20 octubre, 2024
Productores rurales de San Mateo Huitzilzingo, en Chalco, aún sufren los efectos de las inundaciones del pasado agosto. Detrás de sus pérdidas millonarias, no está la lluvia, sino el crecimiento urbano, la extracción desmedida del agua del subsuelo y el abandono de la Conagua
Texto y fotos: Arturo Contreras Camero
CIUDAD DE MÉXICO.- “Viene el cultivo de romero y no se va a poder realizar”, lamenta Martín López Mireles frente a las parcelas que trabajó todo el año y que hace un mes y medio quedaron inundadas. A mediados de octubre las aguas cubrieron no solo la Colonia de las Culturas y Jacalones, en Chalco; también parte de la zona rural ejidal, en donde las pérdidas se cuentan por millones y sus efectos durarán más tiempo que en las colonias urbanas.
Martín López camina por las parcelas descalzo, porque sus pies conocen bien el suelo que pisa. Mientras camina cuenta con enojo. “Hubo un desparramiento”. Un día de agosto el bordó del río Amecameca se vio rebasado por las copiosas lluvias, lo que no habría pasado sin un desazolve adecuado.
Esta es una de las zonas productoras que surten a la Central de Abasto de la Ciudad de México, de donde salen gran parte de los insumos de toda la metrópoli. Por la tragedia, el precio de los romeritos podría aumentar esta navidad, pero la pena de Martín y de los cientos de trabajadores del campo que son parte de su comité, va más allá.
“Todas estas tierras estaban cultivadas, de hecho están, pero todo esto se inundó, este es el cempasúchil –y señala dos parcelas, una frondosa y otra devastada– Todo esto estaba plagado de cempasúchil y todo esto me lo amoló. También tenía epazote, huauzontle, verdolaga, y vea qué tanto se perdió, grandes dimensiones”.
En total hay 54 hectáreas que, por inundación o por tierras demasiado húmedas perdieron sus cosechas, no solo las de esta temporada sino de la secuencia del cultivo que practican. En estos campos se cultivan hortalizas de ciclos cortos, una cosecha tras otra, y si no se planta en el ciclo correcto se pierde una temporalidad marcada no por las estaciones, sino por los buenos precios del mercado. No solo son los romeritos y el cempasúchil, los efectos de la inundación afectará los ciclos del brócoli, de las verdolagas, de la calabaza y de la acelga.
En las semanas posteriores a las crecidas del río y sus subsecuentes desbordamientos, la Secretaría de Campo del Estado de México visitó a los ejidatarios y productores afectados, pero el apoyo que ofrecen, además de ser muy poco, es poco accesible.
“Como productores no tenemos derecho a eso, porque piden un documento parcelario, pero nosotros hacemos contactos provisionales con varios ejidatarios”, explica Martín. “Los del Secampo ya visualizaron las pérdidas de nuestras siembras y nos piden tantos documentos que no los llena uno. Por eso mejor se restringe uno, y para la dádiva que prometen, menos. Yo llevo una pérdida de 200 mil pesos, o por ahí ¡y me quedo corto!”.
Cada seis meses los productores y ejidatarios de Huitzilzingo hacen faenas comunitarias para desazolvar el río y los canales de riego, sin embargo, sus acciones son limitadas, para que no se vuelvan a repetir tragedias como esta hace falta un desazolve profundo del río, la construcción de presas de gaviones (que evitan la acumulación de lodos y residuos sólidos) y el mantenimiento al bordo que le da cauce.
Unas semanas antes de las inundaciones la Comisión Nacional del Agua hizo un desazolve menor del río, pero apenas duró unos 15 días, porque le hace falta un mantenimiento más profundo, comentan quienes cultivan estas parcelas.
“Yo creo que no ha tenido mantenimiento desde los años 2000”, añade José Luis Mecalco López, que acompaña a Martín en el recorrido por el ejido. “Hay un problema grave de azolve y se empieza a hacer ruido, medio desazolvan y vámonos, y pues ahí está el detalle”.
“Aquí el gran tema es la poca receptividad que tiene Conagua, que dice que solo el desazolve va a resolver, pero el problema es que tenemos hundimientos diferenciados y eso provoca que en las primeras lluvias, sus intervenciones no aguanten”, añade.
La raíz del problema, aseguran los productores, está en los hundimientos diferenciados que han sufrido estos terrenos en los últimos años. Como gran parte de la zona metropolitana del Valle de México, el subsuelo de Chalco está compuesto por arcillas que por años fueron el lecho de un lago. Sobre este tipo de suelo ha crecido la mancha urbana, junto con los pozos de agua para dar servicio a miles de personas.
La extracción de agua de estos suelos provoca que haya zonas que se hundan, mientras otras conservan su nivel. El fenómeno es obvio cuando se recorre el borde del río Amecameca, que en vez de ser un trecho a un solo nivel, tiene subidas y bajadas. Por ello, en algunos tramos el río queda a unos pocos centímetros del bordo y con unas pocas lluvias copiosas, como las que cayeron entre agosto y septiembre, su nivel supera el bordo y se desparrama sobre los campos.
Un problema esencial, señala Jesús Pérez Mireles, ingeniero agrónomo que junto con los productores busca la conservación y el aprovechamiento de estas tierras, es el crecimiento de la mancha urbana empujado principalmente por asentamientos irregulares promovidos por redes de políticos y terratenientes que lotifican y venden la tierra en esquemas ilegales.
“Esto está creciendo, tanto los desarrollos irregulares como los nuevos conjuntos habitacionales están causando que haya una mayor extracción del agua y como no se infiltra en la misma medida, eso causa que haya subsidencia –hundimientos– en el suelo”.
Algunos pobladores esperaban que con la declaratoria del Área Natural Protegida de las lagunas Tláhuac-Xico, que integra cuatro grandes cuerpos de agua, estos ejidos tuvieran una protección ante el crecimiento urbano. Justamente estos campos de cultivo quedaron fuera del área de protección, a pesar de que son quienes la siembran y viven de ella quienes han detenido el avance de la mancha urbana.
Los intereses inmobiliarios causaron que el costo de una hectárea de terreno en esta zona pasara de un millón de pesos a más de 10 durante la última década.
La organización de productores, así como algunos ejidatarios solicitan a las autoridades tanto estatales como federales que abran mesas de diálogo para hacer proyectos de trabajo y mantenimiento del cauce del río Amecameca.
“Nosotros estamos en la mejor disposición, porque la mayoría de nosotros dependemos de nuestros cultivos y hemos perdido mucha siembra. Ahorita nos vamos a quedar varados, válgase la expresión, porque las tierras están aguachirnadas, y a pesar de que ya se consumió el agua que las inundaban los tractores no entran, porque el suelo está muy suave”, comenta José Luis.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
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