21 septiembre, 2023
Omar García Harfuch dijo que quiere ser el candidato a la jefatura de gobierno que Morena impulse en la Ciudad de México. Para serlo, el policía tendrá que enfrentarse en una encuesta interna al aún dirigente nacional del partido, Mario Delgado, y a la ex alcaldesa de Iztapalpa, Clara Brugada. Harfuch, sin embargo, tiene una carta bajo la manga: el respaldo de Claudia Sheinbaum
Texto: Alejandro Ruiz
Fotos: Especial, Daniel Augusto / Archivo Cuartoscuro, Andrea Murcia / Cuartoscuro
CIUDAD DE MÉXICO. – Hace unos años, la fotografía de Omar García Harfuch rodeado de cientos de personas en un lugar público era imposible. Casi una misión suicida. Pero los tiempos cambian, y de 2020 a la fecha, la carrera del súper policía de Claudia Sheinbaum ha dado un giro de 180 grados.
Ahora, entre grupos de base de la Miguel Hidalgo, Tláhuac, Magdalena Contreras e Iztapalapa, Harfuch deja en claro que él quiere ser el próximo jefe de gobierno de la Ciudad de México.
Su discurso lo da en un hotel Holiday Inn, ubicado en las fronteras de las delegaciones Venustiano Carranza e Iztacalco. Un hotel que está muy lejos de la avenida Reforma, donde el 26 de junio de 2020 un convoy de 20 hombres armados intentó asesinarlo con más de 450 disparos.
El atentado se lo atribuyó el Cartel Jalisco Nueva Generación, quien amenazó de muerte a Harfuch, en ese entonces secretario de seguridad pública de la Ciudad de México.
De este episodio, Harfuch no dice nada. Pero recalca uno de los motivos por los que se ha convertido en una de las cartas que la ex jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, perfila para asegurar la continuidad de Morena al frente de la Ciudad de México: la seguridad.
“En este gobierno confirmé que no se trata solamente de fuerza, sino que hay que atender las causas que generan la violencia y que empujan a los jóvenes a una vida delincuencial porque no conocen otra alternativa para construir un proyecto de vida”, dice.
Los aplausos no cesan, y los gritos de “Es un honor, estar con Harfuch hoy” colman la sala del Holiday Inn.
La prensa lo busca, y Harfuch se toma fotos con sus simpatizantes, mientras en cada esquina policías vestidos de civiles vigilan los movimientos de quien puede ser el próximo jefe de gobierno de la Ciudad de México.
-¿Usted qué piensa de que un policía pueda gobernar la ciudad? – pregunto a una mujer que carga una cartulina con un mensaje de apoyo a Harfuch.
-Es la mejor opción, queremos seguridad, y es el favorito de Sheinbaum, nuestra próxima presidenta – me dice la señora de 40 años que viene desde Iztapalapa a respaldar a “su gallo”.
Antes de terminar la conversación, el bullicio nos aleja, pues la señora se forma en una fila enorme que decenas de mujeres hacen para tomarse la foto con Harfuch. “Está re guapo”, dicen muchas de ellas.
Atrás, un hombre alto, con corte militar, da la instrucción: “Despejen el área, por favor”, y remarca su autoridad con su mano sobre mi espalda. El gesto me parece familiar, y me alejo, aunque aquél sujeto lleve un traje y no un uniforme, escudo o tolete.
El romance entre la policía y la Ciudad de México no es nuevo. A la izquierda partidista, la fórmula de migrar secretarios de seguridad a las candidaturas de regentes y jefes de gobierno les ha funcionado muy bien para asegurar su continuidad en la capital del país. Dos ejemplos: Miguel Ángel Mancera y Marcelo Ebrard (aunque en ese impasse las traiciones no faltaron).
La fórmula, aunque acuñada en tiempos del PRD, ahora parece repetirse con Morena, donde la división que provocan los tiempos electorales se acentúa al interior del partido.
Pero Harfuch tiene un par de particularidades que lo distinguen de sus antecesores.
Por ejemplo, él formalmente no es militante del partido, y también, es el único posible candidato de la izquierda capitalina que tiene una carrera policial, con ramas que se extienden hasta el FBI y la DEA en los Estados Unidos.
Harfuch también tiene un linaje familiar oscuro.
Su abuelo, el general Marcelino García Barragán, fue secretario de la Defensa Nacional durante el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, donde ocurrió la matanza de Tlatelolco y la persecución que hizo el ejército a activistas y militantes de oganizaciones de izquierda.
El padre de Harfuch, Javier García Paniagua, fue director de la extinta Dirección Federal de Seguridad en 1976, durante el sexenio de José López Portillo. Dos años después, en el 78, Paniagua ascendió al cargo de subsecretario de gobernación.
En su gestión durante la DFS, Paniagua continuó la Guerra Sucia inaugurada en el sexenio de Luis Echeverría. Y también otorgó credenciales de la Dirección a narcotraficantes, como lo reveló un informe del Mecanismo de Esclarecimiento Histórico.
Harfuch tiene un hermano, Adrián García Harfuch, quien ha permanecido en las sombras. Pero también tenía un medio hermano, Javier García Morales, asesinado en Jalisco en el 2011, y sobre quien pesaba una investigación desde el 2000 por presuntos vínculos con el Cártel de Juárez.
Los vínculos de su hermano no se comprobaron, pero su conflicto con los grupos del crimen organizado parecen extenderse hasta Omar Harfuch.
En 2008, durante el sexenio de Felipe Calderón, a Harfuch lo nombraron jefe de departamento de la coordinación de Inteligencia para la Prevención del Delito de la Policía Federal, en ese entonces a cargo del también «súper policía» Luis Cárdenas Palomino, a quien se le acusó numerosas veces de promover actos de tortura desde la policía federal.
Su superior en ese tiempo era Genaro García Luna, declarado culpable por los delitos de narcotráfico en una corte de los Estados Unidos.
En 2012, entrado el sexenio de Enrique Peña Nieto, Omar García Harfuch fue nombrado coordinador estatal de la Policía Federal en Guerrero, cargo por el que testigos protegidos del caso Ayotzinapa lo vinculan a la desaparición de los 43 normalistas en 2014. Harfuch negó estas acusaciones.
Sin embargo, años después los padres de los 43 pidieron que la línea de investigación sobre Harfuch siguiera abierta, pues desde el 9 noviembre del 2016 hasta junio de 2019, García Harfuch fue titular de la Agencia de Investigación Criminal de la Fiscalía General de la República, sustituyendo a Tomás Zerón de Lucio, acusado de espionaje mediante el software Pegassus.
Desde ese cargo, los padres de los 43 acusaron a Harfuch de encubrir a dos agentes federales que presuntamente participaron en la desaparición de los normalistas. El aspirante a la candidatura de la jefatura de gobierno, también negó estas acusaciones, que a la vez lo vinculaban con el cártel de Guerreros Unidos.
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También, dese esa posición, el nuevo ‘súper policía’ dirigiría la detención del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte; la del lider del cártel de Sinaloa, Dámaso López Núñez; y el desmantelamiento de células de la Unión Tepito y de la Anti-Unión en la Ciudad de México.
Todo esto ocurrió antes de 2019, cuando la entonces jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, lo nombró, primero, jefe de la Policía de Investigación de la Procuraduría capitalina, y coordinador de Inteligencia de su gabinete de Seguridad.
Meses después, a Harfuch lo ascendieron a secretario de seguridad pública en la ciudad, después de que Jesús Orta Ramírez renunciara.
Cinco años después, Harfuch pidió licencia el pasado 9 de septiembre para ser aspirante a la candidatura de la jefatura de gobierno.
Volvemos al hotel Holiday Inn. Harfuch está al micrófono:
«Creemos en el proyecto humanista que encabezan el Presidente Andrés Manuel López Obrador y la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo. Compartimos el ideal de que debemos luchar por erradicar la pobreza, la corrupción y la desigualdad. De igual forma, estoy convencido que el servicio público significa gobernar para todas y para todos, sin distinción alguna. Quiero participar en este proceso y dar continuidad a la construcción de una ciudad en paz y segura, donde el desarrollo económico y el bienestar social sea para todas y todos».
Los aplausos llenan la sala, mientras Harfuch posa para la foto oficial acompañado de viejos lobos del perredismo de la Ciudad de México (ahora en Morena), y diputados locales del Partido Verde.
Quienes aparecen en la foto, en realidad no son los importantes. Lo importante es lo que pasa tras bambalinas, pues detrás de Harfuch está el respaldo del personaje del momento, Claudia Sheinbaum.
La nueva coordinadora de la Cuarta Transformación no ha escatimado discursos en defender a Omar García Harfuch de las acusaciones que lo vinculan a Ayotzinapa, y a su pasado oscuro. Tal vez por estrategia, pues es un hecho que la Ciudad de México redujo los niveles de criminalidad durante el periodo de Harfuch.
Algunos datos lo respaldan: la reducción en más del 50 por ciento de los delitos de alto impacto. La reducción del 46 por ciento de homicidio doloso; y el mínimo histórico del robo a vehículo en la Ciudad de México desde 1997.
Los motivos de esto, explicó en 2022 Salvador Chiprés, en ese entonces director del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, estriban la presencia generalizada de la policía de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y de la Fiscalía capitalina, así como en un cambio en la tendencia de la criminalidad por la pandemia del covid-19.
Los logros en seguridad fueron uno de los pilares que soportaron la campaña interna de Claudia Sheinbaum al interior de Morena.
Aunque también, el respaldo a Harfuch, obedece a una probable solución pragmática para asegurar la victoria en la Ciudad de México ante las divisiones que dejó el proceso de selección interno a nivel federal.
Aunque el partido, por estatuto, no admite «tribus» o corrientes en su interior, la realidad es que la escisión de Marcelo Ebrard ha provocado un reagrupamiento de fuerzas entre la militancia de Morena.
Por un lado, existen quienes se muestran fieles al proyecto obradorista, encabezado por el presidente. Por otro, hay quienes en pro de la unidad, se han agrupado alrededor de la figura de Claudia Sheinbaum, quien ha sabido conciliar las corrientes que representaban Ricardo Monreal, Adán Augusto López y Mario Delgado.
El proceso electoral de la Ciudad de México parece dejar fuera a Marcelo Ebrard, pero decantarse en dos visiones de partido: la que es más cercana al proyecto original de Andrés Manuel López Obrador, y la pragmática que aún ve a Morena como una maquinaria electoral.
Así, además de Harfuch, Mario Delgado y Clara Brugada, quienes parecen cerrar filas con Claudia Sheinbaum, una parte de la militancia morenista ha reaccionado a esto, particularmente ante el anuncio de Harfuch y la posibilidad de que la ley electoral que establece la paridad de género, pueda impedir el ascenso de la candidatura de Brugada.
Quienes han alzado la mano, y pronto definirán su posición son dos integrantes del gabinete federal que, al entrar a la contienda, parecen inaugurar una guerra de posiciones y proyectos: Hugo López Gatell y Rosa Icela Rodríguez.
El registro cerrará hasta el 26 de septiembre, y hasta esa fecha no sabremos en realidad qué es lo que juega Morena para la capital del país.
Hasta ahora, la terna parece disputarse entre la radicalidad del proceso obradorista, con Clara Brugada a la cabeza, o el pragmatismo electoral, con Harfuch y Delgado como representantes.
Al final de su mensaje, entre gritos y abrazos, Harfuch responde dos preguntas a este reportero:
-Omar, Omar ¿un mensaje para Clara Brugada?
-Ella sabe de mi admiración y respeto que le tengo, no de ahorita, de hace mucho.
-¿Confías en el proceso de elección interna?
-Por supuesto.
#AlMomento 🔴 Simpatizantes de Omar García Harfuch, aspirante a la candidatura de Morena a la jefatura de gobierno, se congregan en el Hotel Holiday Inn, donde en unos minutos el ex titular de la Secretaría de Seguridad dará un mensaje a medios de comunicación.
📹 @A_Ruiz9 pic.twitter.com/SGHjxWvnFW— Pie de Página (@PdPagina) September 20, 2023
Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.
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