11 febrero, 2023
En entrevista, Lucía Gutiérrez Rebolloso, a sus 21 años, es la primera mexicana en ganar el Sarah Vaughan International Jazz Vocal Competition, uno de los premios más importantes del mundo en la categoría vocal de jazz.
Texto: Évolet Aceves
Fotos: Isaac Alvarado e Indra Arrez
NUEVA JERSEY. – Esta entrevista tomó lugar en Nueva Jersey, Nueva York, la capital del jazz, una noche invernal a finales del 2022, en el Hotel Robert Treat, posterior al evento Sarah Vaughan International Jazz Vocal Competition, concurso que, desde 2012, premia anualmente a la mejor voz del jazz a nivel mundial, teniendo como jurado a un conjunto de jazzistas prestigiosos. La calle estaba helada, y corrían por las aceras de concreto gris las últimas hojas del olvidado otoño. No habíamos más de cinco mexicanos en el recinto NJPAC (New Jersey Performing Arts Center), el mismo sitio donde Nina Simone haría una de sus últimas presentaciones, un 30 de agosto de 1998.
La competencia constó de más de 300 candidatos, entre quienes se seleccionaron sólo a cinco finalistas: tres estadounidenses (Ekep Nkwelle, Allan Harris y Lucy Yeghiazaryan), una europea (Kristin Lash de Eslovaquia) y Lucía Rebolloso, la única mexicana y la más joven de los finalistas.
Lucía Rebolloso, mejor conocida como Lucía, a sus 21 años sorprendió al público y a los jueces con su magnífica interpretación vocal de jazz en la que recuperó sus raíces mexicanas, desde la composición de María Greever hasta la danza del son jarocho. La resolución del jurado —entre quienes se encontraban Maria Schneider y Regina Carter— llegó. Lucía Rebolloso ganó la competencia.
—Esta noche ganaste el primer lugar en el Sarah Vaughan International Jazz Vocal Competition, ¿qué significa para ti representar a México, al ser no sólo la primera mexicana en participar, sino, además, la primera mexicana ganadora de este concurso?
—Yo estoy en shock, hace unas horas que sucedió, apenas lo estoy procesando. Para mí significa mucho, desde haber sido finalista, la primera finalista mexicana. La verdad me dio un sentimiento muy especial, siempre me pasa cuando estoy de algún modo fuera de mi casa, de mi hogar. Me da algo emocional muy fuerte, me siento contenta y muy afortunada de haber podido nacer en México, ese país tan maravilloso con tantas cosas increíbles es inigualable. Para mí es muy importante, me siento súper honrada, con ganas de mejorar cada vez más para representar a mi país, al que quiero tanto y al que me encanta pertenecer.
—Un orgullo también como público el haber estado ahí. ¿Cómo fue que te enteraste de esta competencia?
—Muchas gracias. En realidad, yo he sabido de esta competencia desde hace mucho tiempo, el primer año en que lo hicieron fue 2012, en donde concursó una cantante a la que yo admiro muchísimo, Cyrille Aimée, y me enteré porque vi su video en la final y pensé “a mí me encantaría estar ahí en algún momento”, para mí era como algo muy lejano, apenas comenzaba a cantar, de hecho todavía no entraba a la escuela de jazz, simplemente había tomado una que otra clase. Ese fue mi primer acercamiento y durante bastante tiempo lo tuve en mente, varias veces llegué a ver la convocatoria pero no me sentía lista todavía para participar, hasta este año que me gradué —me titulé de la carrera de jazz— y al tener mi material listo. Cuando vi la convocatoria y que se cerraba en dos días, dije “tengo que hacerlo, porque si no es ahorita, ¿cuándo?” Ya me sentía más lista, ya me había graduado. Así que decidí intentarlo, y aquí estamos.
—Estudiaste en la Universidad Veracruzana, la Licenciatura en Jazz.
—Exactamente, en el Centro de Estudios de Jazz (JazzUV). El programa se llama Estudios de Jazz con Especialización en Voz.
—¿Es la única universidad de México que tiene esta licenciatura?
—La Superior de Música de la Ciudad de México tiene un programa de jazz, pero el único programa con una especialización en cada instrumento y en donde, además de ejecutante, sales como arreglista y educador, es JazzUV, es el programa más completo en jazz que existe en este momento, en México y Latinoamérica.
—¿Cómo surgió tu interés en acercarte al jazz?
—Fue un proceso muy natural, en ningún momento yo dije “quiero estudiar jazz”, sino que, al estar rodeada en Xalapa de músicas y dinámicas distintas, me llegué a topar con músicos que convivían con mis papás en el son jarocho pero que venían de la escuela del jazz. Un bajista fue la primera persona que me encaminó, Aleph Castañeda, que descanse en paz, en su momento me escuchó cantar en un ensayo de mis papás. Me dijo: “tienes un timbre que funciona muy bien para el jazz, ¿nunca has pensado audicionar a JazzUV o al menos tomar una clase enfocada al jazz?” Y me dejó con esa espinita.
—Tus padres, al ser músicos de son jarocho, ¿crees que influyeron en tu gusto por la música?
—Definitivamente, mis papás son las figuras más importantes musicalmente hablando, los respeto y admiro mucho, hicieron de la música algo muy orgánico, natural y familiar dentro de mi contexto al crecer. Siempre me tuvieron en un ambiente musical, desde que fui una niña. Obviamente, cuando vieron que yo estaba interesada en las artes en general —porque de hecho yo estaba interesada en la pintura, nunca he estado interesada en las ciencias duras—, sí me impulsaron, propiciaron que los espacios en donde yo estuviera hubiera música, arte o dinámicas creativas.
—En la semblanza del concurso apareces como backup singer and vocal director for the Mexican artist Natalia Lafourcade. ¿Cómo inició tu relación con Natalia Lafourcade?
—Yo la conocí hace un tiempo, pero no fue hasta 2020 que concretamos una primera fecha en la que yo hice coros en su proyecto y la pasé increíble. Afortunadamente le gustó mi trabajo y me invitó a ser su corista en distintos proyectos, como el musical, que de hecho acaban de nominar a los Grammy’s.
“Natalia es una maestra con una trayectoria impresionante. Para mí ver cómo trabaja, cómo es de apasionada, ha sido como ir a la escuela. El primer factor en el que me fijo en los proyectos musicales y sus intérpretes, es el qué tan apasionados son, independientemente de qué tan perfectos o no son. Si uno disfruta todo lo que tiene su proyecto, va a salir bien, y es algo que veo en Natalia, ella vive para la música y para sus escuchas, ella hace mucho, cosas que uno no pensaría, desde dirigir a los músicos, elegir vestuario, cosas que un cantante estándar de esa gama y con esa fama, preocupándose por que todo embone, ahí te das cuenta de cuánto le importa su proyecto, es una artista muy completa. Es como tomar un curso de cómo ser cantante, artista, productora y todo lo que ella es, lo agradezco muchísimo.
Una canción del American Songbook que originalmente es un bolero escrito en español: Cuando vuelva a tu lado
—Volviendo un poco a la competencia de hoy, ¿me podrías hablar un poco sobre las tres piezas que interpretaste durante tu participación?
—En este set lo que busqué fue poder incluir un poquito de las distintas facetas que tenido al momento de encaminarme al jazz. Primero que nada, canté un swing muy tradicional, fue una pieza de Cole Porter, You’d Be So Nice To Come Home To, hicimos un arreglo sencillito, sobre todo pensé que era importante poner en el repertorio algo que hubiera grabado Sarah Vaughan —pues es el motivo de la competencia—, una gran cantante que me ha influenciado bastante; después hice Donna Lee de Charlie Parker, pues como era una competencia necesitaba incluir algo muy up-tempo y virtuoso, hicimos un arreglo que de hecho escribí para mi titulación; después, obviamente, no podía dejar ir la ocasión sin cantar algo en español, no hubiera sido yo, necesito siempre poder conectar con esa parte de mi raíz, sobre todo en una competencia como ésta, entonces hicimos un arreglo de una pieza que originalmente fue escrita en español y después se adaptó al inglés y se volvió muy popular en el repertorio del American Songbook; originalmente la compuso María Greever, después la adaptó Stanley Adams, la grabaron con Big Bang y después se volvió el hit de Dinah Washington en 1959, después obviamente también la grabó Sarah Vaughan, Natalie Cole, todo mundo. La canción es Cuando vuelva a tu lado [What A Diff’rence A Day Made]. Y a mí se me hace muy especial el que sea una de las canciones dentro del repertorio del jazz, pero también dentro de la canción americana siempre la cantan, cuando en realidad es un bolero mexicano. Esa conexión tan especial la quise hacer en la competencia, algo que me haga sentir cercana a mi país. Hicimos un arreglo del bolero, creo que funcionó bastante bien.
—¿Cómo fue el proceso para elegir esta canción?
—El asesor de repertorio me preguntó si quería cantar algo en español, por supuesto le dije que sí, pero me sugirió que no fuera algo traducido por completo del inglés al español porque sonaría raro, ni algo originalmente en español porque ni el jurado ni el público lo conocería, así que, junto con un amigo mío, músico y arreglista, que de hecho me ayudó a hacer el arreglo, me sugirió la idea de cantar en dos idiomas en el mismo arreglo, nunca me ha gustado eso porque yo soy medio miedosilla. Eventualmente, después de probarlo, me di cuenta de que funcionaba totalmente, así que le mandamos la propuesta a la persona de repertorio del concurso, le encantó y así fue como se quedó.
—En este arreglo combinaste la música del jazz con el zapateado del son jarocho, ¿qué significa esta mezcla para ti?
—Definitivamente el jazz y el son jarocho tienen muchísimas similitudes, tanto en su historia como en su esencia musical, la rítmica, la dinámica. En el son jarocho tenemos el fandango, que es este espacio donde se reúne la gente alrededor de una tarima, bailan, toman, comen, disfrutan, hacen música, es muy espontáneo, no hay reglas en realidad, personas avanzadas y principiantes pueden participar, es un momento de convivencia musical; eso mismo también pasa en el jazz, con el jazz sessions, ponen un escenario, se suben, comen, toman, disfrutan, personas con diferente experiencia dentro del mismo espacio. No todos los géneros musicales te permiten eso.
“Me gusta la nobleza de ambos géneros, se prestan para cualquier perfil y hay mucha interacción, a lo que en jazz se le llama interplay: tú haces algo y otra persona reacciona, es como una conversación musical, y en el son jarocho pasa lo mismo, es algo muy de equipo, de comunidad. Gran parte de la genialidad de ambos géneros radica en eso, en la rítmica, en la síncopa, en los patrones. Creo que hay que lograr encontrar una convivencia entre ambos géneros, no solamente el que sea novedoso, hay que encontrar el punto de unión para que pueda embonar y funcionar. Yo intenté que coincidieran, y en mi música estoy justamente en esa búsqueda de encontrar elementos del son jarocho, que para mí son tan naturales, y embonarlos en el jazz.
“Me di cuenta de que podía cantar jazz sin dejar el son jarocho, el pop, el R&B, el soul, el bolero y la cumbia”.
—Actualmente estás trabajando en un proyecto como solista.
—Exactamente, estoy trabajando en mi primer álbum, va lento pero seguro. Oficialmente el primer sencillo saldrá en febrero y después veremos cómo se va desarrollando el resto. Como perfeccionista, le estoy dando vueltecitas para que quede perfecto.
—¿De qué va tu primer álbum?
—Es algo muy diferente, que me sacó de mi zona de confort y al mismo tiempo es un proyecto muy especial porque es el primero en donde hay música original mía y en donde básicamente todas las decisiones las estoy tomando yo. Es cien por ciento mi esencia, un sonido que considero muy mío. Sinceramente, hasta el momento sólo había cantado para proyectos de otras personas o cosas a las que me invitaban, pero esta es la primera vez que es algo mío, mío cien por ciento.
“En cuestión de estilo, no sé todavía cómo llamarle, hay muchos guiños y muchas, digamos, estéticas de todos los géneros que he cantado en mi vida. Cuando decidí comenzar a planear un proyecto como solista era algo que me conflictuaba, porque también quería seguir la línea del jazz, sabemos que en cada género hay ciertos patrones que los artistas tienen en común, “el de jazz se viste y canta así”, y con el de pop igual, así que después de trabajar con un productor que es muy abierto de mente y creativo, me dijo que yo me estaba poniendo mis límites: “no son facetas, no tienes que transformarte en personajes distintos, simplemente estás siendo tú”, así que me di cuenta de que podía cantar jazz sin dejar el son jarocho, el pop, el R&B, el soul, el bolero y la cumbia. Decidí no enfocarme a un solo género, sino con todas estas herramientas que afortunadamente tengo a mi disposición, ver cómo funcionan juntas y generar algo que me represente, me guste y me haga sentir cómoda, sin tener que dividirme o dejar de hacer algo por querer hacer lo otro. En resumen, mi álbum es una mezcla de todo lo que me ha influenciado.
—¿Quiénes son tus influencias musicales?
—Mis influencias son muy variadas. Desde chiquita, Los Beatles han sido una influencia muy grande, me encanta todo de ellos, la composición de Paul McCartney y John Lennon es magistral, tengo un trauma muy grande con Luis Miguel, me encanta Selena; en la escena jazzística soy super fan de Sarah Vaughan, Nancy Wilson, Veronica Swift, Toña La Negra, Nina Simone para mí es lo más top en esta vida, me encanta Javier Solís, también Rosalía, aunque es un poco contrastante pero siento que todos tienen en común esa chispa, una forma pasional de abordar su labor. Tanto Luis Miguel como Rosalía le meten la misma intensidad a lo que hacen, eso es lo que yo más admiro de los artistas y su música.
—Mencionaste a Selena, y me recuerda al atuendo que utilizaste en esta competencia, ¿cómo llegó la idea de utilizar este atuendo?
—Hace un tiempo comencé a investigar sobre Selena, vi todas sus películas, escuché toda su música, y me di cuenta de que más allá de ser una cantante fue un ícono, estableció una estética musical pero también en cuestión de la vestimenta, que yo, la verdad, creo que sí dice mucho del artista. Entiendo que la música tiene que hablar por sí sola, pero escénicamente, añade o resta mucho. Selena, a pesar de todo, siempre se las ingeniaba para tener algo novedoso y que hiciera sentido con lo que estaba cantando. Diseñó sus vestuarios, a mí me inspiró mucho eso.
“Cuando tuve Covid me puse a diseñar, así que, junto con un modista, un stylist de Xalapa, comenzamos a diseñar y trabajar en varias cosas, y este saquito fue el saquito, porque necesitaba algo que fuera versátil y funcionara con distintos colores, que tuviera un sello particular. Aparte, me hace sentir segura, me hace pensar en ella y en todo lo que hizo, de algún modo me gusta tener esa referencia ahí.
—En las artes, de alguna manera, tus herramientas son también esas personas que resultan ser tus íconos, hay algo que te llevas de aquellos a quienes admiras.
—Exacto, y eso es lo más bonito.
—¿Qué quisieras decirle a la audiencia que ha leído esta entrevista?
—Que es importante tener fe, confiar. Esa es la lección más grande que me llevo de esta experiencia, porque uno como músico y ser humano siempre tiene inseguridades, dudas, tiende a compararse y pensar que no es suficiente, es la historia de mi vida. En la música el ambiente es muy competitivo, y lo más importante que me llevo es eso: confía, haz lo mejor que puedas y ten fe, si las cosas suceden de algún modo es porque así tenía que ser. Como diría Natalia: “lo que me ayuda en el escenario a poder volar, es confiar”.
Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.
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