El gobierno de México ofreció disculpa a los mayas por los agravios cometidos durante la colonia y la vida independiente; los mayas, por su lado, le pidieron al presidente restitución de tierras, agua, una escuela, un hospital y trabajo
Texto: José Ignacio De Alba
Fotos: Daniela Pastrana
QUINTANA ROO.- Desde horas antes de que el presidente llegara al municipio de Felipe Carrillo Puerto, en la región más pobre de Quintana Roo, cientos de personas se dieron cita en las calles del pueblo Tihosuco. La gente aprovechó la visita de Andrés Manuel López Obrador para hacerle llegar sus demandas. Nadie parecía pornerse de acuerdo en qué urge más.
Con decenas de pancartas, unos pobladores reclamaron que alguien se llevó tres antiguos cañones del antiguo museo del pueblo, otros reclamaron que no se han eliminado las cuotas de las escuelas, algunos reclamaron tierras robadas hace más de 50 años, un grupo contaba la urgencia de instalar un hospital de cuarto nivel, un puñado demandó la instalación de una preparatoria, también hubo quien reclamó por agua. Y una pancarta decía: “Lic. Andrés Manuel López Obrador presidente de la República Mexicana, bienvenido a Tihosuco”.
“Qué bueno que viene, para que vea todo lo que nos hace falta”, dijo un poblador a la prensa.
El recibimiento fue agridulce. Desde antes del evento algunos funcionarios del gobierno empezaron a recibir peticiones escritas de los pobladores, se entregaron en carpetas y en muchos casos las demandas estaban hechas a mano. En algunos minutos los funcionarios acumularon montones de papeles.
El municipio de Felipe Carrillo Puerto se encuentra lejos de los resorts y los grandes hoteles de Cancún, Playa del Carmen y Tulúm. Esta localidad dedicada al campo parece vivir lejos del Caribe. Es una región dominada por caciques y acaparadores de tierras. Según el propio gobierno, 71 por ciento de los habitantes vive en situación de pobreza.
Por eso los reclamos no son extraños. Aunque la intención de López Obrador solo era pedir perdón por los abusos cometidos por el gobierno mexicano durante la colonia y el siglo XIX, en la llamada Guerra de Castas. Un acto de reivindicación. El presidente estaba acompañado por el mandatario guatemalteco Alejandro Giammattei, la secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero, los secretarios de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard; de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval; el de Marina, Rafael Ojeda; y los gobernadores de Campeche, Chiapas, Tabasco, Yucatán y Quintana Roo.
El magno evento forma parte de las celebraciones que realiza el gobierno mexicano por la conmemoración de los 500 años de la caída de México- Tenochtitlán. En Quintana Roo el perdón a los pueblos mayas estuvo a cargo de la secretaria de Gobernación:
“Al pueblo maya de México hoy le pedimos perdón en nombre del Estado mexicano por los agravios cometidos en su contra a lo largo de nuestra historia y por la discriminación de la que aún son víctimas en el presente”.
Olga Sánchez Cordero
La funcionaria enfatizó en que hay que pensar en los pueblos mayas no en el pasado, sino tenerlos “como comunidades vivas, que se mantienen firmes a lo largo de la historia a pesar de la discriminación y los múltiples agravios que han resentido”.
Ana Karen Dzib Poot fue la representante del pueblo maya que aceptó la disculpa:
“Los agravios que hemos sufrido vienen desde la colonización española y han perdurado en el México independiente. Los invasores trajeron despojos, guerras, epidemias, esclavitud y tragedia para nuestros pueblos. Desde ese tiempo vivimos en una nación que nos ha ignorado, oprimido y discriminado. Aquí en la península de Yucatán hemos padecido una explosión racial, social y cultural, situación que aún perdura hasta nuestros días”.
La joven maya explicó que el perdón significa «hacer todo lo posible para que los mexicanos sepan lo que pasó aquí».
Sánchez Cordero inició su mensaje con unas palabras en maya, lo que sorprendió a los invitados. Pero en el evento cerrado ninguno de los funcionarios hablaba el idioma. Incluso, en la versión estenográfica se resumió la proclama “Habla en lengua indígena”. En cambio, los gritos de reclamos y peticiones de los pobladores de Felipe Carrillo Puerto se colaron hasta el evento que se llevó a cabo en el Museo de la Guerra de Castas.
El lugar donde se hizo la petición de perdón a los pueblos mayas, el municipio de Felipe Carrillo Puerto, estará una de las estaciones del Tren Maya; el mega proyecto turístico del gobierno de López Obrador que busca detonar la economía de la Península de Yucatán.
En su mensaje, el presidente dijo: “todos los pueblos originarios de México, todos los pueblos, hasta la actualidad, han sufrido la explotación, el despojo, la represión, el racismo, la exclusión y las masacres, todos los pueblos, pero los yaquis y las mayas han sido, para vergüenza de todos, los peor tratados, las víctimas de la mayor crueldad”.
Aún después del evento, que duró cerca de dos horas, los funcionarios del gobierno federal seguían recibiendo demandas, peticiones y controversias por parte de los pobladores de Tihosuco.
La llamada Guerra de Castas fue una serie de insurrecciones armadas que duraron más de sesenta años en la Península de Yucatán. El historiador José Koyoc explica en entrevista que el primer levantamiento armado sucedió en julio de 1847.
La revuelta comenzó “como una insurrección armada para abolir impuestos”, según relata el historiador. Pero conforme pasaron los años los objetivos del movimiento se fueron redefiniendo, al final se trató de una reivindicación de tierras y una lucha política para abolir el sistema de semi esclavitud al que eran sometidas las poblaciones mayas. “Conforme fue avanzando la guerra se empezaron a reflejar otro tipo de demandas, como que no se privatizaran los montes (la tierra) que se abolieran las deudas de trabajo en las haciendas, un autogobierno, el movimiento se cristalizó en una revolución que cuestionaba las mismas bases en lo que estaba cimentado el sistema. Que en mucho peor que en la colonia”, dice Koyoc.
Curiosamente después de la Independencia de México, las poblaciones mayas fueron avasalladas a un régimen de extermino, mucho más duro que cuando México fue colonia española.
“En el Yucatán independiente se abolió la república de indios, que era una especie de autogobierno indígena. Había una representación legal para defender los territorios, las aguas. Pero con la Independencia la república de indios quedó como una estructura para captar impuestos”.
José Koyoc
Se acapararon tierras indígenas, además la iglesia y el gobierno exigieron impuestos y diezmos a los mayas, lo que provocó empobrecimiento y que las hambrunas y epidemias diezmaran a la población con más fuerza.
En esa guerra participaron mestizos y mayas en ambos bandos. Es por eso que varios especialistas sugieren que la forma en que se nombra a esta serie de conflictos no es exacta. El historiador explica que fueron los Yucatecos quienes le pusieron “Guerra de Castas” a esta revolución.
Para Koyoc “gran parte del estallido de violencia armada se debió a la forma en que reaccionaron los militares blancos de la península de Yucatán”. La insurrección armada fue algo que habían temido las poblaciones dominantes -de blancos- en la península, desde la colonia. Así que la reacción del gobierno mexicano fue dura en exceso: «se arrasaron poblaciones y se buscó, abiertamente, exterminar a los indígenas”.
En 1849, tras el inicio de la rebelión de los mayas de Yucatán, buena parte de la opinión pública del país favorable acabar con la población indígena. Periódicos como El Universal, El Globo y El Siglo XIX, pedían la conformación de cuerpos del ejército dedicados exclusivamente al exterminio de los rebeldes sin mediar tregua.
La ideología dominante de entonces sostenía que los indígenas debían trabajar como peones y ser entregados, como la tierra, el agua, el petróleo y los bosques, a los llamados hombres de negocios para conseguir así el ansiado progreso del país.
En la península de Yucatán estuvieron los militares más sanguinarios del ejército, aquí estuvo Victoriano Huerta, Aureliano Blanquet, Abraham Bandala, Ignacio Bravo, entre otros. Los más famosos soldados de la dictadura porfirista hicieron la mayor parte de su carrera militar reprimiendo movimientos políticos opositores, sofocando rebeliones campesinas y combatiendo a indígenas, lo cuales en esa época era indispensable para adquirir fama de hombres rectos y enérgicos a fin de escalar hasta los peldaños más altos del poder.
Después, en 1913 Huerta y Blanquet ordenaron el asesinato del presidente Francisco I. Madero.
Rodolfo Reyes, hijo del general Bernardo Reyes – quien participó en el golpe de Estado a Francisco I. Madero-, fue beneficiado con una gran extensión de terrenos nacionales en Quintana Roo, y un hermano del maestro Justo Sierra, secretario de Educación en el porfiriato, de nombre Manuel Sierra Méndez, era dueño de toda la isla de Cozumel.
La Guerra de Castas se prolongó por décadas. De hecho, la guerra de guerrillas puso de cabeza al gobierno de Porfirio Díaz. Aunque existen debates sobre cuándo acabó el conflicto, que se cobró la vida de más de 250 mil personas, se suele referir el año 1901 como fin de este periodo de revueltas; cuando las tropas de Ignacio A. Bravo tomaron el poblado de Chan Santa Cruz, ahora llamada Felipe Carrillo Puerto.
Quintana Roo fue considerada la “Siberia Tropical”, porque ha este sitio inexpugnable el gobierno mandaba a los disidentes políticos a realizar trabajos forzados, muchos de ellos murieron de malaria o paludismo.
Koyoc cuenta que, en realidad, existen registros de que en 1933 sucedió el último conflicto de la Guerra de Castas. “Fue un conflicto que modificó totalmente el destino de la Península, en todos los sentidos”.
Quintana Roo pasó de ser un territorio severo a un importante polo turístico desde los años setenta, en el sexenio de Luis Echeverría Álvarez.
— ¿Para ti tiene algún significado que el presidente venga a hacer una petición de perdón a los pueblos Mayas?
— Yo pienso que está bien que el presidente hable de historia, porque nos tiene a a todos hablando y teniendo estas conversaciones. Si se emite desde otro lugar esta conversación no tendría este impacto.
Aunque el historiador reflexiona: “Va a pedir perdón a los mayas, ¿a cuáles de todos los mayas que hay, del millón de mayas que están vivos?”.
Según el investigador, hay mayas obradoristas que están encantados de que venga el presidente, pero también hay otros mayas que se están conformados alrededor del Congreso Nacional Indígena que están totalmente en contra del acto.
— ¿Persiste algún tipo de explotación hacia los mayas?
— En Quintana Roo todo está pensado para el turismo. Las preparatorias forman a los estudiantes para que se incorporen como fuerza de trabajo como cocineros y meseros.
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