El freno social del Corredor Interoceánico

29 abril, 2023

Desde el bloqueo de las obras del Corredor Interoceánico en Mogoñe Viejo, Oaxaca, integrantes de la caravana El Sur Resiste lanzan consignas de rechazo al megaproyecto. Este bloqueo ha durado más de dos meses. Foto: Arturo Contreras

Diferentes colectivos indígenas intentan detener la construcción del Corredor Interoceánico en su paso por Oaxaca. Su esperanza se centra en detener el proyecto, que ha avanzado gracias a la cooptación política de algunos de sus representantes. La caravana El Sur Resiste atravesó estos territorios para hermanar sus luchas

Texto y fotos: Arturo Contreras Camero 

GUICHICOVI, OAXACA.- Entre matorrales secos y pitayas en fruto (un tipo de cactus que da un fruto rojo y dulce), un centenar de personas miran cómo se siembra un guayacán, un árbol de la región. Es el primer ejemplar de una reforestación que busca frenar la instalación de un parque industrial en esta zona, parte del proyecto del Corredor Interoceánico. 

El corredor es uno de los proyectos de desarrollo del sureste impulsados desde la administración del presidente López Obrador. Contempla la rehabilitación de las vías del tren que corren de Coatzacoalcos, en Veracruz hasta Salina Cruz, en Oaxaca para crear un corredor de mercancías que conecte el Pacífico con el Atlántico. También incluye la construcción de 10 parques industriales a lo largo del trazo.

Quienes observan son parte de la caravana El Sur Resiste, un esfuerzo emprendido por organizaciones adscritas al Congreso Nacional Indígena. Los acompañan académicos y activistas de Europa, con quienes forjaron lazos de cooperación en 2021, cuando cruzaron el Atlántico en un viaje junto con miembros del Ejército Zapatista de Liberación Nacional buscando contra este proyectos y otros, como el Tren Maya.  

“Aquí es donde el gobierno quiere hacer su dinero y no dejar nada para la comunidad”, dice sobre estas tierras David Hernández Salazar, agente municipal de Puente Madera, la comunidad a la que pertenece este territorio y que lo defiende a capa y espada. 

El Pitayal, como llaman a este bosque caducifolio, es fuente de insumos para su subsistencia. Aquí recolectan frutas, y madera que usan las mujeres para la preparación de totopos istmeños, típicos de la región y sustento de la economía de muchas familias. También es hogar de diversas especies como venados, armadillos, iguanas y coyotes. 

Marcha de la caravana El Sur Resiste por la carretera que pasa por Mogoñé Viejo, Oaxaca, por donde se pretende que pase el Corredor Interocéanico. Foto: Arturo Contreras

“Muchos dicen que esta es tierra salitrosa, que no produce. Pero por mucho tiempo le ha dado un gran beneficio a nuestro pueblo. Durante muchos años le ha dado sustento a las comunidades. Aquí la comunidad viene a traer su leña para los totopos que comercia en Juchitán y sin él y nos quitan la subsistencia”, añade David Hernández durante el acto. 

El Pitayal está en riesgo de quedar sepultado bajo el cemento y acero de un parque industrial de 360 hectáreas que se pretende construir. Quienes usan sus servicios ambientales temen que esto signifique el final de su pueblo, de sus tradiciones y de su sustento. 

Para Eliot Escobar Gómez, abogado de Sol Rojo, otra organización del Istmo que acompaña y asesora a varios pueblos indígenas en la región, el proyecto industrial pretende vender castillos en el aire a quienes viven aquí.

“Sus promesas solo sirven para dividir a quienes viven en estos municipios; llegan como quien vendía humo en el siglo pasado. Sí, están rehabilitando la carretera, la vía del tren y los polígonos de bienestar, pero hasta el momento nadie aquí es socio o se está beneficiando de estos trabajos. En cambio, modifican la relación entre la tierra y las personas, mientras la infraestructura sigue siendo muy pobre. No hay agua, no hay luz, mucho menos recolección de basura”. 

De qué le sirve a estas personas un pedazo de carretera o de tren si ya no tienen tierra que trabajar, o si su construcción solo va a arrojar más procesos de resistencia ante un proyecto con visión meramente capitalista, cuestiona el abogado. 

El viejo esquema de dividir y comprar

Cien kilómetros al norte de Puente Madera se encuentra el poblado de Mogoñe Viejo, por donde también pasará el tren Interoceánico. Desde hace 60 días un grupo de ejidatarias y habitantes de la región decidieron bloquear las obras férreas porque el gobierno no cumplió con los compromisos de construir espacios comunitarios y clínicas de salud en la localidad. De fondo, queda la defensa del ambiente y de los recursos de esta región. 

Sin embargo, por la mañana de este viernes 28 de abril elementos de la Policía Estatal de Oaxaca, de la Guardia Nacuonal y de la Marina desalojaron el plantón que mantenían pobladores de Mogoñé Viejo sobre las obras del Corredor Interoceánico.

Adela Severo, una de las personas ahí presentes fue golpeada por estos estos elementos y llevada detenida a Oaxaca junto con Maria Magdalena Martinez Isabel, Fernando Hernandez Gomez, Adela Severo Teodoro, Esperanza Martinez Isabel, Elizabeth Martinez Isabel y Eliodoro Martinez Isabel. En el lugar se analizan las condiciones para volver a montar el plantón y continuar con el bloqueo de las obras.

“Lo que nosotras estamos queriendo impedir es que se destruya toda esta naturaleza, porque nosotros los mixes estamos muy relacionados con la naturaleza, la apreciamos y la cuidamos. Es nuestro modo de vida” , comenta sobre el bloqueo Concepción Martínez Isabel, ejidataria de la zona que vive junto a las vías y que organizó la toma de las obras. 

“Al inicio dijeron que sí iba a ser así, que se iba a tomar en cuenta al municipio y a la autoridad ejidal, pero como cada tres años hay cambios de autoridad ejidal, el que quedó en esta ocasión, pues prácticamente ya no tomó en cuenta esa unidad mi la voluntad de la asamblea. No respetaron el acuerdo de que las obras solo iban a usar 4.8 metros de las vías para afuera; de que no iban a afectar y que si llegasen a afectar, se harían responsables, pero no. Cortaron árboles. taparon arroyos con la grava que sacaron y están afectando los nacimientos de agua”, añade Concepción. 

Hasta hace un año, antes de que cambiara la representación ejidal, una de las autoridades que negociaron las condiciones de la obra, el plan incluía la creación de un centro social, una casa de salud con medicamentos suficientes para la población y la creación de un pozo profundo, sin embargo, nada de esto ha llegado. En cambio, desde diciembre de 2022 llegó la marina a encargarse de la obra y de su seguridad. Sus elementos violentan a quienes están en el plantón y los acosan con sus rondines cotidianos, como dice la lideresa ejidal.

Por si fuera poco, ninguna autoridad se ha tomado la molestia de explicar las implicaciones del proyecto en la comunidad. No se le sha informado si el tren va a estar bardeado, a qué velocidad va a pasar ni quiénes podrán utilizarlo; tampoco qué pasará con los cruces de caminos por los que atravesará, mismos que son usados por habitantes de otros poblados cercanos. 

Ceremonia de agradecimiento y reforestación desde el monte de El Pitayal, donde se pretende construir un parque industrial de 360 hectáreas sobre un bosque perenne caducifolio que brinda servicios ambientales y sustento a pueblos como el de Puente Madera, en Oaxaca. Foto: Arturo Contreras

Una amenaza que se expandirá hacia el sur

Kilómetros al sur del Istmo de Tehuantepec, uno de los puntos má australes del Corredor Interocéanico, los pobladores de El Progreso, al sur de Pijijiapan, constatan que el proyecto ferroviario continuará, pero sin una pisca de consenso popular ni procesos de consulta ciudadana; por lo que ya inician sus estrategias de resistencia. Esto no es nuevo para los pobladores de este poblado, quienes desde hace 26 años se levantaron contra las altas tarifas de luz que los sorprendieron. 

“Hemos logrado que estos proyectos no aterricen en nuestra región», dice Nataniel Hernández, del centro de derechos humanos, Digna Ochoa al contar cómo han contrarrestado proyectos eólicos e hidroeléctricos que pretenden ampliar su presencia. A pesar de que alrededor ya existen proyectos de generación eléctricos como estos, sus pobladores enfrentan recibos de luz que van de los mil 500 a los 5 mil pesos, a pesar de que en sus hogares con dificultades tienen más de tres focos y un refrigerador. 

“Después de la instalación de estos proyectos, en 2006 buscaron meter cuatro minihidroeléctricas en cuatro ríos, por lo que nos organizamos para decir que no. Ahora, además estamos intentando impedir un gasoducto que quieren construir desde hace tres años. Más recientemente, el gobierno tiene prevista la construcción de la autopista Pijijiapan-Palenque para conectar con la ruta del Tren Maya. Por eso seguimos organizados y en resistencia; hasta el momento hemos logrado detener su construcción, pero creemos que el actual gobierno va a insistir”.

El plan del gobierno incluye la ampliación del proyecto ferroviario del Corredor Interoceánico desde Oaxaca hasta Guatemala, cruzando por la costa de Chiapas para crear un corredor comercial y energético que, además de mercancías, lleve el gas y la generación de energía a Centroamérica. 

Sin embargo, la gente de El Progreso no está consciente de lo que implicarán estas obras. A la población no han llegado brigadas informativas desde el gobierno, como lo constatan los estudiantes de la secundaria José Vasconcelos, que interrumpieron sus clases para ver la caravana pasar y recibirla en sus colonias. 

En el monte del Pitayal, donde se busca construir un parque industrial de 360 hectáreas, un hombre baja pitayas maduras de un árbol. Este tipo de frutas silvestre son parte del sustento de los pueblos que rodean esta zona natural. Foto: Arturo Contreras

“¿Ustedes saben que por aquí se pretende construir un tren que vendrá desde Oaxaca?”, se le pregunta a los muchachos uniformados de blanco y rojo. Se miran entre ellos, sorprendidos, sin saber dar más información. Su maestro, el profesor Agustín Vargas, complementa sus caras estupefactas diciendo que en la región no ha habido ni una sola campaña informativa. 

Tampoco Jaime Robles, habitante de la comunidad de 58 años ha recibido algún tipo de información oficial sobre el proyecto. Cuenta que se enteró del plan ferroviario apenas hace unos meses, cuando llegaron personas a marcar las vías del tren en desuso que pasan por su casa. 

“Llegaron a poner marcas cada tres o cuatro metros, pero no nos vino a decir nadie de por qué o para qué. Hasta ahora no nos han dicho nada de esto, lo único que sí nos dijeron es que teníamos que ir a los rieles de las vías para tomarle foto al código que habían puesto ahí, para que nos reubiquen. Dicen que del centro de las vías, a 15 metros, no puede haber nada. Hay gente que sí se va a llevar su casa. La mía tal vez la libre, aunque sí agarra una parte que apenas estoy construyendo, unos baños”, cuenta el señor Jaime. 

Según dice, desde hace un año el rumor de las obras del tren rondan la comunidad, pero no ha habido una brigada oficial que les informe ampliamente del proyecto. Sin embargo, desde hace más de un año, desde las oficinas del Corredor Interoceánico se proyectó la conexión entre el ferrocarril de Guatemala y el tren que pasará por el Istmo de Tehuantepec y que cruzará la frontera a través del puente internacional Rodolfo Robles, que conecta las ciudades de Tecún Umán, Guatemala con Ciudad Hidalgo en México. 

Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.