Este sábado 23 se cumplen dos años del asesinato de la periodista Miroslava Breach, quien durante dos décadas fue corresponsal del diario La Jornada en Chihuahua. El ataque ocurrió un jueves por la mañana y Miros, como le dicen sus amigos, murió por el impacto de los 8 balazos que recibió a unos metros de su casa cuando se disponía a llevar a su hijo a la escuela.
Breach era una institución en el gremio por sus profundas investigaciones en la sierra Tarahumara; en los últimos dos años había recibido amenazas crecientes por sus trabajos donde reveló los vínculos entre políticos y grupos criminales.
El crimen sigue impune. El gobierno estatal de Javier Corral da el caso por cerrado y pide que se dé vuelta a la página; el expediente fue atraído recientemente por el gobierno federal y ahora está en manos de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE), donde se espera un largo proceso judicial.
Para conmemorar la fecha, el Centro de Investigación y Capacitación Propuesta Cívica organizó una jornada de memoria con varias actividades, entre ellas una exposición de pinturas realizadas por Rosa María Breach, hermana de Miroslava, y un seminario de periodismo en zonas de silencio..
Familiares, amigos cercanos y colegas de Miroslava hablan sobre las consecuencias de acallar un voz fundamental en una zona de silencio, y sobre el legado de una mujer a la que se le extraña inmensamente.
Olga Alicia Aragón, amiga y colega cercana de Miroslava
Sobre las amenazas previas:
Se ha reclamado que Miroslava se dejó matar, que cómo no vio lo que venía, pero sí lo hizo e hizo todo en su alcance para protegerse. Ella era una periodista que no le gustaba el protagonismo, no participaba en reuniones ni organizaciones pero cuando ella sabe que está en peligro junto con Paty (Mayorga) empezó a participar en reuniones de organizaciones de derechos humanos, donde también había representantes de la Fiscalía Especializada para Protección a los Periodistas.
Hicieron un diagnóstico de la situación por la que estaban pasando los defensores y comunicadores; en el reporte menciona que “quienes más peligro corren son las corresponsales de La Jornada y Proceso, por su trabajo de investigación que realizan en la sierra Tarahumara”. Yo puedo reconocer la mano de Miroslava en sus historias, conozco su estilo y te puedo decir que gran parte de ese diagnóstico tiene la hechura de Miroslava. Esto significa que ella sabía que estaba en riesgo y que elaboró el diagnóstico de su propia muerte. Me queda claro que quienes tenían que protegerla lo supieron y que, cuando les preguntaron si sabían de las amenazas, mintieron.
Sobre su ausencia:
Nos acompañamos por casi 20 años y estuvo siempre ahí para mí. No soy la única, hay infinidad de colegas, pero también de personas con las que convivió, que perdieron a alguien en quien confiaban, que los ayudaba y se preocupaba por ellos. Recuerdo cómo nos quedamos siempre hasta al final en la redacción, nos emocionaba poder escribir reportajes profundos, contar historias que creíamos que servían. La recuerdo frente a la computadora con Andrea bebecita (su primera hija) en las rodillas, arrullándola, escribiendo, en silencio. La lloro, la extraño.
Brisa Breach, hermana de Miroslava
Sobre el proceso de justicia:
Han sido dos años muy dolorosos para la familia, primero por la pérdida de nuestra hermana y segundo por lo difícil que ha sido lograr que se haga justicia. Nos da mucho coraje ver cómo los funcionarios que son clave en el caso no sólo no son investigados, también son premiados por un gobierno (estatal) que los promueve y que además presiona para que el asesinato de Miroslava se olvide.
Sobre lo que esperan de la FEADLE ahora que atrajo el caso:
La FEADLE lo tiene que llevar hasta las últimas consecuencias, como decían sus colegas, Miroslava dejó nombres de las personas que podrían ser investigadas y esperamos que las autoridades agoten estas líneas de investigación, que tienen que ver con las relaciones entre políticos y narcos. Por ahora tenemos confianza en el nuevo gobierno, pero tienen que avanzar las investigaciones.
Mirabel Breach, hermana menor de Miroslava:
Todavía no he podido asimilar la pérdida; siendo la más chica, Miroslava ocupó un rol de segunda mamá para mí. Ella me enseñó a escribir, me cuidó. Cuando Miroslava se fue a la universidad, yo soñaba con que llegara el verano para poder visitarla; ahí con ella era libre, feliz. Me da mucho orgullo saber que su legado queda por todos lados, en sus columnas, en sus compañeros, fue una madre profundamente amorosa pero estricta y su hijo Carlos es un reflejo de ella, de su carácter, de sus formas.
Marcela Turati, periodista
Sobre las zonas de silencio:
El asesinato de un periodista de la talla de Miroslava significa muchas cosas: primero, que se pretende instalar el silencio en una región, se pretende callar a todos los demás; cuando callas a un periodista ejemplar causas un terror ejemplificante, los periodistas dejaron de escribir, se aprende que hay temas prohibidos y mucha gente aprovecha ese silencio para seguir avanzando proyectos de muerte. Cuando se pierde esa voz de denuncia, también se pone en riesgo toda la zona silenciada, los defensores de derechos humanos también quedan en riesgo, comunidades enteras que eran cubiertas por ella. Donde no hay información, la vida humana corre riesgo.
José Reveles, periodista
Sobre el impacto del asesinato de Miroslava en el ejercicio periodístico:
Estos casos de violencia contra periodistas de tan alto nivel, atacarlos a ellos lo que resulta es que todo el gremio se siente muy vulnerable. Son casos que podemos comparar con Manuel Buendía, donde al partir deja en indefensión a todo el resto. Es una frase muy conocida pero es real: lo crímenes siguen porque hay impunidad.
Por otro lado, en términos generales, Chihuahua está muy silenciado, primero porque hay impunidad en el caos de Miroslava y segundo porque un gobierno (el de Javier Corral) que lo ofreció… todo está resultando muy poco eficiente, y tiene la característica que ha cooptado a los líderes que antes eran opositores y ya los metió al redil, y ellos mismos se convierten en los contenedores de sus compañeros de luchas. Es gravísimo.
Griselda Triana, esposa del periodista Javier Valdez, asesinado en Culiacán dos meses después de Miroslava
Sobre acompañar el proceso:
Nos acercamos cuando hay algún periodista agredido, violentado, asesinado, pero para mí ha sido muy difícil entablar contacto con los familiares de otros periodistas, en parte porque estamos viviendo por un proceso de duelo muy duro y las otras familias están pasando por uno propio. Pero espero que en el futuro llegue el momento donde nos podamos acercar y acompañarnos, porque éste es un camino que te hace sentir muy solo.
Sobre justicia:
Podría hablar de justicia cuando las personas que están detenidas hayan sido condenadas, que se pruebe su participación y que se les castigue; justicia representaría el que se diera con los autores materiales, que se les procese y sentencie. Nada va a ser suficiente para reponer la pérdida de Javier. Es difícil pensar en justicia plena, pero en caso de que ésta llegara no creo que nos pueda dar gusto, pero tal vez podamos tener algo de alivio.
Periodista visual especializada en temas de violaciones a derechos humanos, migración y procesos de memoria histórica en la región. Es parte del equipo de Pie de Página desde 2015 y fue editora del periódico gratuito En el Camino hasta 2016. Becaria de la International Women’s Media Foundation, Fundación Gabo y la Universidad Iberoamericana en su programa Prensa y Democracia.
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