Hace tres años el pueblo de San Pedro y San Pablo Ayutla fue despojado de su manantial. Sin agua ni centros de salud adecuados a menos de una y media de distancia, los pobladores de esta región de Oaxaca enfrentan la emergencia sanitaria por la pandemia con base en su organización comunitaria
Texto: Lydiette Carrión
Foto: Tomada de video Karen Rojas Kauffmann
Lávense las manos cada 20 minutos con agua y jabón. Mantengan #SusanaDistancia. No salga de casa. Pero hay comunidades que no tienen agua, y no cuentan con centros de salud adecuados a menos de una y media de distancia.
San Pedro y San Pablo Ayutla es el municipio de entrada a la zona ayuuk –mixe– de la sierra norte de Oaxaca. Tiene alrededor de 5 mil 500 habitantes. Se trata de poblados y rancherías que se organizan de manera comunitaria. Ahí, por medio de decisiones comunitarias han implementado medidas frente a la contingencia.
Pero esta emergencia gira alrededor de un problema previo. Tres años atrás, la comunidad fue despojada de su manantial. Hoy el agua escasea. Es un bien limitado y precioso. Apenas este martes 31, un incendio –propio de la época de estío– destruyó bosques en Ayutla. Y no había con qué apagarlo.
En la cabecera de Ayutla –un poblado de unos 2 mil 400 habitantes– vive Yásnaya Elena. Ella es una de las lingüistas e intelectuales más importantes del México contemporáneo. Ella ha narrado desde su cuenta de Twitter el problema del agua. Y en breve entrevista telefónica, explica las medidas de contención.
“Tenemos una situación particular porque somos el primer pueblo mixe, la entrada a la región mixe. Y hay muchas oficinas de gobierno y comercio”, explica. En otras palabras, es el poblado de la región con más movimiento de personas que van y vienen. Han decidido no cerrar la comunidad, por una decisión cultural, política. Muchos de los miembros de la comunidad migran, ya sea al norte del país o a otras regiones.
“En otros pueblos zapotecos hay restricciones. Pero nosotros no podemos hacer eso porque dependemos del comercio. Y por una cuestión cultural no podemos expulsar gente. No podemos no aceptarlos. Como que culturalmente es difícil. Entonces lo que se dijo es que persona que llegue, se reporte y se aísle por 15 días».
Así que en Ayutla decidieron permanecer abiertos. Sin embargo, cada visitante debe reportarse en el Centro de Salud y ser evaluado.
Yásnaya lo deja claro: “Nuestra respuesta siempre es comunitaria. Con la autoridad [nos abocamos a] hacer un lista de las personas que están en mayor riesgo. Por ejemplo los abuelitos que están solos (hay abuelitos que están en el campo solos, no viven en el caserío), o los niños cuyos papás están aislados. Tenemos una red tradicional. Cuando alguien muere, una persona te lleva comida, otra, despensa, otra leña… y esa es la estrategia que vamos siguiendo.” Es la misma estructura que se activa, cuando, por ejemplo hace mucho frío.
“Estamos conscientes de que si esto se desborda, nosotros no vamos a ser prioridad”, explica Yásnaya Elena. Por eso “le estamos apostando a la prevención”.
En los hospitales a los que podrían pedir ayudar, por ejemplo, no hay traductores. Y la mayor parte de los abuelitos son monolingües; no hablan español, sólo mixe. Además de estar físicamente retirados.
“Las personas que están en mayor riesgo no pueden hablar, son monolingües en sus lenguas. Varias personas mayores, en ese caso prefieren no ir al hospital”.
Por otra parte, de desbordarse, “nuestro panteón no lo soportaría. Aquí dura nueve días lo básico de cada persona que muere. Nosotro no sé si podríamos con algo así».
Las decisiones en esta ocasión no han sido tomada en asamblea. Justo por la sana distancia, el máximo órgano de decisión en las comunidades, está suspendido hasta nuevo aviso. Pero “tenemos autoridades comunitarias. La regiduría de salud y el comité de salud. Son cargos que no se pagan. En coordinación con la clínica se hizo una estrategia.”
Los abuelitos deben permanecer en las casas. Los niños no pueden salir a jugar basquetbol al centro. Esto último, explica Yásnaya, es duro para ellos, porque aquí los niños son muy libres. Después de clases, por lo general los niños mucho tiempo jugando con otros niños en las canchas de basquet o futbol. Pero ahora han sido cerradas. Los topiles de la autoridad (que es un cargo de servicio, igual que los otros, sin paga) deben patrullar que los niños no echen la cascarita.
Esto es difícil para los más jóvenes. Primero, cerraron la escuela (cuando lo hicieron todas las escuelas del país). Pero todavía les quedaba a algunos la banda de música. Seguían ensayando, siempre con #Susanadistancia. Pero la semana pasada también fue suspendida.
El tianguis, la forma de comercio más importante en las comunidades, no puede parar, por el simple hecho de que es el medio para obtener y vender comida. Así que el comité y la regiduría de salud habló con todos los locatarios, para que puedan tener agua y gel antibacterial. El gran problema es que no tenemos agua. Entonces el comité del agua, que es autogestivo, se las está viendo súper mal. Pero está tratando de distribuir agua con un volteo; ir repartiendo agua con cubeta”.
“Se han hecho jornadas de información. No tenemos ambulancia. Tenemos que ver cómo vamos a hacer para transportar al hospital en caso de que haya enfermos”.
Pero en el tema de la información, Yásnaya explica un componente vital: en los poblados, las rancherías, mucha gente casi no ve noticias. “Aquí no conocen (al subsecretario de Salud, Hugo) López-Gatell”. Se informan sobre todo con lo que declara el presidente. “Aquí la gente lo quiere mucho [a López Obrador] y él estuvo haciendo contracampaña de las medidas”. Por eso, una recomendación es que el propio presidente salga a dar un mensaje más enérgico.
También las compañeras de la comisión de salud han dispuesto que se vocee –por medio de esos carros que suelen pasar por los pueblos dando las noticias– información oportuna y veraz. Lo hacen tanto en mixe y español, por si hay gente que ya no sabe mixe. Se busca prevenir “que no haya fakenews comunitarios”, explica.
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