Las letras de Brigada Flores Magon, como muchas bandas redskin, están influenciadas por la lucha de clases y el materialismo histórico y no únicamente por el anarquismo, aunque sin dejar el espíritu libertario. Tras quince años sin material discográfico, la banda de street punk/oi! francesa presenta ahora su quinto disco titulado Immortels, y estará de gira por México con dos presentaciones
Texto: Iván Cadin
Fotos: Especial, Facebook Brigada Flores Magon
PARIS, FRANCIA.- Formada en los suburbios de París en 1995, Brigada Flores Magón es una banda emblema del movimiento RASH, tanto en Francia como a nivel global. RASH es el acrónimo en inglés de Red and Anarchist Skinheads (Skinheads Rojos y Anarquistas), un movimiento mundial que a inicios de los noventa se conformó para aglutinar a los grupos que venían reivindicando el origen obrero y no racista de la cultura skinhead, expresión social y musical que nació en Reino Unido en la década de los sesentas y que experimentó una derivación neonazi a finales de los setenta. La red RASH optó por un rescate plantándose y definiéndose políticamente: skinheads de izquierda críticos del capitalismo y abiertamente en contra de cualquier idea fascista.
Con una serie de presentaciones que incluía originalmente a las ciudades de Tijuana, Hermosillo, Guadalajara y Ciudad de México, la Brigada Flores Magon finalmente sólo realizará las dos últimas fechas (28 de abril en Guadalajara y 29 en CDMX), dado que la banda tuvo problemas para ingresar a México la noche del pasado 24 de abril.
Después de tres fechas en Canadá, el grupo llegó por vuelos diferentes al aeropuerto Benito Juárez de la capital mexicana. Cuatro integrantes pasaron sin ningún problema, pero dos, Mateo y Julien Terzics, cantante y baterista, respectivamente y los dos únicos miembros originales de la banda, fueron detenidos por oficiales del Instituto Nacional de Migración, quienes no les explicaron los motivos, y expulsados, horas después, a Montreal, Canadá. Los organizadores de la gira emitieron comunicados denunciando el hecho. Finalmente, tras varias denuncias por la deportación irregular, los dos músicos pudieron entrar a México dos días después.
Entre las tres tocadas de Canadá y las cuatro de México estuvo prevista una más en la ciudad de Los Angeles, pero en Estados Unidos también tuvieron problemas de ingreso por lo que ese toquín también fue anulado.
Uno de sus integrantes fue el francomexicano Víctor “Chino”, o “Le Chinois”, miembro original de la banda y quien raspó la guitarra hasta que decidió, en buena lid, dejar al grupo y a Francia en 2002 para instalarse en México. Él, con su sello y promotora cultural que hoy tiene llamada Discos Machete, es coorganizador de la gira por América de la banda francesa. A unas horas de su primera presentación en México, Pie de Página charló con él, a quien se le debe, por cierto, que la agrupación lleve el nombre del anarcocomunista mexicano.
“Echaré tal vez el palomazo”, dice en entrevista vía telefónica. “No todo el set porque ya también tienen muchas rolas nuevas.” Sobre el origen del nombre, Víctor recuerda que “todo surge desde la militancia política, porque antes de conocernos estábamos también iniciando, algunos ya con más tiempo recorrido, iniciando en la militancia, particularmente en ámbitos anarquistas, anarcosindicalistas, con la Confederación Nacional del Trabajo (CNT, sindicato anarcosindicalista) en Francia. Y yo, siendo francomexicano, también tenía esa inquietud. Entonces me topo con unos textos de Ricardo Flores Magón que se me hicieron muy buenos. Más allá del nombre y del personaje, también era su manera de escribir y su manera de transmitir el mensaje lo que me llamó la atención. Era muy adhoc para justamente un grupo de punk rock político. Al principio éramos sólo Flores Magón. Después pusimos la idea de Brigada, considerándolo como un grupo que puede variar, no importa tanto quiénes sean los miembros, sino que lo importante es el colectivo”.
– ¿Tú cómo definirías ahora a la banda, en cuanto a letras y postura?
– Yo creo que actualmente Brigada Flores Magón sigue siendo una banda que canta lo que vive. Existe esa relación: lo que está cantando es la narración de lo que también está haciendo. Obviamente, y eso la Brigada lo ha dicho en varias entrevistas, tal vez no sea una militancia tan activa como cuando teníamos 20 años, pero aun sigue siendo una conciencia fuerte y una adecuación a lo que está sucediendo actualmente en Europa, estos cambios en donde los puntos rojos han cambiado como el avance progresivo de un ya mucho más latente fascismo que está a las puertas de Francia, que ya está en Italia, que ya está en Hungría, etcétera.
“La migración en el último disco es uno de los temas, los miles de muertos ahogados en el mar Mediterráneo y la indiferencia total de los gobiernos europeos. La violencia de género también se toca. Entonces creo es tal vez algo menos militante, pero sigue siendo sumamente político. Esa línea no se ha movido, aunque ya tal vez no todos tengan su carta de la CNT, por ejemplo. Pero, por ejemplo, con respecto a lo que está pasando en Francia con la ley de jubilaciones, pues los compañeros han estado en el movimiento de oposición a esta reforma.”
Las letras de Brigada Flores Magon, como muchas bandas redskin, están influenciadas por la lucha de clases y el materialismo histórico y no únicamente por el anarquismo, aunque sin dejar el espíritu libertario. Eso consta en el demo, el split EP (compartido con la banda catalana Opció K-95) y en los cinco discos que tienen en su haber. Sobre esa lírica que rompe con los fraseos simplistas que en ocasiones otras bandas punk llegan a tener, Víctor señala que “la cuestión siempre es cómo ir más allá del simple eslogan, no decir simplemente ‘muerte al Estado’ o ‘muerte al capital’ sino tratar de abordar porque sigue siendo una verdad”.
Pero acota: “finalmente un grupo de rock necesita también de eso, del eslogan, que es importante también, porque resume de manera contundente un mensaje, pero creo que se ha logrado tomar el eslogan y contextualizarlo, hacerlo algo concreto, algo que de alguna manera varios de nosotros habíamos vivido más o menos cerca. Hablando de las primeras letras se notaba, tal vez gracias a mí o a causa de mí, no lo sé, la influencia sobre temas latinoamericanos. Está Continente olvidado, por ejemplo, Nicaragüita. En Continente olvidado pues sí, un deseo, como dices, algo más amplio que un simple eslogan anarquista.”
– Tú conoces las dos escenas punk, la mexicana y la francesa. ¿Cómo las ves en intensidad, en conexión?
– Yo ahorita seguramente ando un poco más desconectado de la escena francesa, aunque veo una doble tendencia: una, los grupos de antaño que siguen o que se vuelven a formar y que qué bueno que están a pie de guerra. Y la nueva generación, tal vez por lo que veo desde aquí, menos politizada en el acercamiento, pero que no deja de ser algo interesante en el sentido que no son grupos tal vez militantes pero que sí tienen esa sensibilidad política, ¿no? Y aquí en México creo que la escena es reflejo de lo que es el país. Me parece que es mucho más heterogénea. No se puede hablar de una sola escena punk, hardcore, oi! política, sino de una multitud de escenas que van a depender mucho del contexto. El punk y el hardcore no es el mismo en el Estado de México que en la Ciudad de México, que en los estados más pequeños o los grupos del norte. Pero creo que también por eso es una escena muy viva, que presenta una multitud de formas e influencias pues está el punk básico, un sonido más rudo, que le llaman aquí el tupa-tupa, pero también hay influencias de Estados Unidos e influencias europeas. Entonces da algo bastante interesante a nivel de propuesta. Aquí en México sí veo mucha actividad, mucha creatividad y hay que acompañar y hacer vivir esa escena para que siga creciendo.
Julien, actual baterista del grupo, perteneció a una banda de redskins llamada Red Warriors, quienes disputaban la calle, múltiples veces a golpes, ante los skins neonazis (existe un documental sobre aquellas bandas llamado “Cazadores de nazis”). Eran los fines de la década de los ochenta. La fuerza de la extrema derecha en Francia se dejaría sentir cuando, en 1997, el Frente Nacional, entonces a cargo de Jean-Marie Le Pen, llegaría por vez primera a la segunda vuelta en las elecciones legislativas de ese año.
Más de un cuarto de siglo después, el Frente Nacional (hoy llamado Agrupación Nacional y a cargo de Marine Le Pen, hija de su fundador) disputó (por tercera vez) la presidencia del país en las recientes elecciones de 2022. El ascenso de su fuerza es notable. Julien, quien abrió un bar en París con el mismo espíritu de su banda, sufrió en verano de 2020 un ataque a su establecimiento a manos de una veintena de neonazis que arribó al sitio cuando este se encontraba en servicio. Armados con picos, provocaron daños materiales para después huir.
A Víctor le pregunto sobre estas dos realidades que la Brigada atestiguó: dos momentos del ascenso de la derecha, del Frente Nacional y de los grupos violentos de extrema derecha que se mueven en Francia.
– Tengo muchos amigos, mucha gente querida allá. Ver que no sólo es Marine Le Pen. Si te vas a Gérald Darmanin (actual ministro del Interior, considerado al ala derecha del gobierno de Emmanuel Macron), por ejemplo, es una derecha dura que muestra cada vez más fácilmente la cara. Y te vas todavía más a la derecha, con Éric Zemmour, que yo de veras cuando lo vi dije no, no puede ser posible, es demasiado absurdo y grotesco, y cómo los mismos medios le dieron la importancia necesaria para que fuera una voz que se escuchó durante la campaña presidencial. Y cuando te vas todavía más a la derecha, están esos grupos clandestinos o semi clandestinos que se han estado reforzando.
“Entonces, cuando tú ves cómo crecieron, creo que por el momento la respuesta del bando antifascista ha sido tal vez un poco más lenta, ¿no? Para combatir al fascismo me parece que no únicamente pueden ser las calles, pero sí debe ser también ocupar ese terreno, ese espacio. Entonces, están todos estos jóvenes en estos colectivos post RASH, de Acción Antifascista, que ahorita están bastante activos, pero creo que se tiene que masificar. También hay que ocupar el espacio cultural, hay que repolitizar a quienes no ven en el fascismo un peligro, o a quienes no distinguen el fascismo porque también hay algo que se me hace curioso: ahorita creo que lograron captar de manera muy fuerte a las clases populares y no solo a las blancas. Es decir, hay toda una serie de gente que tiene discursos muy reaccionarios que podrían ser las primeras víctimas del fascismo, pero no lo ven así.”
– ¿Cómo ves esta serie de tocadas con reivindicación neonazi que se han hecho o intentado hacer en México? Algunas las han cancelado y otras se han realizado de manera clandestina, situación a la que luego, precisamente por esa clandestinidad, ellos les imprimen un toque de subversivo, de ser ‘los rebeldes’, ‘los perseguidos’.
– Si, exacto. Tanto en Francia como en México nos voltearon, como decimos, la tortilla. Ahora resulta que nosotros somos los intolerantes, casi los fascistas y quienes son ‘antisistema’ es la gente que organiza esos conciertos neonazi, ¿no? Entonces, eso también le llama mucho a la gente. Yo la primera vez que vi el cartel dije “bueno, van a ser treinta idiotas en un barcito haciendo ‘¡Sieg Heil!’”. Podría parecer no muy peligroso, no muy importante. El problema es que ellos, me parece, han estado haciendo un trabajo constante en los últimos años.
“Una de las enseñanzas de haber estado más en contacto directo con gente más grande que yo en Francia, que formó parte de esos grupos de cazadores de nazis, es que te decían ‘un nazi solito siempre va a decir ‘no, no, no’, va a querer platicar y va a decir que no hay bronca y que la tolerancia’. Pero en cuanto esos cabrones son mayoría y te pueden venir a buscar a tu casa a golpear, amedrentar por ser homosexual, por ser comunista, por ser moreno, lo van a hacer, o sea ellos cuando puedan no van a dudar un instante y entonces realmente eso quiere decir que no hay que esperar a que crezca y crezca y crezca más, sino que hay que actuar.”
Víctor fue parte de quienes fundaron RASH sección París y ahora hizo lo propio con RASH Ciudad de México. Es parte del Sonido Valedors, colectivo sonidero que programa desde punk, ska y hardcore hasta cumbias y trovadores latinoamericanos. Creador de fanzines (Barricata, Ojo X Ojo) y de Discos Machete, su tarea político cultural musical incluye, también, la recuperación de la memoria histórica de la muy diversa lucha social mexicana.
– ¿Cómo fue tu experiencia acá en Francia al ser francomexicano? Vamos, eras alguien de izquierdas con un pie en Latinoamérica. Te lo pregunto porque es inevitable en muchas personas ese dejo de paternalismo hacia la región, incluso hasta en quienes se dicen ser de izquierdas (anarquista, comunista o simplemente progresista).
– Yo creo que, efectivamente, uno de los grandes problemas es este eurocentrismo, que incluso en los compañeros de mejor voluntad a veces puede llegar a estereotipar un poquito lo que pasa aquí, ¿no? “Ah, qué bonito el zapatista”. O sea, hacer un molde en el que deberían de encajar las luchas latinoamericanas de izquierda, pero es un molde que no corresponde a la realidad de aquí. Me acuerdo que cuando surgió el movimiento zapatista estaba en Francia. Hubo mucho apoyo desde un inicio, muchos anarquistas apoyaron, pero me acuerdo de un debate en apoyo a Chiapas donde mostraron una foto y decían “no, pero vean, ¡hay unos zapatistas cargando una virgen!” o algo así. Se fueron para atrás porque no entendían ese sincretismo político, que de por sí a nosotros, gente de ciudad, también a veces salta. Por eso te decía hace rato, México es algo mucho más heterogéneo, y pues uno no va a ir a darles lecciones de cómo deberían hacer las cosas, ¿no?, de decirles quita la virgen y pon una estrella roja. Son justamente procesos que hay que respetar. Y ese pequeño ejemplo que te doy creo que es una buena muestra de lo que efectivamente sucede.
Años antes de la creación de RASH, y también como acción ante la oleada de skins fascistas, nació en Nueva York el colectivo SHARP, cuyo acrónimo deriva del inglés y significa Skinheads Contra los Prejuicios Raciales. Pero a diferencia de la RASH, que se definió políticamente, SHARP, en un principio, optó sólo por pronunciarse contra la discriminación étnica, evitando cualquier orientación política. ¿Tú crees que la no definición política basta?, le pregunto a Víctor.
“Respecto a SHARP, muchas veces la mayoría de la gente se quedaba en ‘sí, pero no quiero nada de política’. Eso también en muchos lugares era una manera de poder ir tranquilo a un concierto. Tienes tu chamarra SHARP y vas a consumir skinhead reggae o ska y te la pones y sabes que no tendrás problemas porque la traes. Pero si viene un grupo un poquito más ambiguo, más problemático, pues te pones otra playera y ya.”
“Con la tendencia de oi! francés actual, con grupos como Lion’s Law, Bromure (que son buenas bandas, eh, cuidado, no estoy diciendo que sean bandas fachas o ambiguas), siento que es como un ‘listo para consumir’, ¿no?, un producto más que puedes comprar porque todo está ideal. Si te das cuenta, esos grupos son una imagen muy pulidita del skin, ya sabes: Dr. Martens rojas, pantaloncito apretado, los tatuajes. De manual.”
“Creo que el hecho de haber dejado de hacer ese esfuerzo de tener una postura clara es lo que lo que lleva en parte, pues obviamente no es sólo eso, a que vayan creciendo otras escenas y otras justamente más de extrema derecha. Entonces, creo que uno de los puntos es ser firmes y ser firmes no significa tener a huevo un discurso ultramilitante, que tal vez a las nuevas generaciones o ciertas personas les aburre, ¿no? No forzosamente vas a un concierto a escuchar canciones sobre Proudhon o qué se yo. También se puede hablar de cosas de todos los días, de diversión, de amor, pero con esa línea muy clara, mínima, de no ceder paso ante el fascismo.”
– Sí, llegar a una tocada hiper politizada cuando sólo quieres echarte una chelita de viernes, el derecho a la fiesta como dirían los Beastie Boys, pero se pueden congeniar ambas cosas, ¿no?
– ¿Sabes quién lo mostró bien? La escena del País Vasco. No la conozco muy bien actualmente, pero había de todo, música electrónica, oi!, punk, ska, lo que quieras y hasta para quien quería montón de fiesta, pero con esa línea donde un saludo nazi creo que todavía en el País Vasco era muy arriesgado porque la escena sí tiene una conciencia mínima de cosas que no puedes tolerar. En esa línea hay que trabajar.
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