26 octubre, 2020
Gran parte de la degradación ambiental será por la enorme demanda de las naciones más ricas que importan productos agropecuarios desde países con estándares ambientales muy bajos. Debemos apostar por relocalizar los mercados y evitar que unos pocos erosionen la naturaleza que es de todos
Twitter: @eugeniofv
La hipocresía de los países desarrollados en torno a las desgracias planetarias no es nada nuevo, y menos en lo que toca a lo ambiental. La Unión Europea, por ejemplo, anunció hace unos meses un Nuevo pacto verde (Green New Deal) por el que prometían hacer de Europa el primer continente climáticamente neutro del mundo en 2050. Ahora, sin embargo, Fuchs, Brown y Rounsevell, tres científicos alemanes, denuncian en la prestigiosa revista académica Nature que lo único que se está haciendo es deslocalizar la degradación ambiental exportándola al sur global. Su denuncia debería servir no solo como aliciente para que los europeos se tomen en serio la crisis planetaria, sino también como una advertencia para los países al sur del Mediterráneo y del río Grande de que las presiones e incentivos para producir más sin importar los costos ambientales serán todavía mayores de ahora en adelante. Debería servir, además, como un llamado a la acción para globalizar la defensa del planeta, relocalizar la producción y el consumo, restaurar nuestros ecosistemas y reinventar nuestras economías.
Fuchs, Brown y Rounsevell advierten que gran parte de la degradación de la que hablan se dará por la enorme demanda europea de productos agropecuarios, principalmente de carne y de aceites vegetales, que importan de países con estándares ambientales muy bajos. Aunque México pinta poco en el mercado europeo, la advertencia resuena con fuerza aquí, ya que el país sí exporta muchos productos agropecuarios a Estados Unidos, también con un enorme costo ambiental, y la situación no hace sino empeorar cada año.
La producción de carne de res, por ejemplo, no ha hecho sino crecer durante la pandemia, aun cuando el consumo de productos bovinos en el país se ha reducido un poco. Esto es porque cada vez se destina un mayor porcentaje de la producción a Estados Unidos. Según el Tablero Agroalimentario que publican las secretarías de Agricultura y de Economía, aunque el consumo nacional de carne de bovino se ha reducido en 22 mil toneladas de 2018 a la fecha, la producción ha aumentado en un 5 por ciento en ese periodo. Esto se debe a que ahora se exporta 33 por ciento más carne de res a Estados Unidos.
Producir esas cantidades de carne bovina nos sale ambientalmente carísimo a los mexicanos. Desde las selvas de Chiapas que se deforestan para criar ganado que después se vende en pie a los productores norteños, hasta las poblaciones de sardina del golfo de California que se convierten en harina para alimentar a esas vacas, hasta los acuíferos de La Laguna, en Coahuila y Durango, que se están agotando por la intensificación del riego para las pasturas ganaderas, por todo el país se puede ver su impacto.
La respuesta no está —o al menos no solo— en cerrar las fronteras y apostar solamente por los mercados nacionales. Más bien, de lo que se trata es de reinventar esos mercados y nuestra relación con los demás países. Un primer paso es el impulso a las cadenas cortas agroalimentarias, apostando por la recuperación de las dietas tradicionales y por el fortalecimiento de los mercados locales, que sí pueden abastecerse de productores de la cercanía. Otro más es el impulso de mercados de comercio justo y diferenciados, como los que han construido los cafetaleros en el mercado internacional y cada vez más en el mercado mexicano. México es un país enormemente desigual, y esquemas así permitirían que quienes pueden internalicen los costos ambientales y ayuden a combatir la pobreza.
Los países europeos y de América del Norte están queriendo exportar sus costos ambientales quedándose los beneficios sociales, políticos y económicos. La advertencia de Fuchs, Brown y Rounsevell llega muy a tiempo, y nos toca trabajar para hacerle caso, combatiendo la degradación ambiental en todas partes, apostando por relocalizar los mercados y evitando que unos pocos grandes productores de exportación erosionen la naturaleza que es de todos para generar riquezas que son de unos cuantos.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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