Aunque la iniciativa de reforma se presentó desde 2022, la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados congeló el dictamen hasta 2024, esto, pese a las protestas que exigen que se discuta, y aprueba, la reducción de la jornada laboral a 40 horas a la semana
Texto y fotos: Alejandro Ruiz
CIUDAD DE MÉXICO. – Con una cartulina, un joven que apenas ha de rebasar los 30 años pide a los diputados del Congreso de la Unión algo muy sencillo: que lo dejen vivir.
«La vida es más que trabajar y consumir. Queremos más tiempo para pasarlo en familia», dice su mensaje.
Junto a él, decenas de jóvenes, todos asumiéndose clase trabajadora, están a las puertas de San Lázaro esperando que la Cámara de Diputados discuta y apruebe una reforma que modifica la jornada laboral en México de 48 a 40 horas semanales.
Su protesta no rendirá frutos, pues horas más tarde, cuando la manifestación se haya trasladado a los carriles del metrobús que avanzan sobre Eduardo Molina, los diputados, encerrados en la Junta de Coordinación Política, decidieron postergar (una vez más) la discusión de la reforma, ahora, hasta 2024.
«Pinches diputados, son los puercos del Estado», grita el puñado de jóvenes a los legisladores, quienes desde 2022 han detenido la reforma en los recovecos legales de la Cámara de Diputados.
Y tal vez, tengan razón.
La escena es tal vez un retrato de la polarización que se vive en el país.
Por un lado, un grupo de trabajadores ya mayores llama a no votar por el PRI, el PAN o el PRD. Ellos, dicen, «son los traidores a la clase trabajadora que nos explotan». En sus camisetas, además de la leyenda «Yo por las 40 horas» está el rostro de Susana Prieto Terrazas, la diputada de Morena que presentó la iniciativa de reforma en la legislatura.
Del otro lado, los trabajadores jóvenes dicen que, en realidad, ningún partido político los representa. «Votan todos igual», aseguran.
Sin embargo, en la calle, frente a un Congreso de la Unión que no les abre las puertas, los dos grupos de trabajadores caminan codo a codo.
«Vamos a cerrar el metrobús», grita uno. Los demás lo siguen. «Por aquí compañeros, no vamos a dejar que nadie pase», grita otro.
«Al final, todos somos trabajadores y hoy venimos a luchar por nuestros derechos. A ellos les conviene que estemos divididos», dice otro trabajador al micrófono.
En teoría, ambos bandos tienen razón, pues todos ellos trabajan 48 horas a la semana (algunos hasta más horas), y ninguno tiene el poder de decidir si la reforma avanza, o no. Eso, lo tiene la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, la misma que detiene el dictamen de la Reforma.
La Junta, presidida por el exalcalde de la Benito Juárez, el panista Jorge Romero Herrera, determinó crear una Comisión de Trabajo integrada por legisladores, representantes sindicales y patronales, así como funcionarios de las secretarías de Gobernación y del Trabajo y Previsión Social. Esto, a pesar de que desde el 16 de octubre la Cámara de Diputados impulsó sesiones de Parlamento Abierto con estos mismos actores para discutir el fondo de la reforma a la jornada laboral.
En la Junta, también está el diputado de Morena, y ex aspirante a la candidatura de su partido para gobernar Puebla, Ignacio Mier, y el actual coordinador territorial de la precampaña a la presidencia de Xóchitl Gálvez, Rubén Moreira.
Todos ellos, Mier, Moreira y Romero incluidos, acordaron por unanimidad postergar la discusión del dictamen hasta marzo de 2024, donde la Comisión de Trabajo hará modificaciones que la Comisión de Puntos Constitucionales sintetizará en un solo punto.
«Son todos iguales, pinches traidores», dice otro de los manifestantes, quien además acusa que todo es detenido por el presidente López Obrador, quien días atrás llamó a «discutir más» la iniciativa.
Además de estos legisladores, los empresarios mexicanos también quieren que esta reforma se congele en el Poder Legislativo. Ellos, no han escatimado recursos para criticar la propuesta, e inclusive calificarla como una «ocurrencia».
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La discusión la retomarán después de vacaciones, mientras la clase trabajadora en México sigue moviendo al país durante 6 de los 7 días que tiene cada semana, dejando en eso el cuerpo, las relaciones interpersonales y, en síntesis, la vida misma.
Mientras la protesta termina, un adulto mayor se para junto a los jóvenes que bloquean el tráfico para conquistar más derechos para los trabajadores.
Un conductor toca el claxon, y el viejo, imponiendo su autoridad, le grita: «¡Cállate cabrón, están luchando por tus derechos!». El conductor no volvió a tocar la bocina.
Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.
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