México es uno de los países del mundo donde más se consumen y fabrican botellas de plástico; por ello, se ha vuelto muy común la recolección de las tapas de todas estas botellas de pet, pero cuál es el impacto de esta labor en el medio ambiente y por qué en la comunidad mexicana se piensa que esta práctica contribuye a mejorar nuestro entorno
Texto: Regina Piña / ZonaDocs
Foto: Zona Docs
QUERÉTARO.- El Informe Nacional de Fuentes de Contaminación Plástica establece que en México cada persona consume alrededor de 66 kg de plástico y genera 59 kg de residuos al año. De acuerdo con Greenpeace México menos del 6.1% de los residuos plásticos se reciclan en el país. La falta de reciclaje ocurre, en gran parte, porque se desconoce cómo es el proceso.
El mundo del reciclaje es muy amplio y puede parecer intimidante, pero existe un tipo de plástico muy presente en la vida de los mexicanos cuyo reciclaje es sencillo y viable: las tapas de todas las botellas de pet que consumimos.
En distintas ciudades de México pueden encontrarse contenedores para las tapas de botellas de plástico, pues están en tiendas de autoservicio, plazas comerciales, escuelas y restaurantes. Muchas personas depositan ahí sus tapitas, pero pocas realmente saben qué pasa con este residuo y si en realidad esto tiene un impacto positivo en el ambiente.
Se estima que cada minuto se venden un millón de botellas de plástico en el mundo, informa National Geographic. Estas botellas pueden ser de bebidas, productos de higiene personal, medicamentos, productos de limpieza, etcétera.
El plástico más presente en el mercado es el PET (Tereftalato de polietileno), ya que se encuentra en botellas de agua y refresco. Los plásticos que comúnmente acompañan al PET son el PP (Polipropileno) y HDPE (Polietileno de alta densidad), que se encuentran en las tapitas de las botellas y cuyo reciclaje es mucho más sencillo que el de otros plásticos.
Existen organizaciones que cuentan con centros de acopio o contenedores de recolección que se encargan de reunir cantidades grandes de residuos para después llevarlas a recicladoras.
Banco de Tapitas es una asociación que recolecta tapitas en todo el país para generar recursos económicos y apoyar, con ello, a niños y niñas con cáncer. Tienen distribuidos a lo largo del país contenedores en forma de corazón, pero también cuentan con centros de acopio en donde se pueden llevar directamente las tapitas.
Grupo AlEn es una empresa mexicana que comercializa productos de limpieza como Pinol y Cloralex. Tiempo después de su fundación se adentraron en la industria del reciclaje, principalmente de PET y PP. Además de su colaboración con Banco de Tapitas, su presencia en el resto del país le ha permitido colaborar con otras asociaciones que también apoyan a niños y niñas con cáncer como Amanec y Luchando por Ángeles Pequeños.
“Las tapitas se recolectan casi cada semana o cuando ya están llenos los contenedores y los traemos aquí. Cuando juntamos ya una o más toneladas esto se lleva a la recicladora del Grupo AlEn”, comenta Juan Carlos Hernández, encargado de Logística en el Banco de Tapitas.
Las tapitas también pueden ser llevadas directamente a esta recicladora y seguir apoyando a personas de bajos recursos, ya que cuentan con programas sociales propios.
Cuando las tapitas llegan al centro de reciclaje, se limpian para evitar cualquier tipo de contaminación y se separan de acuerdo al tipo de plástico. Después de ser trituradas en trozos, se presionan y se funden a altas temperaturas para crear pequeñas bolitas. Esta nueva materia prima se vende y se distribuye a empresas que la utilizan para fabricar nuevos productos de plástico.
Ana Suárez, empleada de la recicladora Green Recycling en Querétaro, comparte que con las tapitas que ellos reciclan se pueden fabricar mangueras, muebles, tuberías, topes de velocidad, escobas, entre otros. De acuerdo con Iberoplast, cuando se producen materiales plásticos con plástico reciclado el uso de energía puede disminuir hasta un 88%.
Lo que diferencia a Grupo AlEn es que, además de hacer todo el proceso de reciclaje, utilizan este nuevo plástico para fabricar los envases y nuevas tapitas de sus productos de limpieza; ya cuentan con envases que son 100% de plástico reciclado. Actualmente estiman que por año reciclan alrededor de 50 mil toneladas de plástico, convirtiéndolos en una de las recicladoras más grandes del país.
El reciclaje de las tapitas no sólo beneficia al medio ambiente, sino también a diferentes causas sociales. Muchas de las asociaciones que se dedican a la recolecta de este plástico cuentan con programas sociales a donde destinan sus recursos a diferentes causas, la más común siendo el apoyo a niños y niñas con cáncer.
Banco de Tapitas actualmente cuenta con seis programas sociales y durante su historia han ayudado directamente a mil pacientes e indirectamente a través de sus colaboradores a más de dos mil pacientes de cáncer.
De igual manera, algunas recicladoras en el país desarrollaron programas sociales propios y al mismo tiempo colaboran con otras asociaciones con el objetivo de garantizar acceso a la salud a un sector de la población precarizado. La recicladora Grupo AlEn activamente colabora con siete asociaciones nacionales que también militan en la lucha contra el cáncer infantil y tienen programas para dar becas educativas y donativos de productos de limpieza.
Después de tomar la decisión de reciclar las tapitas, la ciudadanía puede decidir con qué causa social conecta más para escoger en dónde depositará sus residuos. Además de poder contribuir a la disminución de contaminación en el planeta, el reciclaje de este material también hace más accesible el poder apoyar una causa social, pero esta decisión depende del consumidor.
Cuando las tapitas simplemente se depositan en el bote de basura, estas pasan a ser un simple residuo más. La gran mayoría del plástico que tiramos en la basura es incinerado o pasa por un proceso de descomposición de cientos de años, ya que no es biodegradable.
Después de que el plástico termina en el mar, su degradación por las olas, los vientos y el calor lo convierten en pequeñas partículas de menos de 5 mm llamadas microplásticos.
La fauna marina llega a ingerir estos microplásticos y por ende nosotros los ingerimos cuando comemos mariscos. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en España estudió 102 alimentos provenientes del mar y encontró que el 68% estaba contaminado con microplásticos.
Esta ingesta puede generar problemas intestinales, inflamación y alteraciones en el metabolismo energético. A su vez, los microplásticos también habitan en el ambiente y su inhalación puede causar problemas respiratorios.
La incineración de la basura supone un alto riesgo para la salud, ya que libera residuos tóxicos al aire como gases ácidos, furanos y gases y dióxido de carbono. Estos residuos pueden causar problemas respiratorios, cáncer y daños en el sistema endocrino y nervioso. Las cenizas tóxicas generadas se depositan en rellenos sanitarios, contaminando el suelo y el agua. De acuerdo con Greenpeace estos depósitos se realizan en zonas alejadas de las ciudades, afectando así en su mayoría a un sector de la población más vulnerable.
La cultura del reciclaje en México ha ido creciendo conforme pasan las generaciones. Este crecimiento, junto con otros factores, se debe a la difusión de información para acercar al consumidor al reciclaje. De acuerdo con la Anipac, en México, se reciclan 1.9 millones de toneladas de plástico al año. El tercer plástico más reciclado es el PP (Polipropileno), material con el que se fabrican las tapitas.
La asociación de Ecología y Compromiso Empresarial compartió que seis de cada diez botellas de PET son recuperadas, y que a pesar de que el avance en el país es lento sí ha habido progreso. De todo el plástico que se recicla, el 64% regresa a ser envases, por encima de países como Brasil (42%) y Estados Unidos (31%), contribuyendo a la economía circular en el país.
“Uno de nuestros compromisos es la circularidad. Nosotros ya reciclamos más plástico del que ponemos en el mercado”, comenta Diego Borrego, Gerente de Sostenibilidad en Grupo AlEn.
Responsabilidad social de la ciudadanía y las empresas
Todas las cifras sobre el reciclaje, el plástico fabricado y la cantidad de basura que se genera llegan a ser abrumadoras y frenan a las personas de querer tomar acción porque creen que lo que se requiere para ayudar al medio ambiente es muy complicado.
La práctica de recolectar tapitas puede parecer sencilla a comparación de otros esfuerzos más grandes, pero la recaudación y el reciclaje de este residuo tiene un papel significativo en la lucha para disminuir la contaminación.
Dentro de la ciudadanía existe una responsabilidad social ambiental para preservar nuestro entorno llevando a cabo una serie de acciones para contrarrestar nuestra huella ambiental. Según datos de la Gaceta UNAM, en México se consumen 163 litros de refresco por persona al año y una familia mexicana destina el 10% de sus ingresos en la compra de refrescos. Además de las terribles consecuencias que esto tiene en la salud, este consumo tan elevado genera una cantidad muy grande de residuos de PET y PP.
Los índices de reciclaje subirían exponencialmente si todo este plástico no solo terminara en la basura. Las acciones individuales son clave para no llevar al planeta a su límite, pero hay otros factores y actores que también juegan un papel importante.
En los últimos años algunas empresas han invertido esfuerzos en recalcar al consumidor que hay acciones que pueden tomar para cuidar el ambiente; sin embargo, estas empresas fallan en reconocer que en ellos también recae la responsabilidad social ambiental.
Gran parte del tiempo el consumidor se ve obligado a consumir plástico porque no hay otras alternativas, y cuando las hay dejan de ser accesibles. La economía circular establece que se deben compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes para extender el ciclo de vida de un producto.
El modelo de la economía circular en México sigue en crecimiento. Empresas como Bonafont, Danone, Natura y PetStar han estado intentando aplicar esta estructura a su modelo de negocios durante estos últimos años. Aunque también hay diversos riesgos en sus modelos como se denunció en el reportaje: “La infinita máquina de hacer botellas“.
Los esfuerzos para reducir la huella ambiental deben ser colectivos. No se trata de satanizar al plástico o de poner toda la responsabilidad solo en las empresas o solo en el consumidor. Cada sector de la población tiene una responsabilidad para asegurar que el planeta no se deteriore antes de que sea muy tarde.
La recolección y el reciclaje de las tapitas de las botellas es un primer paso para comenzar a desarrollar hábitos que beneficien al planeta. Estos pequeños pedazos de plástico representan un paso para acercarnos a la reducción de residuos y asegurar un futuro en el que la contaminación ya no sea un problema global.
Este trabajo se publicó originalmente en ZONADOCS, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Puedes consultar aquí la publicación original
Portal periodístico independiente, conformado por una red de periodistas nacionales e internacionales expertos en temas sociales y de derechos humanos.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona