La producción sustentable no es la única herramienta para la conservación de la biodiversidad, muchas veces no es ni siquiera la más apropiada. Mantener ciertas áreas sin tocar es una forma también efectiva y necesaria
Twitter: @eugeniofv
Uno de los aspectos más polémicos del Programa Sectorial de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Promarnat) que se publicó hace unos días fue la inclusión de lo relativo a las áreas naturales protegidas (ANP) bajo el subtítulo: “Conservar produciendo y producir conservando”. También se ha cuestionado el énfasis que dicho documento pone en el uso de la biodiversidad, en contraste con la poquísima atención que presta a los esquemas de conservación estricta. Antes de que el Promarnat termine de materializarse en presupuestos y políticas, vale la pena recalcar que, efectivamente, producir en forma sustentable puede ser una forma muy efectiva de restauración y conservación, pero también hay que tomar en cuenta que ésa no es la única forma de conservar y que, en ciertas condiciones, no es la adecuada.
El mejor ejemplo de cómo la producción sustentable puede ser una forma muy efectiva de conservación está en los productos agroforestales, como el café o el cacao. Producirlos a la sombra de especies arbóreas nativas de los lugares en los que se los cultiva permite ahorrar en insumos y sustituirlos por trabajo, al tiempo que se mantiene o restaura la cobertura de las selvas tropicales -en el caso del cacao- y de los bosques mesófilos -en el caso del café-. El café y el cacao de sombra sirven por eso como una barrera protectora de esos ecosistemas, como un aliado para su recuperación y como un motor de las economías locales, sobre todo cuando se suman a mecanismos de comercio justo y de producción orgánica.
Como señala el Promarnat, las Unidades de Manejo para la Conservación de Vida Silvestre (UMA) también han sido muy exitosas en este sentido. Se trata de esquemas para el aprovechamiento de plantas o animales diseñados de tal forma que no se las ponga en riesgo y de que se generen recursos que se reinvierten en la conservación de las mismas. El caso del borrego cimarrón es ejemplar en este sentido: cada permiso de aprovechamiento cuesta decenas de miles de pesos, gracias a los cuales han mejorado las condiciones de vida de las poblaciones locales y se ha logrado conservar a este mamífero que tanto gusta a los cazadores de todo el mundo.
Estos ejemplos, sin embargo, no deben llevarnos a pensar que la producción sustentable es la única herramienta para la conservación de la biodiversidad. De hecho, muchas veces no es ni siquiera la más apropiada. Muchas comunidades campesinas e indígenas lo saben muy bien, y han decretado áreas destinadas exclusivamente a la conservación en sus territorios, zonas en las que no se hacen más que intervenciones de muy bajo impacto, si acaso.
Esto ocurre, entre otros lugares, en el polígono El Huasteco del ejido Noh Bec, en Quintana Roo. Noh Bec es un ejemplo de producción forestal sustentable a nivel mundial, una comunidad que ha vivido desde hace décadas del aprovechamiento de maderas preciosas y otros productos forestales y que ha demostrado que el manejo forestal sustentable permite conservar la biodiversidad en muy buen estado. Sin embargo, Noh Bec ha dejado las 700 hectáreas de El Huasteco intactas desde hace décadas. De ahí no se saca madera y las actividades que se realizan en su interior son de muy baja intensidad. Esto ha permitido que muchas especies de la zona que no gustan de las motosierras ni de ver seres humanos encuentren ahí un refugio, además de ser un testigo de las condiciones que debe mantener todo el territorio, aún los lugares en los que se tiran caobas o chechenes.
Ambos esquemas tienen cabida en los esfuerzos públicos de conservación. Hay lugares en los que, por sus condiciones históricas o ecológicas, la conservación es compatible con el aprovechamiento de la biodiversidad. Cambiar la denominación del ANP del Nevado de Toluca para permitir el aprovechamiento maderable en su interior fue un acierto, porque se trata de bosques muy degradados en los que las comunidades locales tienen mucho que aportar, y lo pueden hacer justamente a través de la extracción sustentable de madera y el manejo forestal. Al contrario, de la mano de las comunidades pesqueras locales se ha logrado que en el parque nacional Cabo Pulmo apenas se realicen actividades productivas, y los resultados han sido asombrosos. La vida marina ha vuelto y goza de cabal salud gracias a la conservación estricta que se aplica ahí.
Conservar produciendo y conservar manteniendo ciertas áreas sin tocar son, ambas, formas efectivas y necesarias de salvaguardar la biodiversidad. Lo que no se puede olvidar es que una es adecuada para ciertos entornos y condiciones, y la otra, para otros.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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