Las familias de las personas desaparecidas activan un territorio cuando lo caminan en busca de fosas clandestinas. Este ensayo es un viaje geográfico y emocional por los paisajes y los lugares de búsqueda
Texto: Daniela Rea
Ilustraciones: Rosario Lucas
En México, los paisajes están escritos por la violencia. Montañas, sierras, mares y desiertos albergan en su interior a los desaparecidos en espera de ser encontrados.
Los árboles, las plantas, el viento y el agua atestiguan el horror de los entierros clandestinos y, desde su naturaleza, hablan, dan pistas a los buscadores de desaparecidos. Bajo el suelo, cuerpos y tierra se cuidan y se nutren mutuamente.
Cuando las familias de los desaparecidos caminan un territorio en busca de fosas clandestinas, lo activan. Las historias de esos territorios, conservadas en la tierra, en los árboles, en los animales y el aire despierta para decirles: aquí. «Los paisajes también conservan lo que sucede en su extensión», escribió Javier Peñalosa en su poema Los que regresan. La tierra guarda cuerpos. Las piedras guardan el fuego, guardan el aire y el agua que las pule.
A diferencia de un registro que cuantifica, los familiares hacen un registro que despierta un territorio, despierta sus caminos y su memoria.
Además de México, en otras partes del mundo los paisajes también son marcados por la violencia y habitados por los ausentes. Desde Colombia hasta Filipinas, hijos, padres y hermanos desaparecen, mientras sus familias caminan los territorios para traerlos de vuelta a casa.
El Fondo Resiliencia de The Global Initiative Against Transnational Organized Crime (GI-TOC) presenta este ensayo multimedia “Desaparecido es un lugar” producido por la generación 2020 de fellows del Fondo Resiliencia con un ensayo introductorio escrito en compañía de los fellows de Venezuela, Colombia, República Democrática del Congo, Níger, Kenia, Rumanía, Camboya y Filipinas; con ilustraciones de Rosario Lucas. El proyecto cuenta además con un video-ensayo editado por Mariano V. Osnaya, imágenes de Gabriel Villegas, Heriberto Paredes, Miguel Tovar y diseño sonoro de Guillermo Llagunes.
Este ensayo es un viaje geográfico y emocional por los paisajes y los lugares de búsqueda. Si bien se enfoca en el territorio mexicano, su historia es un ejemplo de otras latitudes. Este es un recorrido por los paisajes habitados por los desaparecidos, de la mano de las familias que, en busca de sus ausentes, nos enseñan a leer la tierra.
El Fondo Resiliencia es el mecanismo de concesión de becas del GI-TOC que financia, fomenta y apoya iniciativas locales diseñadas para responder al crimen organizado y construir resiliencia comunitaria a partir de ello. El Fondo cuenta con un Fellowship y fortalece las capacidades de organizaciones de la sociedad civil.
En 2020, el Fondo Resiliencia lanzó la primera edición de su Fellowship con el fin de apoyar a un grupo internacional de individuos que responden al crimen organizado en sus comunidades. Con atención en el impacto local del crimen organizado internacional, el tema inaugural fue: «Desapariciones relacionadas con el crimen organizado». El programa propició la cooperación global, interdisciplinaria y multisectorial. El proyecto fruto de esta colaboración, documenta desapariciones alrededor del mundo y presenta las colaboraciones de los fellows del 2020.
Reportera. Autora del libro “Nadie les pidió perdón”; y coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado”. Dirigió el documental “No sucumbió la eternidad”. Escribe sobre el impacto social de la violencia y los cuidados. Quería ser marinera.
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