28 septiembre, 2021
La muestra La Grandeza de México, con piezas extraídas del país y que ahora vuelven a nuestro suelo, es un ensayo que cuestiona quiénes somos los mexicanos. La repatriación involucra desde embajadas hasta corporaciones nacionales, como los carabineros de Italia. Tras la inauguración de esa exposición, la jornada terminó la ceremonia de la consumación de la Independencia
Texto: Arturo Contreras Camero
Fotos: Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- Extraer una pieza arqueológica de su contexto original, de donde se encontró, es como robarle una pieza a un rompecabezas gigantesco. Eso me explicó alguna vez una amiga arqueóloga, después de una visita a las ruinas de Tula Hidalgo, donde un campesino vendía piezas antiquísimas que encontró sembrando sus tierras.
Recuperar esas piezas y reconstruir la identidad de los mexicanos, rearmar ese rompecabezas, es el fin de la exposición La Grandezas de México que inauguró este 27 de septiembre el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Su intención, según explicó el curador responsable de la misma y director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, Baltazar Brito, es crear un reflejo en el que podamos encontrarnos como mexicanos, a pesar de nuestra amplia diversidad.
«Siguiendo el ejemplo de tu amiga arqueóloga, cada una de estas piezas son teselas de un mosaico gigantesco. No sé si logramos recrear el mosaico completo, porque serían demasiadas piezas, pero sí nos puede dar una idea de lo que es el pueblo mexicano», asegura Baltazar Brito.
La exposición está comprendida por más de mil 500 piezas, de las cuales más de 900 jamás habían sido expuestas en territorio nacional, ya que fueron extirpadas de México y llevadas a colecciones privadas y a otros museos alrededor del mundo.
La tarea de su llegada a suelo mexicano estuvo a cargo de Beatriz Gutiérrez Müller, quien desde hace dos años pugnó por que fueran restituidas, trasladadas o prestadas a México por sus actuales dueños. Uno de los esfuerzos frustrados fue la infructuosa recuperación del llamado Penacho de Moctezuma.
Sin embargo, en la muestra se aglutinan documentos importantísimos para la historia de México, como un Mapa de México-Tenochtitlan que retrata la urbe a finales de 1550, que se encontraba resguardado por la Universidad de Uppsala, en Suecia.
También hay facsímiles del códice Badiano, una relación de la biodiversidad encontrada en México por los españoles, así como piezas originales de importancia histórica inmensa, como una figura femenina extraída por el museo francés Quain-Branly de Chupícuaro, Querétaro. Se presume que con esta pieza inició su famosa colección de piezas mesoamericanas.
La exposición La Grandeza de México está dividida en dos sedes, una en el Museo Nacional de Antropología e Historia y la otra en el histórico edificio de la Secretaría de Educación Pública, enfrente de la Plaza de Santo Domingo, en el Centro Histórico.
La muestra juega con cuatro ejes temáticos para crear una reflexión sobre la pluriculturalidad del país. Territorio, Espiritualidad, El individuo y su sociedad, así como el Simbolismo son cuatro ejes que, a partir de estas piezas históricas se conjugan y hablan por sí mismas.
«Más que una exposición que represente los hechos en un recuento histórico, en realidad se trata de algo que celebra las múltiples identidades de México. Aquí los pueblos, las culturas y los lenguajes estéticos se combinan para invitar a los visitantes a reflexionar sobre qué son estas», explicó durante una visita guiada Karina Romero Blanco, también responsable de la curaduría de la muestra.
La mañana de este lunes, durante la conferencia del presidente Andrés Manuel López Obrador, se entregó la condecoración de la Orden Mexicana del Águila Azteca, la máxima distinción del Estado mexicano entregada a un extranjero al general de los carabineros italianos, Roberto Riccardi. La insigne distinción se le entregó gracias al liderazgo que prestó la corporación a su cargo para la salvaguarda y devolución del patrimonio sustraído ilícitamente de nuestro país. Los carabineros lograron recuperar 17 piezas arqueológicas que se pretendían subastar en Italia el pasado 16 de septiembre.
En semanas pasadas el Gobierno de México inició un esfuerzo por detener este tipo de subastas en Europa en las que se comercian piezas arqueológicas de diversas culturas mesoamericanas. Algunas de ellas reportadas como robadas y otras sobre las que pesan dudas sobre su legal procedencia.
Otra de estas subastas se llevó a cabo en la misma fecha en Múnich, Alemania, misma que la embajada mexicana en ese país intentó detener.A pesar de que la subasta sí se realizó , esta fue un fracaso mercantil, según señaló el embajador mexicano en esa nación, Francisco Quiroga, en una entrevista telefónica.
«La casa subastadora, en su plataforma en línea reportó una oferta de salida del lote valuada en 216 mil euros, eso es lo mínimo que esperaban recabar. Al final la venta fue de 79 mil y conforme han pasado los días ha bajado, porque las personas que las han comprado se echaron para atrás gracias a la ola de indignación que levantó entre la opinión pública la subasta», explica el embajador.
Hasta el momento, el impulso de una campaña mediática en contra de este tipo de subastas ha sido la mejor herramienta para detener el comercio de piezas arqueológicas robadas.Según explica el embajador Quiroga, México ha emprendido cuatro líneas de acción para detener el mercado de este tipo de patrimonio cultural.
La primera línea es el proceso penal que se inició en México en contra de quienes realizan esta actividad, otra es un proceso jurídico llevado a cabo ante autoridades alemanas que persiguen violaciones aduaneras que permitieron la entrada de este tipo de piezas a territorio alemán.
La tercera línea es la que emprendió Beatríz Gutiérrez Müller junto con diferentes representaciones de México en otros países, que sigue peticiones diplomáticas de la devolución de este patrimonio a México, a pesar de la posible legalidad de su propiedad.
La última línea de acción, y la que ha demostrado mejores resultados según el embajador Quiroga, ha sido emprender una campaña de concientización sobre el origen de estos artículos históricos.
«Es una campaña permanente en contra del saqueo cultural de México y las Américas, es la parte de la opinión pública. Estamos haciendo ver la historia detrás de estas piezas en Europa, que no llegaron como objetos de arte a través de los siglos en un comercio local, sino que son parte de una mecánica ilegal y de saqueo más amplio», explicó el embajador.
«Durante esta campaña a la que se han sumado varios países de Latinoamérica y organizaciones civiles en Alemania, ha habido poseedores alemanes que se acercan a decir que ellos heredaron estas piezas y nos preguntan si nos las pueden vender, pero no, nosotros no compramos. Otros dicen: yo la compro en la subasta y la regreso. Nuestra recomendación ha sido: no. El llamado es: no seamos parte de este comercio que ha generado tráfico, está vinculado al contrabando de otros productos y al despojo cultural», agregó.
Para entender está campaña, el embajador hace un paralelismo con el mercado de arte de marfil. Según Quiroga, lo que zanjó esta actividad fue el hecho de que la demanda se desplomó ante la toma de conciencia social sobre la extinción en masa de los elefantes.
Sin asistencia de ciudadanos de a pie, en un Zócalo cerrado, el presidente Andrés Manuel López Obrador conmemoró por la noche el primer bicentenario del término de la gesta por la Independencia nacional.
Pasadas las cuatro de la tarde, al Zócalo ya no pudo entrar nadie. Desde dos cuadras antes del primer cuadro de la ciudad, militares vestidos en ropas negras, pero de civiles, cerraron el acceso al primer cuadro de la ciudad. “¿Por qué cierran? ¿Qué va a haber?”, preguntaban algunos de los paseantes y turistas. Su sorpresa fue clara al saber que es una celebración por los 200 años de la consumación de la independencia de México.
Horas después, en la plaza del Zócalo, la escena es familiar. Desde el año pasado las representaciones teatrales de eventos históricos de México, interpretadas por cientos de soldados disfrazados, han sido la norma. Algunas han sido las representaciones de la victoria de los mayas ante españoles en Champotón, Campeche, en 1517, o la firma de los tratados de Córdoba, en Xalapa hace también 200 años.
En todas ha habido invitados internacionales. Frente a ellos y los funcionarios mexicanos, un grupo de soldados caracterizados como indígenas, conquistadores españoles o personajes históricos realizan una representación con aires que recuerdan a las efemérides que sucedían a los honores a la bandera de las escuelas mexicanas.
En esta ocasión, por ser el bicentenario de la conclusión de la gesta heróica, los oradores invitados internacionales se multiplicaron. Desde un estrado especial, montado enfrente de Palacio Nacional habló Barbara Pompili, ministra de Transformación Ecológica de Francia. Aunque la transmisión por internet contó con traducción simultánea, en la plaza, casi nadie le entendió, ya que expresó su discurso en francés y en la plancha del Zócalo, nadie lo tradujo.
Lo mismo pasó con las palabras de Subrahmanyam Jaishankar ministro de Relaciones Exteriores de la India; con Tamara Vucic, consejera especial del canciller y esposa del presidente de Serbia, y con Anton Kotkov, ministro de Trabajo y Protección Social ruso, quienes hablaron en su idioma natal. En este grupo faltó la presencia del presidente de Estados Unidos, Joe Biden. La ausencia fue ocupada por un videomensaje del presidente estadounidense transmitido en el evento.
La celebración, a pesar de contar con más de mil 400 soldados en escena y la presencia de invitados y agregados culturales de 59 países, no fue tan socorrida como la del 15 de septiembre, fecha tradicional del festejo de la independencia, como suele ocurrir.
“Aun cuando la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México fue un festejo de la élite militar y política, y con poca o ninguna significación social, no deja de ser el acontecimiento formal en el que desembocaron los acuerdos de Iguala y los Tratados de Córdoba y la culminación de la lucha de más de una década”, recordó.
Esta conmemoración fue dedicada, a decir del mismo López Obrador, a exaltar la importancia de las relaciones de amistad entre las naciones del mundo.
En su mensaje, exhaltó la fraternidad universal entre las naciones, porque México es y seguirá siendo amigo de todos los pueblos, según dijo el presidente.
“Nos declaramos partidarios de la paz, la soberanía y el amor. Aunque no olvidamos, sostenemos que es tiempo del perdón y del respeto mutuo”
Agradeció a la representante de Francia porque ese país fue el que más piezas donó para la exposición la Grandeza de México, y al enviado de Vladimir Putin, así como a los cancilleres de India y Países Bajos. López Obrador destacó las relaciones con China, Japón, Italia, Irlanda, Bangladesh, Dinamarca, Sudáfrica, Emiratos Árabes, Bolivia, Canadá, Cuba. Con todos los países del mundo.
Después de una hora de discursos de felicitaciones, sucedió otra hora de la representación histórica, coronada por fuegos artificiales y diversos bailes regionales típicos de lo ancho y largo de la república. La pirotecnia fue tan copiosa que opacó el despliegue de este 15 de septiembre, según concordaron varios asistentes.
Dos horas y media después, los cientos de carros de lujo custodiados por camionetas blindadas acabaron en un embotellamiento de distinguidos representantes internacionales y secretarios de Estado.
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