Las vaguedades y omisiones en las propuestas ambientales contrastan enormemente con lo dicho sobre infraestructura para el transporte o sobre seguridad, donde las promesas son más concretas y refieren metas, actores involucrados y lógica de la acción
Por Eugenio Fernández Vázquez / X: @eugeniofv
Junto a sus aliados, la candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum, presentó este fin de semana sus compromisos de campaña en un muy nutrido mitin en el Zócalo de la Ciudad de México. Además, en su página web puede leerse un documento en el que los desarrolla a mayor profundidad. Entre esos compromisos la agenda ambiental —sobre todo lo que tiene que ver con biodiversidad, conservación y manejo de los recursos naturales— está prácticamente ausente.
En lo que la doctora Sheinbaum presentó en la capital del país los temas ambientales quedan prácticamente confinados a la política energética, aunque en eso sí hay algunas aportaciones importantes. Por ejemplo, el programa anunciado podría subsanar un pendiente de hace décadas, el del transporte, pues la exjefa de gobierno prometió chatarrizar los vehículos y camiones con más de quince años de antigüedad. Eso, según explica, llevaría a renovar más de la mitad del parque vehicular de carga y de transporte de pasajeros. También promete una intervención importante en materia de transporte público tanto de larga distancia como al interior de ciudades y pueblos, y gran parte de ese esfuerzo estaría centrado en transporte eléctrico.
En materia energética la candidata promete también algunos programas y proyectos que serían importantes, como impulsar la generación distribuida de energía y las energías renovables, además de un programa dirigido al ahorro. La conjunción de política de transportes y política energética, por su parte, parece ser lo que le permitiría atender la contaminación en Monterrey y Guadalajara, aunque sobre ese tema no especifica nada más.
Ahí se acaban las promesas y propuestas ambientales. En muchos casos, de hecho, lo prometido es hasta peligroso para el medio ambiente, como es el caso de su propuesta de impulsar en Campeche la agricultura industrial, potenciando el cultivo de arroz y la cría de ganado lechero. Desde hace más de diez años Campeche es el estado con la mayor cantidad de hectáreas deforestadas en México, y en 2022 ahí ocurrió casi 20 por ciento de la deforestación del país. La principal causa de la destrucción de las selvas campechanas es, precisamente, la expansión de los terrenos ganaderos, seguida muy de cerca del aumento de la superficie agrícola. Un programa como el anunciado por Sheinbaum sería terrible para la biodiversidad.
En el documento con sus compromisos hay una mención tangencial al manejo de los recursos pesqueros, que se mezclan con los agrícolas y ganaderos para asegurar que en 2030 habrá aumentado la producción para el mercado nacional de alimentos “en al menos 17 millones de toneladas” y que se dará preferencia a los productores pequeños y medianos, también en el mar. Lo demás sobre el tema se refiere a derechos laborales y de los jornaleros y jornaleras.
En materia forestal la cosa es todavía peor. No se habla de manejo forestal más que al mencionar que el corredor industrial del Golfo se especializará lo mismo en producción maderable que en petroquímica o en producción de frutas. Hay por ahí una mención a la necesidad de frenar la deforestación y la promesa de que su gobierno va a “proteger y reforestar bosques”, pero no se explica cómo ni con qué lógica.
En materia hídrica Sheinbaum asegura que se protegerán los cuerpos de agua, que el acceso al agua para consumo humano será prioridad y que habrá un Plan Nacional Hídrico, aunque no se explica gran cosa sobre éste. Sheinbaum promete también “cambios en la Ley de Aguas”, pero no una nueva ley como la que piden las organizaciones de la sociedad civil desde hace años, y asegura que se tecnificará el riego agrícola y que se impulsará el tratamiento de aguas. Lo demás queda para después.
Estas vaguedades y omisiones contrastan enormemente con, por ejemplo, lo dicho sobre infraestructura para el transporte o sobre seguridad, donde las promesas son más concretas y refieren metas, actores involucrados y lógica de la acción. Esto quizá es consecuencia de que entre los coordinadores de los Diálogos para la transformación de los que salió este documento no hubo nadie a cargo de la agenda ambiental y solamente hubo dos sesiones dedicadas al agua —ninguna a conservación, manejo forestal, contaminación o temas similares—.
Las crisis ambientales —la climática, la de biodiversidad, por ejemplo— siguen siendo devastadoras. ¿Qué esperarán para tomárselas en serio?
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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