16 agosto, 2025
El video que publicó Arturo Islas Allende exponiendo un basurero clandestino en ese puerto de Yucatán desató un temblor político en el estado y el gobernador Joaquín Díaz Mena rápidamente tomó decisiones en línea con lo pedido por el influencer. Tanto en Celestún como en Kinchil se multiplican las voces que dan cuenta de un interés inmobiliario disfrazado de preocupación ambiental
Texto: Patricio Eleisegui
Foto: Especial
YUCATÁN. – La vertiginosa viralización que mostró un video publicado por el influencer Arturo Islas Allende, donde da cuenta de un área del puerto turistificado de Celestún, en Yucatán, afectada por un basurero ilegal y clandestino, generó temblores en la escena política del estado. Y, en simultáneo, disparó una controversia que excede a la denuncia ambiental promovida por el activista online. Publicado el martes 12 en las distintas redes de la celebridad 2.0, el registro muestra a Islas Allende en un collage de situaciones: huyendo de una presunta persecución, responsabilizando al presidente municipal de la comunidad maya de cualquier eventual atentado a su seguridad. También aparece exponiendo la quema ilegal de basura y hasta señala a posibles traficantes de pepino de mar —especie sobre la que rige una prohibición de pesca permanente desde 2019—.
En su posteo, el influencer incluso se anima a proponer una suerte de solución: “… con camiones recolectores la basura puede ir a Kinchil o construirse un relleno sanitario con todos los estudios y características correspondientes.” Todo en menos de tres minutos.
Con alrededor de 8.2 millones de seguidores en Facebook y otros 4.5 millones en Instagram, el video de Islas Allende se transformó en uno de los “hits” virales de la semana. Y ese mismo poder de llegada pegó como un martillo en las puertas de la oficina de Joaquín Díaz Mena, el gobernador de Yucatán.
Rápido de reflejos, el mandatario estatal se reunió con Islas Allende en Mérida el mismo día en que se dio a conocer el video.
El equipo de Díaz Mena tampoco dejó pasar el tiempo: al cierre de la jornada del 12, emitió un comunicado anticipando que la Gobernación “y organizaciones de la sociedad civil unirán esfuerzos para reubicar el basurero irregular de Celestún y proteger sus manglares, con acciones complementarias contra la pesca furtiva”.
“En un diálogo con el ambientalista Arturo Islas Allende, el mandatario estatal destacó que la protección de los manglares y del medio ambiente es una prioridad para su administración”, se indicó de manera oficial.
Para luego añadir: “Asimismo, (Díaz Mena) anunció que se instalará una mesa de trabajo con la Secretaría General de Gobierno y el alcalde de Celestún, Germán Cauich, para encontrar la ubicación más viable para el nuevo sitio de disposición de residuos. Entre las alternativas se contempla un terreno en Kinchil que beneficiaría a ambos municipios”.
En concreto, la alternativa planteada no hace más que seguir la propuesta colocada en redes por Islas Allende, quien parece tener la respuesta justa para el problema local pese a que no reside en el estado y declara como lugar de origen la alcaldía de Coyoacán, al sur de la Ciudad de México.
Ese cuanto menos sorprendente conocimiento del territorio rápidamente activó especulaciones respecto del origen de la idea de mudar el basurero desde Celestún a Kinchil, distante casi 50 kilómetros del puerto en cuestión, y a la escena se sumó un nombre ligado directamente al influencer: la inmobiliaria Grupo Libera.
Grupo Libera es dueña de un proyecto de lotes premium que se ubica muy cerca de, precisamente, Kinchil, y con salida a la carretera que une a ese pueblo maya con Celestún.
La iniciativa en cuestión, bautizada como “Tótem”, reúne casi todas las irregularidades que caracterizan a los emprendimientos inmobiliarios que en los últimos años se han multiplicado en Yucatán: pese a situarse en territorio indígena, el proyecto se lanzó sin consulta previa a las comunidades cercanas, los habitantes históricos de la región nunca tuvieron conocimiento de los aspectos clave de la iniciativa, y la empresa que lo impulsa no ha hecho más que amenazar el ecosistema donde se construirá el fraccionamiento premium.
Hasta el momento, “Tótem” no ha avanzado mucho más del “render”, cumpliendo también con otro de los lineamientos que caracterizan a la burbuja inmobiliaria que hoy gana tamaño en el estado: se venden proyectos que no siempre se construyen. Pero está pensado para ocupar casi 500 hectáreas de monte y en sus planos hasta figura la construcción de un lago artificial.
Su escasa evolución no está exenta de otras polémicas: en abril de este año, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) le impuso una clausura por graves irregularidades en su desarrollo y riesgo ambiental. Se expuso que, tal como está diseñado, el proyecto de Grupo Libera contaminará el acuífero y dañará de un modo grave la biodiversidad de la zona.
Un diferencial que presenta “Tótem” respecto de otros proyectos inmobiliarios está en que Grupo Libera lo presenta como una iniciativa de cuidado ecosistémico e, incluso, recuperación de especies aunque en la práctica, lo señala Profepa, ocurre lo contrario. Para ello, la inmobiliaria instaló como publicidad entre sus potenciales inversores que la colonia de lujo contará con un “santuario” donde se llevará a cabo la restauración del tapir en Yucatán.
En búsqueda de afianzar esa idea, hace casi 4 años Grupo Libera convocó a un actor de peso en las redes sociales: sí, Arturo Islas Allende, quien en sus espacios online se ocupó de, también, consolidar el slogan ecologista de la inmobiliaria borrando por completo la naturaleza comercial de “Tótem” y su propuesta de venta de lotes premium y casas de diseño en una de las áreas donde aún sobrevive buena parte de la biodiversidad yucateca.
“¡Llegará santuario de Tapires a México! @grupoliberamx se la está rifando y lo harán en Yucatán, los tapires son uno de los mamíferos más amenazados de América y hoy visite el proyecto de reproducción de estos animales más exitoso del mundo en Guatemala de donde saldrán algunas parejas reproductoras para México y quienes estarán asesorando al Santuario mexicano”, publicó el influencer en diciembre de 2021.
Vecinos y vecinas de Kinchil consultados por Pie de Página aportaron detalles de la irrupción de la inmobiliaria en cercanías de la comunidad maya. “En Kinchil, se supo de Grupo Libera en 2021, cuando el (entonces) alcalde (Valentín Pech) a espaldas de la comunidad le otorgó permisos de construcción”, comentó una de las fuentes.
“En ese entonces, Grupo Libera anunció que estaba preocupado por los tapires y que iba a hacerles un santuario. Para ello contrató a Arturo Islas. Para anunciarlo. Pero se supo que lo de los tapires era solo un maquillaje, ya que la construcción de 3 mil casas no justificaba traer dos animales de Guatemala y colocarlos en una zona que no es su hábitat”, precisó otra de las voces consultadas.
Las y los vecinos aseguraron que “(el periodista) José Luis Preciado y artistas como Gabriel Soto fueron parte de sus anunciadores. Los pobladores denunciaron las irregularidades a través del Consejo Maya Chik’in-já y se detuvieron los trabajos. Eso, hasta que hubo cambio de administración. La complicidad del alcalde anterior y del que está ahora (Irvin Piste Canul) les permite a estas empresas operar sin restricción alguna”.
Los habitantes que dialogaron con Pie de Página aseguraron que la alternativa de migrar el basurero de Celestún a una zona cercana a Kinchil responde a un plan comercial y estratégico de Grupo Libera, y que Islas Allende opera en sintonía con esos intereses.
Subrayan que el objetivo de la inmobiliaria pasaría por asegurarse el control del predio donde hoy se acumulan los desperdicios para el futuro lanzamiento de otro proyecto de lujo en Celestún. En ese puerto, Grupo Libera ya posee un club de playa que explota económicamente bajo el nombre “Tótem Beach Club”.
Aunque cuidándose de mencionar de forma específica a la compañía, Germán Jesús Cauich Pinto, actual presidente municipal de Celestún, validó esa posibilidad en una entrevista con Pie de Página. Y afirmó que los “dueños de un club de playa se quieren adueñar de algo que no les pertenece”.
“Recibí amenazas: se quieren quedar con un terreno que no les pertenece. Ese terreno es de Celestún. Es tierra de la comunidad y la quieren para hacer un complejo turístico”, dijo. El funcionario remarcó que “la tierra se va a quedar para Celestún, para beneficio de todo el pueblo” y que la comunidad portuaria respalda por completo su posición.
Respecto del video que puso a circular Islas Allende, el entrevistado aseguró que “contiene imágenes tomadas en distintos momentos en los últimos cuatro años”, y puso como ejemplo el momento en que el influencer señala la presencia de pescadores de pepino de mar. “Hace años que no hay pepino de mar en esa zona. Eso fue grabado hace mucho tiempo pero en el video no se aclara”, aseveró.
Cauich Pinto se mostró en contra de trasladar el basurero a Kinchil argumentando que “Celestún tiene más tierras para reubicarlo” y que en el predio donde hoy se acumula la basura “se puede hacer una unidad deportiva”.
A escasas horas de la conversación con Pie de Página, el presidente municipal de Celestún compartió en redes sociales un video profundizando lo dicho a este medio. Allí afirmó que el terreno donde se emplaza el basurero es “del interés particular de los dueños de un club de playa en Celestún” quienes, sostuvo, procuran “apoderarse no sólo de un basurero sino también de los terrenos donde están las bodegas aledañas”.
“Tanto así que recibí la siguiente amenaza: ‘Debido a que rechazaste la oferta de que me presentes a los invasores de mi terreno, y de que podemos llegar a algún acuerdo por el tema de la basura, tuve que escalar esta situación hasta (ciudad de) México. El primer paso es la clausura del basurero, pero la siguiente será la clausura de las construcciones irregulares frente al mar. Necesitamos de vuelta ese predio y lo vamos a conseguir’”, leyó el funcionario frente a cámara.
Al margen de estos dichos, lo cierto es que la acción viral llevada a cabo por el influencer parece haber cumplido su objetivo: a mediados de la última semana, el gobernador Díaz Mena anticipó que el estado promoverá un basurero compartido entre Kinchil y Celestún. Y que su gestión también se ocupará de limpiar el terreno denunciado en las redes sociales.
“Le encargamos a la Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS Yucatán) apoyar para conseguir el terreno donde el gobierno del estado, de manera subsidiada, pueda participar haciendo el proyecto. Y de esta manera hacer una inversión que no estaba presupuestada… Una vez construido el relleno sanitario lo que seguiría es la limpieza del basurero antiguo y la reforestación de los manglares en la zona”, aseguró, en declaraciones que rápidamente ganaron presencia en las redes sociales.
En las expresiones de Díaz Mena no hubo mención a la titularidad del terreno donde se acumularon los desperdicios y menos aún se dijo que una parte de su superficie corresponde al estado de Campeche, tampoco se hizo alusión al rol de las inmobiliarias, el por qué de la reunión acelerada con un influencer que desconoce la cotidianeidad del territorio y las comunidades indígenas que lo habitan —reacción hasta de índole racista—, y se omitió toda referencia a las amenazas que declara haber recibido un alcalde que comparte mismo signo político.
A la par del “render” que ofrece a precio promocional, y el artificio de la recuperación de tapires como gancho para la venta inmobiliaria, la capacidad para ejercer presión política a través del universo online —y salirse con la suya— parece consolidarse como otro acierto de la estrategia comercial que Grupo Libera y sus socios vienen desplegando en el sureste mexicano.
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