Artistas urbanos, rotulistas, ilustradores, escritores, editores, sonideros e historiadores, se encontraron, convocados por la secretaría de Cultura capitalina, para reflexionar sobre la riqueza, tradición y conservación del arte callejero. Pero también hubo voces contra la institucionalización de la cultura popular…
Texto y fotos: Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- La alcaldesa de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, consiguió lo inesperado: poner en la agenda al arte urbano en la capital. Después de que en abril, Cuevas eliminó los rótulos de los puestos callejeros (y con ello el patrimonio gráfico urbano) para poner su propaganda electoral, el arte callejero comenzó a tomar relevancia en la discusión pública.
La historia la cuenta la diputada local Ana Francis Mor:
A partir de acciones que tomó la alcaldesa Sandra Cuevas de borrar los rótulos de la alcaldía Cuauhtémoc y su iniciativa de riájale, a pintar todo de blanco y su sellote de la alcaldía Cuauhtémoc, entonces viene la preocupación: ¿Qué no la gráfica tendría que estar protegida como un patrimonio de la ciudad? y comenzamos a reflexionar sobre la importancia de esto”.
Los legisladores, dice, la diputada, buscaron llamar la atención de alcaldes y alcaldesas para evitar “este epistemicidio que aniquila las formas y manifestaciones culturales propias de nuestra ciudad diversa“, pues con el pretexto del orden aplican acciones neoliberales y conservadoras, como la eliminación de los rótulos, “que no son otra cosa que la manifestación de la represión“.
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Así fue como la Secretaría de Cultura de la CDMX lanzó el proyecto “Gráfica urbana chilanga. Re-rotulando y re-muraleando la Ciudad”, que se presentó este viernes en el Museo de la Ciudad de México.
El objetivo central fue reflexionar sobre la importancia de estas manifestaciones artísticas en la construcción de nuestra identidad colectiva.
Participaron artistas urbanos, rotulistas, ilustradores, escritores, editores, sonideros e historiadores, quienes abrieron la conversación en torno a la riqueza, tradición y conservación del arte callejero.
“Los rótules y murales de la CDMX son un patrimonio gráfico, generan trabajo para la comunidad de artistas y es una práctica de libertad de expresión donde la ciudad es el lienzo creativo. Que la diversidad cultural de México se preserve, se difunda, no sólo en una alcaldía sino en toda la ciudad”, dice la secretaria de Cultura de la ciudad, Claudia Curiel de Icaza.
Los participantes le aventaron tomatazos a las acciones de Cuevas. Dunia Ludlow Deloya, Subsecretaria de Alcaldías y Reordenamiento de la Vía Pública destacó que hay dos formas de gobernar: la democrática, que obviamente es la de su partido, y la autoritaria, vertical y opaca de la alcaldesa Cuevas.
En el mismo sentido, el secretario de Trabajo y Fomento al Empleo de la ciudad, Luis Rodríguez Díaz de León, puso el énfasis en las economías locales y los esfuerzos comunitarios.
Contra la grisura de las calles, la diversidad, la alegría, el colorido, la libertad de expresión y manifestación, el esfuerzo comunitario, la economía productiva local, el barrio mismo. El arte urbano, el rotulismo no son ilegales, lo que es ilegal es pretender prohibirlos, borrar los murales urbanos, atentar contra un patrimonio centenario de esta Ciudad”.
El joven de pantalones holgados color caqui y gorra negra que formaba parte del público, toma el micrófono para mostrar su desacuerdo contra los discursos oficiales:
“Yo hago desde rótulos publicitarios hasta grandes murales en edificios como éste, en las normales rurales”, se presenta.
Hule, como se conoce en el mundo de la gráfica urbana, forma parte del colectivo Okupa gráfica que es una asamblea pública de interventores de gráfica urbana que han determinado usar lo que se conoce como “espacio público”.
“Nosotros preferimos llamarlo espacio común porque forma parte de la comunidad”, dice. “Usamos los espacios comunes para abordar temas que no son abordados en la gráfica impulsada desde la institución. No pintamos a la mujer chiapaneca, al colibrí, al jaguar, o a las flores bonitas. Nosotros le pintamos a los desaparecidos, a los perseguidos, a quienes les falta el agua, a quienes viven una cuestión de injusticia, de olvido o de agravio gubernamental, y como no abordamos esa gráfica bonita, somos borrados, prácticamente después de que pintamos, tras de nosotros viene la brigada de obras con su color gris y no estoy hablando de Sandra Cuevas”.
Hule sigue cuestionando la organización del evento:
“Me parece que aquí se habla de otra realidad. Se valida nuestra intervención como creadores culturales, pero de todos modos van y nos borran. Me parece un discurso mentiroso, un discurso falso porque no creo que nadie de los que están aquí sentados hablándonos llegó pensando en si sacaba los zapatos de la chamba o los guardaba para la reunión familiar del domingo, Nosotros sí vivimos ese día a día, y ¿qué pasa? Nos dan programas sociales donde nos van a dar 5 mil 600 pesos al mes por hacer siete rótulos, pero también tenemos que llenar los foros y además ser apoyo en la Línea 1. Uno se inscribe a un programa social, artístico y cultural y terminan siendo el apoyo del gobierno, ¿dónde está la dignidad que merecemos como creadores culturales?. Hasta hoy que se presenta el conflicto político entre Morena y Sandra Cuevas, ahora sí le ponen atención a los rótulos. No se vale”.
El joven que fue aplaudido por los asistentes. Sobre todo, por quienes con sus ropas salpicadas de colores y en las orillas continuaban brocha en mano pintando el rótulo que les fue encargado por los organizadores del evento.
Ramón Rojo y su icónico sonido la Changa llenan de gozo y ambiente el Museo de la Ciudad de México. Luego de un par de canciones, comienza la segunda mesa, donde la escritora Tamara de Anda dice que “no debería existir este foro porque debería darse por hecho, no deberíamos estar argumentando a su favor, ni defendiéndolo porque debería estar defendido de facto”.
La escritora Déborah Holtz y el diseñador gráfico Juan Carlos Mena, quienes editaron hace 20 años el libro “Sensacional de Diseño Mexicano” el cual recopila rótulos de todo el país, hablan de la historia de la gráfica urbana.
“Yo ya no sé si agradecer o reclamarle a esta señora, porque gracias a esa estupidez hoy hay una conciencia de la gloria que tenemos en cada una de nuestras esquinas de los barrios. Hace 20 años que sacamos este libro nadie nos pelaba porque decían que era chafa”, dice Holtz.
El historiador del arte, Aldo Solano, explica que el antecedente más evidente de este arte urbano es el de los murales de las pulquerías. Pero “mucho se perdió por el cierre de esos establecimientos“, cuando los empresarios alemanes querían dominar el mercado con su cerveza y eliminar al pulque, para lo cual hubo una campaña de desprestigio.
Sego y Obval, artista urbano que pinta en las calles desde hace 20 años, apunta que es muy importante el replantearse la finalidad de ese arte público, cuestionarse qué es lo que se está haciendo para la sociedad para que no sólo sea una cuestión estética, sino que las personas se adueñen de ese mural, de la obra.
Que el arte tenga buena onda y una finalidad, porque también cuando se desconoce y pasan estas cosas como el mural que me borraron en el mercado Juárez, pues eso habla de un desconocimiento total de la riqueza que tiene la ciudad de México y que nos hace diferentes a todos”.
Con todo y reclamos, el foro sirve abrir el diálogo en torno a los gráfica popular, así como poner sobre la mesa las necesidades de quienes están tras el pincel y la brocha en las calles.
“Gráfica Urbana Chilanga” es el preámbulo para el performance multitudinario “Re-rotulando y re-muraleando”, en el que más de 50 artistas y rotulistas tomarán los muros de la capital como un lienzo.
Con ello se pretende recuperar la diversidad callejera y celebrar la creatividad. La batalla contra el epistemicidio.
Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.
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