La “conquista de México” es, sobre todo, un relato contado por los españoles. El historiador Pedro Salmerón lo analiza como la primera gran empresa del capitalismo. Un capítulo inacabado de resistencias indígenas que preceden hasta nuestros días
Texto: José Ignacio De Alba
Foto: Cortesía Pedro Salmerón
CIUDAD DE MÉXICO.- Pedro Salmerón Sanginés no duda al afirmar: “No hay periodo de la historia que esté peor contado que la llamada conquista de México”.
En otros periodos históricos, dice el historiador, hay fuentes variadas. Pero cuando se trata de guerras indias, las versiones se limitan a la visión de los colonizadores. “Por ejemplo, en esta guerra indígena en particular que es la guerra por Tenochtitlán, no tenemos ni una sola fuente de los mexicas. No tenemos fuentes apaches de la guerra apapache, no tenemos fuentes chichimecas de la guerra chichimeca. Prácticamente no tenemos fuentes mayas de la llamada Guerra de Castas”.
Es una conversación breve, vía zoom. Salmerón es un conocido historiador con vocación de izquierda, que se ha concentrado en estudiar la Revolución Mexicana. Sus libros La División del Norte (2006), Los Carrancistas (2010) son importantes documentos para estudiar el derrumbe del dictador Porfirio Díaz. Pero en este 2021, cuando se cumplen 500 años de la caída de Tenochtitlán, Salmerón cambia de siglo y publica La Batalla por Tenochtitlán (Fondo de Cultura Económica).
Asegura que el relato de los autonombrados conquistadores ha permeado durante años en México; se trata de una historia que ha funcionado “para justificar políticamente al capitán vencedor, y para justificar las pretensiones de dominación de la corona española, sobre toda la América septentrional”.
— ¿Pero por qué en México se sigue repitiendo esta versión?
— El relato de la conquista ayuda a legitimar dominaciones.
— ¿Qué sucede con las versiones indígenas, donde se habla del regreso Quetzalcóatl?
— Es una explicación a posteriori. Si revisas las fuentes verás que los mesoamericanos, en general, y los mexicas en particular, jamás confundieron a los españoles con divinidades; jamás creyeron que Cortés fuera una divinidad, jamás consideraron a los caballos animales divinos. Leyendo bien las fuentes, estas fueron versiones posteriores, que son parte de este discurso legitimador. También parte de una visión del mundo particular, tenemos que entender que los europeos de la época estaban convencidos de que hay un solo dios, una sola religión y una sola forma válida de adorar a ese dios y que todo lo que no encaja en ello es maligno, está condenado o es erróneo.
— Si no es una conquista, ¿qué es?
— Son tres cosas que se superponen. La primera es la invasión. La segunda es una guerra entre las élites; entre la confederación occidental encabezados por Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopan, contra la confederación oriental que encabezan Cholula, Huejotzingo y Tlaxcala. La tercera es una rebelión popular, algo mucho menos estudiado, contra una élite de una confederación. Todo esto agravado por las epidemias.
— En la historia se nos propone la caída de Tenochtitlán como el fin del mundo indígena, pero tú la propones como el inicio de un periodo...
— Es el primer capítulo de la guerra hispano-mesoamericana, que dura en las áreas de la Mesoamérica central y occidental, por lo menos, hasta 1550… y en las áreas mayas no termina nunca. Hay cuatro expediciones de conquista de Yucatán, pero sólo la cuarta logra establecer una base definitiva para el mundo hispano, en la zona de Valladolid, Mérida y Campeche. Es decir, rincones del noroeste y el oeste de la península. Es una guerra que no termina, con la Independencia. La última ciudad-estado maya se rinde en 1697 y en la selva de lo que hoy es Quintana Roo nunca son dominados. Después de la guerra mesoamericana siguen otras guerras indias, en lo que hoy llamamos Aridoamérica: la guerra chichimeca, las guerras apaches, las guerras de la nueva Vizcaya, la guerra contra los yaquis, la guerra contra los comanches, la invasión de Tamaulipas que apenas en 1701 entra una expedición de españoles otomí y nahuas. Para establecerse en lo que hoy es Tamaulipas, en efecto, el fin de la batalla por Tenochtitlán es el fin del primer episodio. Pero siguieron muchos otros.
— En el libro tú llamas también a ese periodo histórico como la “mundialización del capitalismo”, la primera gran empresa del capitalismo…
— La irrupción española en México es, pues, una de las piezas claves de la mundialización del capitalismo. Quien mejor lo cuenta es Immanuel Wallestein: “El mundo en el que vivimos, el sistema mundo moderno, tuvo sus orígenes en el siglo XVI. Este sistema mundo estaba entonces localizado en sólo una parte del globo, principalmente en partes de Europa y América. Con el tiempo, se expandió hasta abarcar todo el mundo. Es y ha sido siempre una economía-mundo. Es y ha sido siempre una economía-mundo capitalista”.
Salmerón explica que las naciones son un invento ideológico. Por ejemplo en México se ha alimentado la idea de que somos el resultado de la combinación de mexicas y españoles; pero los mexicas son una minoría entre los nahuas y los nahuas son una minoría entre, digamos, las 68 naciones indígenas que hay en el territorio mexicano.
Bajo esta fórmula, dice, están excluidos todos los afrodescendientes y todas las corrientes migratorias de los siglos XIX, de los libaneses, de los propios españoles que llegan a principios del siglo XIX y a principios del XX, de los sudamericanos exiliados que tuvieron hijos en México, después de las dictaduras militares de Argentina, Chile, Uruguay, Brasil. O incluso, los indígenas que no se asumen mestizos. “Hay mexicanos de primera, hijos de indígena y español. Lo que quiera que eso sea, y otros que no caben en esta concepción racista”, resume.
— En tu libro explicas que el Estado se funde en la idea de la “identidad” y “raza”. ¿Puedes explicar más esta idea?
— En realidad cada vez soy menos partidario de los Estados; yo sería partidario de un mundo sin fronteras y sin Estados. Pero la idea de fundarlo sobre la raza es una idea del siglo XIX, muy racista, que se impone en Europa, por las armas. Que es excluyente y que es el origen de las peores hecatombes de la historia humana. Que además es un invento, por ejemplo, la imposición de la lengua toscana al resto de Italia como si fuera el italiano. La imposición de la lengua de castilla al resto de España como si se llamara español; pero no lo han logrado del todo.
— ¿Qué importancia tiene, dentro de todo este contexto, el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional?
— Es uno de los últimos episodios de lo que ahora llamamos 500 años de resistencia, uno de los episodios claves. No es el EZLN que está aislado, son un montón de organizaciones campesinas e indígenas, en torno al EZLN y no solo en México, sino fuera de México. Es mostrar que en los 300 años de la llamada colonia hay una guerra perpetua contra los indígenas, que la resistencia indígena se prolonga durante los 200 años que siguen. Los 200 años que lleva México como Estado independiente, una de cuyas características es el combate, el intento de sometimiento y el intento de represión a las comunidades indígenas y campesinas.
— Después de 500 años, de esta gran empresa del capitalismo siguen existiendo mayas, yaquis y cantidad de pueblos aplastados ahora por empresas mineras, eólicas, de la agroindustria… ¿Cómo tendríamos que contar al capitalismo, ya no son esos actores que vinieron desde Europa, sino a partir de las empresas que siguen acaparando recursos, la tierra?
— Desde mi posición como militante, primero tratamos de combatir al neoliberalismo; y en la medida de lo posible, cuando haya alternativas viables, al capitalismo. Pero también, en efecto, coincido con el EZLN en que el capitalismo es depredador y explotador y lo sigue siendo.
— ¿Y qué te parece el papel del gobierno con esta intención de recontar y revisar la historia oficial?
— Cuando Andrés Manuel (López Obrador) habla de la gran historia, en muchos aspectos repite una historia tradicional que ya conocemos. Pero también nos obliga a poner cosas que no habíamos pensado y que no habíamos discutido; son estas cosas aparentemente menores. No solo habla de la Independencia, la Conquista, La Revolución, sino que habla de la matanza de chinos en Torreón, de la represión de los mayas, de la guerra del Yaqui, de la lucha por el agua.
Antes de despedirnos, Salmerón dice que después de este libro y de las discusiones que ha tenido quisiera escribir un libro sobre las guerras indias de 1521 a 1810.
— ¿Qué otro periodo histórico está mal contado?
— Ya viéndolos, pues todos (ríe).
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona