La última actualización oficial hasta 2018 registra más de 500 personas desaparecidas en la capital mexicana. Familias organizadas para demandar justicia mapean a través de murales con retratos de sus seres queridos la ruta de las desapariciones en la Ciudad de México
Texto y fotos: María Ruiz
“Hemos decidido colectivizarnos para que nuestros casos sean atendidos. Nos dimos cuenta que cuando estamos solos, ven los casos aislados, no nos atienden y buscan cansarnos. Acompañándonos es una manera menos dura y dolorosa de poder seguir buscando a nuestras hermanas e hijas”, explica Juana Garrido.
Juana Garrido es hermana de Viviana Garrido, quien desapareció el 30 de noviembre del 2018 en las afueras del Metro Ermita. Ese mismo año también desaparecieron Mariela Vanessa Díaz y Saraí Maricarmen López. Desde entonces, sus madres y hermanas no han parado de buscarlas y actualmente son parte del Colectivo Hasta Encontrarles.
Veinte días después de la desaparición de su hermana, Juana Garrido asistió a una concentración en la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México. Ahí conoció a la mayoría de las madres de desaparecidos que hoy conforman el colectivo. Con ellas conversó y les pidió consejos para saber cómo buscar. En ese entonces no tenía idea de qué hacer. Hoy, Juana Garrido es de las integrantes más movidas del colectivo.
Hasta Encontrarles comenzó como un grupo de acompañamiento por la desaparición de Mariela Vanessa Díaz. En ese entonces se llamó “Grupo de Acompañamiento Sororar” y lo conformaron académicas de la UNAM, UAM e Ibero.
“A partir de la desaparición de Mariela, notamos que la institución (UNAM) no tenía idea de qué hacer cuando desaparece alguno de sus estudiantes, y decidimos dar acompañamiento”, cuenta Mitzi Robles, integrante del Colectivo.
Con el paso de los meses decidieron hacer cambios en el grupo. Impulsaron mesas de trabajo para seguir los procesos de búsqueda y cambiaron de grupo a colectivo, por la complejidad de la Ciudad de México:
“Sentimos que era necesario que este grupo, llamado de acompañamiento sororal, se transformara en un colectivo. Primero porque tenemos esta idea de que la ciudad es un lugar moderno, verde, muy progresista, donde no alcanzamos a reconocer este tipo de problemáticas. Hay una especie de negación, tanto institucional como social. Sentíamos que la única manera de mostrar qué está pasando en la ciudad era colectivizando los casos”, cuenta Robles.
El colectivo denuncia que en la Ciudad de México urge información sobre desaparición de personas.
“Hacíamos solicitudes, nos daban unos datos. Al mes, hacíamos otras y nos daban otros datos. No teníamos plena confianza en la información. La realidad es que cuando yo abro las cifras digo: la ciudad es un hoyo negro. No tenemos nada y por lo tanto no sabemos en dónde, de qué manera, bajo qué razones se está dando la desaparición”, recuerda Robles.
¿En dónde buscamos? Robles responde que sospechan de ciertas zonas, como el Ajusco en Tlalpan, el Cerro de la Estrella en Iztapalapa o el canal de Xochimilco. Llegaron a estas conclusiones a partir de un sondeo de reportes de desaparición. Buscaron información de en qué alcaldías desaparecen las personas, si son localizadas o no y en qué condiciones las localizan.
“En el tema de la búsqueda, la necesidad fundamental de las familias, ha sido cómo empezar a trazar estos territorios o escenarios en los que se está dando la desaparición” denuncia Mitzi Robles.
Cuando Viviana Garrido desapareció, su familia y amigos “peinaron” la zona. Intentaron hacer el recorrido que ella hizo, desde que salió del trabajo hasta el último punto en el que la vieron.
“Lo que se suele hacer, porque no tienes en dónde buscar, es pegar fotovolantes. Ir a hospitales, cárceles, centros psiquiátricos, albergues. Las familias recorremos las calles para identificar cámaras, testimonios y sobre todo, para preguntar si alguien le ha visto, en dónde, cómo. Uno empieza a aprender técnicas, a identificar si lo que nos dicen es cierto o no. Empiezas a saber cómo llegar a la gente, qué preguntarles, qué no informarles”, explica.
Un sueño que tiene el colectivo es capacitar a grupos de voluntarios para que, en cuanto se denuncie una desaparición, salgan de manera inmediata a buscar a la persona desaparecida.
La búsqueda inmediata es algo a lo que las familias del colectivo no tuvieron acceso y que consideran esencial. La mayoría de las integrantes de Hasta Encontrarles denuncia que llegan a las fiscalías y sienten que no importan, que sus casos los ven a la ligera y que las aplicaciones del protocolo de búsqueda son a destiempo o no se realizan bien.
Mitzi Robles advierte que cuando se presume que la ausencia de una persona está relacionada con algún delito, se tiene que aplicar inmediatamente el protocolo de búsqueda.
“Antes se creía que tenías que esperar 72 horas para levantar la denuncia. Ahora por ley está estipulado que puedes levantar la denuncia en el momento que sospeches que la ausencia no es normal y está vinculada con alguna situación que pone en riesgo la vida de esa persona. Te tienen que dar respuesta inmediata.
En las primeras 24 horas se hace la denuncia, se recupera la información necesaria: el lugar de desaparición, la hora, las características de la persona. Se solicita que, si la persona tenía su dispositivo móvil, se haga su referenciación para hacer cruce la la última geolocalización del dispositivo y ver si es localizable.
Cuando llegan las 24 horas, se deben generar entrevistas con familiares, amigos, conocidos. Y durante las primeras 72 horas, por ley, se tiene que hacer una inspección en hospitales, semefos, donde pudiese estar”.
En marzo de este año el colectivo convocó a una manifestación artística en la PGJCDMX. Decidieron protestar por medio del arte como una respuesta a las omisiones y errores de la dependencia en sus casos. A partir de esa movilización, Juana Garrido pensó que era importante continuar con ese tipo de procesos a largo plazo y propuso sensibilizar a la población por medio de murales.
Para el colectivo, que la población de la Ciudad de México se vuelva más sensible al tema de desaparición es importante. Sienten que difícilmente las personas miran con atención un fotovolante. Por eso decidieron hacer murales en las zonas donde desaparecieron sus familiares.
“Son un tipo muy específico de murales: rostros en grande, los datos básicos, la fecha, el lugar de desaparición. Procuramos siempre tener un mensaje corto y breve que interpele a las personas que van transitando los lugares.. Son como una extensión de los fotovolantes” menciona Mitzi Robles.
Para hacerlos, trazan una ruta de la desaparición, una forma de ubicarla geográficamente. Caminan por la zona, observan y escogen lugares muy transitados para que sean vistos.
Braulio Bacilio Caballero desapareció el 28 de septiembre del 2016. Su madre, Fernanda Caballero, denuncia que hasta el momento las autoridades no tienen nada.
“Ya no tengo cómo pedir los videos para analizarlos porque ya no me las quieren compartir. Y no tenemos nada. Me mandan a semefos, hospitales, no hay respuesta. Hay líneas de investigación porque nosotros hemos acudido a campo a buscar, pero la policía no lo hace. Siempre salen con el pretexto de que no cuentan con policías de investigación, que no tienen recursos. Y no hay trabajo de su parte”.
Fernanda Caballero pide capacitación a las madres y a las familias.
“Ellos sentados, desde un escritorio, esperan el fin de semana y cobran. Ese dinero que están recibiendo que nos lo den a nosotras, que nos den una capacitación para tener las herramientas necesarias y salir a buscar a nuestros hijos”, pide.
Para ella, el colectivo significa apoyo.
“Nos apoyamos como colectivo porque estando sola no te voltean a ver.”
Natali Carmona Hernández desapareció el 27 de enero del 2019. Era domingo y se dirigía a Puebla con su pareja. A nueve meses de su desaparición la fiscalía no ha hecho nada.
“A su pareja lo encuentran muerto en Puebla y la investigación se va hacia allá. El martes tuve cita y la carpeta está intacta, no hay nada de la investigación sobre la desaparición de mi hija, está detenida completamente. En el momento que mi hija desaparece, yo me moví, no me quedé esperando a que se pusieran a trabajar, y aún así no hubo movilización inmediata. Se perdió mucho tiempo. Pasan los días y se te va yendo la esperanza. Cada día que pasa, si hay una alternativa de vida para ella, se está perdiendo por su negligencia de ellos. Pero yo voy a seguir buscando, hasta saber algo”, denuncia Aidee Hernández Ávila, madre de Natali Carmona.
Aidee Hernández pide menos indiferencia por parte de las autoridades:
“Yo voy a seguir, si mi hija no aparece, que esto no quede impune, que esta gente no siga haciendo esto con más jóvenes. Ojalá cambien las leyes y tengan gente humanizada. Porque llegas a las fiscalías y a la gente no le importa tu situación”.
Para ella el colectivo la hace sentir menos sola.
“Ahorita que estoy con el Colectivo Hasta Encontrarles, yo ya no me siento tan sola”.
Mariela Vanessa Díaz desapareció el 27 de abril del 2018. Salió de su casa rumbo a la universidad pero no regresó.
“Como a las doce de la noche voy a su escuela a buscarla y ya no la encuentro, me voy al Ministerio Público que me queda más cerca, por ahí de Coyoacán, y me dicen que vaya a CAPEA a las diez de la mañana del otro día para presentar una queja. Al otro día me atienden como a las dos de la tarde y luego presento la queja. Me dicen: ‘a lo mejor se fue con el novio, a lo mejor se fue con el familiar’, me dan un fotovolante y pues, a esperar. De hecho no tenemos ninguna línea de investigación, ninguna respuesta por la gente de gobierno, la gente no trabaja, hasta ahorita no sabemos nada de mi hija, ya lleva año y medio y no sabemos nada”, dice Herminia Valverde, madre de Vanessa Mariela Díaz.
Para ella, el colectivo es fuerza:
“Nos animaron a hacer nuestro colectivo para estar unidos. Porque la unión hace la fuerza.”
Herminia Valverde pide que hagan su trabajo, pide también asesores jurídicos con atención personalizada y apoyo económico para las búsquedas:
“Ellos saben dónde está el crimen organizado, dónde está la trata. Bien lo saben, pero no hacen su trabajo. (Además) asesoría jurídica y aparte nos deberían de dar apoyo para transportes, comida. A mí me daban un apoyo de 600 pesos a la semana porque ando luego con mis dos hijas buscando, pero ya me lo quitaron”, reclama.
Saraí López Pérez desapareció el 26 de agosto del 2018, tenía 14 años y su mamá, la señora Maricruz López Pérez, denuncia que sabe quién se la llevó.
“Yo sé quién se la llevó, el imputado se llama Abel Ricardo Ventura Bravo, se la llevó el 26 de agosto del 2018. La justicia es muy lenta, hay muchas omisiones por parte de la justicia, porque ya va un año, tres meses que desapareció”.
Para Maricruz López el colectivo es familia:
“Yo no sabía qué hacer al principio, estaba desorientada, contraté a un abogado, pero no puso empeño en el trabajo. La revoqué y he cambiado como de cuatro abogados, porque a veces no tenemos suerte y los abogados no hacen nada. Todos llevamos una desgracia diferente pero parecida y se hacen puras omisiones. Por eso entré al colectivo, me han apoyado, son mi familia ahora, en lo que yo les pueda apoyar y ellos me puedan apoyar, siempre me van a tener”.
Ella pide justicia:
“Voy a los colectivos, voy a las juntas con Ernestina Godoy, con el fiscal Willy, y no avanza mi caso. Yo pido justicia. Nada más”.
El martes 5 de noviembre se cumplieron dos años de la desaparición de Guadalupe Pamela Gallardo Volante. El colectivo decidió protestar y exigir reunirse con la procuradora Ernestina Godoy. Esta reunión fue negada al principio argumentando que no estaba en la procuraduría. El colectivo optó por clausurar la PGJCDMX. Después de varias horas sin ser atendidas, cerraron Avenida Río de la Loza. Una hora después, la procuradora les recibió.
“El año pasado tuvimos una reunión. Ahora llegamos con un pliego petitorio donde exigimos una mesa con la gobernadora, Claudia Sheinbaum, para que se dé cuenta que hay muchos desaparecidos y que no puede seguir siendo un Estado omiso, donde no hay recursos para las búsquedas, nos revictimizan y no se aplican los protocolos homologados”, denuncia Juana Garrido.
La mujer cuenta que, a pesar de entablar diálogos con las autoridades, el problema principal es que aunque las atiendan, el personal no tiene la capacidad de buscar.
“Buscamos que (las búsquedas) sean en vida porque hasta ahorita no hay ningún indicio que nos diga que no se encuentra con vida. Se tiene que hacer búsqueda hasta agotar todos los recursos que se puedan. Por eso exigimos se hagan las debidas diligencias, sobre todo en campo, porque muchas veces sólo se giran oficios, se hace trabajo desde el escritorio y no salen a buscar. Se pierden evidencias testimoniales, de cámaras, de un montón de cosas, porque no salen a buscar a nuestros familiares”, menciona Garrido.
La respuesta que les dio Ernestina Godoy es la misma que les dio hace unos meses pero las cosas siguen igual, denuncia Mitzi Robles.
“Cuando hacemos movilizaciones ya sabemos que el llamado va a ser reunirnos en mesa, qué habrá funcionarios esperando y que la respuesta no va a cambiar mucho. A pesar de eso creemos que mientras existan estas instituciones, tenemos que obligarlos a dar la cara” dice Robles.
Para Mitzi Robles una de las principales exigencias que debe cumplir el Estado es que se ejecuten los protocolos en el tiempo que deben realizarse, porque si pasan de las 72 horas vitales, las posibilidades de encontrarles es mucho más difícil. Y además piden respuestas.
“Independientemente de las condiciones en las que se pueda encontrar, tienen que existir respuestas al porqué sucedió, quién le desapareció y las razones. Esto nos permitiría crear políticas de prevención”, pide la activista.
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