Fiscalías ‘traspapelan’ el cuerpo de un desaparecido

31 mayo, 2019

Durante un año, autoridades de la FGR y la Fiscalía de Coahuila dieron información contradictoria a Leticia Hidalgo, sobre la supuesta identificación de su hijo Roy, a quien busca desde enero del 2011

Texto: Daniela Rea

Fotografía: Mónica González y Erika Lozano

En el año 2013 un correo impreso con una fotografía llegó al expediente de la desaparición de Roy Rivera, en poder de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO). En el correo se insinuaba que un cuerpo de un hombre guardaba relación con Roy, hijo de Leticia Hidalgo, y que este cuerpo estaba en una fosa común de Coahuila.

Leticia, integrante de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León, que busca a su hijo desde 2011, supo de este correo cinco años después de que se enviara. Ella se enteró exactamente el 9 de mayo de 2018, cuando acudió a la SEIDO a dar seguimiento a la investigación del crimen.

“Con la licenciada de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, nos quedamos de ver afuera de SEIDO. Cuando llegó me dijo que había revisado mi expediente y que encontró un documento que decía que había un cuerpo en Coahuila que correspondía con los rasgos de Roy. Me dijo que había fotos del cuerpo y yo no quise verlas, pregunté si tenían análisis de ADN y me dijo que no, que fue enterrado sin análisis genéticos”, relata Leticia.

Es decir, el correo al que se refirió la licenciada Claudia Anaya de la CEAV estaba en el expediente desde el año 2013 y ninguna autoridad le había dicho nada a Leticia Hidalgo, hasta cinco años después. Además, la noticia de que probablemente su hijo haya sido encontrado se la dieron sin ningún protocolo emocional o legal. Leticia sintió que se desmayaba de la impresión.

“No hay explicación de por qué ese papel estuvo en mi expediente desde el 2013 y nadie lo había visto y nadie me había dicho nada”.

Leticia busca a su hijo Roy desde el 11 de enero del 2011, entonces estudiante de Filosofía y Letras de la UANL, que fue extraído de su domicilio en Monterrey, por hombres vestidos de policías. Leticia actualmente es parte de la Asamblea Consultiva de la CEAV, un “órgano de opinión y asesoría de las acciones, políticas públicas y proyectos que desarrolle la CEAV”, según la ley de víctimas.

“Cuando entramos a SEIDO les preguntamos y les pedimos que fueran a Coahuila, a ver lo del cuerpo que se había encontrado”. El MP a cargo del caso voló a Coahuila, pero no le informó nada a Leticia. “No me volvió a llamar”.

Entonces Leticia llamó a la organización Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios, en Saltillo, para que la apoyaran en el estado de Coahuila. Blanca Martínez, directora de la organización, acudió a la Fiscalía de Coahuila para pedir informes del cuerpo que, según el correo, correspondía a Roy. Así pudo saber que el cuerpo había sido inhumado en una fosa común del cementerio municipal de Torreón y ella sí vio las fotografías.

“Se trataba de un joven que fue abatido por la Policía Federal en un enfrentamiento. Blanca vio las fotografías y no coincidía con Roy. ‘No soy perito, pero para mí no es Roy’, me dijo. Eso me dio tranquilidad”. El empuje de Blanca Martínez ante la Fiscalía les permitió saber que al cuerpo del joven se le tomaron las huellas dactilares antes de enviarlo a la fosa común, en el 2013, y se logró identificar como una persona que perteneció al Ejército.

“Nuestro trabajo ayudó para identificar el suceso, esto es el enfrentamiento, encontrar la carpeta y con la carpeta encontrar el cuerpo y todo eso se hizo en colaboración con la Fiscalía. Si no hubiera habido el antecedente del Plan de Exhumación -que el Centro tiene con la Fiscalía estatal- no habríamos tenido ni idea de cómo están los cementerios en el estado, en Torreón que más o menos ya sabíamos cómo y cuándo se enterraban”, dice Enrique Martínez, abogado del Centro Diocesano.

En marzo del 2019, Leticia acudió a la Fiscalía General de la República y la funcionaria Julia Gracidas, MP de la Fiscalía Especializada Investigadora de Desaparición Forzada, le dijo que habían identificado un cuerpo y que correspondía a Roy, según los análisis fisonómicos. La funcionaria lo dijo desconociendo el proceso que Leticia y Blanca Martínez habían realizado en Coahuila.

“Yo no me desmayé porque yo tenía todos los antecedentes de lo que investigamos en Coahuila. Yo le dije entonces, ¿Me puede mostrar los papeles? Y la MP insiste y le dije que mejor fuera a Coahuila a ver qué estaba pasando”.

Un mes después, el 22 de abril del 2019, Leticia volvió a la FGR con un antropólogo forense independiente que acompaña su caso. Ahí, un funcionario de la Fiscalía General de la República le extendió un peritaje fisonómico -realizado en junio del 2018, mientras Leticia y Blanca Martínez indagaban sobre el cuerpo, el mismo cuerpo que tenía la Fiscalía de Coahuila y del que tampoco le informaron a Leticia- que afirmaba «corresponde» al cuerpo de Roy. Leticia tomó el documento y miró las fotografías del cuerpo. Creyó ver a Roy.

“Me descompuse, me dije ´sí es Roy´ y la conclusión del peritaje fisonómico antropológico, que hizo la FGR, dice que sí corresponde. Pero el antropólogo que me acompaña me enseñó diferencias importantes entre ese cuerpo y Roy y me di cuenta que no era -diferencias como un lunar, la forma de las orejas-. Nunca me esperé que me fueran a decir eso, sobre todo porque ya había pasado un proceso con la Fiscalía de Coahuila de revisión del cuerpo”, recuerda Leticia.

Entonces, ante la insistencia de que aceptara ese cuerpo y la evidencia de que no había comunicación entre ambas Fiscalías, Leticia les exigió una reunión.

“Nunca pensé que me fueran a decir eso, pues yo tenía conocimiento que la Fiscalía de Coahuila tenía otra información y por eso pedí una reunión con el fiscal de Coahuila y las autoridades de la FGR.

Es decir, en un año, las autoridades fueron contradictorias entre sí, no se comunicaron entre ellas y no dieron información a Leticia: la Fiscalía de Coahuila sabía que el cuerpo no era de Roy, como se lo habían dicho al inicio, sino de un joven ex militar que murió en un tiroteo con la Policía Federal, pero no se lo informaron hasta que se evidenció la confusión; la FGR realizó un análisis fisonómico al mismo cuerpo en junio del 2018 e insistió que sí se trataba de Roy; y la CEAV se quedó con la información del oficio del 2013.

Foto: Erika Lozano.

Ninguna autoridad realizó análisis genéticos al cuerpo.

El pasado 23 de mayo se llevó a cabo la reunión que solicitó Leticia Hidalgo en la Fiscalía de Personas Desaparecidas de Coahuila. Además de la MP, Julia Gracidas, el funcionario responsable de exhumaciones de Coahuila, Jesús Fernando González, así como integrantes de la Comisión Nacional de Búsqueda, la CEAV, la Fiscalía de Nuevo León y la CNDH.

Ahí se comprometieron a realizar pruebas de ADN al cuerpo.

Las autoridades, sin embargo, habrían incurrido en las siguientes fallas, de acuerdo con el abogado Enrique Martínez. “Primero, la notificación que se hace a Leticia fue violenta y sin confirmar análisis e identidad del cuerpo. Segundo, no terminaron de agotar los elementos de identificación científica antes de informar a Leticia. Tercero, el manejo de la información privada, el correo con la foto del cuerpo que se envía entre funcionarios llegó al expediente de Leticia sin tener claridad de cómo fue”.

A Leticia le quedan varias dudas, a pesar del compromiso de las autoridades de hacer una prueba de ADN al cuerpo:

“¿Por qué las autoridades nunca compartieron información entre sí y cada una me daba información opuesta? ¿Qué certezas tenemos los familiares, las familias que ya recibieron cuerpos, si las fiscalías no hacen análisis completos? ¿Por qué las autoridades aparecen y desaparecen cuerpos, sin responsabilidad? ¿Por qué, si tienen un cuerpo que ya está identificado no lo entregan a su familia, aunque no lo reclame, por qué no la buscan?”.

En la reunión del 23 de mayo se le informó a Leticia que el cuerpo que las autoridades vinculaban con Roy Rivera corresponde a ex militar, de quien las autoridades ya saben su nombre y su apellido.

“A mí me sigue quedando la duda desde el 2011: ¿Dónde está Roy? Y lo seguiré buscando”.

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Reportera. Autora del libro “Nadie les pidió perdón”; y coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado”. Dirigió el documental “No sucumbió la eternidad”. Escribe sobre el impacto social de la violencia y los cuidados. Quería ser marinera.

Fotógrafa egresada de Ciencias Políticas de la UNAM. Ha colaborado en distintos medios y revistas nacionales e internacionales. Obtuvo la beca Fonca en la edición 2009-2010 y 2013-2014 Premio Nacional de Periodismo 2011 de Fotografía por el proyecto Geografía del Dolor. Premio Nacional de Periodismo 2006 otorgado por el Club de Periodistas de México y el IPN en categoria Fotografía Reportaje por su trabajo de migrantes en la frontera de Sonora y Arizona.

Reportera y documentalista independiente. Trabaja temas como feminicidio, desaparición forzada, resistencias y defensa de la memoria. Actualmente colabora con la Red Global de Periodismo de Investigación (GIJN)