Con olor a Rosa Venus

Una pequeña introducción: El oriente de la Ciudad de México se percibe siempre clandestino, siempre peligroso. Sus bares de arrabal que dan vida a la urbanidad, el fronterizo Estado de México que niega la contención de la clase obrera, el aeropuerto, tan cerca de él, la avenida Ignacio Zaragoza, caótica, ruidosa y en sus límites asfalticos, llena de puntos placenteros: hoteles, sexo servicio, vendedores de droga, estaciones de metro y a unos pasos de Gómez Farías el cálido baño vapor llamado “Rocío”.