11 mayo, 2023
En entrevista, la cantante y compositora binacional, Lila Downs, habla de su trayectoria, así como de su inspiración, sus historias y su activismo en las lenguas y culturas indígenas
Texto: Évolet Aceves
Fotos: Cortesía de Lila Downs.
A la comunidad Chicana: binacionales e indocumentados.
La primera vez que escuché a Lila Downs fue en la película Frida (2002), con sus magníficas interpretaciones musicales, en escena junto a Salma Hayek, tal vez interpretando a la cantante Concha Michel, quien fue íntima amiga de Frida Kahlo.
Nueve años después la escuché de nuevo, esta vez con su álbum Pecados y Milagros. Desde aquel año me ha acompañado su música a todo momento, a lo largo de mi vida y de mi sentir.
Cuando me preguntan quién es mi cantante, mi banda predilecta, mi respuesta siempre es la misma: no tengo una, son varias, y no sé decir en qué orden: Amy Winehouse, Janis Joplin, Javiera Mena, La Mala Rodríguez, Belinda, Santigold, Andrea Echeverri (Aterciopelados), Karen O (Yeah Yeah Yeahs); pero quien nunca falta y a quien suelo mencionar al inicio: Lila Downs.
Sus atuendos, desde que tengo memoria, se han quedado grabados en mi memoria. La creatividad con que Lila conjuga los colores, las texturas, entretejiendo la historia de México con el quehacer de artesanos, tejedoras y orfebres del país, combinando la tradición con el gusto exquisito. Las flores adornando su cabello, o bien, sellados en los bordados de sus vestidos. La abundancia de los textiles regionales ornamentando a su persona y a su portentosa voz, que bien puede asemejarse al canto de un delicado pájaro —¿una golondrina?, ¿un quetzal?—, pero su dominada voz aguda también puede volverse magistralmente grave, casi sagrada.
Un sueño más cumplido, en esta ocasión tuve la oportunidad de entrevistar a Lila Downs, quien, entre tantos y tantos logros, es la primera cantante mexicana en haber llevado las lenguas originarias de México al escenario del Palacio de Bellas Artes. Esta íntima entrevista fue un evento que me colmó de dicha por los asuntos que abordamos. Invariablemente apareció la evidente sensibilidad, con lágrimas entreveradas, de una gran artista, cantante, compositora, música: de una creadora como Lila Downs.
Algo más volvió especial a esta entrevista: tomó lugar el mismo día del fallecimiento de mi abuelita, con quien también solía escuchar música de Lila Downs. Lila, por su parte, atravesaba en ese momento su propio duelo: el fallecimiento de su esposo Paul.
Comencé la entrevista agradeciendo a Lila Downs el aceptar esta invitación. Antes de comenzar la grabación, le comenté que estudio la maestría en Chicanxs Studies en Albuquerque, Nuevo México. Le dije que soy mexicana, una mexicana que apoya enteramente a la comunidad chicana.
—Gracias a ti, Évolet, es un gusto platicar contigo, conocerte y siempre conectar con el Chicano Power. Esta realidad que vivimos los binacionales hay que aprender a disfrutarla, porque si no, se lo pasa uno con puros complains, con pura queja, y si lo puedes canalizar en arte, escritura, poesía, existencia… eso es lo importante.
—Ahora que mencionas la poesía, quisiera preguntarte algo concreto. Tú eres compositora y cantante también, en muchas de tus canciones, si no es que en todas, hay contenido lírico, hay mucha poesía, ¿escribes también poesía creada para no ser cantada, o escribes exclusivamente para cantar?
—No, sí, creo que desde que soy chiquita es lo que hago. Claro, no he publicado poesía pero tengo mis miles de libretas, entonces supongo que, ya cuando decida quedarme más tiempo en casa y ya no girar tanto, que todavía no pasa, sí pienso estudiarlo y a lo mejor hacer algunos libritos de poesía, porque es la poesía… a veces si va uno tiempo atrás, ahora que fue la pandemia, recuerdo que encontré algunas cosas y oía yo que otras personas buscaban sus libretitas, se encontraban, y eso me encanta porque vas viendo tu perspectiva desde tiempo atrás y también tu percepción, cómo era, ¿no? Era así, pequeñita, y luego se va como extendiendo poco a poco. Y eso es muy interesante verlo en la vida de uno y, por supuesto, en el aprendizaje de la lectura también. En los grandes.
—Qué alegría saber que también escribes de esta otra poesía, y con mucho gusto espero algún día poder ver tus poemarios, que han de ser preciosos, por la calidad tan única de tus letras. ¿En qué idioma o idiomas escribes tu poesía?
—Escribo en inglés, español, y en mixteco he aprendido a escribir algunos conceptos, ideas, porque mi mamá me acompaña y me corrige; y mis tíos, que también son maestros de educación bilingüe: mixteco y español; también a veces amigos, compañeros poetas y escritores.
“No sabía en ese momento que la tristeza era mi enfermedad”
—Hablando sobre tus canciones, ¿qué viene primero al momento de componer?, ¿la letra, la música?
—Yo creo que, en mi caso… pues depende, pero estoy pensando que, un tema que acabo de terminar, que se llama “La curación”, es un tema que empezó en la pandemia, quería hacerle un tributo a las personas que nos curan de este malestar y empezó así, hice los versos, hasta canté una vez el tema, pero no me convenció, tenía ganas de que sonara a un corrido, pero un corrido de esos como estos grupos, Exterminador y estos grupos del norte que hacen nuevos corridos, digamos, pero con un contenido diferente, que tuviera que ver con la vida y con el camino del sentimiento, creo. Eso siempre me interesa.
“Y ahora que lo acabé, ya estoy trabajando con un productor de la frontera, de Sonora, se agregaron instrumentos de allá, pero la letra cambió totalmente, se volvió un tema sobre sufrir la muerte. Se volvió en otra cosa y me ha ayudado mucho. La verdad es que creo que uno hace los temas para terapia, pero no lo sabes, no sabes exactamente cómo y así funciona lo mío, a veces tengo que componer una canción sobre… por ejemplo, compuse un tema sobre curarse de la tristeza, cuando un poco iba yo descubriendo, paso a paso, que eso era lo que yo tenía, pero no sabía en ese momento que era esa mi enfermedad, ahí es donde el arte es muy instrumental en ayudarnos a seguir con el siguiente paso, de comprender qué está sucediendo en nuestro interior.
“Y algunos de nosotros somos más claros con lo que sentimos y lo que pensamos, pero algunos no, porque es pura confusión, puro sentir. Es un derroche de energía y sentimiento. Así empecé yo, era muy difícil. Cuando era chica me volvía un monstruo y ni quién me domara, era como de esas potrancas que son silvestres, y ni quien les pueda poner el lazo, y así es mi hija también, así es, pero creo que ella sí tiene un lado en donde conduce la sobrevivencia de otra manera, y eso yo no lo tenía. Ella se sabe defender y sabe cómo defenderse. Creo que la defensa es lo más importante si uno sabe cómo hacerlo, y yo estaba lejos de eso.
—Me imagino que esta composición de la curación viene a raíz del fallecimiento de Paul, tu esposo, mi más sentido pésame por esa pérdida, porque sé lo importante que era para ti, no nada más era tu compañero de vida sino también parte de tu música. En algún momento a él lo escuché decir que él era como el mecánico de tus canciones, porque tú tenías la idea, y él de alguna manera lograba que esa idea se volviera realidad y se volviera escuchable. Me imagino lo fuerte que ha de haber sido esa pérdida para ti.
—Cómo no, sí. Ahora, pacientemente, trabajaré con otros músicos y a ver de qué manera podemos hacer mancuernas. Yo no dudo de encontrarlo, porque creo que, finalmente, sí logré aprender a hacerlo con él, en parte porque, sí, peleábamos mucho al principio, pero fueron lecciones buenas con él.
“Pero sí, es una pérdida. Y estoy un poco mejor ahora, pero ha sido difícil, porque, más que nada, éramos amigos”.
En este momento se quebró la voz de Lila, se desbordaron lágrimas de sus ojos, pero pronto levantó su rostro con la fuerza con que se levanta la inflorescencia en la cúspide de una mazorca. “Y eso es muy duro”, continuó, recogiendo su lágrima, con la sinceridad que devela el dolor de una pérdida.
—Es muy duro, claro. Y me imagino que la música es una forma de, como decías, de sanarlo, de ponerlo ahí. Creo que estos sentimientos se pueden, si no compensar, de alguna manera entender con la creación artística.
—Así es, sí, irnos entendiendo, cuál es nuestro sentir y por qué lo hicimos, por qué hicimos tal cosa.
—¿Crees que la voz es un don?
—Yo creo que en parte. Hay personas que tienen una voz privilegiada, sí, es verdad. Pero recuerdo que había un maestro al que yo le decía, ‘ay, ya me aburro de cantar diario’, esa parte para mí ha sido difícil a través de los años, me encanta cantar, pero ya el acto de cantar, y previamente vocalizar y preparar toda la parte técnica de la voz…, por eso le decía: ‘es que a veces no puedo, tengo muchas otras cosas que hacer’, y él me respondía: ‘bueno, es que mira, es como en los coches, hay bochos y hay camionetas; hay Ford, hay Mercedes Benz, y hay Rolls Royce, y hay algunos instrumentos que son de tantos colores y matices, que no puedes dejarlos sentados, tienes que arrancarlos diario’.
“Y fue interesante eso, porque me hizo pensar en la importancia de mi instrumento y en lo mucho que hay que cuidarlo, pero creo que también se combina, se tiene que combinar con mucha disciplina y mucha perseverancia, porque, sin esas dos, no importa el gran talento que uno tenga.
—¿Cómo es que llegas a esos graves y a esos agudos, tan notorios en tu canto?, que yo creo que eres la única cantante que puede lograr tales niveles de graves y agudos siendo la misma persona. ¿Cómo es que lo haces?
—Gracias —dice Lila con una risa grave y alegre, como la que a veces se asoma en sus canciones—. Pues no creo, digo, hay muchas cantantes que tenemos un rango vocal grande, y también depende de tu ejercicio como cantante, si sigues trabajando la voz, y creo que todo depende cómo lo ejercitas. Me gusta cantar muy grave y me gusta cantar a media voz, en medio de los graves y los altos, y luego a veces con muchos agudos, me gusta; pero no siempre, a veces he pasado momentos en los que quiero buscar más pureza.
“Hay todo tipo de cantantes, algunas que son más gimnastas —dice Lila, haciendo piruetas con la mano, simulando el movimiento de una gimnasta olímpica por los aires— y otras que estamos en una búsqueda espiritual, a lo mejor más en la parte musical.
—Y qué importante esto que mencionas, “esta parte espiritual”, que yo particularmente lo puedo notar en Pecados y Milagros (2011), un álbum que tiene algo espiritual, ahí está la “Misa oaxaqueña”, “Palomo del comalito”, “Mezcalito” y tu magistral interpretación de “Dios nunca muere”. Hay esa especie de contenido melancólico, pero a la vez alegre. Hablando de las tonalidades de voz, por ejemplo, “Xochipitzahua (Flor menudita)”, es una canción en la que utilizas un agudo único todo el tiempo, y, en contraparte, en “Zapata se queda”, una de las canciones que más fama han tenido, personalmente, de mis canciones favoritas.
—Ay, muchas gracias.
—¿Cómo fue que llegaste a la creación de “Xochipitzahua” y de “Zapata se queda”?
—Bueno, “Xochipitzahua” es un canto tradicional, no es mi canción, es una danza que se baila en las regiones de la Huasteca, en Veracruz, en Puebla, y también la he escuchado en otros sitios de lo que comprende la Huasteca. Y es un canto que se canta a la Madrecita del maíz, de la fertilidad, y que ahora se contrapone al sincretismo con la Virgencita de Guadalupe. Entonces lleva estos elementos importantes de la fertilidad de la tierra y de un agradecimiento, ¿no?, en canción.
“Entonces ha sido una alegría y un regalo poder compartirlo, cuando vamos a ciertas regiones de Puebla, donde toda la gente se pone de pie y es muy sagrado el tema. Es muy hermoso, muy hermoso. Y bueno, el “Zapata se queda”, sí lo compuse. Lo trabajé un montón, porque recuerdo que yo sufría de que penaban en mi casa, en la casa de mi mamá, cuando yo vivía todavía ahí con ella. A las tres de la mañana, siempre me despertaba, así, mis ojos se abrían, y, con el tiempo, pues lo empecé a comentar. Le dije a mi mamá y me dice, ‘yo creo que tienes que ir con la curandera, a preguntarle qué está pasando aquí’. Y fíjate que, cerca de la casa de mi mamá, hay un tope en donde la gente se volcaba, porque venían volando del cerro, y a veces venían con sus mezcales, y en ese tope se volcaban, había muchos difuntos, muy cercano, así, en la esquina cercana de la casa.
“Entonces, nuestro pensamiento… es que quizá mucha gente que ha muerto trágicamente pasa por ahí. El caso es que yo les pedí ayuda, les pedí permiso, y también recé, hice muchos rituales ahí para que me dejaran dormir. No sé si funcionó del todo, pero lo bonito de esto es que de ahí salió la inspiración para “Zapata se queda”.
Lila comienza a cantar los primeros versos de la canción:
“Son las tres de la mañana,
dicen que pena un santito,
bajito y oigo que dice:
‘camínale despacito, ay mamá,
camínale despacito’…
“Y empecé a pensar en los versos de ayuda, de pedirle ayuda también al Caudillo Mayor. Recuerdo que en nuestro país estábamos batallando siempre con la cuestión de la violencia y de la inseguridad.
“Mis cantos van unidos a la conciencia social”
“Creo que siempre nos sentimos desamparados. Siento yo que estamos por etapas diferentes, a veces es por algún gobernante negligente o ha sido mano dura, o a veces porque hay mucha violencia. Hay diferentes motivos, pero siempre mis cantos creo que van unidos a esa conciencia social; qué está pasando ahorita en nuestro país y qué significan esos versos. Muchas veces los versos están dirigidos a los gobernantes o a nosotros mismos. Son esas preguntas las que me impulsan.
—¿Qué géneros dirías que son los que tú cantas? Por ejemplo, “Zapata se queda” me parece una especie de folk regional, ¿para ti qué género es “Zapata se queda”?
—Pues es siempre difícil, ¿no?, definirlo. Pero recuerdo que a mí me gustaba el reggaetón, porque el reggaetón comenzaba, hace un buen rato, incluso ya llevaba unos ocho años de andar el reggaetón, y me gustaba Don Omar, de los primeros reggaetoneros, y me gustaban esas rítmicas, entonces, bueno, también escuchaba a Calle 13, por supuesto. Y yo creo que hubo estas inquietudes de incorporar instrumentos de nosotros, de las bandas tradicionales de México, y un poco la jarana, que también ha figurado importantemente en nuestra música, y la guitarra, y luego elementos más modernos, que hacen que sea esa combinación de cosas modernas y cosas tradicionales.
—Y el resultado es tan espléndido, realmente es una gran, gran canción.
—Muchas gracias.
—Quisiera hablar sobre tu llegada al Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México. Es realmente algo épico. Se han presentado en Bellas Artes cantantes de la talla de Juan Gabriel (1990), y, específicamente, hablando de mujeres que han estado en ese mismo escenario, nada más te han precedido Chavela Vargas (homenaje, 2012) y Lola Beltrán (1976). Ahora fue tu turno, Lila. Eres la primera en llevar no sólo el español, también lenguas originarias de México al mayor recinto de México. ¿Cómo se dio tu llegada al Palacio de Bellas Artes? Y, sobre todo, ¿qué piensas de haber estado presente en el mayor escenario de México?
—Es una celebración de mi vida, de la existencia de la música y sus representaciones diferentes, que yo he tratado de mostrar a través de canciones hechas por mi inspiración, combinada con el conocimiento de otros músicos, y de bandas y de orquestas, de coros, de cantantes, que, a través de los años, hemos invitado en escenarios diferentes de nuestro país. Traté de que fuera una muestra de atrás tiempo. Fue difícil, porque era, ‘¿cómo?, ¿qué voy a escoger?’
“Pero me llevé un buen tiempo, como seis meses, en pensarlo bien, e hice varias listas, y luego fui quitando algunos temas y agregando otros, y también agregando algunos nuevos que queríamos cantar para que estuviéramos motivados, porque eso siempre hace falta, ¿no? Cantar cosas nuevas.
“Y creo que es importante incorporar elementos de la música clásica, porque yo empecé en Bellas Artes con la música clásica. Empecé a dar conciertos en la iglesia, por ejemplo, aquí en mi pueblo, en Oaxaca, canté en la iglesia de San Felipe Neri, recuerdo, fue mi primer concierto que di con canciones de Scarlatti, un compositor italiano.
—¿Cuántos años tenías?
—Tenía dieciséis, porque recuerdo que recién había fallecido mi papá, y empecé a dar conciertos así, en chiquito, ¿no?, pero con una orquesta; luego canté con la Orquesta de Cámara de Bellas Artes, aquí en Oaxaca, y junto con el coro de Bellas Artes canté unas arias de Carmen, de Bizet.
“Y entonces volver a Bellas Artes, pero con mi propio camino, digamos, ése fue el gran triunfo para mí, porque yo me imaginaba cantar en Estados Unidos, en Nueva York, en Las Vegas, como operista; pero es muy diferente cantar en estos foros con su propio concepto de uno.
“Y en ese sentido, pues sí, Juan Gabriel fue un parteaguas, Juan Gabriel yo creo que representa una muestra de la perseverancia y de la fuerza de su carácter para poder lograr algo con una sociedad con mucho prejuicio, pero él demostró que, a través de la calidad y del sentimiento y de la gran euforia que él tenía con su música, pues se podía lograr todo.
“La vestimenta es la expresión desde mi corazón, de mi intelecto, también de mi sensualidad”
—Se podía lograr, claro. Tu vestido en esa ocasión, en el Palacio de Bellas Artes, era negro con detalles de bordados dorados. ¿Ese vestido de dónde viene?
—Ese es un traje charro, que es del Estado de México, fue elaborado por una artesana, una jovencita que se dedica a hacer esto, ellos tienen, creo que le llaman un club, una organización en la que aprenden a conservar su tradición de este traje que se utiliza en las comparsas del carnaval. Y es muy impresionante para mí que viven esas cosas hoy en día, o sea, estamos ahorita en la modernidad, además Tláhuac pues es parte de la Ciudad de México, y están sucediendo estas cosas modernas con la tradición.
“Siempre me emociono mucho con cosas así, digo, ‘me lo voy a poner’, y pesaba muchísimo, ¡pesaba 10 kilos!, pesaba muchísimo el traje, entonces no tuve tiempo de practicar, pero fue una alegría portarlo, una elegancia que tiene… y además, pues ese hilo bordado en oro. Y antes me puse un traje que era también muy cercano a mi corazón, porque es teñido por el caracol púrpura, que es un caracol que pasa por la fotosíntesis para poder teñir el color morado, y este proceso yo lo vi, porque fui a convivir con las tejedoras de Pinotepa de Don Luis, en la Mixteca de Oaxaca.
“Es muy especial ese textil para mí, y me lo puse, el escenógrafo también puso las piernas a los lados con el textil, y también con el petate, que el petate es central en mi vida, el símbolo del petate, pues nacemos en uno, luego nos casamos, yo me casé sobre un petate, y ahora sí que nos petateamos en otro, ¿no? —dice Lila con su dulce y avasalladora risa—. Son símbolos muy fuertes.
—¿Qué es la vestimenta para ti, Lila?
—Es la expresión de mi ánimo, de mi fortaleza, de mi orgullo, de mi duelo, y de la alegría también. Hay momentos en los que estoy muy triste, y me pongo unos colores bien fuertes para levantar, ¿no? O al contrario, como hoy, por fin me sentí un poco más fuerte, me puse negro, fíjate, como lo contrario, ¿no?, de lo que es uno. La vestimenta es muy mi expresión desde mi corazón, de mi intelecto, también de mi sensualidad, como yo creo que lo es para todos, pero a lo mejor no lo analizamos tanto.
—Qué hermoso, sí.
—Es hermoso, sí.
—Tú estudiaste los textiles indígenas en la zona triqui de Oaxaca.
—Sí, sí, ahí fue donde aprendí que las mujeres podemos crear nuestro propio lenguaje. Yo creo que fue mi lección principal: no tener que poner tus ideas y tu experiencia de vida en el lenguaje de otros, sino crear el tuyo, el propio, como persona o como un conjunto, como un grupo, y yo creo que eso fue instrumental en hacerme componer las cosas que compongo y la ruta, digamos, que yo escogí.
—Y como antropóloga también hiciste en esta zona triqui de Oaxaca un estudio sobre el huipil.
—Sí. Está publicado y lo puedes encontrar en internet, se llama Los motivos de las mariposas. Lo puedes bajar.
—Tu atuendo siempre ha sido expresivo, toda tu vestimenta y accesorios. También las joyas, que sé que te gusta mucho la joyería. Incluso también llegaste a hacer joyas.
—¡Sí!, yo hacía joyas.
—Cuéntame un poco sobre tu experiencia en la joyería.
—Pues era un poco en mi etapa más difícil, por un lado, pero también más, yo diría, de las lecciones más grandes, porque yo hacía aretes, hacía collares, principalmente de chaquira, y me gustaba seguir a un grupo que se llama The Grateful Dead, que existió en una época muy hippie. Y también había unas reuniones del arcoíris, se llamaban The Rainbow Gatherings, en Estados Unidos, donde cada estado era sede cada año. Y entonces nos íbamos allá y acampabas y te volvías parte de una familia enorme. Y tenía que ver con el principio de todo.
“A mí me fascinaba conocer por qué tenemos que usar nuestra ropa, por qué somos como somos, por qué nos volvimos tan complicados. Eso me interesaba mucho conocerlo. Entonces, en esas reuniones, pues abordaban desde el nudismo hasta la experimentación sexual y de identidad.
“Y eso fue muy instrumental, me dio una cierta libertad de visión para mí. Como dicen en la comunidad de los hippies: una vez que te vuelves hippie no hay camino pa’ atrás. Vas a ser para siempre porque tu corazón se abre. Es un poco como cuando pruebas hongos o pruebas alguna droga que te lleva en un viaje y te da una enseñanza profunda sobre tu existencia. Y eso funcionó.
—¿Tú has llegado a probar hongos?
—Fíjate que me han dado algunos cocteles que creo que en una ocasión había algo así, y creo por eso ya luego no me animé, y he estado buscando a alguien que sea un poco más estable para hacer un viaje de hongos, como debe ser. Porque en esa ocasión sentí que iba a perder la vida. Fue algo que pasa cuando tienes 18 años, ¿no? —se asoma de nuevo la risa de Lila.
—Claro, hacerlo, pero con alguien más experimentado.
—Claro, experimentado.
—Hablando de la época hippie, tu mamá escuchaba a Janis Joplin. ¿A ti también te gusta?
—A mí también me gusta. Me gusta, creo que cuando estaba chiquita, no estoy segura, pero se oía en mi casa. Entonces, esas cosas se te pegan, ¿no? Y son influencias.
“En la música puedo ser fuerte con mi instrumento y también con mi visión”
—Has llegado a colaborar, por ejemplo, con cantantes como Mercedes Sosa. ¿Cómo fue esta experiencia?
—Muy hermosa, porque ella es una grande que yo no conocía antes de que terminara mi tesis. Cuando hice la tesis sobre el tejido, ahí la escuché cantar “Gracias a la vida”, y no la había conocido. Yo, la verdad, estaba como antropóloga, haciendo mi trabajo de tesis, y yo pensé quizá dejar la música, pero cuando la escuché a ella, como que en esa canción, durante el tiempo que duró, cambié mi idea. Y ahí es donde yo digo que la música tiene ese poder de cambiar, cambiarte totalmente la vida, tu rumbo. Y entonces dije ‘sí puedo volver a la música, creo que en esa área puedo ser fuerte con mi instrumento y también con mi visión’.
—¿Cuál era tu relación con el maestro Toledo, con Francisco Toledo?
—Pues el maestro vino acá a la casa una vez. Aquí está uno de sus maíces, mira, está por acá arriba, el maíz transgénico. Hasta ahí arriba también están los grammies.
—Los grammies, sí.
Lila me muestra la pequeña escultura de bronce hecha por Francisco Toledo, del tamaño de un grammy. Todo lo tiene hasta arriba de su librero de madera, trofeos del arte que son a la vez decoración de interiores.
—Ese maicito de ahí, junto a los grammies, es un maíz que él hizo, él hizo este diseño de un maíz enfermo. Y vino acá a la casa y platicamos sobre el maíz, hicimos un video para una obra que él estaba haciendo en ese entonces sobre el maíz. Y pues sí, nos conocíamos un poquito y pues mucho respeto, muy querido el maestro por toda su valentía. Un ejemplo para todos nosotros sobre cómo pelear por lo que vale mucho.
—Y con su hija, Natalia, la poeta Natalia Toledo, ¿también con ella tienes alguna relación?
—Sí, tenemos algo de amistad. Empezó recientemente, no éramos amigas, éramos conocidas, porque Oaxaca es chiquito. Y además conseguimos una beca cuando éramos jovencitas, 27 años, tuvimos la misma beca del FONCA, que nos daba 2 mil pesos o una cosa así que era la gloria —ríe, recordando aquellos tiempos—, porque logramos hacer mucho con eso.
“Entonces no nos vimos por muchos años y ahora otra vez coincidimos, nos escribimos y nos damos ánimos. Es una mujer muy fuerte y muy solidaria. Gran poeta, grande poeta.
—¿Quiénes son tus escritores o escritoras predilectos?
—Yo creo que Anne Sexton fue alguien muy importante para mí en una etapa de mi vida. En este momento, Wisława Szymborska.
—Ah, claro. Gran poeta polaca.
—Ella me encanta, me encanta. La tengo aquí, mira, porque siempre la estoy…—dice hojeando el libro verde de Szymborska: El gran número; Fin y principio y otros poemas—. Ahorita estoy buscando las cosas que dice de la muerte.
—Sí, los poemas de Wisława son preciosos.
—¿Verdad? También el Alejandro Jodorowsky, que es medio loqui, pero a veces me encanta leerlo, porque siento que es una persona que aterriza, ¿no?, muchas cosas por las cuales uno pasa, como, pues… como ser excéntrico.
“Y últimamente he estado leyendo a este filósofo que se llama Byung-Chul Han, éste lo compré porque me interesaba mucho el concepto del corazón. En parte porque mi marido estaba malo del corazón y en parte porque, bueno, eso rige, rige todo: nuestra manera de hablar, de decir; más a los latinoamericanos.
—Y también te gusta El arco y la lira, de Octavio Paz.
—Ah, claro, ese es como mi libro favorito, el de cabecera. Creo que lo tengo en la Ciudad de México porque cuando voy allá lo hojeo. Hubo una época en la que estaba ahí, junto a mí todos los días. Pero es, sí, es de mucha ayuda ese libro, la verdad, muchas referencias.
—¿Quiénes son tus cantantes predilectos?
—Pues Billie Holiday. Últimamente, mucho quiero a Chavela, y yo creo que me he hecho más fan de Chavela ahora, en el principio de mis cincuentas. Y bueno Lola Beltrán, porque crecí con ella, fue mi grande influencia. Mercedes Sosa también.
Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.
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