«Dispararon a lo que se moviera» CJNG intensifica ataques en la sierra-costa michoacana

25 enero, 2025

Pobladores de la localidad de Coahuayula, Michoacán, están paralizados por el miedo, pues en la última semana el Cártel Jalisco Nueva Generación intensificó sus ataques. ¿Por qué en esta comunidad? Porque está enclavada en una región en disputa rica en minerales y rutas comerciales

Texto: Heriberto Paredes

Foto: Juan José Estrada Serafín / Cuartoscuro

MICHOACÁN. – Coahuayula es una pequeña localidad ubicada al sur del municipio de Chinicuila, en la sierra sur de Michoacán. Colinda con la parte norte de la comunidad de Ostula y conecta varias rancherías y localidades por caminos secundarios. Muchas personas decidieron irse hace más de cuatro años, cuando el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) llegó a la región e intentó controlar toda la zona de la sierra-costa.

Los ataques, sin embargo, no han parado.

Un ataque diferente

Una mujer, habitante de Coahuayula, relata los hechos:

«En esta ocasión [los miembros del CJNG] utilizaron una técnica diferente. Más agresiva, porque ya no se trataba solo de dispararle a la Guardia Comunal, sino de disparar a todo lo que se moviera, a lo que alcanzaran a ver en el tramo carretero entre Coahuayula y La Laguna. Disparaban a toda persona, ya fuera civil o guardia, niños, cualquier persona que pasara por ahí. Esto comenzó el domingo al mediodía. Antier llegaron militares y miembros de la Guardia Civil de Michoacán, unas ocho camionetas, llegaron a Coahuayula, pero no querían ir al punto. Les insistimos en que debían subir».

Entre el domingo 19 y el jueves 23 de enero de 2025, los ataques no se limitaron a los caminos. La organización criminal disparó y lanzó explosivos –usando drones– contra las casas de la población, tanto en Coahuayula como en La Laguna. Allí, más de 50 personas evacuaron la zona y se refugiaron en comunidades cercanas, con la ayuda de la Guardia Comunal.

«Hay personas muy asustadas, principalmente niños y niñas, que ya están en estado de shock. A una vecina la balacearon junto con su esposo en su camioneta. Afortunadamente no les pasó nada, pero bombardearon la casa en la que se refugiaron, y no saben cómo reaccionar ante esta situación. Estos malandros usan drones que lanzan hasta tres bombas al mismo tiempo, y vienen en cantidad, cerca de 200 elementos, todos muy armados».

Foto: Especial

El origen de la ocupación

Desde mediados de 2020, el CJNG intensificó su disputa por el control del territorio en la región michoacana de Tierra Caliente. Se enfrentó a otros grupos y facciones, algunos de ellos remanentes de las autodefensas convertidas en bandas criminales.

El objetivo del CJNG siempre ha sido obtener un poder ilimitado sobre Michoacán. Quieren que este poder no solo les proporciona grandes ganancias por sus agronegocios (como el aguacate y los limones), sino también acceso a rutas comerciales y a dos de los puertos más importantes de México: Lázaro Cárdenas y Manzanillo (Colima).

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Controlar la zona les da acceso a precursores para la fabricación de drogas sintéticas como el fentanilo. Además, pueden afianzar otros negocios, como la tala y el tráfico de maderas preciosas, así como la explotación y venta de minerales, principalmente el hierro, aunque también se especula sobre la existencia de oro en las montañas de esta zona de conflicto.

Con este escenario, el CJNG atacó varias veces Villa Victoria, la cabecera municipal de Chinicuila. Allí, la Guardia Comunal defendió la población hasta que, finalmente, el CJNG tomó el control en septiembre de 2021.

La ocupación de la cabecera municipal marcó el inicio de la presencia de cientos de miembros del CJNG en la zona. Como en otros lugares donde controlan el territorio, las «cuatro letras» –como se les conoce popularmente– asesinaron y/o desaparecieron a quienes se opusieron a su presencia, sembrando terror entre los habitantes de Villa Victoria. Esto provocó los primeros desplazamientos, incluido el del presidente municipal de aquel entonces, Rubén Darío Larios Mendoza.

La ofensiva avanzó

A lo largo de poco más de un año, el CJNG extendió su control hacia el sur del municipio. Estableció retenes de vigilancia en caminos principales y brechas, reinició la extorsión y los cobros de cuotas a comerciantes, campesinos y todo aquel que generaba ganancias, incluso al gobierno municipal.

Para septiembre de 2022, el CJNG ya utilizaba el extenso territorio de Chinicuila como base operativa. Desde allí, realizaban entrenamientos, planificaban ofensivas hacia otros municipios y forjaban una de las guerras más sangrientas que vendría poco después. Además, el CJNG también controlaba las entradas y salidas de Coalcomán, ubicado al norte de Villa Victoria, en la frontera entre Tierra Caliente y la sierra-costa.

“Ya no podemos hablar en público, todo está muy mal, otra vez unos delincuentes controlan todo, y nosotros no podemos reunirnos. Nos tienen bien vigilados y, por el momento, no podemos hacer nada”, me confesó entonces Eustaquio Alcalá, un comunero de la comunidad nahua de Huizontla.

Alcalá participó activamente en este levantamiento, pero su rol se consolidó cuando, después del surgimiento de las autodefensas, a finales de 2021 y principios de 2022, defendió jurídicamente el territorio frente a las amenazas de la empresa minera Ternium, que buscaba ampliar su área de extracción de hierro hacia tierras comunales de su localidad.

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Don Tacho, como le decían de cariño, era un hombre de sonrisa fácil, alto, con voz firme, siempre dispuesto a apoyar iniciativas junto a sus compañeros y compañeras del Consejo Ciudadano de Chinicuila, un colectivo civil que vigilaba al poder político tradicional y promovía proyectos para mejorar la vida en el municipio.

Campo de guerra

El 15 de enero de 2023, el CJNG desapareció al abogado Ricardo Lagunes y al comunero Antonio Díaz, quienes habían salido de una reunión en la cabecera municipal de Aquila.

Tanto el abogado como el comunero llevaban un caso jurídico contra la empresa minera Ternium por la retención de una alta suma de dinero correspondiente a fideicomisos en favor de la comunidad, alegando que no procederían al pago mientras no hubiera un representante agrario.

Este conflicto ya había agudizado la división de la asamblea general entre los que apoyaban a la minera y los que pedían un cambio de empresa y el cumplimiento de los acuerdos económicos con la población.

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El 1 de abril de 2023, Eustaquio Alcalá fue asesinado por un comando del CJNG bajo las órdenes de Leonardo Bravo, conocido como Gorra Prieta, señalado como uno de los principales miembros del grupo criminal en esta región, junto a otros como Cemeí Verdía Zepeda, Agustín Villanueva Ramírez, Vicente Villanueva Ramírez, Silvano Mercado Cervantes, alias Quirrín, Guillermo Francisco Cruz, Picolín y Refugio Alcalá, El Cubano. Varios de estos individuos son conocidos en la región por sus alianzas con la empresa minera y por su interés en desarrollar nuevos proyectos mineros en la zona.

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A partir de este momento, el CJNG comienza con una campaña para intentar controlar los municipios de Aquila y Coahuayana de manera definitiva. Se encuentra con una fuerte resistencia organizada de la comunidad nahua de Santa María Ostula, quien con su Guardia Comunal ha encabezado la defensa del territorio, no sólo en su interior sino prestando apoyo a la Policía Comunitaria de Coahuayana, a la Guardia Comunal de Aquila y a los pequeños grupos de ciudadanos de varias comunidades de Chinicuila.

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La guerra contra las comunidades

Con toda esta maquinaria de guerra se han atacado comunidades como Coahuayula, el Salitre de Estopila, Huizontla, Aquila, Santa María Ostula, Palos Marías y El Coire.

Se tiene el registro de varios elementos de la Guardia Comunal de Ostula asesinados en emboscadas. Tal es el caso de Isaul Nemecio Zambrano, Miguel Estrada Reyes, Rolando Magno Zambrano, asesinados el 12 de enero de 2023. Además, otros comuneros de Ostula han sido también asesinados: Juan Medina, ex jefe de Tenencia asesinado a quemarropa mientras le ayudaba a su esposa en una venta de comida en el Salitre de Estopila (Chinicuila) el 14 de abril de 2023; Lorenzo Froylán de la Cruz, joven de 19 años que fue secuestrado por un comando armado a la salida de Coalcomán el 1 de agosto de 2023; y Antonio Regis Nicolás, quien fue asesinado frente a su familia cuando regresaba con ella tras haber buscado ayuda médica para su hijo enfermo, el 17 de mayo de 2024.

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En el caso de Coahuayula, el profesor José Gabriel Pelayo, fue desaparecido el 19 de marzo de 2024 luego de acompañar a su esposa a tomar un autobús en Coalcomán. Él, al igual que Alcalá, formó parte del Consejo Ciudadano de Chinicuila y tuvo un papel central en el mejoramiento de las condiciones de vida de su comunidad y de la región.

Respecto a este caso, hasta ahora, a decir de su familia, la Fiscalía General del Estado no ha avanzado nada en las investigaciones y en las búsquedas, “no ha habido ni un mensaje ni una notificación, nada y este contexto de violencia es difícil buscar en la región”, compartió un familiar del profesor desaparecido.

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La sospechosa tibieza del gobierno

En la reciente semana de ataques, las fuerzas de seguridad federales y estatales movilizaron 8 camionetas, 4 del ejército y otras 4 de la Guardia Civil estatal. Al llegar a Coahuayula los recibió la población. Les exigieron que fueran al punto en donde estaban los miembros del CJNG y les combatieran.

“Estuvieron nomás un día y sí lograron que se replegaran los criminales, pero en cuanto se fueron los militares, volvieron a salir los del cártel y atacaron nuevamente”.

“Lo que les pedimos es que se quedaran días o semanas, horas no sirvió para nada”, continuó la habitante de Coahuayula. Este mismo escenario se ha repetido en otras ocasiones, a pesar de que tanto el ejército como las fuerzas de seguridad estatales cuentan con el número de elementos y la capacidad operativa y de fuego para desarticular a los grupos del CJNG que tienen ya aterrorizadas a muchas comunidades.

En opinión tanto de personas desplazadas por esta violencia como de quienes permanecen en sus casas, al menos el ejército debe permanecer en esta región.

“No le debe tener miedo a su enemigo, le tiene que hacer frente a la situación y no dejarle todo a la Guardia Comunal, quienes llevan defendiendo el territorio y a la población desde hace ya más de 4 años, es mucha carga para ellos y son pocas personas”.

Fotógrafo y periodista independiente residente en México con conexiones en Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Cuba, Brasil, Haití y Estados Unidos.