La pandemia de covid nos mostró que se pueden tomar decisiones radicales que tienen impactos importantes en nuestra huella ambiental. Si del mismo modo se respondiera a las pandemias silenciosas que nos asuelan, como obesidad, desnutrición y contaminación del aire y del agua, tendríamos una humanidad más próspera con un planeta más saludable
Twitter: @eugeniofv
La pandemia de covid-19 que asuela a la humanidad y las cuarentenas y cierres que para contenerla se han impuesto en casi todo el mundo le dieron a la naturaleza un respiro. Este año, el “Día del Sobregiro Ecológico” (Earth Overshoot Day, como se le llama en inglés) se retrasó casi un mes, para caer el 22 de agosto, en lugar del 29 de julio como el año pasado. Sin embargo, como señala la Red de la Huella Global -el grupo de científicos que calcula cuándo cae este día-, “la verdadera sustentabilidad que nos permitirá a todos florecer sobre la Tierra sólo puede lograrse por diseño, no por un desastre”.
El Día del Sobregiro Ecológico marca la fecha en la que la demanda de recursos de la humanidad para un solo año rebasa la capacidad de la Tierra para regenerarlos en ese mismo periodo. Si, por ejemplo, esa fecha cayera en el 31 de diciembre, estaríamos en perfecta relación con el planeta. En cambio, hoy necesitaríamos 1.6 planetas para garantizar nuestro modo de vida, y eso que estamos en medio de una crisis económica global. Durante toda la década anterior el cálculo de los científicos indicó que la humanidad consume 1.75 planetas.
El problema es que este respiro esconde, en realidad, un espejismo. La única razón por la que se dio esta contracción de la huella ecológica es que la producción de bienes materiales y el transporte de gente y mercancías disminuyeron enormemente para frenar los contagios de coronavirus en el mundo. El año que viene o dentro de dos años que las economías del mundo reboten, también rebotará nuestro consumo de recursos. De nuevo, nos acabarán faltando tres cuartos de planeta para sostener nuestra forma de habitar la Tierra.
Con todo, lo que pasó este año nos arroja lecciones muy importantes. De entrada, que se pueden tomar decisiones de emergencia, radicales y que sí tienen impactos importantes en nuestra huella ambiental. Si además de responder a esta pandemia, que golpea tan rápido, se respondiera a las pandemias silenciosas que nos asuelan -como la obesidad, la desnutrición, la contaminación del aire y de las aguas del mundo-, y si se hiciera de forma que no detuviera a la economía, sino que la llevara en otra dirección, tendríamos una humanidad más próspera con un planeta más saludable.
Las claves se han dicho una y otra vez, y entre ellas están las cadenas cortas y la relocalización de la economía. En el caso de la alimentación, por ejemplo, esto implica construir sistemas alimentarios centrados en abastecer dietas sanas, basadas en alimentos locales, obtenidos lo más directamente del productor que sea posible y, mientras menos procesados, mejor. Esto reduciría enormemente la huella de carbono de la comida, porque se reducirían las distancias que debe recorrer, y los beneficios de satisfacer esa demanda de alimentos se distribuirían entre más productores más pequeños, beneficiando menos a las grandes corporaciones.
Impulsar la relocalización de la producción de otros bienes también tendría un enorme efecto en ese mismo sentido. Ciudad de México, por ejemplo, tiene una enorme cantidad de pequeñas fábricas textileras. Si se lograra que esas empresas produjeran productos de calidad, y si se facilitara su contacto con los consumidores, se daría un gran primer paso para reducir la huella ambiental de los chilangos y para dejar de dar dinero a las grandes empresas maquiladoras globales, que en cambio se quedarían los pequeños empresarios de la ciudad.
Para combatir la pandemia de covid-19 se tomaron decisiones muy difíciles, muy dolorosas y muy necesarias. ¿No sería hora de tomar decisiones igual de importantes, que además son mucho menos dolorosas, y que nos permitirían regenerar la naturaleza y el tejido social, además de combatir otras pandemias igualmente dañinas?
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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