20 abril, 2021
En semáforo epidemiológico en verde y con la comunidad libre de covid, alumnos de una escuela primaria en Santiago Quiavijolo regresaron a clases el pasado 5 de abril. Fueron los primeros en Oaxaca. Tras un año de ausencia, estudiantes reciben el acompañamiento de padres y profesores
Texto: Diana Manzo / Istmo Press
Fotos: Cortesía Profesor Abel Cruz
OAXACA.- Organizados, con mascarillas y con lavado de manos; 110 estudiantes de origen zapoteca de la primaria “Gustavo Díaz Ordaz” en Santiago Quiavijolo, Oaxaca, regresaron a clases hace dos semanas, el pasado 5 de abril, y desde entonces en las aulas hay murmullos, risas y conocimiento.
Oaxaca se encuentra en semáforo verde epidémico desde el pasado 12 de abril, y aunque en esta comunidad que pertenece al municipio de Quiegolani en el distrito de Yautepec Oaxaca a tampoco han sido recibido la vacunación anticovid, las clases presenciales ya se reanudaron.
Minutos antes de las nueve de la mañana, una fila de niñas y niños de 6 y 12 años de edad uniformados y con su cubrebocas espera su turno en el pórtico principal; la decisión de volver a las aulas en pandemia es una acuerdo de los padres de familia, autoridad y profesores; no requirieron la autorización de las autoridades oficiales del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (Ieepo).
Esta escuela rural y marginada ubicada a cinco horas de la capital de Oaxaca es un ejemplo de organización escolar. Los padres de familia dan tequio todos los días y vigilan que se cumplan las medidas sanitarias y los profesores se dedican a impartir su cátedra de forma ordenada e ininterrumpida; ese fue el acuerdo para regresar a las aulas y lo cumplen de lunes a viernes.
No es un desafío ni desacato lo que se vive en esta escuela, sino es una necesidad educativa ante la marginación escolar que de por sí viven por la lejanía en que se encuentran y ante el visible rezago social, económico y de tecnología que de mucho tiempo padecen.
La decisión de volver a las aulas, explica el director y maestro del grupo de sexto grado, el profesor Abel Cruz, es porque no implicaba ningún riesgo. La comunidad, libre de covid-19, desde el inicio de la pandemia se protegió con filtros y cuidados sanitarios, por lo que vieron pertinente tomar clases presenciales.
Reunirse de nuevo y encontrarse para tomar clases es un motivo de alegría para los estudiantes. Todos los días portan su uniforme blanco y azul, consultan sus tabletas electrónicas sin olvidar el cubrebocas.
“Nos sentimos muy contentos de tener clases, de volver a ver a nuestros estudiantes, tanto niñas como niños. En esta comunidad ni siquiera hay telefonía, mucho menos canal de televisión. Hay internet gracias a un proyecto nacional independiente que llegó a nuestra escuela, y el cual permite el crecimiento escolar”.
Las clases se imparten de nueve de la mañana a una de la tarde. Los estudiantes tienen un descanso, donde desayunan y conviven. Apenas se están adaptando a la nueva normalidad, no verse casi un año les está costando, por eso requieren apoyo educativo y de sus padres.
En las tardes, los profesores organizan charlas y asesorías para los estudiantes de lento aprendizaje; la intención es que todos caminen parejo educativamente hablando, por el desarrollo social de la comunidad.
Rodeado de montañas verdes que pareciera que las pintan en primavera, así se distingue esta comunidad indígena. La escuela primaria “Gustavo Díaz Ordaz” colapsó tras el sismo de 2017. A casi 4 años, renació tras la reconstrucción de sus aulas con recursos del Fondo Nacional de Desastres (Fonden) y del gobierno municipal.
Tras el terremoto, además del apoyo para la reconstrucción de las autoridades, también aterrizó un proyecto tecnológico y de infraestructura; se llama «Excandaa” y ha implementado tecnologías educativas a lo largo de un año.
Esta institución oaxaqueña y otra más del estado de San Luis Potosí son las que recibieron el beneficio empresarial educativo. Se trata del modelo Excaanda, que nació hace 20 años en la escuela Varmond School de Morelia Michoacán y el cual se aplica desde septiembre de 2019 en esta escuela de origen chontal y zapoteca.
La llegada de “Excaanda” es un éxito escolar. Es un proyecto de cuatro pasos: el alumno identifica, mapea, propone y actúa. Con ello se busca mejorar el aprendizaje y a su vez subsanar deficiencias que arrastra desde su etapa de preescolar.
La plataforma consta de 8 retos, cada reto tiene 20 sesiones y estos a su vez tiene 4 a 5 actividades. Los alumnos resuelven interactivos y son calificados por la misma plataforma. También hay actividades donde el docente va valorando según lo que realiza, con un criterio 1, 2, 3 o 4, y con recursos variados , así como el internet para una investigación constante.
Aceptar este beneficio educativo le costó ala escuela el desairé de la sección 22 de la CNTE. Pero los profesores están contentos porque la escuela tiene un nuevo rostro. La mayor parte de sus aulas está reconstruida, tiene nuevas infraestructura y el modelo educativo para los 110 estudiantes es eficiente.
Ahora, el nuevo proyecto institucional es fomentar las lenguas originarias: Chontal y zapoteco, que se hablan en la zona. Lo anterior, señalan, es una forma de conocer sus orígenes y saberes comunitarios.
También será reto implementar temas de salud sexual y reproductiva, para que se valoren más socialmente para reducir la brecha de la desigualdad visible por el machismo y el egoísmo, y así implementar la buena democracia y transparencia para una convivencia sana comunitaria.
*𝘌𝘴𝘵𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘧𝘶𝘦 𝘳𝘦𝘢𝘭𝘪𝘻𝘢𝘥𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘐𝘚𝘛𝘔𝘖𝘗𝘙𝘌𝘚𝘚, 𝘲𝘶𝘦 𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘈𝘭𝘪𝘢𝘯𝘻𝘢 𝘥𝘦 𝘔𝘦𝘥𝘪𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘙𝘦𝘥 𝘥𝘦 𝘗𝘦𝘳𝘪𝘰𝘥𝘪𝘴𝘵𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘢 𝘗𝘪𝘦.
Reportera en Unión Hidalgo, Oaxaca.
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