20 enero, 2021
El regreso a clases presenciales en América Latina y el Caribe requerirá de recursos adicionales, así como mejorar su distribución. Las enormes desigualdades para el regreso presencial a clases ponen en foco la necesidad de incorporar criterios de equidad y de priorización de poblaciones vulnerables
Cecilia Berlanga Alessio Robles* / @ceci_berlanga / MUxED
La llegada de la vacuna a finales del año pasado es, sin duda, una razón suficiente para empezar a considerar el regreso a clases presenciales. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer para que se pueda volver a las escuelas de forma completa y sin riesgos de contagio para las comunidades escolares. La decisión de reabrir las escuelas es compleja, pues implica equilibrar los riesgos que supone para la salud pública con las consecuencias de que las niñas, niños y adolescentes estén fuera de las escuelas: la pérdida de aprendizajes, la falta de acceso a alimentos nutritivos, el aumento del trabajo infantil, las consecuencias psicosociales y de salud mental derivadas del aislamiento, y el incremento del riesgo de abandono escolar y la desvinculación educativa, entre otras.
El creciente consenso a nivel internacional manifiesta que la educación presencial debe reanudarse lo antes posible, de manera segura, para evitar las consecuencias más graves en el largo plazo; especialmente en países de América Latina y el Caribe (ALC) donde las modalidades de educación remota no han asegurado la continuidad de los aprendizajes para todos. Mientras el confinamiento por la pandemia de COVID-19 continúe es necesario considerar medidas para regresar de manera escalonada a las escuelas y minimizar los riesgos de salud que esto implica. Pero, ¿qué se necesita para que las escuelas puedan volver a impartir clases presenciales en este contexto? ¿Están preparados los países de la región para el regreso a las aulas? Diez meses después de la suspensión de las clases presenciales en las escuelas, resulta pertinente plantearse estas preguntas.
El reporte Reabrir las escuelas en América Latina y el Caribe. Claves, desafíos y dilemas para planificar el retorno seguro a las clases presenciales, publicado en diciembre de 2020 y elaborado en conjunto por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), brinda un análisis sobre las condiciones que presentan los países de ALC para la reapertura de las escuelas y da luz para responder estas preguntas. El análisis está basado en las recomendaciones que emitieron diferentes organismos internacionales para planificar el regreso escalonado y seguro a las escuelas. Dichas recomendaciones se enfocan en las siguientes dimensiones: las condiciones de saneamiento e higiene, los recursos humanos, la infraestructura escolar, la disponibilidad de tecnologías de la información y la comunicación (TIC), y el financiamiento educativo.
Todas estas dimensiones juegan un papel clave en la planificación del regreso seguro y paulatino a clases. El análisis que este reporte presenta pone de manifiesto las carencias y brechas estructurales de ALC, que continúa siendo la región más desigual del mundo. La suspensión masiva de las clases presenciales durante este periodo ha acentuado aún más este problema.
El acceso al agua potable resulta indispensable para implementar prácticas de higiene básica como el lavado de manos. De acuerdo con los datos del reporte, 16% de las escuelas en ALC no tiene acceso a este recurso —28% si solo se consideran las escuelas en zonas rurales—. En México, el 76.9% de las escuelas de secundaria alta cuenta con servicios básicos para el lavado de manos y solo el 49% de ellas cuenta con servicios básicos de agua potable.
Los docentes son un actor crítico para la planificación del regreso presencial a clases. El cierre de las escuelas dejó ver que muchos países ya enfrentaban una escasez de personal formado que cubriera las necesidades educativas de la población. La región requiere de una cuidada planificación de la demanda y oferta de docentes para la implementación de modelos híbridos y el regreso presencial a clases, esto ha puesto en evidencia la urgencia de mejorar las políticas referentes a la formación, disponibilidad, asignación y condiciones laborales de los docentes.
Mantener una distancia física de al menos un metro entre personas es clave para evitar la propagación del virus. En el contexto escolar el distanciamiento físico implica tener disponibilidad de espacios alternativos al salón de clases para reducir la cantidad de personas que conviven en un mismo espacio. Según este reporte, la gran mayoría de los centros escolares de los países de la región no cuenta con la infraestructura necesaria que permita el cumplimiento de protocolos de distanciamiento para un regreso escalonado a clases. En ALC, el 92% de las escuelas primarias del quintil socioeconómico más rico tiene acceso a espacios pedagógicos (como laboratorios de ciencias, salones de computación o bibliotecas), mientras que en el quintil más pobre tan solo el 68% cuenta con estos espacios. En México, 27% de las escuelas primaria rurales no cuenta con espacios de usos múltiples.
Contar con equipo de cómputo y conexión a Internet se ha vuelto indispensable en la mayoría de los países para que los estudiantes puedan continuar recibiendo servicios educativos. De acuerdo con el reporte, se estima que el 46% de las niñas y niños de entre 5 y 12 años de la región no cuenta con conexión a Internet en sus hogares, y en el cuartil socioeconómico más pobre de la población solo entre 10% y 20% de los adolescentes de 15 años cuenta con una computadora. En México, alrededor del 50.9% de los hogares tiene acceso a Internet y solo el 45.4% tiene acceso a una computadora.
Hoy más que nunca es necesario mantener los compromisos de la Agenda 2030 y su Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 4 para garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos, y el elemento principal para alcanzarlo es el financiamiento educativo. Si los países no asignan recursos con criterios de equidad, las brechas ya existentes se agravarán aún más, lo cual impactará el capital humano y la calidad de vida de las generaciones futuras. El futuro de millones de niñas, niños y adolescentes de México y de la región depende de una cuidadosa planificación, capaz de prepararse para crisis futuras y con la prioridad de no dejar a nadie atrás.
Sin duda, los países de la región enfrentan esta situación bajo condiciones muy dispares. Sin embargo, crisis anteriores han demostrado que la educación debe ser parte prioritaria de la estrategia de recuperación, considerando que la desescolarización prolongada tendrá uno de los efectos adversos más duraderos. Es de suma importancia que todas las estrategias de recuperación que implementen los países estén dirigidas a los sectores más desfavorecidos de la población.
*La autora es integrante de MUxED. Es maestra en Política Social y Desarrollo por la LSE y licenciada en Relaciones Internacionales por el ITAM. Actualmente es consultora en la División de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo en México. Sus áreas de interés incluyen la política educativa para la equidad y la calidad.
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