10 diciembre, 2022
Durante las semanas de trabajo de la VII Brigada Nacional de Búsqueda en Morelos diversos incidentes de inseguridad pusieron en peligro a las familias buscadoras, quienes lograron descubrir nuevamente el horror que se vive y se oculta en esta entidad a localizar una fosa en Cuautla de reciente creación
Texto: Estrella Pedroza
Fotos: Heriberto Paredes
MORELOS. – “Tengo un mal presentimiento” comparte Juana. Ella viene desde Oaxaca. Le habla a Elena, una joven que radica en Morelos. En la charla, le dice que siente una opresión en el pecho desde que salieron del campamento, donde llevan casi una semana pernoctando con la VII Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas (BNDPD).
Elena confiesa: “yo tuve un sueño muy feo”.
Ambas siguen caminando para adentrarse, junto con el grupo de aproximadamente 50 personas que forman parte del Eje de Búsqueda en Campo y Prospección de la BNB, a la zona boscosa del municipio Huitzilac, situado en la zona norte de Morelos, a 15.9 kilómetros de Cuernavaca y a 59.7 kilómetros del Centro de la Ciudad de México.
“No vamos a desperdiciar un día de búsqueda y mucho menos en un lugar donde no se realizan estas búsquedas. Esta es una gran oportunidad de encontrar a quienes estén aquí”, reflexiona Elena. Con esto, anima a Juana. Le dice que “quizá esto sea porque vamos a encontrar algo”.
Elena sabe que Huitzilac es una zona de riesgo, donde la inseguridad es una de las características de la localidad. Pero también está segura que en este territorio podrían encontrar a unas o varias de las más de 107 mil personas reportadas como desaparecidas en México.
En esta municipalidad operan bandas de talamontes, extorsionadores, roba autos y secuestradores. De acuerdo con reportes oficiales, algunas son células locales, y otras operan bajo el mando de grupos delincuenciales como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), La Familia Michoacana y Los Maya (dirigido por Abel Maya).
En el trayecto de la autopista México -Cuernavaca rumbo al bosque, donde las buscadoras irán a explorar, las madres viajan en camionetas blancas que son parte de la caravana. Pese al riesgo, apenas son custodiadas por dos patrullas del Mando Unificado de Morelos (una municipal y una estatal) y dos de la SEDENA. Elena observó “cosas un tanto extrañas”, destaca.
Por ejemplo, en el camino de terracería – que aún estaba poblada- unas cuantas personas simulaban actividades. Elena afirma: “Eran Halcones y nos estaban vigilando”.
Al terminar el camino, ahí donde inicia el bosque, encontraron grandes casas alejadas unas de las otras. De pronto aparecieron unos troncos en medio del camino. Los árboles obstruyeron el paso a los vehículos. Un grupo de hombres descendió y los retiró para poder continuar.
De acuerdo a la BNB, previamente un equipo de avanzada acudió a recorrer el lugar y esos troncos no estaban ahí.
El silencio que predominaba era inquietante, coinciden varias de las buscadoras que accedieron a dar su testimonio pero prefieren no revelar su identidad. Algunas, incluso sugieren utilizar un seudónimo, como Elena.
Finalmente, todas y todos los que integran la caravana de búsqueda- entre los que figuran personal de la Fiscalía General de la República, la Fiscalía del Estado de Morelos, la Comisión Estatal de Búsqueda de Morelos, la Comisión Nacional de Búsqueda y la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, Sedena y elementos del Mando Unificado, integrantes del Colectivo Marabunta y las familias buscadores- descendieron del transporte y con velocidad tomaron mochilas y herramientas.
Fue en ese momento cuando Juana y Elena conversaron. Y pese a la determinación de seguir en lo suyo, mientras caminaban Juana compartió con otras de sus colegas su presentimiento.
Ella busca a su hermano Juventino Cruz Cruz, desaparecido desde el 21 de agosto del 2021 cuando un comando armado se lo llevó en Oaxaca. A pesar de que presentaron una denuncia por su desaparición ante las Fiscalía de Oaxaca, a más de un año no saben nada de él.
Juana, pone atención a los avisos del cuerpo. En su familia es muy común que reciban esas pistas antes de que ocurra algún peligro o desgracia. “Eso ocurrió cuando pasó lo de mi hermano”, aseguró.
Ella y su mamá estaban en una ceremonia para despedir las cenizas de uno de sus tíos, quién un año atrás murió de COVID y por la pandemia no pudieron darle una cristiana sepultura. En ese momento, su mamá sintió una tristeza profunda y no entendía porque: “se sabía triste por la muerte de su hermano, pero tras un año de luto, lo que estaba sintiendo no correspondía, ya que era algo mucho mucho más fuerte”. Unos días después, ambas regresaron a su pueblo y se encontraron con la noticia de lo ocurrido con Juventino.
La BNB caminó y subió parte de un cerro durante 20 minutos, lapso de tiempo en el que predominó el clima frío, característico de la zona alta de la entidad.
Cuando el reloj marcó poco más del medio día, las familias llegaron al punto de interés e iniciaron los trabajos de prospección. Estos consisten en observar el terreno para ubicar tierra suelta, miran buscando algún indicio, escarban y varillan (consiste en introducir una varilla lo más profundo que se pueda para después revisar si se percibe algún olor).
El silenció prevalece, se irrumpía de vez en vez con las charlas de quienes integraban la brigada.
A las 13:10 horas la tranquilidad se rompió cuando se escucharon detonaciones muy cerca del lugar dónde trabajaba la Brigada.
Juana recuerda que lo único que pudo hacer fue decir: “que poca madre” y entonces confirmó que su presentimiento tenía sentido.
Luego volteó y observó casi a todas y todos en el suelo. Algunas personas estaban en tierra despejada: “Los convertía en un blanco”.
Así que Juana empezó a abrir paso en la maleza para que pudieran meterse ahí sus compañeras y protegerse. Después solo atinó a comentarles: “Se los dije”.
En el fondo siempre estuvo preparada para una eventualidad de este tipo, ya que todo el tiempo se mantuvo alerta.
Los integrantes de Marabunta activaron de inmediato un protocolo de reacción. Indicando que todes se mantuvieran en el piso y en silencio.
Mientras los elementos de la Sedena, que estaban distribuidos tres en la punta y tres el la cola del contingente, se adentraron al bosque e indicaron a los policías que se encargan de resguardar y sacar de la zona a las familias.
De nuevo predominó el silencio, ahora acompañado de incertidumbre, la adrenalina y entre algune: el temor.
En segundos, se les indicó formar una fila y agruparse de dos en dos.
“Cada uno cuida al de alado y vamos a caminar en silencio”, recuerda a quien llamaremos Lucía. Ella iba acompañada por su hija de apenas 17 años, ella busca a su hermano.
Les indicaron avanzar sin voltear atrás, sin soltar a su compañere.
Lograron avanzar un poco y nuevamente se escuchó una ráfaga de detonaciones.
“Apenas dimos unos pasos y se escucharon de nuevo detonaciones. Y de nuevo todos al piso”, comparte Lucía.
Y agrega:
“Yo lo único que pensaba era Dios mío qué hago aquí con mi hija solo la estoy arriesgando”.
Algunas personas documentaron por inercia lo que pudieron con sus teléfonos. En las imágenes se observa algunas personas en el suelo, cabezas y predominan las ramas de los árboles.
Se les escucha murmurando y pidiendo entre ellas mantenerse en el piso.
Algunas de las buscadoras sostienen que la segunda ocasión fue más larga, más intensa y con arma de alto calibre.
Nuevamente retomaron la caminata, en silencio. A paso firme.
De pronto, nuevamente sobrevino una tercera ola de detonaciones. Ahora ya no se escuchaban tan cerca.
Esto abrió la sospecha de que les estaban vigilando, ya que al ponerse de pie y avanzar venían los disparos al aire.
Sin titubear todes avanzaron en grupo y bajaron a prisa el cerro. Así se observa en otro video que comparten las buscadoras con la reserva de que no sean publicados.
“Siguen tirando disparos al aire, parece que nos acercábamos a un punto importante, con ráfagas de arma larga”, se escucha en uno de los videos mientras graban.
Entre ellas comentan “yo creo que si nos acercábamos a un punto importante porque primero nos dejaron trabajar”.
Se percibe el temor, el nerviosismo y la prisa.
“No pierdan a su compañera, de a dos, avancen rápido, tienen que ir de a dos…” es parte de lo que se alcanza a escuchar .
Los 20 minutos se redujeron a casi 10 minutos de camino.
Las camionetas estaban listas para partir, con rapidez las abordaron y emprendieron la huida.
Mientras, salían de la zona boscosa y el camino de terracería, en otro vídeo se escucha que algunas entran en crisis nerviosa. Unas lloran. Otras tratan de mantener la calma. Por separado, cuando dan su testimonio, las buscadoras confiesan que tuvieron miedo. También aseguran que están dispuestas a regresar, pues saben que si les impidieron seguir es porque algo se esconde ahí.
Juana, que no es de Morelos, dice:
“Yo si quiero regresar, esto que nos pasó demuestra que ahí podemos encontrar”.
Este incidente de seguridad ocurrió el 2 de diciembre, seis días después de que la VII BNB arribó a Morelos.
Desde el 26 de noviembre, la Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas (BNPD) arrancó actividades en Morelos con seis ejes búsqueda en campo, búsqueda en vida, identificación forense, trabajo con comunidades eclesiales y de fe, educación para la paz con comunidades escolares y sensibilización de autoridades.
Previo, existió planeación de varios meses que incluyó reuniones con autoridades federales y estatales. Las reuniones se hicieron durante agosto, septiembre y octubre, donde hubo compromiso para garantizar la seguridad, entre otras cosas.
Los acuerdos se incumplieron, o cumplieron a medias. Así ocurrió con la seguridad, pues desde el primer día de trabajo en campo fallo la estrategia. Los responsables y efectivos en campo llegaron tarde, y con muy pocas unidades.
De acuerdo con informes de la BNB, durante la primera semana solo se contó con dos unidades de la Comisión Estatal de Seguridad Pública (CES) y una de la Guardia Nacional. Tras el incidente de seguridad en Huitzilac, lograron que enviaran dos unidades de la Guardia Nacional y de la Sedena, pero “siguió siendo insuficiente, la prueba es que no logramos regresar a Huitzilac y tampoco pudimos ingresar a Amacuzac”, refiere la vocería de la BNB.
Un factor que marcó esta IIV BNB fue la lenta respuesta de la Fiscalía General la República (FGR) para resguardar e iniciar el proceso de exhumación de los hallazgos que se traduce en las secuelas de la crisis forense que se enfrenta en la entidad.
A ello se suma la negativa de las autoridades de la FGR a las familias de poder documentar el proceso de manera adecuada, a pesar de que es su derecho.
Y así, en esas condiciones, las madres, esposas, hijas, hermanas, primas, tías y abuelas tuvieron que caminar Morelos, una entidad dónde prolifera la narcopolítica, según lo ha expresado en repetidas ocasiones el propio gobernador Cuahutémoc Blanco Bravo. Esto lo ha dicho acusando a la clase política morelense de estar coludida con grupos delincuenciales.
Él mismo exfutbolista que el 4 de enero apareció en una fotografía difundida por el Sol de México, donde posa con tres de los líderes de grupos delincuenciales concretamente con: Irving Eduardo Solano Vera, ubicado como “El Profe y/o El Gato” -primero líder del Cártel Guerreros Unidos y luego jefe de plaza en Morelos del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG)-, Homero Figueroa Meza, La Tripa, líder del grupo criminal conocido como Comando Tlahuica o Los Tlahuicas y Raymundo Isidro Castro Santiago, El Ray, líder regional del CJNG en Morelos.
Morelos, de acuerdo a informes de la Sedena sustraídos de las filtraciones de Guacamaya Leaks ( y publicadas en alianza por los medios de circulación nacional Aristegui Noticias, Animal Político y Proceso), algunos funcionarios de alto nivel de los tres Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial , así como 18 alcaldes mantienen vínculos con distintos grupos del crimen organizado.
A pesar de este contexto, que también se vive en igual o mayor medida a lo largo y ancho del país, la BNB hizo lo que sabe: trabajar, buscar y encontrar.
“Al final de cuentas la Brigada ha trabajado y seguirá trabajando con todas las medidas y con las precauciones con las alertas que tenemos que tener siempre en cualquier parte del país”, concluyó una integrante de la BNB que prefiere no revelar su identidad.
Y agrega:
“Vivimos en un narcoestado. En un país convulsionado en tema de seguridad. En un país que tiene un Sistema de Seguridad Pública precario, y Morelos no es la excepción. No tiene la capacidad de atender la demanda que tuvo la Brigada en esta ocasión, vaya, no tiene elementos, no tenía patrullas. Y además seguir brindando hasta la seguridad a la sociedad”.
La BNB ha enfrentado incidentes de seguridad, como el ocurrido en Huitzilac, en distintos momentos, en distintos estados y de distintas maneras, tanto en la primera, la segunda y todas las ediciones de las BNB, algunos se han hecho públicos otros no. Pero eso no ha frenado a las familias para seguir adelante con la finalidad de encontrar a los suyos y a todos.
“Está zona, la tenemos considerada como de alto riesgo. Cuando les digo alto es de verdad alto, es una zona que todavía sigue activo el crimen organizado”, es parte de las advertencias que Yadira González, encargada del eje de búsqueda de la BNB. Ella habla frente a un grupo aproximado de 70 personas – entre familiares, solidarias y autoridades que acompañan las actividades- que aguardan y escuchan parados en fila formando una media luna.
Es el día cuatro de actividades de la VII BNB. Los trabajos están por iniciar. Se comenzarña con la prospección en un paraje situado en el municipio de Tlaltizapán, situado a 57 kilómetros de la capital de Morelos, muy cerca de la carretera Tlaltizapán a Moyotepec.
Yadira agrega:
“Es una zona en la que como ya se dieron cuenta, no tenemos señal, no hay nada de comunicación por eso nos tenemos que cuidar entre nosotres”.
Mientras sigue dando indicaciones, algunas de las buscadoras observan sus teléfonos y verifican que efectivamente están incomunicadas.
Yadira señala hacia la zona en la que se trabajará. Explica que más arriba hay unas casas de seguridad y que se había proyectado ingresar. Sin embargo, debido a la información recibida de que los grupos delincuenciales están activos, se abortará la intención para no poner en riesgo a la brigada.
Entonces indica que pueden iniciar los rastreos y prospecciones.
Poco a poco las familias se dividen y se adentran en zonas para ir observando la tierra.
Un hombre de unos 68 años, que proviene de Iguala, camina hacia la derecha. Se aleja solo y se abre paso con su machete.
Una joven buscadora toma la misma dirección, aunque por otro camino.
Son los primeros en alejarse del grupo.
Gaby y Nidia se percatan y los siguen para no dejarlos solos.
Encuentran un pozo y lo analizan en grupo. Dudan si podría o no haber algo.
De pronto les llama la atención un bebedero de ganado lleno de tierra y en algunas partes con cemento. Así que deciden poner manos a la obra con ayuda de una pala, un machete, una picoleta y una varilla, es todo lo que llevan no hay más herramienta.
Rascan, escarban, penetran y logran romper la primera capa. Entonces se descarta esa zona.
Monserrat Castillo, encargada de la seguridad del grupo, los alerta que no solo se han separado del grupo, sino que también se salieron del perímetro vigilado. Esto no puede suceder debido a las condiciones de seguridad.
Tlaltizapán es un municipio situado al sur de Morelos. Por muchos años estuvo bajo el control de Los Rojos, liderado por Santiago Mazari, ubicado por las autoridades como El Carrete, quien fue detenido en agosto del 2019 y un año después fue sentenciado a 20 años de prisión por delitos de delincuencia organizada.
Los Rojos aún están vigentes. Uno de sus hijos los lidera y actualmente se disputan el territorio con miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación y la Familia Michoacana, según han informado autoridades estatales.
La tensión de las familias se eleva al saber que es una zona donde están activos los grupos delincuenciales, y de que están cerca de casas de seguridad. También influye la incomunicación
Victoria Romero Juárez viene desde Coahuila. Ella tiene 62 años, y los últimos 12 años de su vida los ha dedicado a la búsqueda de su hijo Luis Alberto Hernández Romero, quién desapareció el 22 de agosto del 2010.
Luis, técnico en computación, atendía su propio negocio. Viajó a Monterrey a comprar material y equipo. Hizo una última llamada a Victoria y le avisó que ya estaba en camino a Coahuila. Pero nunca llegó.
Victoria cuenta que una vez que pasó el tiempo prudente en que Luis debía llegar ella se alarmó. Lo empezó a buscar. Intentó presentar una denuncia, pero no se la quisieron iniciar. Después viajó a Monterrey en busca de pistas, o de alguna información. No encontró nada. Todo en soledad.
Después, regresó y se sumió en una profunda depresión que la llevó a perderlo todo.
Se sumó a los colectivos. Ha hecho búsqueda en campo y en vida, dos veces en Monterrey, dos en Michoacán, una en Guadalajara.
Y llegó en esta ocasión a Morelos con la BNB con la esperanza de encontrar a su hijo.
Victoria es una mujer seria, callada y mesurada. No tener señal y estar incomunicada la estresa. Pero dice que estar en esta búsqueda le da la tranquilidad de que nunca dejará de buscar.
Luego de un rato de charla se suma a un grupo que hace un barrido entre milpas y maleza. Buscan descartar algún posible hallazgo.
Han pasado tres horas desde que iniciaron los trabajos las familias buscadoras y aún no hay un solo indicio de algún hallazgo.
En esta caravana, hay rostros conocidos y algunos otros nuevos.
Reyna Barrera García, conocida como Reinita, participó en la VI BNB buscando su hijo Luis Javier Hernández Barrera, desaparecido en Veracruz.
En esta VII BNB viene buscando Jorge Antonio Espino Amador, quien desapareció en marzo de este 2020 después de visitar a un mecánico que le informó que un grupo de hombres se lo llevó. Sus padres presentaron una denuncia, pero fueron amenazados. Por eso Reinita ahora es quien lo sigue buscando.
Un grupo localiza un segundo pozo que tiene agua en el fondo, y alrededor algunos indicios.
Marabunta determina ingresar y realizar un rastreo a profundidad. Informan que se requiere de una bomba para sacar el agua y escarbar. Hay grandes posibilidades de que sea un hallazgo.
Se agota el tiempo para salir con luz de día de la zona. Y ese punto quedó pendiente.
No se pudo avanzar más por falta de seguridad. Pero no fue un día perdido, aseguran las buscadoras.
Al llegar a las camionetas que aguardan para llevarlas de regreso a Cuernavaca, son informadas que durante todo el día motocicletas circularon a baja velocidad en la zona y hacían un alto para revisar.
Esta búsqueda se realizó el 30 de noviembre.
“Las vías del tren” fue una pista que la BNB recibió para localizar un punto de interés en Cuautlixco, una localidad situada a ocho minutos del Centro de Cuautla. Ahí hace cuarenta años se edificó la estación Cuautlixco sobre la línea angosta México-Ciudad Morelos del Ferrocarril de Morelos. En la historia reciente la colonia Cuautlixco es ubicada por ser una zona de narcos.
Según la información que poco a poco han documentado los medios de comunicación locales ahí existen casas de seguridad donde Irving Eduardo Solano Vera, ubicado como “El Profe y/o El Gato” -primero como líder del Cártel Guerreros Unidos y después como jefe de plaza en Morelos del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG)-, tenía uno de sus centros de operaciones.
Según reportes oficiales lo detuvieron elementos del Ejército el 17 de febrero de 2021. Justo en Cuautlixco.
Por ello, hace sentido que la ciudadanía alerte sobre posibles entierros clandestinos.
La información proporcionada de manera anónima que señalaba que entre sembradíos del campo Paredones, a un costado de las vías tren ( antiguo ferrocarril) podría haber algo. Atendiendo las pistas, un grupo de buscadoras arribó el 4 de diciembre- justo en el día número nueve de las actividades de la BNB-, caminaron sobre los rieles y ubicaron un camino de saca.
Realizaron los trabajos de prospección, y pronto ubicaron puntos de interés.
“Entonces iniciamos los trabajos con palas, picos y varillas”, compartió Guadalupe Mela Ulloa, originaria del estado de Estado de México. Ella busca a su hermano Gabriel Ulloa, desaparecido el 22 de septiembre del 2010 en Papantla Veracruz, tras toparse con un retén militar en Torre de la Vega.
Narró que realizaron cuatro pozos de sondeo donde tras un largo rato de trabajo localizaron cuatro indicios (se asomaba un cuerpo en cada uno de los puntos).
“Yo vengo a buscar a mi hermano. A mí me tocó estar en dos puntos”, dice con mucha claridad.
Y comparte que al encontrarlos tuvo sentimientos encontrados. Por una parte, narra, “me da alegría de saber que esas personas pronto regresaran con su familia, y, por otro lado, siento feo porque encontrarlos de esa forma… son humanos”.
Los colectivos locales reportaron que habían localizado cuatro entierros clandestinos con un cuerpo cada uno.
La BNB solicitó la presencia de la Fiscalía de Morelos, pero al tratarse de una zona federal, las autoridades se declararon sin jurisdicción. Entonces la BNB realizó las gestiones correspondientes para que peritos de la Fiscalía General de la República (FGR) realizaran las diligencias correspondientes.
Pero fue hasta el martes que arribó un equipo integrado por un agente del Ministerio Público, una antropóloga, una arqueóloga forense, dos elementos de la policía y un fotógrafo.
Iniciaron los trabajos, negando a las familias el derecho a documentar. Las familias protestaron y exigieron que se les respetara ese derecho.
Tras un estire y afloje, el MP permitió el acceso a una persona durante 10 minutos para observar y tomar nota.
Lo que inicialmente, “se percibió como cuatro entierros clandestinos individuales en un camino de saca, mutó a una fosa clandestina múltiple porque en el primer punto, estaban tres cuerpos, uno tras otro”, explicó Edith Hernández, hermana de Israel Hernández, secuestrado y luego encontrado en las fosas de Tetelcingo. Ella además es parte del colectivo Búsqueda de Familiares Regresando a Casa Morelos.
La jornada de trabajó cerró ese día con tres cuerpos exhumados.
Durante miércoles, jueves y viernes los trabajos continuaron y lograron exhumar otros tres cuerpos.
Angélica Rodríguez Monroy, mamá de Viridiana Morales Rodríguez, quien desapareció el 12 de agosto de 2012, y que además es representante del colectivo Búsqueda de Familiares Regresando a Casa Morelos, detalló:
“Los entierros son recientes, lo que nos dicen los peritos es que son de aproximadamente hace tres semanas”.
Y precisó que en esté segundo día de trabajo ha prevalecido la negativa a permitir que las familias realicen la documentación de manera adecuada y si bien le dan información no es suficiente: “Hoy nos ampliaron el tiempo a 15 minutos, pero la verdad es una simulación porque desde donde se observa no se ve nada”, dijo.
La VII Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas (BNBPD) concluyó con cuatro hallazgos, que consisten en seis cuerpos, restos óseos, informaron familiares de víctimas, la tarde de este viernes, en la instituida (por la sociedad civil) Plaza de la Paz, antes Plaza de Armas.
Buscadoras de por más de 26 estados de la república y colectivos locales, cerraron las actividades con una conferencia de prensa, donde Edith Hernández y Angélica Rodríguez Monroy ambas representantes del colectivo Búsqueda de Familiares Regresando a Casa Morelos, agradecieron el apoyo de la BNB.
“Familias de distintas entidades del país, llegaron, nuevamente a descubrir la verdad y el horror que se vive en Morelos ”, sostuvo Monrroy.
Juan Carlos Trujillo, representante de la BNB, informó que durante toda la estancia de la Brigada las autoridades estatales y federales incumplieron acuerdos, principalmente en materia de seguridad.
Destacó que un factor que predominó, además de la poca seguridad, fue la lenta respuesta de las Fiscalías para resguardar e iniciar el proceso de exhumación de los hallazgos y la negativa a las familias de poder documentar el proceso de manera adecuada.
“El contexto en que laboró la brigada fue complejo, las intimidaciones , la falta de seguridad y el desdén de las autoridades”, añadió.
A pesar de todo, la BNB recorrió algunos municipios entre ellos Ciudada Ayala, Cuautla; Yecapixtla , Temoac, Tlaltizapán, Amacuzac, Jojutla, Jiutepec y Cuernavaca con los distintos ejes de búsqueda.
También se logró buscar tanto en vida como en campo por que el motor es encontrar a todos y a todas pero también porque en Morelos hubo respuesta de la sociedad civil que fue alertando sobre los lugares donde se debía buscar.
No obstante, “nos vamos contentos porque se ha sembrado una semilla en Morelos para seguir buscando (…) y porque encontramos lucecitas (cuerpos) que seguramente pronto estarán con sus familias”.
Reconoció que hubo voluntad por parte del Congreso de Morelos y algunos presidentes municipales.
Angélica Rodríguez Monroy, representante del colectivo Búsqueda de Familiares Regresando a Casa Morelos, indicó que en un encuentro con los representantes del Poder Legislativo salieron con buenas noticias y nuevos compromisos.
Por ejemplo, citó:
“Nos fue informado que ya salió el dictamen de la creación de la Unidad de Derechos Humanos Búsqueda de Personas y Atención a Víctimas, que es un dictamen que ellos todos votaron por acuerdo y por unanimidad para que en los diferentes municipios se vayan creando esas unidades”.
La buscadora destacó que se les informó que las Unidades de Derechos Humanos Búsqueda de Personas y Atención a Víctimas tendrán dientes, es decir, recursos etiquetados.
Otro compromiso es que para principios del 2023 se podrá ya contar con una Ley de Desaparición Forzada del Estado de Morelos, que se impulse con la participación de las familias y dónde sean considerados todos los colectivos existentes en la entidad.
El próximo 16 de enero tendrán una reunión donde los colectivos que fueron excluidos hace un año podrán dar sus observaciones.
“Podemos ver que sí hay compromiso. Esperemos que se cumpla y que no solo sea una simulación (…) las familias les damos un voto de confianza a los legisladores y legisladoras”, concluyó.
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