16 octubre, 2021
Kau Sirenio entró a trabajar a los campos agrícolas y se vinculó directamente con los jornaleros a partir de un elemento en común: el trabajo. El resultado es el libro Jornaleros migrantes: Explotación Transnacional, donde documenta, desde la experiencia propia, la explotación a la que todavía son sometidos
Texto: Alejandro Ruiz
Fotos: Daniela Pastrana
CIUDAD DE MÉXICO.- “Tenemos que deconstruir el discurso de que los pueblos indígenas son personas que solamente sirven para trabajar. Y decirles a las comunidades indígenas que, en los campos agrícolas, la esclavitud de hace más de 500 años sigue presente y nadie la está atendiendo”. sostiene el periodista ñuu savi, Kau Sirenio Pioquinto.
Es la conclusión de una charla organizada por la Red de Periodista de a Pie dentro de un ciclo de conferencias para Descolonizar la palabra en el periodismo.
Kau es originario de San Luis Acatlán, en la región mixteca de la Costa Chica de Guerrero, y forma parte del equipo de Pie de Página. El ciclo de charlas sobre la decolonización es pretexto para que hable con José Ignacio De Alba sobre su libro Jornaleros migrantes: Explotación Transnacional, (Trinchera, 2021). Estos son algunos extractos de la conversación.
La historia que Kau nos narra no se construye desde la mirada ajena que mira los hechos como si fueran una película, sino que es su voz a partir de la experiencia, la que enumera los abusos en contra de las y los jornaleros agrícolas.
En 2015, cuando estalló la rebelión de San Quintín en Baja California; Kau decidió ir a contar la historia que muchos reporteros estaban pasando de largo: la explotación de los jornaleros agrícolas.
“Yo me encontraba en Guerrero, y en ese entonces estábamos viviendo una crisis difícil y muy complicada, porque recién nos habían desaparecido a 43 compañeros de Ayotzinapa”, relata.
La necesidad de narrar los conflictos sociales en el país, le motivó a emprender un viaje hacia el norte del país para contar la rebelión de San Quintín desde la voz de sus protagonistas.
“Mi propósito era ir a San Quintín y contar la historia. Pero no platicando con los jornaleros, sino ir con ellos y entender qué estaba pasando, y cuestionar el discurso,” explica.
Recuerda como muchos medios de comunicación anunciaban que en San Quintín había “una revolución” sin recoger las voces de los miles de jornaleras y jornaleros que no acaparaban los micrófonos.
“El 17 de marzo de 2015, en San Quintín, llegó el turismo periodístico,” dice, con ironía.
“Ninguno de esos periodistas tuvo la decencia de platicar con los jornaleros, platicaban con los líderes, con los dirigentes del movimiento”.
Kau entró a trabajar a los campos agrícolas, y ahí, al reconocerse como periodista, indígena e hijo de campesinos, comenzó a vincularse directamente con los jornaleros a partir de un elemento en común: el trabajo.
Para él, la única forma de cuestionar el discurso mediático y revictimizante en torno a San Quintín era conocer de primera mano las condiciones de explotación en los campos de San Quintín.
“La única forma de cuestionarlo era trabajar con ellos y entrarle como jornalero para ver si es cierto que un bote de tomate y de pepino pesa; y si con 60 pesos me va a alcanzar para vivir un día ahí en San Quintín,” explicó.
Pero esta historia también se vio atravesada por su propia vida, pues desde pequeño vivió el trabajo campesino, la migración, el racismo y el despojo.
“Antes de ser periodista soy indigena ñuu savi, y antes soy hijo de campesinos, y también soy migrante”, dice.
A muchos periodistas –a quienes Kau calificaría como blancos, académicos y universitarios–la experiencia de entrar a los campos agrícolas de forma desapercibida hubiera resultado imposible. Pero no para Kau. El racismo hizo que su estatura, su color de piel y su forma de hablar no representara un riesgo para los empleadores, quienes sin reparo lo dejaron entrar.
“El sabor de este libro, es que lo cuento con esa facilidad de cómo la patronal -por ver mi estatura, mi color y por hablar mi español de cuarto grado de primaria- ellos dicen: ‘no, pues es bienvenido’. No se dan cuenta que tienen a alguien que está contando su historia y ve lo que están haciendo.”
Kau Sirenio
Después de San Quintín, Kau documentó abusos en otras zonas agrícolas del país. Entre ellas como Guanajuato, donde entró a trabajar al rancho del expresidente Vicente Fox en San Cristóbal.
“Ya cuando empezamos a trabajar, me di cuenta que yo no estoy hecho para cortar brócoli; y tampoco estoy hecho para tanta jornada, pero ahí sacamos el zurco como pudimos», narra entre risas.
Este trabajo dejó en Kau un sinfín de aprendizajes que lo han hecho abrir un debate en las ciudades, donde muchas veces no nos preguntamos sobre la procedencia de nuestros alimentos.
Una de las conclusiones a las que llego Kau, es que en las ciudades, pocas veces podemos conocer el proceso de explotación – lindando con la esclavitud – que hay en el trabajo agrícola.
“Tal vez el libro no tenga mucho que contarle a las poblaciones indígenas”, resalta Kau “pues ellos conocen perfectamente bien la explotación que se vive en las plantaciones agrícolas: los abusos, las violaciones que se viven constantemente en contra de las mujeres, los bajos salarios. Ellos lo saben porque son parte y lo han vivido.”
“Los que no conocemos esa historia somos nosotros que ahora vivimos en la ciudad, porque estando aquí comemos muy bien. Llegamos a un restaurante y pedimos un agua de fresa, una ensalada de brócoli. Lo primero que hacemos al verlo llegar es beberlo y comerlo, pero no cuestionamos de qué forma fue sembrada esa hortaliza, ese producto, o cuáles fueron las condiciones en las que esto llego a mi mesa.”
Kau Sirenio
La cadena de producción no es tan simple. Son redes transnacionales articuladas las que incrementan su capital a costa de la sobreexplotación de las y los jornaleros.
Este hecho, también forma parte de la historia documentada por Kau, quien al ser migrante, miró de cerca el “coyotaje” ilegal que se nutre de las aspiraciones y sueños de miles de campesinos del país.
Kau llegó a Los Ángeles, California, en los Estados Unidos. Ahí, con contactos de activistas que habían seguido su trabajo en los campos agrícolas de México, comenzó a descifrar la explotación transnacional.
“El plan era nomás llegar a Los Ángeles y regresar, pero cuando llego me empiezan a hablar de grupos de jornaleros que están trabajando y hay que platicar con ellos. Entonces me decían que estaban los de Valle Central de California, en Santa María, y justo me preparaba para ir a Beckerfields porque todos los que trabajan en esa zona son de mi comunidad, y mientras esperaba para ir me hablan las compañeras para una actividad,” relata Kau.
La actividad fue un juicio popular en contra de las empresas agroindustriales que se nutren del trabajo migrante; el cual Kau había documentado como testigo directo de los abusos.
Las historias recuperadas por Kau Sirenio son extensas; pero si algo nos deja a quienes podemos compartir y escuchar sus palabras, es que debemos de reestructurar nuestras narrativas. Pues más allá de la polarización, el racismo, el machismo y las diferencias de clase, el periodismo debe de tender puentes para comprendernos, escucharnos y cambiar la realidad.
“Tenemos que reeducarnos”, agrega Kau; y asegura que “no debería de haber un periodismo indígena, blanco, mestizo o negro, debería de haber un periodismo donde todas las voces se oigan, se escuchen y se respeten.”
Si quieres escuchar la charla completa entre José Ignacio de Alba y Kau Sirenio, puedes verla aquí
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