Desesperados por la falta de comida y medicinas, miles de afectados en el Istmo claman ayuda tras el terremoto del jueves. El apoyo gubernamental llega lento y condicionado. Y una vez más, la solidaridad llega de los propios ciudadanos
Texto y Fotos: Diana Manzo
JUCHITÁN. OAXACA.- El miedo no se olvida, el dolor mucho menos. Han transcurrido dos días del terremoto de 8.2 grados que sacudió el Istmo de Tehuantepec y las familias claman ayuda en todos lados. Hasta ahora, el mayor apoyo que han recibido es de la gente originaria, unos que radican fuera y otros de las mismas comunidades que se han organizado. Algunos brindan comida y hospedaje a sus vecinos que lo perdieron todo.
En las redes sociales se reproducen anuncios de centros de acopio; sin embargo, la organización de las autoridades gubernamentales de los tres niveles (local, estatal y federal) es lenta y deficiente. Algunos incluso condicionan la entrega de víveres en función de sus partidos políticos. Pero en las comunidades, donde vive la gente que más lo necesita, los víveres y alimentos no se ven.
La desesperación es enorme, en unos casos por alimentos, en otros por servicio médico. En el Istmo de Tehuantepec, prácticamente no hay casa que no haya sido afectada por el terremoto. Son miles de familias las que lo perdieron todo, sus casas y pertenencias. Miles en Juchitán, Asunción Ixtaltepec, Unión Hidalgo, Xadani, Santiago Niltepec, San Mateo del Mar y otras comunidades de la región, que hasta ahora registra 46 muertos, incluyendo el policía municipal que apenas fue localizado de los escombros del palacio municipal de Juchitán.
“A nosotros nos visitó el de Protección Civil, tomó nota del estado crítico de la casa y se fue, al presidente (municipal) no lo hemos visto, no se ha dignado a visitarnos, somos su gente, somos sus paisanos que hoy vivimos en desgracia”, dice Margarita Luis Martínez, vecina de Unión Hidalgo, donde hay más de 200 casas derrumbadas y las familias viven en sus patios o en la calle. Allí no ha llegado la ayuda del gobierno de Oaxaca y tampoco se activó el Plan DN-III.
También en Asunción Ixtaltepec los afectados reclaman la presencia del alcalde, Óscar Toral, quien no ha hecho acto de presencia en el municipio. “Mi vecina me dio asilo, aquí hemos dormido en el patio, hemos comido con lo poco que tenemos, nadie nos ha dado nada, estamos abandonados, Juchitán no es toda la desgracia, estamos varios pueblos vecinos y nadie dice nada, exigimos a Peña Nieto y Murat atendernos”, dice Sonia Manuel López.
En Juchitán, a pesar de que llegaron el gobernador Alejandro Murat y el presidente del país, Enrique Peña Nieto, las familias zapotecas afectadas tampoco han visto sus promesas convertidas en hechos.
La familia Castillo Medina, por ejemplo, vive desde hace dos días en la cancha “Che Gómez” junto con otras 50 familias juchitecas que perdieron sus casas y sólo han recibido un bote de agua del DIF municipal y una despensa que le entregaron los soldados. “Necesitamos de comer, no tenemos dinero, no hay agua y tampoco alimentos, los niños requieren de leche y pañales también colchonetas pero nadie nos ayuda, todo ha quedado en palabras”, lamenta Margarita Santiago.
Dentro de toda esta tragedia, hay historias de solidaridad que conmueven. Como la de los migrantes indocumentados que estaban en el albergue Hermanos del Camino, en Ixtepec, y que detuvieron su camino hacia el norte para ayudar en las labores de rescate.
En diversos espacios públicos comenzaron a formarse brigadas de salud, debido a que el Hospital General de Juchitán, el más grande de la región, fue cerrado por los daños que tuvo con el terremoto. La noche del 7 de septiembre se habilitó una pista de baile que está a la intemperie, junto a la unidad médica, para atender a los pacientes y a cientos de heridos, la mayoría por golpes.
Luis Aquino Santiago, médico neonatólogo del Hospital General de Juchitán reconoció que la voluntad popular ha sido eficiente, la gente le ha brindado cobijo y alimentos a sus vecinos, pero no existe una organización de las autoridades quienes desconocen cómo actuar y como ayudar de forma eficiente.
Recordó que la noche del terremoto, un bebe prematuro de escasos 30 semanas nació en una ambulancia afuera del hospital, sin condiciones pero con mucha voluntad ha logrado sobresalir y vivir.
“La gente está apoyando, la solidaridad está, no así la repartición y entrega de apoyos, sabemos que nadie está preparado y este terremoto rebasó todo, pero es urgente que la gente reciba la ayuda porque se quedó sin nada, lo perdió todo”.
La alcaldesa de Juchitán, Gloria Sánchez López informó que por los daños ocurridos en el inmueble que ocupa el palacio municipal, se habilitó una oficina alterna en el Foro Ecológico Juchiteco para brindar atención a la ciudadanía.
“El daño en Juchitán es invaluable, no tenemos cuantificado todo, pero son cientos, estamos trabajando en apoyo de todos, no es nada fácil y requerimos la ayuda de todo el pueblo, es momento de solidarizarnos”, dijo.
En los pueblos afectados, incluyendo Juchitán, los alimentos están escasos, apenas se reactivó una parte del comercio en el centro de Juchitán, las grandes cadenas de supermercados están cerradas, y todo ha elevado su costo además se han dado vandalismo y saqueo en algunas tiendas de abarrotes.
Eduardo Peralta Pérez murió horas después del terremoto de 8.2 grados. Su cuerpo no resistió el fuerte golpe del muro de concreto que le cayó encima. Pero antes, salvó la vida a su hijo. Por eso, para todos en Ixtaltepec, Eduardo Peralta es un héroe.
Sus vecinos lo describen como “un padre amoroso”. Tenía 33 años y era profesor de primaria en Santa María Guienagati, una comunidad que se localiza a una hora y media de Asunción Ixtaltepec, donde estaba su casa. Todos los días iba y venía.
La noche del jueves, Eduardo, su esposa y dos de sus tres hijos dormían en la parte alta de la casa. El sismo los despertó. Desesperado, intentó poner a salvo a su familia, pero mientras bajaba las escaleras abrazando fuertemente a su pequeño hijo, Eduardo fue alcanzado por uno de los muros de concreto y cayó al piso. La casa se derrumbó. La planta baja quedó totalmente sumergida en el suelo y ahí quedó atrapado el profesor, cubriendo con su cuerpo a su hijo. Sin luz eléctrica y como pudieron, sus vecinos y familiares trabajaron para rescatarlos y dos horas después, lograron sacarlos con vida, pero el hombre falleció minutos más tarde. Gracias a su protección, su hijo vive y está fuera de peligro, asegura la gente.
“Mi primo se convirtió en héroe, le salvó la vida a su hijo. Estamos muy tristes por su muerte, lo vamos a extrañar, era un gran hombre y padre de familia ni se diga, dio la vida por su hijo”, dijo su primo Omar Gasga Pérez.
Asunción Ixtaltepec suma 8 de los 71 muertos que registra el gobierno de Oaxaca por el terremoto. El gobernador Murat visitó la comunidad tarde del sábado y recibió un clamor general del pueblo: ayuda sin distinción ni partido político.
Todos los muertos fueron sepultados ese día. El cortejo fúnebre del profesor Eduardo Peralta salió de una casa provisional que habilitaron para velarlo. La banda de música lo acompañó en sus últimos minutos en esta tierra; le tocaron temas musicales que le gustaban y sus familiares hicieron oración en su memoria.
“Ya no será nada igual de ahora en adelante, nos quedamos sin casa, tenemos que resistir y empezar de la nada”, dijeron algunos acompañantes.
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Reportera en Unión Hidalgo, Oaxaca.
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