18 febrero, 2021
Maltratar al gremio periodístico ya es una tradición en México, ahora la violencia verbal es la constante, en redes sociales y desde el poder
Twitter: @vgarciadeleon
“¿Usted usará cubrebocas ahora que padeció la enfermedad?”, preguntó el periodista Carlos Tomasini, del sitio CodigoLibre.mx, a López Obrador. El hecho fue bastante difundido el pasado 8 de febrero, día en el que el presidente retomó las conferencias matutinas después de recuperarse de covid-19.
Su intervención, que fue simplemente preguntar, le mereció un ataque tupido a través de Twitter. Apenas dos horas después de la conferencia, le llovieron comentarios ofensivos que fueron desde “periodista deshonesto” para adelante. Él sugiere que el grueso de los mensajes no provenía de usuarios reales sino de bots: “Tienen la misma ortografía y sintaxis, (…) como a las 10 u 11 de la mañana se pusieron a trabajar; de 2 a 3 se fueron a comer y regresaron otra vez”, infiere Tomasini en una entrevista en WRadio.
No son extraños los mensajes de odio en esta red social. Sin embargo, el caso de los periodistas atacados se ha vuelto una constante en esta administración. Sucede frecuentemente después de que participan en alguna conferencia mañanera, solo preguntando, o cuando se difunde información que no es favorable al gobierno.
El año pasado fueron públicos los casos de las periodistas Carmen Aristegui y Reyna Haydee Ramírez, pero no los únicos. La primera denunció en su programa el ataque en redes sociales después de publicar una investigación que evidenció que Notimex usa bots para atacar a periodistas. Un par de días después, la historia se repitió para Reyna Haydee, reportera de Pie de Página, tras cuestionar a López Obrador por qué permitía que Sanjuana Martínez, directora de Notimex, no respetara la huelga de dicha agencia.
El ataque a periodistas adquiere una dimensión distinta, aunque no mayor, a un ciudadano de a pie, porque en ellos recae el deber social de informar y porque la libertad de prensa y de información, corolarios de la libertad de expresión, son valores de una democracia que no deberían verse coartados.
El menosprecio a esta actividad no es actual, es transexenal. México es considerado por la organización Reporteros sin Fronteras como uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo por el número de periodistas asesinados. La organización Artículo 19 ha documentado 137, entre el año 2000 y 2020. La red de Periodistas de a Pie, que entre sus objetivos incluye la defensa de la libertad de expresión, contabilizó 231 hechos violentos para la prensa solo el año pasado y 13 asesinatos.
En ese contexto, los agravios en redes sociales son quizá una mínima expresión, o de los males el menor, sin embargo, que no sean letales no los hace menos importantes.
Daño moral
Que el escarnio sea una práctica constante en la actualidad no es casual. El presidente López Obrador emite continuamente comentarios descalificantes en contra de medios y periodistas. Ese mismo 8 de febrero dedicó más de 5 minutos a referirse a medios como Reforma, El Financiero, El Universal. “Medios de comunicación al servicio de intereses creados”, “periodistas salinistas”, y acusaciones que por lo general no fundamenta.
“No están de acuerdo con la transformación”, dijo. El tema no es si son o no ciertos sus señalamientos, que por cierto, debería probar, o si esos medios hacen un buen periodismo o no, sino que la expresión abierta y continua de una narrativa descalificante denigra no solo a esos medios sino a quienes ejercen el periodismo.
Desde la psicología y el derecho, las agresiones verbales son una forma de maltrato, más discreto que el maltrato físico, pero que no dejan de ser violencia. La psicología ha estudiado ese fenómeno a través de sus consecuencias en la autoestima y autoimagen de las personas, que en el caso de los periodistas se traduce en el deterioro de su imagen pública.
Desde el derecho, el lenguaje denostativo hacia los periodistas puede representar un daño moral. “Al decir que los periodistas son chayoteros, tendenciosos, que son comprados por los conservadores, al periodista lo pone como una figura corrupta y eso genera un daño moral e incluso, un daño patrimonial del Estado”, dice el abogado civil Miguel Saucedo.
“La lesión la genera la presidencia de la República, no un particular, en contra del gremio, por eso es un daño patrimonial del Estado, y por el descrédito generalizado es el daño moral provocado”, detalla.
En octubre del año pasado organizaciones internacionales de la sociedad civil como Artículo 19, Reporteros sin Frontera y el Comité para la Protección de Periodistas expresaron en una carta dirigida a López Obrador su preocupación por el “clima de estigmatización de la prensa en México”.
“Las declaraciones y actitudes que realice durante sus apariciones públicas, pueden influir en el comportamiento de otros funcionarios o incluso alentar a la población a tomar la misma actitud frente a la prensa”, refiere el texto de la carta que enviaron después de que el 15 de octubre diera a conocer una lista de periodistas y medios que publican artículos negativos sobre su gobierno.
Pero el trato de la presidencia no ha cambiado. Quizá solo sería necesario un pronunciamiento a favor del gremio periodístico y una condena pública a las agresiones físicas y verbales en su contra, como lo solicitaron dichas organizaciones.
No hacer nada, así como se han dejado impunes y sin esclarecer decenas de asesinatos, es normalizar la violencia verbal y coartar la libertad de prensa.
Periodista independiente. Se especializó en temas económicos con la convicción de que el periodismo puede cerrar la brecha que existe hacia ellos, para entenderlos e, incluso, disfrutarlos. Ha sido editora y reportera en Expansión, Fortune México y conductora en RompevientoTV. Ayudó a fundar la red de Periodistas de a Pie.
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