La evidencia publicada es contundente: la industria alimentaria ha sido y es especialmente activa en el boicot de leyes de etiquetado en América Latina. Las estrategias de las marcas son instrumentales y discursivas: desde el financiamiento a políticos y la presentación de políticas alternativas hasta la deslegitimación de profesionales de salud e investigadores que apoyan políticas públicas
“No hay porción adecuada para productos que generan cáncer”
