Las carencias de política pública de cuidados frente a eventos extremos, como las olas de calor, pone en evidencia el largo trecho que nuestro país tiene que caminar para hacer efectiva una política nacional en un país donde unas 32 millones de personas de 15 o más años, la mayoría mujeres, atendieron a integrantes de su hogar o de otros
Texto y foto: Emilio Godoy / IPS
CIUDAD DE MÉXICO. – “Solo abrieron las ventanas y nos dijeron que tomarámos agua, nada más”, relató Karla Reyes, estudiante de educación primaria en una escuela pública del sur de Ciudad de México.
La alumna, de 11 años y quien vive con su madre y su abuela, contó también a IPS que el horario es el mismo, de 8:00 a 13:00 horas, y que las rutinas, como recreos y clases de educación física, no han variado en una instalación que tiene agua pero no aire acondicionado, de paredes rojas, ventanas amplias y patio grande.
“Cuando llegamos ya hace calor y es incómodo hacer algunas actividades”, como deporte, aseguró Reyes.
Este caso ejemplifica las carencias de política pública de cuidados frente a eventos extremos, como las olas de calor, que se han vuelto recurrentes por los efectos de la crisis climática, como el alza de temperaturas y las sequías intensas.
Estos fenómenos estresan sitios como parvularios, escuelas y centros para adultos mayores, pues necesitan adecuarse al calor.
Landy Sánchez, investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales de El Colegio de México, explicó a IPS que esta coyuntura expone la necesidad de cuidados en los hogares, como la salud (dolor de cabeza, mareos y malestar físico), y garantía de agua suficiente, ventilación y preservación de la comida, así como fuera de ellos.
“Ante la carencia de servicios provistos por el Estado, tenemos una gran demanda, particularmente las mujeres proveen de mayor cantidad de horas para infantes, adultos mayores y personas con discapacidad. Para los sistemas de cuidado públicos y privados, supone tener infraestructuras listas para personas que acuden a esos servicios directos e indirectos”, dijo.
Los datos disponibles muestran la realidad mexicana y la magnitud del reto en un país de 129 millones de personas y casi 39 millones de hogares. La Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados 2022 halló que 64.5 % (37,6 millones) del total de la población susceptible de cuidados los recibió por alguna persona y 35.5 % (20.7 millones) no.
En México unos 32 millones de personas de 15 o más años atendieron a integrantes de su hogar o de otros. De ese total, 75 % (casi 24 millones) fueron mujeres, quienes destinaron 67 % de su tiempo semanal al trabajo no remunerado en el hogar.
En paralelo, los sitios de cuidado serían insuficientes ante la demanda. El Mapa de Cuidados ubicó 12 mil 915 puntos públicos y privados de atención directa y 78 mil 728 indirectos. Del total, 89 mil 149 se dedican a la infancia y 2 mil 281 a adultos mayores.
El sistema de cuidados define en México al conjunto de políticas, programas y acciones relacionados para garantizar los derechos de quienes necesitan y proveen de cuidados.
Este esquema también puede funcionar dentro de una política de adaptación a la emergencia climática, a cuyos efectos México es muy vulnerable, y debería tener a prevención en un lugar destacado.
Para la académica Laura Aguirre, de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, el cuidado está invisibilizado en el país.
“Solo reaccionamos, no hay prevención. Los problemas se agudizan y se concatenan. Por ejemplo, el calor provoca enfermedades gastrointestinales”, con lo que adquiere otra magnitud, dijo a IPS.
Desde finales del siglo XIX, cuando comenzó a haber registros, la temperatura promedio y la cantidad de días con calor han venido aumentado en México, en un proceso que se ha acelerado con la irrupción del cambio climático.
Los sucesos debido a altas temperaturas y las víctimas por golpes de calor están en alza, a excepción de 2020, debido a que la pandemia ocasionada por la covid-19 provocó que millones de personas permanecieran en sus casas.
En 2018 se registraron 631 incidencias de salud vinculadas a temperaturas extremas y 30 defunciones, al año siguiente crecieron a 838 y 44, en ese orden, según cifras de la Dirección General de Epidemiología, dependiente de la Secretaría de Salud (SS).
Debido a la pandemia, estos indicadores cayeron a 193 los sucesos de salud y 37 fallecimientos en 2020, pero los primeros saltaron a 870 al año siguiente, aunque los segundos bajaron a 33. Sin embargo, en 2022 ambas estadísticas treparon a mil 100 y 42, respectivamente.
En el año pasado, se rompieron los récords, al cuantificar 4 mil 306 acontecimientos y 421 muertes. Hasta el 5 de junio de este año, el sistema de salud registró mil 937 casos, en su mayoría golpes de calor, y 90 defunciones.
Hay falta de políticas públicas de prevención y el gobierno mexicano parece haber optado por dejar la responsabilidad en las personas, indican especialistas críticos. Mientras, el sistema meteorológico vaticina otras dos ondas de calor para las próximas semanas y la SS ha emitido finalmente recomendaciones a la población al respecto.
De hecho, pese a que los termómetros registraron altas temperaturas desde inicios de marzo, la SS no divulgó información hasta el 26 de ese mismo mes.
Mientras, millones de estudiantes están expuestos a temperaturas lacerantes en escuelas carentes de ventilación adecuada, aire acondicionado o agua potable desde entonces, pero la Secretaría de Educación Pública ha elegido el silencio.
Sí se han adoptado medidas en algunos estados. El norteño estado de Nuevo León determinó jornadas acotadas o clases virtuales, mientras que el central territorio de San Luis Potosí adelantó el fin del fin del curso al 28 de junio, cuando en México el calendario lectivo va de agosto a julio del año siguiente.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador se había comprometido a establecer una Estrategia Nacional de Cuidados, pero la iniciativa sigue sin materializarse.
De hecho, el Senado mexicano dejó durmiente la ley respectiva, después que el Legislativo ya había aprobado en 2020 la reforma constitucional que estipula esa estrategia.
Todo ello supone una pesada herencia para la presidenta electa, la oficialista Claudia Sheinbaum, ganadora de las elecciones presidenciales del 2 junio y quien asumirá su sexenio el 1 de octubre.
Sheinbaum, exgobernadora de Ciudad de México, ofrece la creación de centros públicos de cuidados y educación inicial para la primera infancia.
Pero durante la campaña no planteó las vías de ejecución, el costo y el origen del presupuesto requerido.
La instalación de un sistema nacional costaría el equivalente a 1 % del producto interno bruto mexicano (5 mil 637 millones de millones de dólares en 2023), pero sus beneficios rebasarían esas cifras, remarcan especialistas.
La demanda es enorme, pues casi 78 % (30 millones) de los hogares necesita algún tipo de cuidado. Casi la mitad de las personas en México (45 %), en su mayoría infantes y personas adultas mayores, es susceptible de esas atenciones.
La académica Sánchez propuso inversión planificada en la forma de reforestación urbana, mejoramiento de ventilación en aulas y capacitación docente, que redunde también en beneficios sociales.
“Pensar en infraestructuras y no solo lo que hacen los hogares. Tenemos que pensar qué vamos a cambiar en centros de trabajo, en las escuelas, en el transporte. Tenemos que generar otros sistemas de cuidado. Hay que trabajar en prevención también”, planteó.
Su colega Aguirre sugirió análisis de los riesgos, su impacto en las personas y sistemas de alerta temprana consecuentes.
”Así las personas sabrán qué hacer. Son necesarias acciones para grupos específicos, como las personas discapacitadas, y generar confianza en las instituciones”, enfatizó.
La dimensión del calor también obliga a replantear la concepción de los desastres, pues no deja daños evidentes, a diferencia de huracanes o inundaciones.
Este trabajo fue publicado inicialmente en IPS. Aquí puedes consultar la publicación original.
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