Del grupo de los tres al dique antineoliberal: la nueva agenda de México y Colombia

23 diciembre, 2024

Tomar la OEA, criticar la injerencia norteamericana y consolidar una política migratoria más humana son tan solo algunos de los retos que se asoman en la relación entre México y Colombia, dos países que antes habían sido pilares para la política neoliberal en la región, y que ahora parecen querer salir de ella

Texto: Alejandro Ruiz

Foto: Presidencia / Cuartoscuro

CIUDAD DE MÉXICO. – Mientras el mundo parece entrar en un escenario cada vez más polarizado, la disputa por la hegemonía en América Latina encuentra sus propios caminos con dos posiciones ideológicas diametralmente opuestas: el progresismo o la ultraderecha. 

En este escenario, gobiernos como los de México y Colombia –con sus contradicciones y limitaciones –, se insertan en un tablero estratégico donde las coincidencias parecen apremiar más que las diferencias, todo, para alcanzar un objetivo común: cerrar filas y consolidar los puntos mínimos de una agenda social y ambiental que ponga al centro la soberanía de la región. 

Un último episodio de esto ocurrió hace una semana, cuando la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se reunió con su homólogo en Colombia, Gustavo Petro. Ambos mandatarios –identificados en el espectro del progresismo – han impulsado una agenda común, marcada por el respeto al medio ambiente y la crítica a la injerencia externa en sus países, mientras su oposición se moviliza y critica férreamente sus políticas. 

¿Vislumbra esto una oportunidad para consolidar un campo fértil para que el progresismo recupera la directriz del continente? De ser así, ¿qué retos enfrentan para salir adelante? En entrevista, la historiadora y analista política de Colombia, Diana Carolina Alfonso, adelanta algunas reflexiones. 

Una nueva relación, a la luz de nuestra historia

–Estamos viendo un acercamiento cada vez más constante entre Claudia Sheinbaum y Gustavo Petro, donde al parecer están trazando una agenda bilateral entre ambos países. ¿Cuál es tu valoración de esta última reunión? ¿Cuáles son los puntos que tú crees que podrían conformar una agenda común?

–Bueno, algo que han venido haciendo, y que se repite con esta visita – pero que también podemos ver en Brasil en los últimos días– es la agenda de integración económica. Esta agenda es relevante hoy porque el Mercosur ha perdido peso. Ante el vacío que ha dejado Mercosur, las agendas del progresismo latinoamericano han tenido que reinventarse y trazar una nueva ruta estratégica. Eso puede generar tanto coincidencias y consensos, como diferencias. De hecho, fue lo que sucedió en la cumbre de los BRICS y el rechazo de Brasil a Venezuela. 

«Hay que pensar cuál es la potencia de la articulación entre México y Colombia, a la luz de su propia historia. Nosotros ya hemos intentado proyectos de articulación económica, comercial, pero también en políticas sociales, migratorias, de seguridad, etc. Sin embargo, esto se da en un marco de intervención en la larga agenda neoliberal. Nosotros formamos parte de esa confección conocida como el Grupo de los Tres, en la era del neoliberalismo, desde Cedillo hasta Calderón en México, y desde Gaviria en Colombia, quien sería el aperturista y garante del proyecto neoliberal, hasta Álvaro Uribe Vélez.

«Eso se rompe en 2006 cuando Hugo Chávez dice: Vamos a priorizar el Mercosur. Sin embargo, en ese momento las agendas de México y Colombia viraron hacia los Tratados de Libre Comercio (TLC). Hoy, en el último encuentro entre Gustavo Petro y Claudia Sheinbaum, se habla, por ejemplo, de potenciar el T-MEC hacia Sudamérica, y esa es la propuesta de Claudia, que parece entender que, dada la crisis que se avecina con la llegada de Trump, lo mejor es fortalecer la región.

«Es interesante señalar que, aunque México no tiene a sus principales aliados económicos dentro del hemisferio, sí que Colombia ocupa el segundo lugar, con una transferencia comercial de alrededor de 5 mil 700 millones de dólares, lo que es altísimo. Creo que esto representa una alternativa ante la posible tentación de Estados Unidos de cerrar sus puertas comercialmente o, peor aún, entrar en una guerra comercial con China, que comprometería aún más a la región.

«Esto nos lleva a un segundo punto: la posibilidad de articulación desde el Pacífico. México, Colombia y Chile somos los principales países de la Alianza del Pacífico. Estamos buscando aprovechar una cuota de la competencia entre Estados Unidos y China, lo cual no puede ser ignorado.

«Ahora bien, es muy interesante lo que marcan los propios medios de comunicación. Algunos medios hicieron énfasis en la agenda de la CELAC entre Gustavo Petro y Claudia Sheinbaum, señalando que esto debe pasar por la CELAC. Sin embargo, otros medios más hegemónicos pusieron mucho énfasis en la ONU y la OEA. Básicamente, Claudia Sheinbaum y Gustavo Petro se están planteando tomar la OEA. Esto es muy interesante para la protección de los intereses del continente.

«Hoy, si bien tenemos una crisis en nuestro proyecto económico o integracionista por excelencia, que era el Mercosur, Petro y Sheinbaum se sientan a pensar no solo una estrategia comercial de integración regional, sino también una estrategia que procure la seguridad de los intereses de un proyecto común a través de la CELAC, la OEA y la ONU, lo cual no es menor».

Migración, política antidrogas y sustentabilidad: los puntos en la agenda

–En este sentido, parece que hay algunos puntos coincidentes en los discursos de ambos. Uno de ellos es el medio ambiente, pero además la integración y potenciación de la producción latinoamericana frente a la guerra comercial que se avecina. ¿Qué otros puntos coinciden en las agendas de Petro y Sheinbaum y que podrían perfilarnos hacia una política continental más fortalecida?

–En efecto, el principal punto, al menos el que se toca en la mesa, es el de las energías renovables. Esto le da un nuevo pulso económico a la región, sobre todo porque la relación entre Colombia y México no es horizontal. México exporta televisores y tecnología, mientras que Colombia exporta petróleo. Que Colombia ponga este debate sobre la mesa en México es más que interesante para la política colombiana. Además, que México se convierta en garante de este debate para nosotros dentro de nuestro proyecto político, conocido como el Pacto Histórico, es crucial. Este es uno de los pilares de Gustavo Petro.

«Otra agenda que está hoy pausada, pero que considero es el principal renglón, es la política de drogas, o más bien la política antidrogas. Ya tuvimos la primera cumbre anti drogas en la ciudad de Cali, sin la participación de Estados Unidos. Una cumbre que debió haberse realizado hace 40 años. Esto será el punto de partida para pensar una estrategia continental, porque no se puede abordar el problema de las drogas como un asunto local. 

«El narcotráfico no es un problema de los carteles ni de Colombia ni de México: es un problema continental y político. Creo que este tema, aunque se trató brevemente en la reunión entre Claudia Sheinbaum y Gustavo Petro, quedó planteado para una segunda cumbre sobre el tratamiento de las drogas ilícitas en la región, una cumbre bilateral para el próximo año. 

«Esto es muy relevante, ya que las relaciones entre Colombia y México, durante la era del uribismo (2002-2018), estuvieron marcadas por la intensificación del narcotráfico y el tráfico de armas. Recordemos que, durante esa época, las relaciones no institucionales entre ambos países fueron muy intensas. Un ejemplo de esto es el caso de Dolis y Fuentes Villa, una de las figuras más visibles del clan Cifuentes-Villa, ex cuñada de Álvaro Uribe Vélez. Esta mujer terminó siendo testaferro del Chapo Guzmán en Colombia. Hoy está libre, lo que pone en evidencia esas relaciones de poder reales que conectan a las economías de ambos países. 

«Si algo conecta a estas dos economías como estrategia continental es el narcotráfico, el tráfico de armas y la política de intervención de la DEA en nuestros países. Esta política no busca suprimir la circulación de amapola o cocaína, sino controlar territorialmente nuestras fronteras del norte.

«Hoy, Colombia y México tienen una agenda proactiva que busca no criminalizar al pequeño productor o a la familia campesina cocalera, sino transformar las economías. Lo que está haciendo Gustavo Petro hoy en Colombia, por ejemplo con la reforma agraria, es crucial. En México, hay una crítica muy certera hacia Estados Unidos, diciendo: Mira, tu problema está dentro. Hay siete millones de niños en las calles de los Estados Unidos expuestos al consumo. Si quieren eliminarlo, deben operar sobre la política pública que proteja a su comunidad. Además, hay un problema emergente con el fentanilo, que está llegando desde otras partes del mundo. Entonces, la crítica mexicana y colombiana, y la posibilidad de articular nuevas fronteras dentro de esta economía, realmente podrían contribuir a pacificar el continente.

«La tercera agenda, que no me parece menor, es la política migratoria. Fue un tema delicado durante los últimos meses del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, sobre todo este año. Los colombianos entendemos que la política migratoria de México no se articula completamente con el resto del continente. Esto tiene que ver con un pacto entre Estados Unidos y México. De hecho, Joe Biden admitió que Andrés Manuel había sido muy juicioso con la política migratoria y no se había metido en ella. Sin embargo, el embajador de Colombia en México, Moisés Ninco Daza, tuvo que enfrentar una crisis muy fuerte.

«En los primeros meses del año, fueron deportados por vía aérea alrededor de 8 mil colombianos desde los aeropuertos de México, sin justa causa. De hecho, fuimos la nación más deportada desde México este año. Esto se debe a las cuotas que exige el país del norte.

«Gustavo Petro vino a México a plantear esta discusión: ¿cuáles son los términos de la relación migratoria? ¿Es posible pensar en un marco migratorio distinto al que se nos impone a través de la agenda mediática que habla de crisis migratoria? Pues bien, la crisis migratoria es una imposición de un régimen que busca cerrar sus fronteras. Lo estamos viviendo en el Tapón del Darién en Colombia, y ustedes lo están viviendo en su frontera norte. 

«Pensar en humanizar las relaciones migratorias es clave para revertir la epidemia social que nos hace un proyecto continental. Los colombianos y colombianas tienen derecho a existir en este país, o al menos debemos garantizarles que puedan hacerlo, lo mismo con los mexicanos que llegan a Colombia. 

«Esta fue una discusión importante que Gustavo Petro planteó esta semana en Ciudad de México. Y para bien de Claudia Sheinbaum, quien durante el debate presidencial se mostró reacia a abordar este tema, abrazó a Gustavo Petro y se comprometió a generar mayores garantías para la migración colombiana en México».

Cerrar filas

–Como mencionamos antes, hemos visto un espaldarazo de Lula hacia procesos más consolidados, a pesar de los bloqueos, como es el caso de Venezuela, por ejemplo. También, hay una especie de olvido de Nicaragua dentro del mapa político del progresismo y la izquierda, con Ortega y otros personajes a la cabeza. Pero por otro lado, personajes como Claudia Sheinbaum y Gustavo Petro parecen no confrontarse directamente con un discurso hacia Venezuela o Nicaragua, pero sí siguen otra línea política, más centrada en relaciones bilaterales con Estados Unidos y otras potencias. ¿Qué carácter adquiere esta nueva dirección progresista en la región, y hacia dónde se perfila el futuro del progresismo o de la izquierda partidista e institucional en América Latina?

–Bueno, yo diría que los enemigos nos definen, y creo que fue muy prudente el caso de Andrés Manuel con el tema de Venezuela. Su estrategia fue algo así como “tira la pelota y que se congele”. Después, él se aleja del escándalo, y la prensa corporativa tenía que centrarse en Lula o en Petro. Luego, Petro también se aleja de esa discusión, y básicamente, Lula quedó más expuesto. En lo que pasó en los BRICS, quedó claro que Lula tiene relaciones mucho más aceitadas con Estados Unidos y no pasa tanto por Venezuela, sino por intentar hacer una buena letra con Estados Unidos. En el caso de México, la crítica ha sido mucho más directa.

«Y hablando de cómo los enemigos nos definen, pues sube Donald Trump al poder y hoy tenemos una derecha libertaria en Argentina, pero también con miras a un modelo tipo Bukele para 2025. Esto se va a acentuar, aunque sus políticas sean más nacionalistas. Lo que estamos viendo, por ejemplo, con la capacidad de choque de las organizaciones paramilitares en República Dominicana —por no hablar de otras situaciones similares— refleja un discurso tan libertario que su ideólogo en Argentina es Agustín Laje, el ideólogo de la agrupación Libertad Avanza.

«Hoy estamos en una discusión diferente respecto a las derechas de hace cinco años, cuando era Mauricio Macri quien representaba a la derecha moderada. Ahora estamos enfrentando una derecha que se vuelve directamente criminosa.

«De hecho, en la CPAC en México de hace dos meses, los neoconservadores fueron muy claros al decir que tenemos que asesinar a la izquierda. Y lo decían en un contexto en que Claudia Sheinbaum había ganado. En este sentido, creo que tanto Gustavo Petro como Claudia Sheinbaum están planteando una discusión sobre el propio andamiaje de la democracia liberal, algo que se puede considerar un tiro al pie de esa misma democracia. Claudia está haciendo reformas judiciales, y Gustavo Petro está considerando un paquete de reformas en áreas tan amplias como salud, educación, pensiones, trabajo y la reforma agraria. Estas reformas en Colombia, y las que está implementando Morena en México, muestran que incluso los gobiernos progresistas, ante la avanzada de la ultraderecha, se ven forzados a agarrarse a lo poco que queda del Estado de Bienestar. Pero eso no es suficiente. 

«Hay que transformar los cimientos de los Estados nacionales que heredamos de las aperturas neoliberales de los años 90. Esto va a ser muy interesante de observar, cómo se van a dar esas luchas internacionales para ver si realmente reestructuramos nuestras democracias liberales o, al menos, iniciamos una batalla al respecto.

«En cuanto a los movimientos sociales, creo que es fundamental entender que estos deben hacer presión. Ese es su papel, su deber, y los gobiernos nacionales tienen que gestionar esas demandas. 

«En el caso colombiano, por ejemplo, en el Cauca, un departamento con una gran tradición organizativa, uno empieza a ver como “las costuras” del sistema: el territorio sigue movilizado en favor del Pacto Histórico, pero a la vez, las comunidades están exigiendo la desmilitarización del Cauca. Petro, por su parte, ha dicho que si las guerrillas no se sientan a dialogar, hay que hacer presión a través del establecimiento. Esto genera confrontación, pero también un espacio para que las organizaciones de base se sienten a negociar y a exigir lo que necesitan.

«Un ejemplo de esto es la desconfianza que algunas organizaciones en el Cauca tienen respecto a la capacidad de articulación de figuras como Francia Márquez, quien viene de un proceso organizativo en torno al agua y la minería. Algunos en el Cauca sienten que Francia Márquez no tiene la misma capacidad de movilización que sí tiene Gustavo Petro. Esto ha generado tensiones entre las organizaciones y el Estado, con las bases exigiendo un rol más activo por parte del gobierno.

«Por otro lado, se han logrado avances en algunos temas. Por ejemplo, la reforma agraria ha dado pasos, aunque a un ritmo muy lento. En Colombia, se firmó el acuerdo de paz con las FARC en 2016, y uno de los puntos clave era la restitución de tierras. Sin embargo, desde ese acuerdo solo se ha podido ejecutar menos del 8% de lo previsto. Aunque las organizaciones agrarias han participado activamente en las movilizaciones convocadas por Petro, exigen más celeridad en la socialización de la tierra y la distribución de los recursos agrícolas, especialmente en las zonas rurales.

«En México, también hemos visto avances en algunas políticas, como la política de género, que había sido una crítica dentro de las organizaciones feministas hacia Claudia Sheinbaum. Aunque esta crítica ha sido válida, también se ha visto que Claudia está reconociendo las demandas feministas y abriendo un espacio para que esas demandas puedan ser debatidas y posiblemente implementadas. Esto no significa que no haya confrontaciones entre el movimiento social y el Estado, pero sí que hay un canal de interlocución que reconoce las demandas y abre posibilidades para avanzar en términos de equidad social».

Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.