Vecinas y vecinos de la colonia Culturas de México han visto cómo año con año se inundan más y más. Las lluvias de este 2024 ya fueron catastróficas. El problema de fondo no radica en la basura o la calidad del drenaje, sino en el histórico hundimiento de la ciudad.
Texto y fotos: Arturo Contreras Camero
CHALCO, ESTADO DE MÉXICO.- Con las últimas lluvias que azotaron la colonia Culturas de México en Chalco, la casa de Fernando Ambrosio Vite, como todas las de la colonia, quedó metro y medio bajo las aguas. Fernando asegura que año con año las inundaciones son peores, y puede que tenga razón, porque su colonia, cada año se hunde un poco más.
“De 5 años para acá las inundaciones son constantes, cada año más y más y paulatinamente va aumentando” cuenta rápidamente Fernando mientras camina por una despensa que lleva una organización civil. “Porque sin dinero y sin trabajo –perdió todas sus herramientas con la inundación– está difícil, por eso vamos por la despensa”.
“Siempre esta parte se afecta, en un año normal, el agua llega hasta la banqueta. La gente, como ya sabe que sube al nivel de banqueta, pues ponen bardas o topes de cemento para que no se les meta el agua. Y ya sabíamos, pero esta vez sí se salió de control”, cuenta sobre las aguas negras que anualmente brotan de las coladeras.
Las inundaciones, aún no dan tregua a la población de las colonias Jacalones y Culturas de México. Después de quedar inundada por más de 6 semanas, desde el inicio de agosto hasta mediados de septiembre, las lluvias no permiten avanzar con los trabajos para evitar nuevas inundaciones.
“El sistema de drenaje está muy reducido porque hay mucha sobrepoblación y en vez de buscar ampliar, mejor desde el municipio se decidió emparejar la calle, metiendo grava y tezontle para subir el nivel de la calle, cuando el problema se veía latente”, dice convencido el señor Fernando.
Oficialmente, el motivo de las inundaciones ha sido la falla de un vertedor en el desagüe, en el Colector Solidaridad. Específicamente, un tapón de basura que obstruye unos 50 metros de una tubería de 2 metros y medio de diámetro, según el Gobierno del Estado de México.
Como Fernando, hay vecinas y vecinos que también creen que el motivo de las inundaciones es el material que se usó para nivelar las calles, pues hay trabajadores de las brigadas de emergencias que les cuentan que en donde están las fallas del vertedor se han encontrado toneladas de grava y tezontle. Sin embargo, estos brigadistas también cuentan otro detalle: la tubería, el desagüe, está fracturado.
La fractura podría no ser única y se debe al tipo de subsuelo sobre el que se construyó Chalco y toda la megaurbe de la Ciudad de México, como explica el ingeniero civil, antropólogo e investigador de la Universidad de Nueva York, Dean Chahim. El subsuelo de buena parte de la megaurbe está hecho por arcillas lacustres, que es un material altamente comprimible y muy susceptible al hundimiento.
“Parte del colector, del tubo, atraviesa varios suelos diferentes, con diferentes tasas de hundimiento que tiene que ver con los medios geológicos por los que atraviesa, y por su cercanía a los pozos; más cerca a un pozo se hunde más rápido, y mientras se aleja, ya no tanto”, explica en entrevista telefónica.
“Por ejemplo, una calle se puede hundir 20 o 30 centímetros por año, pero una cuadra sí y otra no, eso es muy profundo. Te puedes imaginar, si agarras un popote como un tubo, empiezas a torcerlo de un lado, pero lo mantienes firme del otro, pues se va a romper. Eso mismo pasa con las tuberías, que no son tan flexibles”.
Lo que pasó en Chalco, pasó en el centro de la ciudad de México en 1951 cuando colonias como la Guerrero, y todo el Primer Cuadro quedaron bajo el agua. Las teorías eran que el Gran Canal, el desagüe de entonces, no era suficiente, que estaba lleno de chapopote o de basura, pero poco a poco, las investigaciones tanto de la prensa como de las autoridades, llegaron a la conclusión de que se trataba del hundimiento de la ciudad.
La diferencia entre entonces y ahora, no solo es geográfica, como apunta el doctor Chahim. La preocupación de que el centro de la capital del país quedara bajo el agua, obligó a que las autoridades a tomar acciones, como se muestra en la portada del diario Excélsior del 16 de julio de 1951.
“Hoy se instalará la Comisión de Defensa del Valle de México”, dice en una de sus notas de portada. En otra, nota de la misma página se lee: “La Ciudad, convertida en un lago de fango”. Dicha comisión, compuesta por ingenieros, técnicos, e hidrólogos de la Ciudad y del Estado de México y de Hidalgo, descubrió algo muy importante: La extracción de agua de pozos de la ciudad estaba causando su hundimiento acelerado.
Así, la explotación de agua subterránea disminuyó en el centro de la Ciudad de México a partir de 1960 ;a la par, el ritmo de subsidencia (el término científico usado para describir el hundimiento) se redujo, como se demostró en el estudio “El hundimiento del terreno en la ciudad de México y sus implicaciones en el sistema de drenaje”, publicado en 1998 por Juan Manuel Lesser lllades y Miguel Ángel Cortés Pérez.
“A final de cuentas, la advertencia no funcionó tan bien, porque se siguieron perforando hoyos por la ciudad, sin embargo, había un debate público sobre el hundimiento ,eso desapareció hoy, no solo con esta, sino con otras inundaciones que han sucedido”, apunta Dean Chahim.
A pesar de que en los sesenta se dejó de extraer agua de pozos en las colonias centrales de la ciudad, la extracción en zonas de la periferia, como Xochimilco, Tláhuac y Chalco, empezó a incrementar para abastecer a las zonas centrales de la urbe.
“Cuando hablamos de la tragedia de Chalco, no solo tenemos que decir que es por su marginación y por el abandono del gobierno, hay que recordar que la condición geológica es una, pero las decisiones de frenar el hundimiento sí son políticas”, sentencia el investigador.
El problema es tan grave que ya es irreversible. A pesar de que se intente rehidratar los suelos arcillosos debajo de la megalópolis, su desecación a lo largo del último siglo ha sido tal que ya no hay manera de revertir el hundimiento, como publicó un grupo de científicos en un artículo especializado apenas en 2021.
El artículo, se llama “Over a Century of Sinking in Mexico City: No Hope for Significant Elevation and Storage Capacity Recovery”, o “Más de un siglo de hundimiento en la Ciudad de México: Sin esperanza para elevar o para recuperar la capacidad de almacenamiento.
Este tipo de fenómenos producidos por la acción del humano, añade un artículo periodístico publicado por la revista Wired en el que se recupera el estudio científico, asegura que es un problema que afecta urbes como la de Yakarta en Indonesia o el valle de San Joaquín, en California. Es un problema que data de hace siglos, en el que los humanos pensamos que el agua subterránea es un recurso inagotable.
“La verdad es que todos los días ha habido agua, en ningún momento se ha ido por completo”, asegura Guadalupe Miramón, una de las vecinas de Culturas de México que hace trabajo de brigadas humanitarias de forma voluntaria.
En las brigadas se apunta las casas que necesitan ayuda, ya sea para su limpieza, o para ser censada y quedar a la espera de apoyos del gobierno.
“Lo que nos dijeron es que habían varios tapones enormes de basura que estaban limpiando. Se le hizo un orificio a uno de los tubos grandes para poder limpiar por malacateo –una técnica de limpieza de tuberías–. Y ahí estamos deseándoles buena suerte, porque a pesar de que están trabajando día y noche, hay días en que el agua parece no bajar”, añade la brigadista.
Después de más de un mes de vivir entre inundaciones, maquinaria de desazolve y mangueras que recorren las avenidas principales de la colonia, sus pobladores, como Fernando Vite, solo esperan que el gobierno pueda ayudarles a recuperar los enseres domésticos que perdieron.
Después de 2010, cuando muchas más colonias quedaron bajo el agua de lluvia mezclada con la del caño en este mismo municipio, sus pobladores decidieron tomar manos a la obra y cambiar el esquema de uso del agua, detener la extracción indiscriminada y recuperar cuerpos de agua cercanos, como documentó Elena Burns, en un artículo que publicó en el medio Sin Embargo el 7 de septiembre.
En ese entonces, recuerda Elena Burns, experta en el tema del agua y asesora presidencial durante la gestión de López Obrador, ejidatarios, maestros, investigadores, usuarios y servidores públicos recorrieron el municipio para crear un plan de manejo hídrico.
Mapearon represas prehispánicas, coloniales y cardenistas para retener las fuertes lluvias en la zona forestal; identificaron zonas de infiltración al pie de monte en donde se podría recargar los acuíferos con picos de lluvia; estimaron una reingeniería de docenas de plantas de tratamiento abandonadas, e identificaron concesiones irregulares para reducir la sobreexplotación de los acuíferos.
También hicieron hincapié en la necesidad de habilitar el Lago Tláhuac-Xico, para poder usar el cuerpo de agua como un vaso regulador que evite inundaciones y cuyas aguas se pudieran sanear, naturalizar y potabilizar, lo que permitiría clausurar la mitad de los pozos en la zona.
Dicho plan Hídrico fue aprobado por los representantes de los tres órdenes de gobierno y de las comunidades y la ciudadanía, pero desde hace más de una década solo ha sido letra muerta para los gobernantes.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona