El Tren Maya está en boca de todos. Pero, como sucede con la oposición y la comentocracia que renunció a entender el tiempo que vive México, se opina con demasiada frecuencia, desde el centro del país, pero también desde otros centros como el mediático, a partir de la ignorancia. Cuando existen recursos y posibilidades para comprender de forma más objetiva y balanceada un proyecto tan vasto y complejo como el Tren Maya -escuchando a la más amplia diversidad de voces- se vuelve una ignorancia elegida. No es entonces un simple ‘no lo sé’ sino una decisión -‘no me interesa saberlo’. Esta actitud se replica en sectores sociales que, con sus fobias y desprecios, o desde lealtades y preocupaciones genuinas, se niega la posibilidad de entender crítica más no cínica o superficialmente la estrategia de desarrollo en el sureste del país, con sus riesgos, sí, pero también a partir de las necesidades de los habitantes y el potencial de este proyecto para revertir las tendencias nocivas en la península
El Tren Maya y las ignorancias del centro












