El álbum K-12 de Melanie Martínez llega a la pantalla grande, donde desde la fantasía hace un llamado a escuchar nuestras emociones y critica a la sociedad “perfecta” y “funcional”
Texto: Andi Sarmiento Pastrana
Fotos: Especial
CIUDAD DE MÉXICO. – Recientemente se cumplieron cuatro años del lanzamiento de K-12, el segundo álbum de estudio de la cantante estadounidense Melanie Martínez quien para presentarlo, escribió, dirigió y protagonizó una película musical con el mismo nombre.
Previamente la artista nos había presentado en 2015 Crybaby (chillona), álbum que narra como si fuera un cuento de hadas la historia de una niña a la cual llaman de esta manera por ser una persona sentimental y que expresa sus emociones. Pero este cuento no es la narrativa clásica de la princesa en un mundo perfecto sino todo lo contrario, es la vida de una pequeña que crece en una familia disfuncional y se encuentra con las maldades del mundo exterior.
Tiene canciones como Milk and cookies donde el personaje se libera de su secuestrador envenenándolo con leche y galletas. Dollhouse habla de la visión que tiene sobre su familia, describe su hogar como una casa de muñecas en la cual, lo importante es mantener la imagen. Cada integrante es una muñeca que cuando no hay nadie cobra vida propia, incluyendo esto violencia, depresión y adicciones, pero aún así lo más importante es que como en Toy story, todos recobren la compostura en cuanto otra persona se acerque, viéndose radiantes, felices e inertes.
Combinando elementos de fantasía con la realidad, el segundo álbum es una continuación del primero. Crybaby, inicia sus estudios en el instituto K-12, lugar que retrata la educación tradicional norteamericana sobre todo del siglo XX, reflejando distintas problemáticas sociales que se presentan hasta la actualidad tales como el racismo, roles de género, misoginia, bullying y el abuso de poder en las instalaciones, entre otros temas.
En este lugar se introduce a los alumnos a las normas morales establecidas y se les moldea para que todos sigan la misma conducta. Los chicos van de pantalón azul y las chicas de vestido rosa, las maestras tienen la libertad de dirigirse a los alumnos como se les plazca y todos los días se recita en voz alta un juramento de lealtad a los Estados Unidos.
Con sus poderes mágicos, Crybaby debe sobrevivir y escapar junto con su mejor amiga Angelita de un sistema que castiga y juzga a todo aquel que salga de la norma, ya sea física o ideológicamente.
La cinta comienza en el camión rumbo a la escuela, a la par que suena Wheels on the bus nos habla de todo lo que sucede en el transporte escolar mientras nadie hace nada. El único adulto es el chofer, quien hace ojos ciegos ante todo el acoso que ocurre durante el recorrido, se dedica a manejar ignorando que detrás de él pueda haber gente llorando o adolescentes fumando.
Conforme avanza la historia, las protagonistas van conociendo a otras chicas que tienen los mismos poderes e inconformidades que ellas por lo que se juntan para idear un plan y liberarse del instituto. Para ello, deben derrocar al alcohólico director y a su hijo prepotente.
También, es necesario librar al resto de estudiantes, que viven en un estado de hipnosis, pues K-12 está lleno de enfermeras que drogan al alumnado ante cualquier mínima muestra de rebeldía para mantenerlos apaciguados, en un estado de control que les impide cuestionar los abusos en la institución.
Crybaby y sus amigas se vuelven cada vez más fuertes para contrarrestar tanto a las autoridades como a los compañeros que las minimizan constantemente. La chica que vemos al final ya no es la misma del principio, pues con el avance de la trama Crybaby se ha llenado del coraje necesario para hacer lo que se le pegue en gana sin importarle la opinión del resto y observando las actitudes de su entorno con una mirada un poco más crítica.
Melanie se burla del estereotipo típico de la vida ideal y nos muestra lo que hay tras la máscara en la que se ha disfrazado la sociedad estadounidense. Utiliza la magia y lo surreal para resaltar una decadencia que por lo general se busca ocultar en un mundo de apariencias.
Nos enseña que el abuso de sustancias se encuentra en todos lados, que detrás del estándar de belleza femenino hay trastornos alimenticios junto con una enorme cosificación y que el prototipo de vida que se ha vendido es uno dirigido exclusivamente a la persona blanca y heteronormada.
Igualmente, nos habla del rechazo a todo lo encasillado como feo, siempre refiriéndose a ello como un tema meramente estético, pues se juzga a la gente por su aspecto físico antes que por sus actitudes.
Finalmente, la artista cierra esta trilogía con Portals, un álbum lanzado este año donde nos dice que Crybaby ha muerto para reencarnar en una criatura alejada de todo lo relacionado con lo humano, sin género y sin juicio de lo que pueda ser bonito o feo. Maneja una estética similar a la que podemos encontrar en algunos trabajos de Björk, donde la naturaleza es el elemento principal.
Portals habla sobre el ciclo de la vida y la muerte. Se olvida de todo lo vivido en su pasado. Este trabajo ya no es un reflejo de la sociedad, ahora es una representación de la naturaleza, abordando así los dos ámbitos que conciernen al mundo. Nos expresa que tan inevitable es morir como nacer, iniciando el álbum con DEATH, canción que abre con el verso death is life, is death, is life y concluyendo con WOMB (útero), la cual termina con la frase life is death, is life, is death repitiendo así el eterno ciclo, que va desde el útero hasta la muerte y de la muerte hasta el útero.
Melanie Martinez visitará por primera vez la Ciudad de México para presentarse este 16 y 17 de octubre en el Pepsi Center así como en el Auditorio Telmex en Guadalajara el 19 de octubre.
K-12 está disponible en el siguiente link
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