La caravana y el encuentro El Sur Resiste son un esfuerzo histórico por visibilizar e informar la destrucción de la región multicultural por donde atraviesan los megaproyectos Interoceánico y Tren Maya. Los principales acuerdos tomados están enfocados en las juventudes indígenas, asediadas por el narcotráfico. Ante la urgencia por la devastación de territorios, resultó un alegre refuerzo de horizontes. Asistentes de Centroamérica dieron cuenta de la interconexión de los megaproyectos en sus países
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Chirro lanza una décima rebelde como mensaje final del Encuentro El Sur Resiste, aunque no le acompañen las jaranas típicas de su pueblo en el Istmo Veracruzano:
“El agua,
el agua es la vida
cuídala, se termina
no queremos el fracking
y tampoco la mina
el territorio es nuestro
nos lo quieren quitar
y no estamos dispuestos
a dejarnos pisotear
a dejarnos pisotear”.
Es un joven de sombrero campesino, integrante del Colectivo Altepee. Su verso refleja el ambiente alegre de la Caravana El Sur Resiste, que recorrió 10 estados del sur-sureste donde impactan los megaproyectos del Corredor Interoceánico y el “Tren Maya”. Chirro y la caravana, como un río, desembocaron en el Caracol Zapatista Jacinto Canek, Chiapas, para un encuentro.
Con el micrófono en mano y el auditorio lleno, Chirro da un mensaje a las personas jóvenes:
“No se desanimen, esto tiene que seguir. Porque a veces la mayoría de la gente que resiste en nuestro es mayor. Pero nosotros tenemos que ser el retoño, como los árboles que mudan sus hojas. Así también nuestra lucha tiene que mudar de hojas, tiene que haber hojas jóvenes para seguir. Allá en mi pueblo, realmente no teníamos mucha información , ni mucho contacto. Y en menos de dos meses, logramos que la caravana llegará y logramos enterarlos de lo que está pasando”.
En el Caracol, antes y ahora Universidad de la Tierra, 940 personas expresan su consentimiento y toman acuerdos para hacer campañas informativas “intensas” traducidas en varias lenguas (indígenas o extranjeras), acciones dislocadas el 12 de octubre de 2023, mapeo de los megaproyectos, empresas, academias, resistencias y alternativas de autonomías rebeldes; hacer en adelante un monitoreo y visibilización de los pueblos donde pasó la caravana y encuentros regionales.
El acuerdo que me parece más interesante es enfocar en jóvenes los encuentros regionales, utilizar el arte y la creatividad para la lucha por la tierra y el agua, compartir con talleres, formación política u otros esfuerzos pedagógicos la sabiduría de siembra de la milpa, porque se está perdiendo.
“Los jóvenes necesitan levantar la bandera de la vida”, dijo Bettina Cruz, mujer binnizá de Juchitán que es integrante de la Asamblea de Pueblos del Istmo en Defensa de la Tierra y el Territorio.
En este encuentro es una constante escuchar algo que antes yo no escuchaba tan pronunciado en los encuentros: el narcotráfico cooptó a los jóvenes en toda la región sur sureste, los envenenó.
Se suma a que los pueblos están extremadamente divididos por las dádivas de los programas sociales y diferencias de tácticas de luchas. La caravana atestiguó cómo la mayoría quiere los trenes, pero desconoce qué conlleva la entrada de estos megaproyectos, pues son más que trenes.
“Fue muy importante el paso de la caravana en Felipe Carrillo Puerto, porque sacudió muchas conciencias. Se comenzó a hablar de algo que no se está hablando, que es la devastación de la selva que está ocasionando la construcción del tren”, cuenta Ángel Sulub, joven maya peninsular, integrante del Centro Comunitario U kúuchil k Ch’i’ibalo’on.
De acuerdo con Ángel, uno de los puntos más importantes es que la caravana permitió que se encontrarán con más personas de su propia de Felipe Carrillo Puerto que no quieren el tren u unirse.
“Pudimos sentir la hostilidad también de la comunidad, no? O sea la gente que que defiende a capa y espada un proyecto que le llaman un proyecto de nación o un proyecto político o a un personaje no que no necesariamente la gente conoce como todas las implicaciones de de esas decisiones que se están tomando”, cuenta Angel Sulub, maya peninsular.
Las tres principales radios locales, que nunca hablan del descontento, en esta ocasión tuvieron que hablar del tren y sus consecuencias. La caravana ayudó a romper el cerco informativo, pues en todo el recorrido por Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Campeche, Yucatán, Quintana Roo, se dieron cuenta de la falta de información sobre las consecuencias y de lo que tratan estos megaproyectos.
“Seis personas en México que podemos decir los nombres y apellidos concentran ingresos ingresos ocho veces superiores a los más de 60 millones de mexicanos y mexicanas en pobreza y en pobreza extrema. Se trata de una crisis global y civilizatoria nunca antes vista que nos obliga a tener la entereza para intentar algo nada pequeño. La destrucción de este sistema capitalista y patriarcal en realidad no podemos estar a la mitad”, dice Carlos González, integrante de la comisión coordinadora del CNI, en su análisis.
El Sur Resiste es un esfuerzo histórico para hacer frente a la destrucción. Es ahora la semilla de algo más grande, pues provoca conciencias, información, un despertar, que tendrá continuidad más allá de que inauguren los megaproyectos de trenes, como dijo el gobierno en diciembre.
“La guerra de despojo recién empieza y va a durar mucho tiempo”, asegura Raúl Zibechi, periodista y educador popular, quien da un análisis durante el encuentro, y asegura que las guerras de despojo son estructurales y así hacen la estructura del capitalismo. Enfatiza en la militarización que viven los pueblos de México a Wallmapu en Chile, y la incongruencia de su imposición por gobiernos de la izquierda, que siempre ha sido antimilitarista.
“El diagnóstico del EZLN de la Cuarta Guerra Mundial se ha hecho hace más de dos décadas. Nos parece totalmente acertado y totalmente correcto. Vivimos una guerra de despojo contra los pueblos para limpiar el territorio”, acentúa Zibechi, quien agrega que el narcotráfico es sistémico. Las personas que entran al narco, vistas desde abajo, son pobres, sin futuro, donde la desigualdad bloqueó el ascenso social y ven un atajo.
Carlos González ve con preocupación el militarismo como fuente o como mecanismo de acumulación de capital que con el neoliberalismo que adelgaza el Estado, este se vuelve un agente activo del proceso de acumulación y ganancia capitalistas, para imponer megaproyectos. Apunta a la mano larga del Pentágono para imponer los megaproyectos.
Ve con tristeza veo y preocupación la complicidad de carteles e instituciones de gobierno, que no disminuye, “vuelve a crecer en un año preelectoral, en este año 2023 y no me van a dejar mentir pues aquí en Chiapas no habían vivido nunca lo que escuchaban que se vivía en Tamaulipas, en Sinaloa, en Jalisco, en Guanajuato, en Guerrero, en Michoacán, en Jalisco, en Colima, ahora se está viviendo aquí”.
El Sur Resiste pone de modo central la espiritualidad, las mujeres, la medicina tradicional, las ceremonias, la partería para las tácticas de lucha por la vida.
“La autonomía se ha convertido ya en un sentido común. Y esto me parece que es una conquista importante”, asegura Zibechi quien señala la importancia de la espiritualidad de los pueblos, como horizonte para sostener la lucha por la tierra que es de largo aliento.”No hay una lucha final”, dice.
Y es transfronteriza… En Centroamérica contemplan por lo menos 7 trenes que conectarán con los megaproyectos mexicanos. En la Caravana y el Encuentro participaron activistas internacionales, y los de esta región fueron fundamentales para observar los megaproyectos en la región de Mesoamérica hasta Panamá y cómo se conectan con México, todo en el orden energético, agroindustria, ferroviario y comercial de traspaso de mercancías.
Hay delegaciones destacadas de aliados de 30 países y varias partes del mundo, resalta la participación de amplias delegaciones europeas, ya que la convocatoria también es resultado de las alianzas que se tejieron con la Travesía Zapatista por la Vida.
Para la activista chicana Natalia Toscano, integrante de la red Sexta Grietas Norte de EU, la caravana es histórica. Ella la recorrió. Ahora es más consciente que la migración de mexicanos al país gringo es porque les despojaron de sus tierras y su modo de vida, como a sus parientes, y por eso ella vive allá.
Natalia asegura que en Estados Unidos no se sabe nada de la destrucción de los megaproyectos en el sur sureste, y ahora atestiguar la destrucción le permite difundir más allá de las redes de activistas, pues quedó impactada de lo que vio a lo largo de la caravana.
“Fue muy impactante donde están construyendo el tren en varios estados, se veía donde estaban quitando todos los árboles y estaban preparando la tierra, no para el tren empezar a construir las vías. Las raíces de los árboles muertos por fuera de la tierra. al aire. Secándose. Es importante visibilizar esto porque no solo afecta a México, nos va a afectar en todo el mundo”, dice la activista quien utiliza algunas palabras en inglés de vez en cuando.
La idea la refuerza José Luis Santillán del Centro de Investigación en Comunicación Comunitaria, quien también recorrió el sureste y ahora participa en el Encuentro El Sur Resiste.
“Hacía falta mucha información. Creo que ese es un gran logro de esta caravana. Yo creo que es un parteaguas comunicativo del movimiento social en México y en el mundo, que está viendo la magnitud de lo que implican los megaproyectos de tren maya e interoceánico”, comparte José Luis.
Todas las personas entrevistadas coinciden: hay un sentimiento agridulce en la caravana, por un lado el dolor y la tristeza de ver en terreno la devastación ambiental y el desgarramiento del tejido social.
Pero por el otro, ver la alegría y espiritualidad, la comida y las tradiciones de los pueblos quienes integraron los 10 puntos del recorrido. El horizonte se vuelve esperanzador al encontrarnos. El Cideci Caracol Jacinto Canek luce lleno de activistas como no sucedía hace por los menos cuatro años. Una marimba ameniza los tiempos libres de las mesas de trabajo.
De acuerdo con Mario de la APIIDT, quien participa en la organización de los eventos de El Sur Resiste, destaca la pluralidad de fuerzas, organizaciones, comunidades, pueblos y colectivos que participaron. Esto para él es muy valioso, ya que la caravana mostró la capacidad de articulación de distintos actores.
Abigail López Ramírez, una mujer de menos de 18 años, nahua de Santa María Zacatepec recorrió la Caravana y ahora, desde el encuentro, asegura que integrar a los jóvenes es fundamental ante la devastación.
Destaca que en Oteapan había muchos jóvenes que les recibieron, y eso para ella fue alentador ya que en su pueblo es difícil integrar a la lucha por la tierra y el agua a las juventudes.
“Las personas están a favor de esos proyectos porque el sistema los ha convencido de que eso es bueno, que eso es un progreso para sus comunidades. Sin embargo, nosotros sabemos que no es progreso. Ya lo decía la compañera Marichuy: ‘si eso es progreso, entonces no lo queremos’”, dice Abigail con una mirada tímida.
Toca que las juventudes alcen la bandera de la vida, como horizonte y esperanza para el mundo.
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Botas llenas de Tierra. Tejedora de relatos. Narro sublevaciones, grietas, sanaciones, Pueblos. #CaminamosPreguntando De oficio, periodista. Maestra en Comunicación y cambio social. #Edición #Crónica #Foto #Investigación
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