La mayor parte de las historias de mujeres que como Yazmín han sobrevivido a hechos que intentan acabar con su vida suelen ser abordadas desde el dolor y la obscuridad. La violencia es parte de sus historias, las transforma tanto que muchas veces a ellas mismas les cuesta reconocerse.
Texto y Fotos: Aranza Bustamante
CIUDAD DE MËXICO.- Yazmín es una mujer de 35 años, tiene cuatro hijos y trabaja en una fábrica recicladora de plásticos en la alcaldía Iztapalapa, al oriente de Ciudad de México. El 21 de mayo de 2021 fue atacada con ácido cuando iba de camino a casa después de su jornada laboral. A partir de ese momento se ha enfrentado a los estragos de la violencia ácida, como las intervenciones quirúrgicas, el seguimiento del proceso legal y la discriminación laboral que han cambiado por completo su rutina, su cuerpo y su vida.
Sus cuatro hijos han sido un pilar importante en su recuperación. Han sido quienes la han ayudado a mantenerse firme en el proceso médico y legal. Yazmín hoy tiene miedo de caminar por la calle y que la agredan de nuevo, pues hasta ahora no existe ninguna persona detenida por el ataque. A pesar de todo, a diario trata de recordarse a sí misma su fortaleza.
No existen registros oficiales sobre violencia ácida en México. Hasta junio de 2022 la Fundación Carmen Sánchez, la primera en el país que acompaña a mujeres sobrevivientes de este tipo de crímenes, había registrado al menos 34 ataques con ácido en las últimas dos décadas.
Pero la violencia no lo es todo. Incluso en situaciones como estas es posible encontrar la luz. Luego del ataque Yazmín reforzó el vínculo con sus hijos e hizo amistades con otras sobrevivientes y mujeres que la han apoyado en su proceso de recuperación.
Este proyecto fotográfico que sigue en proceso busca resignificar las historias y cicatrices de las sobrevivientes, y mirarlas desde otra perspectiva: desde la esperanza. Ellas no son lo que les sucedió. Tienen sueños, anhelos y planes a futuro. Si bien sus vidas no son las mismas, tratan de continuar.
El primer acercamiento que tuve al tema fue en junio de 2022. Trabajaba en una agencia de fotoperiodismo y me enviaron a una clínica dermatológica en Ciudad de México que aplicaría tratamientos a sobrevivientes de ataques con ácido. Cuando llegué había al menos otras ocho o diez personas más que, al igual que yo, llevaban sus cámaras.
Durante toda la cobertura me sentí incómoda. Veía cómo les aplicaban los tratamientos y se retorcían de dolor. No podíamos hablar mucho con ellas porque la mayor parte de los medicamentos se los ponían en el rostro. Ubicaba a algunas de esas mujeres y conocía sus historias porque las había leído en medios y periódicos.
Las conociera o no, les preguntaba su nombre para tratar de romper el hielo y dejar de sentirme como una extraña o invasora. Habían dado su consentimiento para que los medios las retrataran, pero sentía que todo era muy distante y frío. No podíamos acercarnos mucho porque aparecíamos en las tomas de los colegas. Esa fue la primera vez que vi a Yazmín.
*Este trabajo lo seleccionó un jurado integrado por los organizadores del FIMD 2023 como parte de los estímulos a creadores que participaron en la revisión de portafolios fotográficos.
*Aranza Bustamante (Ciudad de México, 1999) es periodista y fotógrafa. Está enfocada en
temas de derechos humanos, arte y cultura. En 2019 cofundó la revista digital Voces de
Quimeras. Fue parte de la Unidad de Investigaciones Periodísticas de la UNAM y su trabajo
se ha publicado en medios como DW Akademie, Pie de Página y La Lista. En 2022 fue
finalista del Premio de Periodismo y Derechos Humanos Breach-Valdez. Actualmente es
guionista y asistente de producción en Encanchadas, un pódcast sobre las mujeres que
hacen posible la liga de futbol femenil.
Instagram: @arazucaar
*La serie fotográfica forma parte de un reportaje en conjunto con la periodista y fotógrafa
Sofía Carbajal. Fue publicado en Corriente Alterna en 2022, en el marco del Día
Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.
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