Alrededor de 15 millones de personas participaron en la consulta sobre Revocación de mandato enmarcada por la polarización. Un ejercicio democrático inédito que evidenció el respaldo de la base obradorista al presidente y acentúa las pugnas de cara al 2024
Texto: Alejandro Ruiz
Foto: María Ruiz e Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- Holegario Guzmán camina despacio sobre Pino Suárez; algunos niños lo alcanzan y platican con él. De una bolsa, el hombre de 78 años saca pequeños paracaídas de plástico amarrados a muñecos de acción. Él los fabrica desde hace 40 años para venderlos por las calles del centro histórico. Desde hace tres años, Holegario los vende cerca del zócalo capitalino, aunque él vive en la colonia Federal Burocrática del Estado de México.
Él es obradorista, no lo oculta. Su rostro, oculto por un cubrebocas con las siglas del presidente Andrés Manuel López Obrador, lo demuestra. Es jueves 8 de abril, a dos días de que se efectúe la consulta de revocación de mandato. Holegario, sin titubear, se expresa:
“Yo estoy invitando a toda mi familia a que vaya a votar a la revocación. Tengo 6 hijos y 36 nietos; los ando agitando a todos, porque López Obrador apoya a los pobres, y la revocación no es que se vaya a quedar por siempre, sino demostrar que va a acabar su sexenio”.
El día esperado por Holegario llegó. Este 10 de abril México vivió un acto inédito para su democracia. Por primera vez, el Estado organizó una consulta pública para que la población decida si está de acuerdo en que el presidente siga en su cargo.
Como Holegario, millones de personas salieron a las calles. Se volcaron a las urnas. Construyeron democracia. Calculos oficiales dicen que unos millones de personas acudieron a votar y 9 de cada 10 eligieron que López Obrador concluya su sexenio.
Otros más decidieron no asistir. Argumentaron que esta consulta era una táctica política del presidente para desmantelar el Instituto Nacional Electoral (INE). Algunas sostenían que la consulta promovería la extensión del mandato de López Obrador, aunque esto fuera anticonstitucional.
La pregunta en la boleta, sin embargo, decía una cosa:
“¿Estás de acuerdo en que a Andrés Manuel López Obrador, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de la confianza o siga en la Presidencia de la República hasta que termine su periodo?”.
En la capital de la nación, donde coexisten varios mundos, la jornada electoral estuvo llena de contrastes. Casillas vacías, y otras con largas filas de espera, parecían marcar una línea divisoria de los sectores donde el obradorismo tiene militancia, y en donde no. En esencia, lo que se expresaba en las calles, de manera superficial, era la desigualdad, la diferencia y la polarización. Pero también la desinformación y el desconocimiento alimentados por una lucha política entre cúpulas de partido, de cara a las elecciones del 2024.
En 1968 estos pasillos fueron testigos de una masacre perpetrada por el Estado mexicano. Estamos en los multifamiliares de Tlatelolco, en la delegación Cuauhtémoc.
Ahí, frente a la casilla ubicada en la unidad Nonoalco, Amelia Piedra y su hijo Carlos Alberto acaban de emitir su voto. Se dicen obradoristas.
“Cuando uno vota en las campañas es por las promesas; hoy, es por los hechos”, dice Amelia. De acuerdo con los cómputos del INE, más del 90% de la ciudadanía que participó en el primer ejercicio de revocación de mandato en el país aprobó la continuidad de López Obrador. Entre ellos, están los votos de Amelia y su hijo; quienes acusaron que este ejercicio no fue difundido por el instituto electoral.
“La propaganda que ponían la quitaban los de la oposición que aquí viven. Nosotros comenzamos a hacer carteles, invitar vecinos, avisar por el whatsapp; porque hay que participar en estos ejercicios, no solo por nosotros, sino por las generaciones que vienen”, narra Amalia.
A unos metros de la casilla, un grupo de jóvenes que no rebasan los 17 años están platicando. Ellas y ellos se dicen “ilegales”, pues por su edad no pudieron participar en la consulta. Eso, sin embargo, no les resta opinión. Un joven lo dice claro:
“Ahora ya no nos vamos a tener que aguantar a que acabe el sexenio para quitar a un presidente”.
Para ellas y ellos, que el gobierno les consulte es algo positivo. Quieren expresarse. Es su derecho.
Unos minutos antes, lejos de las votaciones, Dalia Revueltas, vecina en Tlatelolco y funcionaria de casilla, también consagraba el derecho a expresarse y emitir su opinión. Sin embargo, ella no avala la consulta.
“Yo no respaldo la consulta, pues vino desde el poder, cuando debe ser desde el pueblo. Los votos fueron recopilados por el partido Morena, como una forma de respaldar su lealtad al presidente”.
Dalia Revueltas, funcionaria de casilla.
Ella vigila los votos, y denunció que militantes de Morena vigilaban constantemente los pasos de los observadores electorales; “quieren destruir al INE”, replica. También reconoce que llegó mucha gente a participar en la consulta.
El mismo argumento enarboló la oposición política del presidente. Quienes el 3 de abril se manifestaron en todo el país; gritaban “¡Acabas y te vas!”, haciendo referencia a que la consulta era un mecanismo para prolongar su periodo presidencial. Si no lo logra a través de los votos, acusaban, lo hará a través de una reforma electoral para desestructurar el INE.
Su llamado fue claro, no iban a participar en la consulta de revocación.
Muchos de los manifestantes que acudieron al monumento a la Revolución, en la capital del país, provienen de las alcaldías donde la oposición política ha ganado elecciones. Entre ellas está la Miguel Hidalgo, donde el pasado 2021 el Partido Acción Nacional le arrebató la alcaldía al partido del presidente. En esta alcaldía se encuentra la mítica colonia Polanco, una de las zonas más caras de la ciudad.
Ahí, la única casilla instalada sobre avenida Homero se veía vacía. Al mediodía, una observadora electoral constataba la baja participación de los vecinos de la zona:
“Apenas van como 40 personas que vinieron a votar”, dijo.
El presidente nacional de Morena, Mario Delgado, subió un par de fotos a sus redes sociales. Era cerca de la una de la tarde. En su publicación, Delgado avisaba que daría “aventón” a los vecinos de una colonia que no tenían forma de trasladarse a la casilla donde les tocaba votar. El hecho fue calificado por representantes del PAN y del PRD como “acarreo”.
Este hecho fue expuesto en el Consejo del INE. Inclusive, auguran, puede ser motivo para invalidar los resultados de la consulta. Su argumento se fortalece debido al proselitismo que gobernadores de Morena promovieron en sus estados. Lo mismo hicieron diputados y funcionarios públicos.
“Dar ride no es acarreo”, replicó el presidente nacional de Morena.
Horas después, lejos de las redes y la virtualidad, Guadalupe Primavera vendía paletas frente a la casilla especial instalada en la secundaria técnica No. 63, ubicada en la calle República de Guatemala. A unas cuadras de Palacio Nacional.
El negocio de Guadalupe prosperaba. La larga fila de votantes frente a la casilla se refrescaban con las paletas que ella vende.
Ella vive en el Estado de México. Relata que, antes de trasladarse al centro capitalino, ella fue a votar en su casilla.
“Si nosotros no apoyamos al presidente, ¿entonces quién lo hará?”, cuestionaba.
Como Guadalupe, cientos de trabajadores del Estado de México tuvieron que trasladarse, como lo hacen diariamente, hacia la capital. Muchos de ellos lo hicieron sin emitir su voto; por ello, las casillas especiales fueron las que tenían las filas más largas.
Los tiempos de espera variaban, algunos decían que eran 15 minutos; otros, menos optimistas, decían que eran de 50.
En la fila también había gente de la ciudad, que junto a visitantes y migrantes de otros estados, se formaban, pacientes, para emitir su voto.
Así como en República de Guatemala, la casilla especial de la colonia Del Valle también estaba llena.
Decenas de policías “vigilaban” el proceso. Dijo un uniformado.
El policía no votó. Dijo que él ya lo había hecho en 2018; y que fue su decisión.
“Yo me estoy esperando al 2024”, dijo su compañero.
Otra oficial, sentada en la cajuela de una patrulla, dijo que no tenía tiempo para votar.
“Estamos trabajando”, agregó.
Mientras los policías exponían sus argumentos, una señora de 87 años, acompañada de su hija, llegó a la casilla. A paso lento, bastón en mano, se adentró a la escuela que se convirtió en centro de votación.
“Mi mamá quería votar, y por eso venimos”, dijo su hija. Tiempo después, la señora, con el dedo pintado, regresó a su hogar.
Las casillas, como lo marcó el INE, comenzaron a cerrar a las 18 horas. Raquel Monroy, y su hija, Rosa Estela, lo sabían.
Eran las 18:01; ellas, corriendo, llegaron a la casilla ubicada en el preescolar Tlacoquemécatl, en la colonia Narvarte.
Querían emitir su voto a favor de la revocación, pues no están de acuerdo con el trabajo del presidente.
“Yo no me identifico con el presidente. No estoy de acuerdo con él; por eso venimos a votar, pues si nos quedamos calladas, entonces, qué sentido tiene”.
Rosa Estela.
Al llegar a la casilla, un joven iba saliendo apenas. Ellas se acercaron a la puerta, que estaba entrecerrada. Salió el observador electoral, quien, sin inmutarse, les dijo a ambas: “las casillas cierran a las seis, son las seis con un minuto”.
Decepcionadas, y después de un portazo, las dos se quedaron paradas frente a la casilla. No pudieron decirle al presidente que no estaban de acuerdo con su proyecto, que no avalaban su continuidad, que ellas opinaban distinto.
“Es un ejercicio importante”, respondió Raquel Monroy tras preguntarle si consideraba útil la consulta.
“Es una opción, pero arriba hay personas que no van a dejar que nos expresemos”, replicó su hija, molesta por no poder votar.
–¿Consideran que este ejercicio deba replicarse en otros momentos, con otros presidentes?
–Claro, sí, que se repita con otros mandatarios – respondió Raquel.
Entre las entidades con mayor participación, además de la Ciudad y el Estado de México, resaltan Chiapas y Tabasco, el pueblo en donde nació el presidente.
Andrés Manuel refrendó su estadía en el gobierno; y de cara al 2024, el obradorismo sigue demostrando una amplia base electoral.
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