12 julio, 2020
Durante la primera ola de covid-19 en Nueva York, murieron al menos 594 migrantes mexicanos, según los datos de la cancillería. Este 12 de julio, 250 de ellos regresaron a México en urnas, en un vuelo de la Fuerza Aérea, entre homenajes oficiales en ambas naciones, donde los calificaron de héroes por haber trabajado durante el confinamiento.
Texto: Ximena Natera y Kau Sirenio
Fotos: Ximena Natera y Duilio Rodriguez
NUEVA YORK y CIUDAD DE MÉXICO- Son 250 urnas. Son doscientos cincuenta mexicanos que murieron en la ciudad estadunidense, contagiados de covid-19 durante la primera ola de la epidemia. Este sábado, las Fuerzas Armadas repatriaron a la mayoría. El estado de Puebla encabeza la lista con 104 urnas que viajaron la tarde de este sábado; del Estado de México vienen 31; Guerrero, 23; Tlaxcala, 18; Oaxaca, 17; e Hidalgo, tres. Los estados que no mencionaron el número de repatriados son Veracruz, Chiapas, Morelos y Ciudad de México.
NUEVA YORK.– No es común que los portones principales de la icónica catedral de San Patricio, en Nueva York, estén abiertas al público; en su lugar, puertas corredizas de vidrio permiten a los transeúntes asomarse desde fuera, mientras que los fieles y turistas usan las entradas laterales.
Pero el sábado 11 de julio, por la mañana, los restos de 250 mexicanos que murieron a causa del Covid, cruzaron los arcos de la catedral, donde un centenar de familiares, acompañados por el cardenal Timothy Dolan y el cónsul mexicano Jorge Islas, dieron un último adiós a los restos antes de ser repatriados en un vuelo de la fuerza aérea mexicana.
A los asistentes se les recomendó que entrara un solo miembro por familia, pues la ciudad sigue en estado de alerta por el aumento de nuevos casos de covid en las últimas dos semanas. Con guantes, caretas y cubrebocas los familiares se sentaron dispersos entre las filas de la iglesia, muchos de ellos conectados a su vez con con familiares y amigos a través de los teléfonos. Un grupo de Mariachi, tocando con la mitad de sus integrantes, interpretó Las Golondrinas.
El cónsul dio un breve discurso donde reconoció la labor que tuvieron los migrantes mexicanos fallecidos, pues la mayoría trabajaron en el sector servicios, uno de los más vulnerables.
“Gracias a estos 250 héroes y heroínas anónimos, esta ciudad continuó funcionando. Fueron trabajadores fundamentales en un contingencia sanitaria, preparando y repartiendo alimentos, trabajando en la construcción o limpiando los hospitales cuando todos nos refugiamos en casa. Pero nos costó mucho, 250 familias… no podemos sino sentirnos profundamente orgullosos del trabajo que dejan estos mexicanas y mexicanos y su sacrificio por sus familias y esta ciudad que los adoptó”, dijo.
En la ceremonia, ningun familiar subió al podio.
Anabel y Joaquina Hernández no habían visto a su madre Elda en 28 años desde que ambas, originarias de Xalapa, emigraron desde los años noventa a Nueva York, donde construyeron sus vidas. El año pasado, después de un proceso arduo, Elda logró tramitar su visa y visitar a sus hijas por una temporada en el Bronx, donde ambas viven. Este año Elda regresó por segunda vez, aterrizó en el aeropuerto de NY el sábado 14 de marzo, el mismo día en que el gobernador Cuomo declaró estado de emergencia en la ciudad por el azote de covid.
En solo dos semanas, la ciudad de Nueva York se convirtió en el epicentro mundial de
contagios por el coronavirus, y Elsa que acababa de cumplir 83 años cayó enferma.
El 28 de marzo entró de urgencias al hospital.
“Le pegó muy duro”, cuenta Joaquina con voz entrecortada.
“Lo más difícil fue que no la pudimos ver, no volvimos a escuchar su voz”, dice Anabel, mientras sostiene una urna de madera oscura con las cenizas de su madre. Su nieta Emma dice en voz baja mientras abraza una foto enmarcada de Elda, que le gustaría tenerla otra vez en casa. “Estuvo muy poco tiempo con nosotras”.
Elda murió el pasado 11 de abril, lejos de sus hijas y de su hogar. Para la familia Hernández era importante asistir a la ceremonia, que se realizó, por coincidencia, a exactos tres meses de su muerte. Los restos de Elda, a diferencia de los otros 250 mexicanos que regresaron a casa el sábado, permanecerán en Nueva York. “Queremos que se quede aquí un rato más, todavía no la podemos dejar regresar”, dice Joaquina.
Una docena de funcionarios del consulado trasladaron las 250 urnas desde la catedral hasta un convoy estacionado afuera sobre la Avenida 6, un eje central de Manhattan que, cuatro meses después de la orden de confinamiento por la pandemia, sigue desierta.
El proceso duró casi una hora, pues los funcionarios, en silencio y con mucha calma, movieron, una por una, las urnas empaquetadas en cajas, identificadas con los datos de los difuntos y los familiares que los recibirán en México.
Rosaelia Barrera, una mujer joven, de piel morena y cabello largo hasta la cintura, con guantes y mascarilla, observó paciente el trayecto de todos los paquetes, alargando el cuello cada tanto para intentar reconocer la que ella misma empaquetó y que llevará a su hermano Antonio Barrera hasta su natal Guerrero.
“Creí que lo iba encontrar, pero son muchas. Se confunden”, cuenta al final de la ceremonia. Rosaelia, que vive en Queens, un barrio que fue arrasado por el virus a principios de abril, asistió sola a la misa; su segundo hermano dejó la ciudad tras la muerte de Antonio.
“Ya no aguantó. Se fue a Florida”, dice. “Había estado hablando con el consulado para que me ayudaran con los permisos para mandar a mi hermano, pero no avanzaba y al final me dijeron que ellos se iban a ocupar”.
Antonio, murió el 25 de abril tras una semana en el hospital. Tenía 31 años, ocho de ellos vividos en Nueva York.
Rosaelia, que migró en 2006 tras acabar el bachillerato, se ha dedicado a la limpieza desde que llegó a la ciudad. Pero desde marzo cuando todo Nueva York se paralizó, perdió su trabajo.
“No se como me atreví, pero abrí una tienda en línea de joyería, siempre me ha gustado y eso estoy haciendo”.
Afuera de la catedral, después de que el convoy partió hacia el aeropuerto, Rosaelia cuenta que en San Miguel del progreso, Guerrero, queda su madre y será ella la que reciba a Antonio. “Me hubiera gustado traer a mi mamá”, dice.
Antonio Barrera Hilario, de San Miguel del Progreso, municipio de Malinaltepec, soñaba con volver a su pueblo para cortar café. Quería acompañar la lucha de sus paisanos que se oponen a la minera, en el corazón de la Montaña de Guerrero.
Ya en el aeropuerto, el cónsul general en Nueva York advirtió: “Este avión de la Fuerza Aérea Mexicana transporta a 245 mexicanos y mexicanas que con muchos esfuerzos llegaron a Estados Unidos a trabajar y se convirtieron en el pilar de la economía mexicana.”
AEROPUERTO DE LA CIUDAD DE MÉXICO- Las luces se encendieron cuando el avión de la fuerza aérea mexicana aterrizó en el hangar 6 con las urnas de 250 mexicanos que fallecieron por la Covid 19 en Nueva York. Los familiares no vinieron aquí para recibir las urnas, solo funcionarios de los gobiernos de los estados llegaron.
Son más de mil 500 los mexicanos, los que perdieron la batalla en Estados Unidos.
Después de montar guardia de honor José Luis Sánchez Guayan, Rigoberto García Sarmiento, Juan Flores Sánchez, Isabel Priego Rodríguez y Anastasio Gómez Luna, El director general para América del Norte, Roberto Velasco Álvarez dijo “Regresar las cenizas de nuestros connacionales es la manera de México de agradecer lo mucho que aportaron nuestros migrantes mexicanos desde el extranjero y, por supuesto, además de darle consuelo a sus familias de poderles dar el último adiós en su tierra”.
El avión de la fuerza aérea mexicana aterrizó a las 20:47 horas de la noche. Diez minutos después el cuerpo diplomático que acompañó a los 250 urnas de montaron una guardia de honor.
Luego le tocó a miembros del Ejército mexicano y Guardia Nacional el turno de hacer guardia de honor a los hombres y mujeres que murieron en Nueva York, unos aislados y otros en soledad, como fue el caso de los poblanos que fallecieron en total abandono.
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