Trabajan el triple: No tienen una estrategia clara y muchas veces ni los instrumentos básicos para trabajar. Con el compromiso de enseñar a tope, maestras echan mano de cualquier recurso para mantenerse en contacto con sus alumnos y conseguir que no sea un año perdido
Texto: Arturo Contreras Camero
Fotos: María Fernanda Ruiz y Cortesía de maestras
Videollamadas por whatsapp, grupos en Facebook que sirven de aulas virtuales, sets improvisados de grabación y desarrollo de material didáctico hecho en casa son algunas de las técnicas que han ideado. Nadie les dicta el método, mucho menos las clases por televisión que la Secretaría de Educación Pública transmite en cadena nacional a través de canales exclusivos, al que muchas de ellas ni siquiera ven como una opción. Algunas otras no lo usan, les parece demasiado limitado.
En una entrevista previa para Pie de Página la académica Martha Sosa, especialista en educación y formación docente, aseguró que la pandemia, de alguna manera logró lo que las últimas reformas en educación no pudieron hacer: Centrar la atención en la labor del docente.
La programación televisiva de la SEP se debe tomar como una base, los maestros deben adaptar esos contenidos a los contextos de sus alumnos, explicó Martha Sosa; no es lo mismo enseñar en Naucalpan, que en el lago de Pátzcuaro.
Pie de Página reunió cinco testimonios de maestras en diferentes estados y contextos del país. De zonas lacustres a bosques y de los espacios rurales a los urbanos, para retratar la pluralidad de esfuerzos que las maestras implementan para llegar a sus alumnos, pandemia de por medio.
“Yo cuelgo mis videos a los estados de whatsapp, también lo comparto en Facebook y en el canal de Youtube para los papás que no pueden verlos antes”. Para Sandy Odorety esta es la mejor manera para llegar a sus alumnos y para mantenerse en contacto con ellos.
“Hice una encuesta, la mayoría tiene Facebook y saben usar Youtube, por eso me animé a abrir un canal de Youtube”, dice.
Todos los días de las cuatro materias que se imparten por la televisión, la maestra Sandy busca cuál es más significativa y hace un video al respecto. “Encuentro el aprendizaje-esperado más significativo, lo grabo, lo edito, lo subo, y le mando el link a los papás”.
Este es el primer ciclo escolar en el que Sandy va a dar clases en la primaria de Kanasín, una comunidad semirural a las afueras de Mérida, Yucatán, en donde el acceso a las tecnologías de la comunicación no es poco común, pero la dura situación económica hace que a veces mantenerse comunicado sea un reto.
“Ahorita estoy trabajando tareas por entregas y estoy siendo accesible con los horarios, porque doy 4 días de retraso en la entrega de tareas. Principalmente porque algunos papás usan la telefonía por medio de saldo, y considero que, si la mayoría le ponen saldo cada cinco días, pues hay que darles hasta el cuarto día”, cuenta.
Además de subir el video a Youtube, Sandy también lo comparte en los estados de Whatsapp, porque muchas compañías telefónicas dan ese servicio gratis al hacer ciertas recargas.
“Aquí muchas mamás y padres de familia no tienen cablevisión, para estar viendo las clases de la SEP, entonces yo sabía que ahí iba a haber una barrera”, dice la maestra.
Desde la estética de su mamá, la maestra Sandy graba los videos que su hermana de 12 años le ayuda a editar. Además, en su cuaderno escribe apuntes y se los hace llegar a los padres de familia, a manera de infografías y ejercicios que puedan copiar en cuadernos y mandar de regreso vía whatsapp.
“Empecé a grabar los videos porque pensé que si les mandaba solo mensajes íbamos a estar muy desconectados. Soy nueva en esta escuela, y pensé en cómo puede tener impacto mi personalidad en los niños. Es el primer año en el que enseño en esta escuela y estoy muy entusiasmada. Yo deseaba el año pasado tener un grupo con quién trabajar, ahora que nos encontramos con la pandemia, tengo unas ganas enormes de enseñar”,
dice emocionada.
“Desde que terminó el ciclo pasado, empezamos a trabajar a partir de Facebook”, cuenta la maestra Sara Sánchez Deciderio, orientadora educativa en la escuela secundaria diurna Izkalotzin, en la colonia Pensil, en la Ciudad de México que recibe a unos 500 estudiantes de colonias populares cercanas.
“Este ciclo, para el arranque se hizo un video de bienvenida, donde nos presentamos todos los profesores, presentamos los cargos y las asignaturas. A través de Facebook se publicó cómo iba a ser la entrega de libros de texto y cómo nos íbamos a organizar para las clases. También el envío de calificaciones se hizo alumno por alumnos, se le envió a cada uno por el inbox de Facebook su boleta, e incluso hicimos una ceremonia de despedida cada grupo de tercero”.
En las colonias donde viven sus alumnos es raro que los alumnos vean la televisión, cuenta la maestra. Pasan más tiempo en las redes sociales, aunque muchas veces es a partir del teléfono de sus padres, o de algún dispositivo en casa que comparten con otras personas.
“Los maestros están haciendo sus videos propios. Ahí depende de cada asignatura cómo van avanzando. Hay veces en la que el maestro no hace un video para la clase, sino para explicar cómo hacer la tarea, o tal vez uno motivacional, para decirles que se cuiden que estén bien. Sí se consideró la programación de Aprendizaje en casa, pero cada uno de los profesores la ha adaptado a sus necesidades. Están haciendo sus videos con una combinación de lo que se ve aprende en casa con los contenidos propios”, explica al respecto.
La comunicación por la página de facebook y los correspondientes grupos en la red social emulan los espacios físicos de la escuela, el patio con los anuncios comunes y las aulas, donde conviven maestros con alumnos. Sin embargo, si los alumnos llegan a tener dudas, se tienen que comunicar con sus alumnos a través de su mamá o papá.
“Los padres nos mandan mensajes por el inbox de Facebook, el contacto es para los papás, la cuenta tiene que ser del papá o mamá para evitar diferentes tipos de situaciones de riesgo. También las llamadas telefónicas que se llegan a hacer, son exclusivas con los padres de familia. Se les llama para explicarles los contenidos y para resolver sus dudas. Estas tres semanas han sido principalmente sobre cómo va a ser el trabajo y la metodología de trabajo”.
Además, muchos de sus alumnos no cuentan con los recursos para ver videos largos en internet, porque les consumen demasiados datos de los planes de telefonía celular, mientras que Facebook tiene descuentos en la mayoría de las compañías de celular. Esas fueron las determinantes para mantener el uso de la dicha red social como la principal herramienta de contacto.
Para este regreso a clases, la SEP hizo un convenio con Google para que, a través de Google Classroom, una herramienta que facilita las clases en línea, los maestros pudieran trabajar a distancia con sus alumnos, sin embargo, la maestra Sara dice que esta plataforma no es gratuita en algunos planes celulares y necesita de más datos celulares.
Sí tenemos el Google Classroom, pero por ahí estamos trabajando solo los maestros, que tuvimos un curso para aprender a usarlo. Pero para los alumnos y los papás es más fácil por Facebook.
“La educación virtual no es una opción para los que no tienen internet o computadora y acá, en muchos casos ni luz eléctrica hay en las casas”, dice terminante la maestra Edna Zulema Lizárraga Valdez.
La maestra Zulema da clases de español en la secundaria pública de Potam, en el estado de Sonora.
“Aquí la mayoría de las casas son de carrizo, de horcón y están forradas con lodo. Así son como el 70 por ciento de las casas. Ya las otras sí son de material, pero solo son un cuarto que a veces funciona como dormitorio y cocina y todo lo demás.
“Aquí llueve tantito y se va la luz, y ya no tenemos por horas, por eso, mejor me voy a trabajar sobre el libro de texto y con los materiales impresos que nos han llegado”.
A las clases de la maestra Zulema solían llegar alumnos de las rancherías circundantes a Potam, pero en esta región, la distancia es determinante, pues los medios de comunicación, como la mayoría de los servicios, son escasos.
“Empezamos a contactar a los alumnos desde la semana pasada. A lo mucho a lo mucho, acá de tercer año, tengo 92 alumnos, pero nada más logré contactarme con 12. Son con los que me contacté por medio de teléfono. De esos 12 muchos se reportaron con teléfono prestado, con el de un un tío, o el que comparten con un primo o con el teléfono del abuelito”, dice la maestra.
“En esas semanas estuve haciéndoles una pequeña encuesta, preguntándoles cuántos estudiantes había en su casa y ahí me estuvieron diciendo que tenían muy pocos cómo escuchar las clases de la tele. Principalmente porque hay unos que no tienen tele y otros que son tres o cuatro hermanos y no se pueden acomodar en los horarios para ver sus clases”.
Para hacer llegar las actividades y los aprendizajes, la maestra dice estar haciendo un esfuerzo extraordinario con materiales impresos y libros de texto.
“Nosotros quedamos que íbamos a estar teniendo actividades tres veces a la semana, en las que yo les estaría dando las indicaciones, porque luego en la secundaria ya ve que son varios maestros y es complicado tener un horario, es saturar a los jóvenes. Igual serían dos clases por semana y la tercera sería de reforzamiento para los que les faltó algo. Ellos hacen su trabajo en el libro y por whatsapp y me lo regresan. Si no entendían algo, me mandan mensaje, pero a veces se pone muy complicado porque los jóvenes no entienden de horarios y hasta las diez u once de la noche le están llamando y luego no tiene vida uno”.
Para la maestra la educación por televisión o modelo híbrido, como dice que también le llaman, no solo es imposible en su contexto, sino que es una aberración pedagógica. Según ella, el alumno no tiene oportunidad de ser un sujeto activo en su aprendizaje, sino que se convierte en un ente que está ahí nada más en frente de la tele, viendo sin aprender.
“Los alumnos necesitan de una guía, de un maestro, pero cómo vamos a estar ahí en estas situaciones”, se pregunta y se lamenta.
“A nuestros padres de familia no les convence que nuestros alumnos tengan actividades dirigidas, no les convence», dice sobre las clases por televisión la maestra Narcedalia Beltrán Rivera, directora de la escuela privada Célestin Freinet, ubicada en Naucalpan, en el Estado de México.
“Hemos optado por trabajar con Microsoft Team, así pueden formarse grupos de trabajo virtuales para hacer videoconferencias. Por ejemplo, hay uno de Español 1ºA, en el que el maestro de Español es el titular e invita a los alumnos de ese grupo al equipo y cuando programa una reunión los alumnos solo tienen que picar un botón, le dan unirse y les explica su clase, se puede compartir la pantalla y participar en vivo”.
Para adaptar este sistema, las clases en el colegio Freinet tuvieron que empezar dos semanas antes, en las que se dio un curso de inducción a los alumnos, todos los días de 8 a 11 de la mañana. A partir de este lunes 24 de agosto se inició el trabajo formalmente con clases virtuales que van de 8 a 12 de la mañana en las que el alumno tiene 7 sesiones en 40 minutos con dos espacios de receso de 20 minutos.
Aunque durante las sesiones no es obligatorio mantener la cámara prendida, la directora asegura que no es necesario, pues los alumnos están entusiasmados de interactuar con sus compañeros y con sus maestros.
En el caso de este colegio, que también tuvo acceso a las cuentas de Google Classroom habilitadas por la SEP, sus docentes optaron por no usarlas porque no cuentan con la opción de realizar videoconferencias.
“A nosotros los padres de familia nos están pidiendo ver al maestro dirigiendo a los niños, por eso optamos por esta herramienta, que creemos, también es la mejor para resolver dudas».
A pesar de que el colegio se encuentra en una zona de clase media, los problemas por no tener la infraestructura necesaria para el aprendizaje también llegan a presentarse.
“No todos tienen computadora propia ni tampoco todos tienen internet en sus casas. Para ellos nos tenemos que adaptar. La mayoría de nuestros alumnos trabajan desde su teléfono, pero se han dado casos en los que el maestro dice que si el alumno no se puede conectar, le hace un cuadernillo personalizado y si tiene dudas se van resolviendo con asesorías personalizadas. Se cita al papá para entregarle los cuadernillos y que así trabaje en casa de manera autónoma».
“¡Uy no, en mi materia el esfuerzo es triple! Pareciera que en la comunidad hay una renuencia para aprender otro idioma, y más el inglés”, asegura Lluvia Selena, maestra en la secundaria de la comunidad indígena de San Jerónimo Purenchécuaro, en la zona norte del lago de Pátzcuaro, Michoacán.
“Nosotros estamos intentando mantenernos en contacto con nuestros alumnos a través de Whatsapp. Encontramos que era la posibilidad más viable sin ser la mejor, porque hoy en día pareciera que es absurdo que alguien no tenga teléfono, pero en muchas casas el teléfono es el del papá, que sale a trabajar y es hasta cuando regresa que los alumnos puede ver sus mensajes”, cuenta la maestra.
“Aquí los jóvenes no tienen tele de cable, no hay internet, de la tele abierta solo llega la señal del canal 5.2, pero llega muy granulada y casi no se ve. Y sí tienen tienen sus teléfonos de recargas, pero no siempre. Con eso de la educación que nos dan estos programas de televisión se vuelve un problema, porque la materia de inglés solo está el miércoles en la mañana y es para los tres grados, eso no es suficiente, es como si no existiera la clase”, critica.
Esta es una comunidad con muchas carencias de servicios, como dice la propia maestra. “Tenemos casitas y familias que no tienen ni siquiera drenaje, en muchas se sigue cocinando con leña, es una situación carente y difícil. Hay compañeros que nos han compartido los horarios de las clases por televisión, pero aquí la dificultad es que la gente no tiene la señal, y aunque no se crea, hay casitas que no tienen televisión.
Para la maestra Lluvia Selena no podría haber nada mejor que regresar a las aulas, y para eso, ya inició, junto con el resto de maestros, a hacer las gestiones necesarias para apresurar el regreso a las aulas. Ella espera que en la próxima reunión del consejo escolar se pueda llegar a un consenso que les permita regresar a las aulas, aunque sea en una modalidad mixta, en la que la mitad de un grupo asista un día, y la otra al siguiente, para mantener la sana distancia. Eso significa atender a 10 o 12 alumnos por sesión.
Sin embargo, esta podría ser una negociación peligrosa. En esta región, durante los puntos más críticos de la pandemia hubo poblaciones que decretaron toques de queda en ciertas horas de la noche, algunos otros tenían patrullajes con hombres armados y ciertas poblaciones cerraron sus accesos durante la noche.
En espera de un pronto retorno a las aulas, la maestra de inglés sigue, como puede, con sus clases.
“Les mando un audio, les mando las indicaciones junto con un audio de buenos días y la actividad del día. Les hago una explicación que no sea más allá de tres minutos, una introducción breve del tema, les mando imágenes de libros, libretas y revistas y les mando también un video que descargo donde se explica la pronunciación de las palabras de la lección”.
“La idea es que tengamos un acercamiento una vez a la semana con los alumnos, pero aún no es seguro. Esta ha sido la experiencia, y ha sido muy difícil porque la Secretaría nos pide que nos acoplamos a las clases en la tele, pero los niños no tienen acceso, tampoco tenemos los libros de texto, que nos prometieron llegarán el 2 de septiembre. Ahí veremos si hay un cambio en las actividades”.
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