La Guardia Nacional construirá 38 bases a lo largo y ancho de todo Acapulco. En ellas desplegará cerca de 10 mil elementos. El plan pretende hacerse cargo de la seguridad pública en la entidad y crear las condiciones para la reconstrucción
Texto: Arturo Contreras Camero e Isabel Briseño
Foto: Especial / Archivo e Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- Desde hoy a Acapulco llegarán 9 mil 860 elementos de la Guardia Nacional. La medida fue anunciada con pocos detalles por el presidente López Obrador la semana pasada. Este martes, el secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval anunció el plan.
“Lo que busca es que de manera permanente esté la Guardia Nacional en el municipio de Acapulco para continuar garantizando esa seguridad, que la paz y la tranquilidad de los ciudadanos continúe”, dijo el General Sandoval. El plan se dedicará a generar las condiciones de seguridad a la población, crear condiciones para la reconstrucción y colaborar en la reactivación de la economía local, el turismo y las actividades laborales.
La semana pasada el presidente había pedido la presencia de al menos 250 elementos por cada colonia que tuviera más de mil viviendas. Desde la Secretaría de la Defensa se identificó que de las 234 colonias que componen Acapulco, solo 83 tenían más de mil viviendas, por lo que dividieron el territorio en 38 sectores.
En cada sector se construirá una instalación de la Guardia Nacional que tendrá dos compañías con 250 mil elementos cada una. Éstas 76 compañías se sumarán a las 5 con 360 elementos que ya operaban en Acapulco. En total habrá 81 compañías de la Guardia Nacional; en total en el estado de Guerrero habrá 113 compañías de Guardia Nacional..
Actualmente la Guardia Nacional ya tiene 21 compañías construidas alrededor de Acapulco, junto con otras siete que están en proceso de construcción y otras cuatro aún en planeación. A esas 32 se sumarán otras cinco para completar las 38 instalaciones que se requieren
La tarde de este martes el presidente López Obrador visitó Acapulco para sostener una reunión en la base naval de ese municipio para supervisar los trabajos de recuperación del puerto. Se espera que este miércoles, después de su conferencia diaria se reúna con empresarios y hoteleros del puerto para afinar el plan de recuperación.
En el puerto desde el lunes han iniciado a abrir supermercados, tiendas de conveniencia y varias gasolineras. Se espera que en la zona afectada por Otis la recuperación económica vaya empezando poco a poco durante las próximas semanas.
Sin embargo, mientras la vida comercial de tiendas de autoservicio y algunos bares comienzan a reactivarse, hay familias que continúan escapando de la devastación que dejó el huracán Otis a su paso por Acapulco, Guerrero.
La recolección de basura, la falta de agua, de alumbrado, la intermitencia en la señal telefónica, la inactividad escolar y las filas interminables son algunos de los motivos que a dos semanas del paso de Otis hacen que decenas de personas continúen llegando con su mochila al hombro desde Acapulco.
Cargan con lo poco que pudieron rescatar. Perdieron casi todo.
“Venimos para conseguir comida y ropa”, dice el señor Cruz Garcia originario de Acapulco. En Caleta se dedicaba a la construcción y tenía una tiendita de abarrotes.
Él y varios integrantes de su familia llegaron a la Ciudad de México desde Acapulco en uno de los transportes que ofrecieron el servicio gratuito hasta el día de ayer.
Junto a él, 15 personas más esperan sentadas en el piso de la terminal de autobuses del sur. Son niños, niñas, adolescentes, mujeres y hombres que se dividirán para refugiarse en distintos hogares del estado de Toluca.
“Estuvo terrible”, es la frase que usa para describir el paso del huracán. Su hogar quedó destruido de la parte de arriba.
Los vidrios rotos y las palmeras caídas no les permitieron salir de su casa durante 4 días.
Su colonia aún no contaba con energía eléctrica, es por eso que planean comprar lámparas que funcionen con baterías porque las velas se acaban rápido, dice.
Agradece la ayuda que otorgó la Marina y el Ejército aunque dice, ha sido insuficiente pues hay mucha necesidad.
Al salir de Acapulco le queda una sensación de tranquilidad pues indica que no han podido dormir bien por estarse cuidando de que no entre alguien a su casa.
“Hay mucho miedo por la rapiña, se vive con miedo, no podemos ni dormir bien”.
La familia García planea estar una semana y media en Toluca para conseguir las cosas que no ha podido comprar en Acapulco.
“Gracias a Dios pudimos salir sin pagar para descansar la mente, ahora a ver cómo regresamos”.
El esfuerzo para brindar apoyo a los Acapulqueños ha sido titánico pero la necesidad supera la intención.
El presidente mexicano afirmó que 250 mil familias de Acapulco recibirán por 3 meses despensas con 24 productos cada semana para garantizar su alimentación así como
35 dueños de hoteles se comprometieron a tener sus instalaciones funcionando en diciembre de este año, a más tardar en marzo o abril próximos.
Sin embargo las fuentes de empleo prácticamente son inexistentes, pues el 87 por ciento de los habitantes del puerto obtienen sus ingresos, directa o indirectamente del turismo, actividad que está detenida al haber resultado afectadas las más de 19 mil 500 habitaciones de los poco más de 300 hoteles.
Las escuelas anunciaron ayer suspensión de actividades hasta el 10 de noviembre pero en realidad la fecha se ha ido recorriendo conforme vence el plazo anterior.
Mediante redes sociales, la Secretaría de Educación en Guerrero (SEG) informó que todas las actividades escolares, tanto para instituciones públicas como privadas, quedan suspendidas en Acapulco y Coyuca de Benitez.
Es por eso que Saúl, Guadalupe y Alan decidieron salir de Acapulco para intentar conseguir un empleo en Morelos que les permita reunir dinero.
“Aunque las tiendas abran, si no tenemos dinero ¿con qué compraremos?”
Los 3 adolescentes llegaron en chanclas, cansados y sin haber probado alimento desde que salieron del puerto.
Después de limpiarse con toallitas húmedas el lodo de sus pies que ayudaron a remover de sus hogares, se ponen unos calcetines que recién compraron y se cambian las sandalias por los tenis.
Guadalupe y Alan viven en la colonia Renacimiento, Saúl cerca del río Sabana
“No se puede vivir. No hay agua, luz, hay mucho polvo, no hay comida y todo está muy caro, el huevo lo venden en 150 pesos”, indica Guadalupe.
250 mil casas resultaron afectadas, la de Saúl se inundó casi dos metros al desbordarse el río y cuenta que tardaron 4 días en sacar el lodo.
Saúl viajó solo porque sus papás no quisieron dejar su casa, aunque aún no tienen ni donde dormir, prefirieron quedarse a cuidar lo que quedó de su hogar.
“Es muy difícil porque pensar en que se debe comenzar desde cero cansa, no físicamente al sacar el lodo de la casa, sino también mentalmente porque no comemos ni descansamos bien”, dice el joven que con pesar dejó a sus padres en Acapulco.
Los jóvenes también se quejaron de las largas filas que tuvieron que hacer hasta antes de salir para conseguir agua o despensas. Indican que muchas veces se terminaron las despensas antes de que les tocara su turno, se formaban bajo el rayo del sol desde las 7 de la mañana hasta las 4 de la tarde y regresaban a su hogar igual que como llegaron, con las manos vacías.
Dos familias más que aprovecharon la falta de clases son Marino y Catalán, ambas de la zona de la Sabana que al desbordarse el cerro perdieron su hogar.
Puebla y Lázaro Cárdenas, Michoacán son los destinos en donde los esperan sus familiares a quienes no ven desde hace varios años.
“No hay luz, no hay agua, no hay nada”, son los motivos que los hicieron decidir abandonar Acapulco, señalan.
José, integrante de la familia Catalán, era taxista pero su auto fue pérdida total por lo que al no tener forma de emplearse prefiere salir y pedir ayuda con sus familiares en Puebla.
El apoyo de la ciudadanía se sigue solicitando pues para que la vida turística se reactive se requiere la ayuda de todas y todos.
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