La sequía que se vive ahora se repetirá con cada vez mayor frecuencia. Para enfrentarla, hay que recuperar los suelos que se agotaron, hacer más eficiente el transporte de agua y mejorar exponencialmente su reciclaje y tratamiento
Twitter: @eugeniofv
El viernes pasado el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y el titular de la Comisión Nacional del Agua, Germán Martínez Santoyo, anunciaron las medidas con las que, aseguran, se logrará “garantizar agua ocho o diez años hacia adelante”. En general, se trata de medidas centradas en la construcción de más infraestructura gris —tubos, represas, canales—, con el problema de que esa infraestructura está pensada para administrar el agua, cuando el agua es lo que escasea. La respuesta debería centrarse, más bien, en adaptarse a esta nueva realidad, repensar la economía del norte del país y emprender arduos esfuerzos de restauración y regeneración del entorno natural.
El plan presentado por las autoridades consiste, como explicaron en la conferencia mañanera del viernes, en cinco conceptos principales: conectar el canal Chapotal al acueducto Cuchillo I, construir un nuevo acueducto que se llamará El Cuchillo II, terminar la construcción de la presa La Libertad, apoyar con pipas de agua, y emitir un decreto presidencial que formaliza los apoyos nuevos y da solidez legal a otros apoyos existentes. Son todos conceptos pensados para antes de que la crisis climática nos alcanzara y que no toman en cuenta que la sequía que se vive ahora se repetirá con cada vez mayor frecuencia.
Más que mirar hacia el cielo, para remediar la terrible situación que se vive no solamente en Nuevo León, sino en todo el norte del país, habría que ver los suelos, recuperarlos y restaurarlos, y reorientar la economía agrícola en ese sentido. También habría que repensar las ciudades y transformarlas con visión de largo plazo para prepararlas ante el nuevo régimen climático en el que ya estamos sumidos de lleno.
Como se explicó ya en Pie de página, la deforestación y la erosión de los suelos golpea al 92 por ciento del territorio de Nuevo León, y la situación no es muy distinta en el resto de los estados norteños. El mapa global de deforestación Global Forest Watch muestra además que la Huasteca ha sido muy duramente golpeada por la deforestación y que en el último par de años el parque nacional Cumbres de Monterrey registró un proceso intensísimo y muy rápido de pérdida de cobertura arbórea. Esto ha llevado a que el agua que llueve se pierde casi de inmediato y a que llueve menos porque se rompió la interacción de la vegetación con la atmósfera. Las soluciones de largo plazo —ocho o diez años parece mucho, pero en realidad es muy poco— pasan necesariamente por corregir esa situación.
Por décadas en México la política agropecuaria se ha centrado en incentivar la producción y, donde sí se impulsó el uso de tecnología, ésta iba dirigida a sacar los mayores réditos en el menor tiempo posible, no a producir en forma sustentable. Así las cosas, el futuro nos alcanzó y la degradación de los recursos naturales consecuencia de esa política hoy golpea con fuerza.
En lugar de hacer como que esta sequía es algo pasajero, todos los actores relevantes, desde las asociaciones de productores hasta los gobiernos de los tres órdenes deberían ver que esta situación será, si no permanente, ciertamente recurrente. Para enfrentarla, entonces, hay que recuperar los suelos que se agotaron, hay que hacer más eficiente el transporte de agua y mejorar exponencialmente su reciclaje y tratamiento. Se tiene que incentivar de todas las maneras posibles —desde fortaleciendo mercados locales hasta pagando subsidios directos y construyendo capacidades— la regeneración de los ecosistemas en las sierras lo mismo que en los llanos. Al mismo tiempo, las ciudades y, sobre todo, las industrias deben reducir drásticamente su consumo de agua. Tienen que empezar a pensarse como ciudades en el desierto, no en un vergel con agua para tirar.
El nuevo régimen climático llegó. O lo asumimos y nos adaptamos a él recuperando el planeta o nos perderemos con el planeta que destruimos.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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