23 octubre, 2024
La Suprema Corte de Justicia de la Nación atrajo la sentencia del feminicidio de Sandra Camacho Aguilar, adolescente asesinada por Javier Méndez Ovalle el 28 de junio de 2013. En su momento el caso tuvo relevancia mediática por la violencia cometida contra el cuerpo de Sandra, cuyos restos mutilados fueron abandonados en jardineras de Tlatelolco. Será la primera vez que la SCJN examine una sentencia de feminicidio, y la forma en la que jueces imparten justicia
Texto: Lydiette Carrión
Foto: Galo Cañas / Cuartoscuro
CIUDAD DE MÉXICO. – ¿Por qué siempre le creen a él?
El feminicidio de Sandra Camacho Aguilar será examinado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Los familiares de Sandra y su asistencia legal han acusado que a pesar de que la investigación pericial ha aportado elementos para acreditar al menos cuatro causales del feminicidio, entre ellas la agresión sexual y el abuso de confianza, los tribunales en el país la descartan y dan prevalencia al dicho del sentenciado.
La familia de Sandra está acompaña, entre otras personas, por Irinea Buendía, Madre de Mariana Lima, víctima de feminicidio. La sentencia en el caso Mariana Lima ha cambiado la perspectiva en investigación de feminicidios. Ahora viene cambiar la perspectiva al momento de juzgar.
En junio de 2013, Sandra Camacho tenía 17 años. Habían pasado ocho días desde que terminó las clases del bachillerato. Ya había sido aceptada para estudiar Nutrición en una universidad privada de Ixtapaluca, cerca de la casa donde vivía con sus papás, o biología en la UNAM. Al final ella se decidió por nutrición para que no viajara tan lejos cada día en esta ciudad caótica y peligrosa para las mujeres.
Sandra nunca trabajó. Era una niña de casa. «Era nuestra niña», explican sus padres.
Un año después, durante su confesión, Javier Méndez Ovalle diría que Sandra no había quedado en la UAM, que era una chica sin futuro ni proyecto de vida y que él se ofreció a buscarle trabajo de edecán (lo único a lo que podía aspirar). En cambio, él era un joven con un futuro luminoso: había ya representado a México en las Olimpiadas de matemáticas y tenía una beca para estudiar en Alemania. Esta suele ser una táctica efectiva durante la defensa de hombres que matan a mujeres: devaluarlas y darse valor a sí mismos, o presentarse como víctimas de “una emoción violenta”.
Javier utilizó ambos argumentos. Le funcionó.
Además no fueron las únicas mentiras… Pero vamos por el principio.
Sandra de 17 y Javier de 19 años se conocieron por Facebook, como hacían muchos adolescentes y jóvenes por aquellos tiempos. Se quedaron de ver el día 26 de junio. Él no llegó, pero inventó un pretexto y acordaron nuevamente el día 28 de junio de 2013.
Sandra salio de su casa en Ixtapaluca por la mañana y fue a la cita en ciudad de México.
Dejó de contestar el teléfono desde las 5:15 de la tarde.
La familia interpuso una denuncia por la desaparición el mismo sábado, tanto en Estado de México como en el entonces Distrito Federal. Ese mismo día un familiar logró entrar a la cuenta de facebook de Sandra y así obtuvieron un teléfono fijo. Uno que más tarde se sabría pertenecía a un departamento en el edificio Juárez en Tlatelolco, departamento de los padres de Javier, y donde él muchas veces se quedaba solo.
Los padres de Javier declararían el 4 de julio.
Dijeron a grandes rasgos, que el 29 de junio salieron de su casa en Tecámac, donde residían y pasaron a ese departamento que tenían en Tlatelolco y donde Javier solía quedarse por unos días. Sólo subió al departamento su madre quien, dijo, lo vio echado mirando televisión. Javier rechazó la invitación y dijo estar cansado. Al día siguiente, el 30 de junio, los papás de nuevo salieron desde Tecámac hasta Tlatelolco. Finalmente Javier decidió regresar a Tecámac con ellos.
Ese mismo 30 de junio era noticia nacional el hallazgo de restos humanos, desperdigados, en jardineras de Tlatelolco.
El 4 de julio, muy temprano, la madre de Javier fue al departamento. Al llegar, sobre la puerta del departamento ya lucían los sellos de la procuraduría. Ella preguntó qué pasaba, desconcertada. Los judiciales reviraron con otra pregunta: ¿usted vive aquí? Y la retuvieron.
A las 9:45 de aquel día, la madre llamó a su esposo y dijo: “estoy detenida, acusan a Javier de un homicidio”. El rápidamente llamó a Javier, quien estaba en Tecámac.
–¿Qué hiciste?
–¿Por qué?
–¿Qué hiciste, tu mamá está detenida?
– Yo ya me voy.
Ambos, madre y padre del entonces sospechoso declararon que Javier mostraba rasguños en la cara y cuello.
Javier pasó un año prófugo. En ese tiempo la investigación avanzó:
Entre otras cosas, se estableció el lugar de los hechos. Por medio de análisis criminalísticos se pudo establecer la presencia de sangre humana en las coladeras de cocina y zotehuela. También, se detectó la presencia de material genético perteneciente a Sandra en un cuchillo hallado en el departamento.
Actualmente la nueva defensa de Javier asegura en medios que no se halló sangre de Sandra en el lugar de los hechos. Pero, vayamos por partes…
A Javier Méndez lo detuvieron un año después en San Juan del Río, Querétaro. Era julio de 2014. Entonces fue que declaró lo siguiente: que Sandra había sido rechazada de la universidad, que no tenía un proyecto para el futuro, y que él se ofreció a conseguirle trabajo de edecán.
Luego aseguró que aquella tarde se quedaron de ver en una estación del metro, luego viajaron varias estaciones para ir al cine en el Centro Coyoacán, para después pasear por las calles, que ella le pidió que fueran a un lugar privado y él la llevó al departamento de Tlatelolco. Aseguró que tuvieron relaciones sexuales consensuadas, todo muy romántico y a gusto, afirmó. Pero al terminar él le platicó que pronto se iría a Alemania a estudiar y ella se burló.
“Le dije que también tenía planeado irme a estudiar al extranjero, que ya me habían aceptado y me dijo que cómo era cierto y cómo lo iba a pagar, siguió riéndose, me tiró de vituperios, es como le dije que si era cierto, que ya me habían becado, era muy probable que me fuera a estudiar a la Universidad Jacobs University que está en la Ciudad de Bremen Alemania, esa Universidad ya me había aceptado, pero ella continuaba con su risa burlona…”.
Fue entonces que, dijo en aquel entonces, fue víctima de una emoción violenta. La empujó y ella se cayó, se pegó en la frente. Entonces Sandra (que no pesaba más de 48 kilos) se levantó y se le fue a los golpes.
“Empezó a gritar mucho y muy fuerte, luego yo me desesperé y no sabía qué hacer y es como Sandra se me fue encima y me rasguñó la cara y el cuello, incluso también me pegó”, aseguró en julio de 2014 Javier. Luego agregaría: “ya no estaba pensando y entre el enojo y la desesperación estaba yo confundido, defendiéndome, le devolví el golpe, le pegué con el puño cerrado en la cara, ya que no iba a dejar que me siguiera pegando. Se puso todo peor, todo se salió de control, todo fue cosa de segundos, no sé, cosa muy rápida, la tomé del cuello le dije que se callara y ella me gritaba que me iba a acusar y caímos al suelo en la sala del departamento y yo no pensaba y sólo quería que ya se callara, no supe cuánto tiempo la apreté del cuello…”.
La autopsia reveló que los diversos golpes que Sandra recibió en la cara y la cabeza habrían sido mortales. Generaron una hemorragia que desembocaba en muerte, no se trató de un golpecito. A Sandra no la mataron los golpes, porque Javier la asfixió antes.
Pero no fue en lo único que mintió Javier. Y aquí vamos por uno de los aspectos que la SCJN deberá analizar y pronunciarse.
La autopsia en los restos de Sandra determinó que ella fue víctima de agresión sexual; esto quedó grabado en lesiones claras en área genital interna y externa. Además sufrió lesiones infamantes en los pechos.
Pero Javier diría que fue consensuado. La prensa le creyó. Y peor aún: los jueces le creyeron. Cada tribunal por el que ha pasado el expediente da por hecho que Javier no miente respecto a relaciones consensuadas, a pesar de la evidencia violencia sexual.
Le creen aunque Javier mintió con respecto al futuro de Sandra, y aunque ha cambiado su versión en al menos cuatro ocasiones: primero alegó la emoción violenta porque Sandra no le creyó que era un genio, luego alegó tortura (los peritajes descartaron esto) y finalmente alegó mala asesoría legal. Actualmente, una nueva defensa asegura que es inocente.
Sobre la falta de perspectiva de género en los juzgados, basta un botón: en el Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito, al conocer el Recurso de Revisión número 23/2016, el juez Fernando Guerrero Zarate, se le acercó a los padres de Sandra y les sugirió ya no hacer nada. Agregó: “… este muchacho tan joven y le están arruinando la vida, con todo un futuro por delante…”.
Actualmente, el feminicidio de Sandra es cosa juzgada. La SCJN no se pronunciará sobre la culpabilidad de Javier, sino por las omisiones de los diversos juzgados.
La primera fue 29 de mayo de 2017, por el extinto Juzgado Séptimo de lo Penal, que determina «homicidio calificado». Según el juez no había elementos para determinar un feminicidio. Ni por la violencia, ni por las lesiones infamantes y degradantes al cuerpo de Sandra, o porque el agresor abandonó sus restos en la vía pública.
Ante esto la familia interpuso un recurso y lo ganó, y ha ido pasando por diversos juzgados. Pero ninguna ha validado la violencia sexual a pesar de los dictámenes. Por eso la familia también quiere limpiar la memoria de Sandra, la cual fue ensuciada por el feminicida, al mentir sobre ella, al degradarla, al caricaturizarla. Los dichos de Méndez Ovalle fueron retomados por infinidad de medios.
¿Por qué siempre le creen a él?
Escribieron una carta, que reproducimos en su totalidad:
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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