Assange y la prensa de México: perder el piso

15 septiembre, 2022

La familia de Julian Assange está en México como parte de la campaña por la liberación del activista. Pero la visita fue ignorada por los medios corporativos, concentrados en su revancha contra la 4T. Nada raro. Hace rato que olvidaron lo que es el periodismo

Twitter: @anajarnajar

John y Gabriel Shipton, padre y hermano de Julian Assange, están en México desde hace varios días.

Son invitados del presidente Andrés Manuel López Obrador para la celebración de la Independencia. Pero su agenda va más allá de los festejos.

Los Shipton están en plena campaña para liberar al activista, detenido desde hace tres años en Reino Unido y quien en las próximas semanas podría ser extraditado a Estados Unidos.

Parte de su agenda incluyó la presentación en México del documental Íthaka: una lucha para liberar a Julian Assange, que cuenta la cruzada de la familia para salvar de una cadena perpetua al fundador de Wikileaks.

El papel del activista es un parteaguas en la historia de la libertad de expresión y el derecho a la información en todo el mundo.

Las revelaciones de Wikileaks permitieron documentar las mentiras y abusos de Estados Unidos en la guerra que mantuvo en Irak y Afganistán.

También puso en claro enormes operaciones financieras ilegales en algunos de los mayores bancos del mundo, entre otros.

Pero quizá lo más importante es que abrió la puerta a una herramienta fundamental para el periodismo.

La plataforma de Wikileaks ha permitido la filtración de miles de documentos altamente secretos que de otra forma jamás se hubieran conocido.

Algunas de las recientes investigaciones periodísticas más importantes tienen este origen. Eso incluye a México.

Sin la herramienta no hubiera sido posible conocer, por ejemplo, la activa participación de agencias de seguridad estadounidense en operaciones contra tráfico de drogas en territorio mexicano.

O la intención de Felipe Calderón de decretar “estado de excepción” en varias regiones del país azotadas por la violencia.

El periodismo no sería lo mismo sin Wikileaks y su fundador, Julian Assange. Por eso llama la atención la cobertura a la visita de su familia a México.

La mayoría de los medios corporativos ignoraron a John y Gabriel Shipton. Tampoco hubo atención al documental Ítakha ni mucho menos a la situación que enfrenta el activista detenido.

No fue descuido. Desde hace tres años estos medios se han concentrado en cuestionar al presidente Andrés Manuel López Obrador.

Es una campaña en la que invierten todo su esfuerzo. Algunos inclusive recurren a historias falsas o poco documentadas. 

Los espacios de análisis, antes considerados fundamentales para la llamada opinión pública, se convirtieron en lodazal, agujeros de odio y promoción de violencia.

Los temas graves del país, como la crisis humanitaria por la desaparición de personas, suelen abordarse con sesgo político. Los ataques de la delincuencia, cotidianos desde al menos 2010, son motivo de escándalo.

Suelen publicarse sin contexto, con énfasis en la responsabilidad del actual gobierno sin atender que el origen del terror y el estado fallido en algunos estados es culpa, también, de las administraciones anteriores.

Las portadas de diarios y revistas se utilizan para el debate político que con frecuencia se convierte en politiquería.

En esta dinámica hace tiempo que se perdió la objetividad y en algunos casos hasta la ética. 

Son escasos los reportajes bien sustentados, casi siempre elaborados por medios independientes -como Pie de Página- o colectivos de periodistas.

No hay lugar para temas como la depredación de las empresas mineras en comunidades indígenas, las afectaciones en México por el cambio climático o los esfuerzos de colectivos y organizaciones de jóvenes por sobrevivir al desdén de empresarios y gobiernos.

Estos medios siguen empeñados en una revancha por la pérdida de dinero público, que en los gobiernos anteriores se entregó por miles de millones de pesos.

No es todo. Hay casos de corporativos de medios -como el que aglutina a Mural, Reforma y El Norte– que parecen adoptar la agenda del llamado Grupo Reforma, adversario declarado de la 4T.

Otros, como la parte periodística de la organización Mexicanos contra la corrupción y la impunidad, se concentran en respaldar las acciones legales y políticas para bloquear los proyectos emblemáticos de López Obrador.

Todo menos periodismo. Ése quedó extraviado en algún momento de los últimos tres años, cuando una parte del periodismo mexicano perdió el piso.

En tal escenario era previsible el desdén hacia la visita de John y Gabriel Shipton.

Lo que sucede con Julian Assange no es tema de interés para los medios corporativos. 

John Shipton advirtió a Daniela Pastrana, directora de Pie de Página, las consecuencias de una extradición de su hijo a Estados Unidos. “Si él cae, también lo hará el periodismo”, dijo.

Para los medios corporativos y tradicionales de México, el mensaje parece llegar demasiado tarde.

Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.