En Guatemala, un país con altos índices de criminalidad urbana, un equipo del laboratorio forense pasa días escuchando y analizando frases, letras, timbres, vibraciones, de audios que anticipan homicidios. El sentido del oído y su entrenamiento se resignifica en una época en la que la inteligencia artificial parece recrearlo todo y los límites entre verdad y fake se vuelven pantanosos
Los que escuchan el dolor
