna.

foto: Isabel Mateos

El subcomandante asegura que no hay criterios para las proyecciones:  “cuidamos mucho no influenciar desde arriba un criterio estético, tienen la garantía también los que van a hacer danza que llega a lo que le toca a la banda que llega tal cual es, no hay un proceso de selección, porque eso significaría alguna forma censura”.

Antes de terminar, Galeano le pide a Luna “Te encargo que le des algo a Alfonso Cuarón, tiene premio a la mejor película, eso sí que pasó por los pueblos. Tenemos un desmadre, no sé dónde quedó el premio, pero te lo hacemos llegar”.

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Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).

Quería ser exploradora y conocer el mundo, pero conoció el periodismo y prefirió tratar de entender a las sociedades humanas. Dirigió seis años la Red de Periodistas de a Pie, y fundó Pie de Página, un medio digital que busca cambiar la narrativa del terror instalada en la prensa mexicana. Siempre tiene más dudas que respuestas.